viernes, 1 de mayo de 2009

LOS CUENTACUENTOS

En el verano de 1816 en Villa Diodati, en Suiza, había mucho talento bajo un mismo techo –Lord Byron, su médico y confidente John Polidori, el poeta John Shelley y la escritora Mary Shelley- y también mucho aburrimento pues los días lluviosos se sucedían uno tras otro. Entonces Byron sugirió: “¿Y si escribiéramos cada uno un cuento de miedo”? John Shelley pasó del tema y siguió matando el tedio con absenta. Byron dejó su narración a medias (al parecer un relato sobre las Lamias, mujeres vampiro de Grecia, ese país que tanto le fascinaba) Polidori sí terminó un relato sobre vampiros titulado El vampiro (Polidorí no se estrujó mucho los sesos buscando el título) cuyo protagonista es un no muerto –Lord Rutven- , un dandy de irresistible atractivo y un perverso manipulador. (Está claro que Polidori reflejaba su relación amor-odio con Byron)
Mary Shelley escribió El moderno Prometeo, luego mundialmente conocido con el título de Frankenstein, un ladrillo victoriano que me costó bastante más de leer que el relato de Polidori. La obra de Shelley termina con el doctor Frankenstein persiguiendo a su criatura nada menos que hasta el polo norte, algo que hasta ahora solo se ha visto una vez en el cine: en Frankenstein de Mary Shelley (1994) con Kennet Brannagh y Robert de Niro.
Por cierto que las jornadas literarias de Villa Diodati son el tema de dos películas: Remando al viento de Gonzalo Suárez con Hugh Grant de protagonista y mi preferida, la enloquecida Gothic del excesivo Ken Russell.

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