viernes, 30 de diciembre de 2016

EXTRAÑOS EN UN TREN Y EN UN BAR

Mi última portada del año, Extraños en un tren. Fue el pasado 3 de diciembre, y cuando la terminé me fui a mi bar habitual para ver el partido Barça-Real Madrid. Justo después de empezar el segundo tiempo entró en el bar un hombre de aspecto nada llamativo: delgado, fino bigote castaño, camisa clara y pantalón oscuro. 
 Este hombre anodino pasó a convertirse en una rara avis: mientras los parroquianos no apartaban la vista de la pantalla siguiendo las evoluciones de Cristiano y Messi él nos daba la espalda examinando la lista de bocadillos colgada en la pared. Se tomaba su tiempo, ajeno al partido, mientras su indice dibujaba una imaginaria línea entre en nombre del bocadillo y el precio. "Debe ser un turista" pensé al ver su desinterés por el encuentro a pesar de que no llevaba cámara, ni un plano de la ciudad ni nada que le delatase como extranjero.

Y fue entonces cuando me llegó una de mis extrañas asociaciones de ideas. Me acordé de aquella ingeniosa escena del partido de tenis de Extraños en un tren (1951) cuando Guy (Farley Granger) distingue entre el público a Bruno (Robert Walker) Es la única cabeza que permanece inmóvil sin seguir el movimiento de la pelota.
LEVANTAMIENTO DE CADÁVER (Relato corto)
El subinspector de policía Degarmo reconoce al instante al hombre que se acerca con un elegante abrigo de franjas. Esboza una inclinación de cabeza y una casi sonrisa, el hombre del abrigo de franjas le devuelve el casi saludo y el subinspector se dirige a sus subordinados:
 -Ha llegado el juez. Déjenle pasar –y a los curiosos-: ¡Apártense, por favor!
El magistrado entra en el cordón policial y le parece estar en un reducido escenario con todo su reparto: los inexpresivos agentes de policía, los paramédicos guardando los electrodos y el desfibrilador, un médico rellenando un parte y un cuerpo tendido en el suelo cubierto con una manta.
El médico forense ya ha firmado el informe; causas naturales –informa el subinspector.
El atestado ya está a punto, sólo falta el último trámite.
-Bien, voy a proceder al levantamiento del cadáver.
-Adelante, señor juez.
El juez se acerca al cuerpo inerte, desliza el índice despacio por el mentón  y ordena:
-Levántate.
Un leve estremecimiento bajo la sabana. La víctima asoma la cabeza y lo primero que distingue son las miradas bovinas de los espectadores que le rodean. Coge impulso y se tambalea un poco al levantarse. Por fin se queda erguido, balbuceando unas palabras, y se aleja calle abajo.
-Señor juez – el subinspector aprieta el tope de un bolígrafo que hace clic bajo su pulgar y le acerca un folio verde-. ¿Me firma el acta del levantamiento, por favor?
El juez firma:
Lazarus Lázaro.
Magistrado-juez. Juzgado de instrucción-2
¡MUY FELIZ AÑO!!!
Les dejo con L´Home dels Nassos (El hombre de las narices) una tradición catalana; un personaje que sólo se le ve el 31 de diciembre y que tiene tantas narices como días tiene el año (o sea, uno) En mi pueblo contrataban a un actor que se paseaba vestido de época con la cara tapada con una máscara en plan Fantasma de la Ópera.



lunes, 19 de diciembre de 2016

SE PROHIBE LA ENTRADA A JEKYLL

En algunos pubs de Londres tienen un rincón llamado Wall of the Shame (Muro de la vergüenza) donde cuelgan fotos polaroid de clientes indeseables; eso me dio la idea para este relato:
 Henry Jekyll abre la puerta del pub Treasure Island y saluda de la manera acostumbrada:
-¡Hola, Burke! Media de Guinness.
-¡Jekyll! ¿Cómo te atreves a volver después de la que liaste ayer? – brama el dueño y señala una foto colgada en el Muro de la vergüenza detrás del mostrador, a la derecha de la estantería de botellas-. ¡Tienes prohibido poner los pies en mi local!
Jekyll examina la foto y su cara se convierte en un signo de interrogación con una ceja arqueada y la boca formando una “O”. Ve un hombre pelirrojo, su rostro es un cruce entre brutalidad y humor y no consigue decidirse. Tiene un ojo amoratado y la pechera de la camisa manchada de sangre.
-¡Pero Burke! –replica Jekyll-. ¡Ese de la foto no se me parece en nada! Tengo el pelo oscuro y ayer no puse los pies en el Treasure…
-¡No te pases de listo! – Burke tiene la cara amoratada de furia. Sisea -: Mírate, aún tienes las señales de la pelea en la cara. ¡Largo de aquí!
-¿Estás loco? ¡Yo no soy el de la foto! Oye, si es una broma -… Jekyll comprende que la discusión se ha acabado cuando Burke desliza una mano bajo los grifos de los surtidores con asas de cerámica.
 Jekyll sabe que allí guarda un mazo de cricket, le ha visto usarlo más de una vez.
Un confuso Jekyll sale hacia Argyle Street, bajo el cielo que pende pesado y oscuro como una tapa. Se detiene ante una fachada de ladrillo rojo, las ventanas centellean y los marcos blancos relucen. Es el Ballantrae, un pub escocés abierto recientemente.
Jekyll entra en un amplio local lleno de botellas color ámbar y maderas nobles. Los camareros, con ondulantes faldas escocesas, se deslizan de la barra a las mesas llevando bandejas llenas de copas que parecen flotar por encima de los parroquianos que beben al estilo escocés, asomando la lengua dentro del vaso de whisky. Jekyll escudriña el lado derecho del mostrador pero no hay ninguna foto, sólo una pizarra con el plato del día: Empanada de riñones.  Se acomoda en la barra y se fija en una cerveza escocesa que no conoce: Hangover Lager. Pide una jarra, un camarero abre un grifo y un líquido marrón y turbio se precipita al interior del vaso.
 -Debe dejar que se pose –dice el camarero. Jekyll se queda mirando el interior de la jarra donde parece nadar algo salido de un pantano, como una capa profunda de células muertas. Entonces oye una voz a su derecha:
-¿Qué tal amigo?
Un pelirrojo, de cara magullada y nudillos despellejados, le mira insolente acodado en la barra, la cabeza apoyada en un brazo formando una “L” sobre el mostrador. 
-¡Tú! –Jekyll deja la cerveza de golpe sobre el mostrador, un turbio remolino se forma en la jarra-. ¿De dónde demonios sales? ¿Porque  Burke te confunde conmigo?
-Es tu problema amigo –responde el pelirrojo y arroja su cerveza a la cara de Jekyll que nota un ramalazo de sangre caliente que le sube por la nuca y rodea sus orejas. Está furioso como nunca lo ha estado.
 Lanza un directo que el pelirrojo esquiva fácilmente, parece que se anticipe a los movimientos de Jekyll que recibe un fuerte derechazo en la nariz. Estrépito de cristales rotos. El pelirrojo se gira un momento cuando el dueño del pub grita: “¡Vosotros, parad ya!” El segundo de distracción que Jekyll necesita.  Lanza un croché de izquierda al vientre y luego un gancho de derecha a la cara del pelirrojo. Se dispone a cargar contra él con los dos puños, al puro estilo East End cuando tropieza con la pata de una silla derribada y cae golpeándose la cabeza contra el suelo. La taberna, las estrellas y la agonía se mezclan. Telón.
Jekyll nota una brecha en la cabeza, un corte en la coronilla. Un hilo de sangre le resbala por la cara. Le han sentado en un taburete. El fogonazo de un flash seguido de un zumbido. El dueño del Ballantrae agita una foto para acelerar los reactivos químicos del revelado. Centellean chispas en los ojos de Jekyll cuando el dueño le muestra la foto: un pelirrojo con la cara ensangrentada.

-¡Y no vuelvas más por aquí! –advierte el dueño colgando la polaroid junto a la pizarra.
HE PARTICIPADO EN UN CORTO
Soy el perrito piloto...
 Esta semana he rodado para el ESCAC (Escola de cinema i audiovisuals de Catalunya) la película Caja negra, y digo película porque ya había rodado otros cortos pero en formato vídeo, esta es mi primera experiencia con cámara de 35 mm. Miren, ¡hasta teníamos raíles para los traveelings! La verdad es que entre el sonido de la cámara, las claquetas y la luz de los focos combinado con el escenario años 40 y el look del director con su bigotillo recortado casi me parecía estar en el Hollywood clásico. Interpreto a un médico que descubre una habitación cerrada que tiene un acceso a un mundo paralelo en donde soy un piloto de caza. Aquí estoy con Ivan Valencia, un gran director con un trato exquisito y muy paciente. Caja negra se estrenará en febrero -esperamos- en festivales. Intentaré colgarla en el blog.
ASÍ PREPARO EL POLLO DE NAVIDAD
 ¡Y además es muy fácil! Mientras el horno se calienta, untar las manos con aceite, sal y pimienta y frotar enérgicamente el pollo -entero y vaciado- para sazonar bien la carne. Sofreír ligeramente en una sartén salchichas cortadas a trozos, manzanas cortadas sin pelar y ciruelas antes escaldadas en coñac.
Introducir en el pollo una ramita de tomillo, 1/2 limón, las salchichas, manzanas y ciruelas cerrando la hendidura con palillos.
Rociar el pollo con el coñac de las ciruelas y dejarlo asar en el horno a 200º una hora. De vez en cuando conviene rociarlo con el jugo que va desprendiendo o con un poco de vino si queda seco.
¡Y muy feliz Navidad a todas y todos!!!

lunes, 5 de diciembre de 2016

LA HE VUELTO A LIAR EN EL SET DE DOBLAJE (2)

Por si no lo sabían algunas películas porno se doblan. En Cronos, mi estudio de doblaje, he participado en un par de sesiones donde lo más divertido era improvisar.
He formado parte de la banda sonora de Bukkake Queen -2. Puede que alguien se pregunte ¿Y qué es un bukkake? El saber no ocupa lugar: es un subgénero del porno en que un grupo de varones se turnan para eyacular encima de la protagonista. Bukkake, por cierto, es una palabra japonesa que significa salpicar.
 En el set sólo estábamos una dobladora, el técnico de sonido y el director que nos dijo:
-Podéis improvisar pero que cuadre con la escena. La película duraba veinte minutos pero vamos justos de tiempo, así que todos los takes serán iguales, dos ensayos y a grabar.
Había una protagonista y ocho actores. Yo hacía todas sus voces pero no creo que nadie lo advierta. Además, no hablan mucho, más bien jadean. La chica aún habla menos pues casi siempre tiene la boca ocupada.
El trabajo no resultaba complicado pero el técnico tuvo muchos problemas con el reproductor de vídeo. El director sudaba copiosamente. Noté que la tensión aleteaba por el reducido y sofocante estudio.
Bukkake Queen -2 se acercaba al final. Lamenté no haber improvisado pues es lo más divertido de estas grabaciones. En la pantalla apareció un primer plano del rostro de la chica con la boca desmesuradamente abierta y repleta de líquido seminal y entonces dije: “¡Trágatelo todo que se van las vitaminas!”
Todos se carcajearon. Una pausa bienvenida que disminuyó un tanto la tensión que oprimía el ambiente. Unos minutos más tarde terminamos la sesión.
LOVECRAFT TÓXICO
 Marcel Gratallops era el único catalán residente en Arkham y no había perdido su costumbre de buscar setas.
Al penetrar en el bosque sintió una súbita opresión en el pecho y la amenaza flotando en el aire.  En el horizonte vio una negrura de una gran intensidad, como si todas las sombras se concentrasen en un bloque de materia oscura que parecía agitarse como dotada de vida propia. Aquella sombra oscura se movía con rapidez hacia Marcel. Toda aquella presencia oscura, una mole de negrura informe.
De aquella masa viscosa aparecieron unas extremidades como tentáculos, y luego se formó una protuberancia como una cabeza, con puntos de luz verdosos semejantes a ojos que brillaban entre la negrura.
Marcel se sintió envuelto por un aire fétido, como un aliento nauseabundo que provenía de una boca enorme y babeante que, de repente, engulló a Marcel hacia el interior de aquel ser negro como el alquitrán.
Una hora después la televisión de Arkham emitió un boletín especial:


 RECICLAJE
Cuando me encargaron la portada de Pelando la cebolla de Gunter Grass me tiré unas cuantas horas dibujando cebollas pero luego me dijeron que habían decidido poner una foto del autor al coincidir con su fallecimiento; poco después me tocó Como agua para chocolate para una edición inglesa, y aproveché las cebollas por aquella frase que dice su protagonista:
 "Lo malo de llorar cuando alguien pica una cebolla no es el simple hecho de llorar, sino que a veces uno empieza y ya no puede parar."