sábado, 28 de mayo de 2022

MI CENA CON UN TREKKIE. Historia real.


 1993. Fiesta 15º Aniversario de mi promoción del instituto.

15 años sin ver a mis excompañeros y por mí podrían pasar 115 más. Bueno, la verdad es que los seguía viendo como aquellos adolescentes impresentables a los que empezaba a causar estragos la testosterona. Las únicas cuatro chicas que había en la clase no vinieron. En el cartel de la entrada habría que poner: “Promoción del 78. Fiesta sin mujeres y con cerveza caliente. Bienvenidos”.

-¡Hola! ¡Cuánto tiempo! Soy Andreu.

El ex alumno que me abrazó con un punto más de efusividad del que me gustaría y al que yo recordaba como “el de los ojos saltones” se había convertido en un Steve Buscemi de 30 años.

Trajeron el bufet y enseguida quedamos aprisionados entre un gentío ávido de ganchitos y croquetas congeladas, esto nos facilitó la conversación. Yo le hablé de mi trabajo escribiendo para revistas de gastronomía y él me dijo que gracias al suyo en una agencia de viajes ha visto un montón de países y que acababa de volver de una Convención de Fans de la serie Star Trek en Vancouver.

-¡No me digas que te gusta Star Trek! ¡A mí me encanta!

-Ya veo que tenemos cosas en común –sonrió Andreu.

-Pues tienes que venir un día a cenar a mi casa con Mont, mi pareja –le dije entre dos empujones de gente que iba y venía del bufet- Acabo de comprarme un Pack especial con los cinco primeros episodios de la primera temporada en DVD. Lleva extras y escenas inéditas. Te va a encantar.

Anotamos nuestras señas en las agendas de nuestros móviles. Nos despedimos haciendo el saludo vulcano: la palma extendida y formando una V con los cuatro dedos.

 Llevaba tecleado medio artículo sobre la caldereta menorquina cuando sonó el teléfono.

 - ¿Sigue en pie la invitación a cenar?

 -¡Andreu! Pues claro que sí. Si te va bien puedes venir esta misma noche, a eso de las nueve.

 -No recuerdo si te lo comenté en la fiesta pero es mejor que te advierta de que soy vegano.

 -¡Ah, ningún problema, hombre! ¿A las nueve entonces?

En los 90 todavía no era muy conocido el término vegano, lo busqué en google:

“VEGANO: término acuñado para distinguir a los veganos de los vegetarianos. Filosofía basada en vivir exclusivamente del reino vegetal excluyendo carne, pescado, aves, huevos, miel e incluso leche animal y derivados lácteos.”

Mientras estaba en la cocina preparando el primer plato –calabacitas mexicanas- Mont me dejó claro que no le entusiasmaba pasar una velada viendo episodios antiguos de Star Trek.

 -No entiendo como a alguien le puede gustar esa serie tan cutre -.Estaba apoyada en la puerta de la cocina haciendo girar un CD de Nirvana con el dedo en el orificio. Mientras yo abría una lata de maíz decidió volver a la carga:  -Seguro que es un frikie.

 -Mont, no todos a los que les gusta Star Trek son unos frikies. Y cuidado con ese CD que se te va a caer.

  -¿Sabes si tiene novia?

 -¡Uf!– resoplé mientras cortaba el queso fresco a dados-. Eso no me lo dijo. Al menos esta noche vendrá solo.

 -Seguro que es un frikie –sentenció Mont y se fue a poner un CD de los Limp Bizkit.

Y ahora, el ques… ¡Un momento ¡ ¡Vegano! ¡El queso es de origen animal!

Bajé apresuradamente hacia una tienda de productos naturales. Conseguí llegar un par de minutos antes del cierre y compré un paquete de tofu.

Media hora después sonó el timbre. Apareció un sonriente Andreu con una botella de vino en la mano –sí, los veganos beben- y ¡Dios mío! ¡Vestido con el uniforme rojo y negro de la tripulación de Star Treck bajo la gabardina! Ahora sí que lo tenía crudo para convencer a Mont de que Andreu no era ningún frikie.

 Mont consiguió disimular aceptablemente el shock del uniforme. Presentaciones dos besos en la mejilla. Descorchamos la botella de vino que había traído, un buen Ribera del  Duero. Abrí otra botella de vino mientras Andreu saboreaba las calabacitas.

 -Mmmm… Tienes que darme la receta. 

Andreu elogió el segundo plato -berenjenas rellenas de setas- y aceptó otra ración. Me di cuenta de que el vino disminuía rápidamente y que Andreu llenaba su copa una y otra vez mientras que a Mont y a mí nos era imposible seguir su ritmo.

Ya no quedaba  ni gota de vino cuando traje el postre, fresas con zumo de naranja y hierbabuena. Cuando llegué a la mesa Andreu estaba dedicando a Elena una conferencia sobre los beneficios del veganismo. Por su dicción algo pastosa deduje que el vino le estaba causando efecto.

 -¿Tienes algún licorcito para acompañar estas estupendas fresas? –preguntó Andreu.

Andreu se sirvió una más que generosa ración de whisky en un vaso.

 -A mí me atrae mucho todo lo relacionado con el espacio –dijo señalando la carátula del DVD de Star Trek donde aparecía una nave espacial-. ¿Sabéis que hace dos años en lo alto de una montaña de Lanzarote tuve contacto con un grupo de extraterrestres?

Mont y yo lo miramos desconcertados. Antes de proseguir su relato se sirvió otro lingotazo de whisky.

 -Era por la noche, ya me había metido en el saco de dormir…y me despierto rodeado por unos hombrecillos de un verde fluorescente y del tamaño de un niño de cinco años.

 -¿Y no se te llevaron? –preguntó Mont -. ¿Cómo se dice…? ¿No te abducieron?

 -No –respondió Andreu-. Se limitaron a hacerme cosquillas y se fueron. Quizás en su planeta sea una forma de contacto.

“Cosquillas…” Mont disimuló su consternación comiendo más fresas. Andreu se escanció más whisky.

 Durante el visionado de Star Treck  Andreu se dedicó a imitar los sonidos de los disparos de láser-¡Tzú-Tzú-Tzú! Y a apurar el whisky. Mont roncaba en el sofá.

 -¿Hay más whisky? –preguntó señalando la botella vacía. Bueno, la verdad es que dijo algo parecido a: ¿Hag maz züisky?

 -Me temo que solo te puedo ofrecer vino del que uso para cocinar

 -¡Pues vale!

A las dos de la madrugada llame a un servicio de taxis por teléfono. Andreu me había dicho –y le creí perfectamente- que no se encontraba en condiciones de conducir.

El conductor se quedó perplejo al verme con un tripulante de Star Treck que apenas podía sostenerse en pie y que al intentar despedirme con el saludo vulcano se metió un dedo en un ojo.

 -¿No me vomitará en el coche, eh? –gruñó el taxista.

 - Qué va –le tranquilicé-. Ya lo ha vomitado todo en casa.

Las luces del taxi se deslizaron calle abajo. Volví a mi piso, me senté junto al sofá e intenté servirme un vaso de vino de cocina pero no quedaba ni una gota.

Mont se despertó mirándome con expresión confundida.

 -Bueno –le dije encogiéndome de hombros-. Al menos Andreu es consecuente. ¡El whisky no es de origen animal!

Y le hice el saludo vulcano antes de arrastrarme hacia la cama.

HISTORIA MÁS O MENOS REAL

EL PROFESOR SIBELIUS INSTRUYE A SU SOBRINO


RECETA: CALABACITAS MEXICANAS. Ya que se ha hablado de ellas...

Pelar los calabacines (zapallitos) y cortarlos en trozos pequeños .En una cazuela con aceite y mantequilla sofreírlos y cuando tomen color añadir la cebolla picada y tomates troceados.

Remover bien y añadir el maíz en grano, un poco de caldo, sazonar con sal y pimienta y tapar la cazuela dejando cocer con el fuego mínimo unos 15 m.

Antes de servir en cazuelitas añadir queso fresco (tipo Burgos) cortado en dados y adornar con unos nachos. Así quedó de vistoso el plato:





                                            

martes, 10 de mayo de 2022

LLAMEN AL CAZADOR DE VAMPIROS

 

El poblado estaba siendo hostigado por un Wurdolak, vampiro que sólo se alimenta de sangre de mujeres vírgenes. Se deslizaba sigiloso por las alcobas y a la mañana siguiente descubrían a otra joven en su lecho con dos heriditas en el cuello tan pequeñas como alfilerazos. Todas débiles y pálidas pero vivas, como si el vampiro quisiera mantener su despensa.

El burgomaestre decidió celebrar una reunión urgente.

-¡Queridos conciudadanos! –la potente voz del burgomaestre resonó por toda la sala, un establo habilitado para la ocasión-. Todos estamos afligidos por esta plaga que se abate sobre las doncellas de este pueblo cuando la noche arroja sus sombras-.bebió un sorbo de agua y continuó-: Pero he conseguido al hombre que puede ayudarnos. ¡Les presento al famoso caza-vampiros! ¡El profesor Van Helsing!

 Un atildado hombre de rasgos angulosos entró en la sala cubriéndose la nariz con un pañuelo.

-¡Uf! –resopló-. ¡Qué establo más sucio! ¡Y ese hedor a ajos…!

-Parece algo estirado –dijo el doctor, sentado al lado del burgomaestre.

-¡Estudió en Heidelberg! – respondió el burgomaestre-. No ha sido precisamente barato convencerlo para que venga hasta aquí-. Y se levantó para saludar a Van Helsing que le correspondió con un escueto apretón de manos.

-Es un placer verle, profesor, aunque veo que no ha traído su famoso maletín negro con la estaca, el agua bendita y los crucif…

-Voy a emplear métodos modernos –interrumpió Van Helsing pasando el pañuelo por el asiento antes de acomodarse-. Hay que ir directo a la raíz del problema. –alzó la voz dirigiéndose a la concurrencia-:Queridos pueblerinos… ese chupasangres sigue un patrón, se alimenta exclusivamente de jóvenes doncellas con edades comprendidas entre los 16 y los 22 años como nos demuestra el cómputo de las víctimas. El alguacil me ha proporcionado los nombres de las familias de este villorrio con hijas en edad de merecer.

 Van Helsing consultó un papel que guardaba en un bolsillo y prosiguió:

-Son diecisiete damiselas a las que me propongo salvar de las garras de ese monstruo sediento. Ellas me serán enviadas a ese tugurio que ustedes llaman posada para ser desfloradas por un pulcro caballero –aquí se señaló con el índice-, a razón de dos por día. El vampiro ya no encontrará aquí su sustento y tendrá que irse bien lejos-. Excelencia –Van Helsing se inclinó hacia el burgomaestre-: concedo a su hija (Leonor, 16 años) el privilegio de ser la primera en ser salvaguardada de esa sanguijuela. ¿Le parece bien traérmela mañana a las dos de la tarde?

El burgomaestre se irguió. Sus ojos asomaban llameantes por encima de sus gafas de montura de concha. Berreó:

-¡Sándor, György! ¡Calentad brea!

-¡Lázslo! ¡Trae un saco de plumas!

SIBELIUS TIENE UNA PREGUNTA

EL GRAN FRODO Y SU HUMOR ARGENTINO

LA RECETA: POLLO CON SALSA DE VERDURAS. Foto: Silvina. 
Sofreír las piezas de pollo en aceite y un par de dientes de ajo. Retirar cuando se vean doradas.
En el mismo aceite pasar taquitos de berenjena, calabacín (con su piel) y pimiento rojo. 
En un recipiente hornear a 200º chalotas (cebollas pequeñas) con vino blanco.
Poner en un bol para batidora una parte del sofrito de calabacines, berenjenas y pimientos y triturar con un poco de caldo o vino blanco.
Volver a poner el pollo en el aceite con las verduras, añadir el triturado de verduras, rociar con 1 vaso de vino blanco, añadir las chalotas, tapar la cazuela y cocer a fuego mínimo unos 20m.
Añadir espárragos o patatas al horno.


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