miércoles, 22 de febrero de 2023

LA ENTREVISTA

 

Eduardo Barrena  –Edu para los amigos- aguarda sentado a la entrevista con la profesora de su hijo Dani de once años. Están citando a todos los padres con hijos en la escuela por orden alfabético, Edu es el tercero de la lista.

Pese a encontrarse en un templo de la enseñanza el lugar produce a Edu una extraña sensación de irrealidad. Los potentes tubos fluorescentes del techo convierten la escuela en una caverna de incandescencia. Desde su silla puede ver una vitrina con trofeos deportivos junto una ventana que da al terreno de juego en obras. Hay un trabajador de aspecto sudamericano encaramado peligrosamente sobre una viga a diez metros del suelo y Edu recuerda lo que un día dijo su profesor en la clase de historia:

-En Nueva York, cuando levantaron sus imponentes rascacielos, los obreros indios eran los más solicitados para trabajar en las alturas pues los nativos americanos carecen de vértigo.

El sonido de un timbre sobresalta a Edu. Una tromba de alumnos sale corriendo por el pasillo disfrutando de su recién recobrada libertad. Edu se sorprende al advertir que está nervioso ¿pero porqué? No le ocurre nada a Dani, es una entrevista de rutina, entonces Edu sonríe al recordar un sueño recurrente que a veces le acecha como un agazapado animal nocturno: recorre un pasillo escolar sin conseguir encontrar su aula, va desnudo y encima al entrar en clase le informan de que hay un examen sorpresa.

Se abre la puerta de una sala con sillas y mesas de vivos colores. Aparece una mujer de unos treinta años que se dirige a Edu con una mano extendida. Su cabello rojizo resalta con la incandescencia de la caverna.

 -¿Barrena? Encantada, soy Rosa Camps, la maestra de Dani ¿Esperamos a la madre?

-Lo siento, Bea no podrá venir. Tiene hoy turno en el hospital.

-Bien, podríamos pasar a ese despacho –la profesora señala la sala a su espalda-, pero antes una pregunta:¿porque ha venido desnudo?

Edu mira hacia abajo. Lleva un jersey cuello de tortuga, calcetines blancos y zapatos marrones pero no lleva nada en medio. Su pilila cuelga lacia hacia el suelo de linóleo encerado. Sólo acierta a balbucear:

-No… ¿No habrá un examen sorpresa, verdad?

MI SUEÑO RECURRENTE

Por favor, si alguien sabe interpretar los sueños que me diga qué demonios debe significar este, un sueño que me visita de vez en cuando por las noches.

Bueno, yo creo que es normal sentirse incómodo por pedirle patatas a un camarero patata.
VUELVE FRODO Y SU HUMOR ARGENTINO
LA RECETA: RABO DE TERNERA AL VINO TINTO
Un plato que no conoce las prisas: Foto: Silvina. 
La primera vez que uno compra rabo de ternera se dice: ¿a dónde voy con eso? ¡todo es grasa y huesos! Sí, pero la grasa se funde y deja la carne melosa después de mucha cocción.
Saltear los trozos de rabo en una cazuela alta con aceite. Añadir chalotas (cebollas pequeñas y alargadas) cuando la carne tome color sazonar con sal, pimienta, 1 hoja de laurel y regar con vino tinto lo justo para cubrir la carne.
Dejar cocer a fuego lento al menos 2 horas. Comprobar la sal y añadir más vino si es necesario. ¡IMPORTANTE! Dejar el guiso con la salsa durante una noche entera.
Al día siguiente cocerlo todo durante 1 hora más y ya estará listo para comer. 




domingo, 5 de febrero de 2023

UNO PICA, OTRO CAVA

El atento oído del profesor Dinamo –especialista en lenguas eslavas ya jubilado- capta ruido de tallos y hojas cortadas, un golpe seco de pico golpeando la tierra y voces. Dinamo reconoce el idioma: “Es polaco, sin duda”. Por la ventana ve a dos hombres excavando frente a su casa. Uno pica, el otro cava. Sale al jardín y les saluda.

 -Czesc! (Hola) –Los dos hombres agitan los hombros como despertándose de un sueño,  se les ve contentos al oír su lengua en tierra extraña. Dinamo prosigue en polaco -: ¿Están haciendo una piscina? ¿Un parterre?

Los cavadores sonríen, parecen buscar una respuesta. “Ya verá, es una sorpresa”, dice uno apartando un grueso terrón erizado de raíces. Le guiña un ojo cómplice al profesor y éste piensa: “Son simpáticos”.

Dinamo entra en casa. Es un día de calor feroz, el sol parece golpear la tierra levantando ondas de líneas negras. Dinamo compadece a los sudorosos cavadores. Abre la nevera y comprueba que hay botellines de cerveza.

 Una hora después el profesor supone que los polacos han terminado su trabajo. Han clavado sus azadas en vertical sobre el suelo y echan atrás sus brazos para desentumecerlos mientras contemplan el agujero. Dinamo asoma por la puerta y los invita a tomar unas cervezas. Los cavadores aceptan encantados. Cuando entran,  el olor a sudor y tierra removida toma una presencia casi sólida.

 Se presentan: “Roman,  Andrzej”. Charlan animadamente con los botellines en la mano. Andrzej saca una botella de vodka de una mochila, lo toman a la manera polaca, acompañado de zumo de manzana.  Roman se sitúa a la espalda del profesor y le toma las medidas con una cinta métrica. “Niech” (Vamos) dice Andrzej apurando un vaso de vodka.

Salen al jardín y se dirigen hacia la fosa. Andrzej mira con curiosidad al profesor.

 -¿De verdad no sabía usted que estaba usted muerto, señor?

Dinamo medita un momento y sonríe con suavidad.

 -A mi edad se le olvidan a uno las cosas -… responde con un poso de ironía y se acomoda en el foso.

Roman llena su pala y la balancea hacia atrás, ésta se adelanta curvada como un péndulo, cuando la tierra cae hace: ¡plaf!

 Roman y Andrzej terminan de dar sepultura al profesor. Lo despiden a la manera polaca, toman un trago de vodka a su salud, derraman un poco de licor sobre la tumba y rezan una breve plegaria.

Por este orden.

LA RECETA: CALAMARES ENCEBOLLADOS CON GUISANTES (Arvejas)

Pelar y picar en dados los ajos y la cebolleta. Poner a sofreír en un sartén junto con los guisantes y un chorrito de aceite. Rehogar bien. Vierte el vino y dale un hervor.

Añadir a la cazuela los calamares cortados en tiras, separadas las cabezas de las patas, salpimentar y saltearlos brevemente a fuego fuerte en una sartén con aceite. Agrégalos a la sartén de los guisantes y espolvorear todo con un poco de perejil picado. Servir inmediatamente pues no conviene que se enfríe.