domingo, 31 de marzo de 2019

BELA LUGOSI CHUPANDO CÁMARA


En el otoño de 1934 Bela Lugosi ya tenía claro que rechazar el papel de monstruo de Frankenstein había sido el mayor error de su vida, por eso cuando leyó en Variety que se había iniciado el rodaje de La novia de Frankenstein su rostro se iluminó repentinamente.
-Miért ne? (¿Porque no?) -Se dijo en húngaro. -
  Agitó su capa negra para quitarle el polvo, la tela fría y pesada quedó suspendida sobre los hombros de Lugosi. Se contempló satisfecho en el espejo aunque el olor a moho y humedad procedente de la tela invadía sus fosas nasales. Sus dedos rozaron su cuello en una caricia mientras ceñía la capa alrededor de su garganta.
En el set número cinco Karloff, de espaldas al equipo de rodaje, sonreía tímidamente a pesar de la dentadura postiza que acentuaba sus pómulos y le daba una apariencia cadavérica.
-¡Luces! ¡Cámara! ¡Rodando!!! –ordenó James Whale.
Lentamente –con treinta kilos de andamiaje no podía ser de otra manera- Karloff giró hacia su derecha enfrentándose a la cámara. Su rostro quedó bañado por la potente luz blanca de los focos mitigada por la cera derretida que Karloff llevaba en los párpados. Tambaleándose empezó a descender penosamente la escalera sobre sus zapatos con alzas.
  Desde su silla de director Whale alzó incrédulo la mirada. Bela Lugosi había aparecido desde un rincón en penumbra del decorado y se acercaba a Karloff entrando en el ángulo izquierdo de la cámara. El negro esplendor de su capa aún relucía más bajo los focos. Lugosi se felicitaba por su idea: “Cuando me vean no dudarán en incluir a Drácula en el guión. Será una gran pelíc…”
-¡Corten! –Whale, impávido, se dirigió a Lugosi en tono severo pero a la vez cortés-: Señor Lugosi, ya le dije a su agente que desgraciadamente no tenemos ningún papel para usted. Sea bueno, no me obligue a llamar a seguridad.
-Está bien, ya me voy.
Lugosi lo dijo con aparente calma pero se fue arrastrando los pies. Visto de espaldas parecía un murciélago cabizbajo.
Colin Clive, que se disponía a entrar en escena, aprovechó la pausa para beber de su termo ante la mirada reprobatoria de Elsa Lanchester que sabía que era coñac y no café lo que había en ese termo.
FIN
BETTY BOOP SE ENCUENTRA CON DRÁCULA.
Un vídeo realmente curioso:
Y hablando de Lugosi no podía faltar su plato preferido: el Goulash, o estofado húngaro.
...Cuando hayan tomado color reservarlos en un plato y sazonar con sal,  pimienta y paprika (pimentón picante) En el mismo aceite sofreír cebolla picada y 1 pimiento rojo sin semillas cortado a tiras.
Cuando se ablanden, añadir al sofrito crema de leche. Remover y triturarlo todo en el vaso de la batidora. Saldrá una salsa espesa de un atractivo color rojizo. Poner de nuevo la carne en la cazuela, echar la salsa por encima y tapar. Dejar cocer 30m. con el fuego al mínimo.
En Hungria se sirve este plato acompañado de tallarines.
DESAFIO: DIBUJAR EL CIELO.
Recojo el guante de Roxana B. Rodríguez. Es uno de mis sueños recurrentes: una casa se despega de su raíz que la mantenía al suelo y se eleva en el cielo.
Y qué mejor forma de despedirme con un microrrelato de Melmoth.
MULTISALA
Una larga cola espera en la entrada de una sala de cine a que salgan los de la otra sesión. Cuando se abren las puertas empiezan a salir montones de cabras con sus cencerros, perros y un pastor con una barba de cinco días.


jueves, 21 de marzo de 2019

LA LEYENDA DE AISHA KANDISHA


¡Compañía, fiir-meees!!! -aulló el sargento Sánchez.
El sonido de doscientos pares de tacones al chocar ahuyentaron a las palomas que picoteaban por el patio del cuartel.
Se acercaba el capitán Ortega con el alférez Fitz pisándole los talones. Éste llevaba una libretita para apuntar los nombres de los arrestados que solían ser bastantes cuando Ortega nos pasaba revista. Sus fríos ojos recorrieron la fila como una ráfaga de viento ártico.
Mi uniforme era completamente reglamentario. Cargaba con la radio de campaña con el correaje correctamente ajustado. La pistolera a ocho centímetros de la hebilla del cinturón. Posición de firmes mirando hacia arriba pues en Regulares teníamos prohibido mirar directamente a los ojos a un superior. "Son como los gorilas -pensaba- se enfurecen si les miras a los ojos". Botas recién lustradas y hasta había frotado con limpia metales la media luna de mi gorra. El capitán se detuvo bruscamente.
-Zueras, lleva la bragueta desabrochada. Cuatro días de arresto. Apunte, Fitz.
 Me llevaron a trabajar al almacén que tenía de encargado al cabo Sarguiri, un ceutí musulmán. (A la izquierda, un apunte que le hice) Después de varias horas acarreando uniformes roñosos y máscaras antigás pasamos a un diminuto cuarto donde Sarguiri tenía una cocinilla portátil y preparó té.
Mientras tomábamos el té y nos rascábamos -los uniformes estaban infestados de ácaros- el cabo me habló de Aisha Kandisha, una leyenda tan conocida en el Magreb como La Llorona en México.
-Es una djinna, un demonio femenino. Una mujer bellísima, pero tiene patas de cabra en lugar de pies. Seduce a los hombres y los vuelve locos. En mi kabila (aldea) un pastor jura que la vio una noche de luna llena bañándose en el mar. –Sarguiri se encogió de hombros como diciendo: “Ni creo ni dejo de creer”.
 Esto me ha venido a la memoria al ver el anuncio de la próxima aparición en DVD de la coproducción americano-marroquí Kandisha (2010) dirigida por Jerome Cohen. Un film bastante inusual, no solo por ser la primera producción fantástica del cine marroquí, también es la última película en la que participó David Carradine antes de fallecer en un hotel de Tailandia en extrañas circunstancias.
Así que ya saben: si no tienes éxito con las mujeres y una noche se te acerca una belleza que oculta sus pies con botas altas en pleno mes de agosto... cuidado, podría ser Kandisha en busca de víctimas.
ME HAN ENCARGADO UN DECORADO TEATRAL
Aquí estoy con mi profesor de doblaje Roger Pera (el del casco) que me ha encargado un trabajo que me encanta, dibujar cuatro decorados para la obra No te bebas el agua, sobre cuatro relatos de Woody Allen. "Quiero un estilo de cartoon sesentero, entre la UPA y la Pantera Rosa", me dijo. 
Y para terminar, un broche de oro. Melmoth de Melmoth el Errabundo, un magnífico blog al que por desgracia tuvo que prescindir por falta de tiempo, escribe unos microrrelatos estupendos que no pueden quedarse en un cajón. Gracias, Melmoth por permitirme ilustrar uno de ellos:



martes, 12 de marzo de 2019

LICOR DE LAGARTO (Una historia real y más cosas)


 Un día fui a comer con mis amigos Raúl, Txiki y su novia Emma al restaurante chino Palacio Imperial. A pesar de su pomposo nombre era bastante cochambroso, pero trataban con aprecio a Txiki que era cliente habitual y siempre tenían algún detallito con nosotros. El camarero, con una chaqueta blanca de algodón muy sucia, salió de detrás del mostrador donde había una chica con kimono contando billetes y dejó en nuestra mesa una botella en la que flotaba un apergaminado lagarto.
-Toda vuestra. Hemos de cerrar por reformas –nos dijo, aunque sospecho que sanidad tuvo algo que ver.
No estaba malo, sabía a orujo de hierbas con licor de frutas.  Vaciamos la botella. Raúl, algo aturdido por el verdoso licor, había apoyado los brazos sobre el mantel y como estaba tan mugriento no podía despegar las mangas. 
 Al liberarse con un gesto brusco dio un codazo a la botella que se hizo añicos contra el suelo liberando al reptil de su cárcel de cristal. Raúl recogió el lagarto retirando cuidadosamente los pedacitos de vidrio.
-Si fuera el gusano del mezcal te lo tendrías que comer –dijo Txiki riendo.
-Bueno -…Raúl contemplaba el bicho sujeto entre dos dedos- Sería como comer licor sólido.
Alguien soltó: “¿A que no te lo comes?” “¿Apostáis algo?” desafió Raúl. Sacamos dinero, lo contamos y sobre el pringoso mantel depositamos 50 euros.
 Raúl abrió la boca sujetando el lagarto por la cola –parecía un extraterrestre de “V” a punto de zamparse un ratón-, e intentó tragarlo de un bocado. Grave error. Empezó a asfixiarse. Era un espectáculo verlo todo congestionado, braceando y con la cola del lagarto asomando por la boca. Tiré de la cola pero me quedé con ella en la mano. Txiki intentó hacerle la maniobra Heimlich. Tres fuertes sacudidas sobre el abdomen no expulsaron al bicho, pero algo se movió pues Raúl recuperó la respiración.
-¡Palillos! –gritó Txiki al camarero de sucia chaqueta blanca que nos contemplaba petrificado. Txiki Introdujo los palillos a modo de pinza en la garganta de Raúl- ¡Lo tengo!!!
De un tirón Txiki logró extraer el lagarto. Estaba cubierto de sangre pues sus finas uñas se habían clavado en la faringe de Raúl.
Nos lo llevamos a toda prisa a urgencias (a Raúl, por el lagarto poco se podía hacer) El médico de guardia se limitó a aconsejarle gárgaras con sal y le dio un antibiótico.
-Con esos bichos exóticos nunca se sabe –nos dijo.
TE RETO A DIBUJAR
En su entrada del pasado 2 de marzo EL DEMIURGO DE HURLINGHAM y ROXANA B RODRÍGUEZ proponían el reto de dibujar un personaje de ficción. Me decidí por Cesare, el sirviente del doctor Caligari. En mi época gótica imitaba su estilo, su look... me atraía su aspecto inquietante y vulnerable a la vez.

 ALITAS DE POLLO A LA MANDARINA
Mi versión de un plato chino. Ponemos las alitas en una bandeja para horno con unas rodajas de mandarina. Salpimentamos. En un bol mezclamos aceite de oliva, tomillo y el zumo de 2 mandarinas.Opcional: yo le añado un chorrito de salsa de soja.
Las introducimos en el horno a 180º y dejamos cocer 1 hora. Si te gustan crujientes se dejan 2 minutos en el grill antes de servir.

martes, 5 de marzo de 2019

LA COSA DEL LAVABO (Relato y más cosas)


Me presento: Arturo Pantano. Desde que cerré mi videoclub me gano la vida descargando y pirateando películas. Mi amigo Román Ciénaga vende de tapadillo  los CD en el rastro. Vale, voy al grano: acabo de tener una experiencia horrible en mi baño.
Estaba probando la coca que me había vendido mi dealer Rodolfo Cenagal, sólo noté un fuerte  olor a tiza. Ese canalla la había cortado con tanto yeso que por poco se me forma un muro de carga en la nariz. Guardé el espejito con la papelina en el armario del lavabo y entonces oí un extraño ruido procedente del brazo de la ducha. Acerqué la cara a los agujeros de la cazoleta y entonces lo vi. Un destello blanco. Un ojo que me observaba desde el interior.
Solté un alarido y dejé caer el tubo flexible sobre el plato de la ducha. Salí del baño y cerré la puerta con el corazón latiendo con violencia.
“¿Habrá sido la farlopa de Cenagal? –pensé- Imposible, estaba tan adulterada que no provocaría alucinaciones ni a un bebé.”
 Ha pasado una hora. Decido coger el palo de la escoba y volver al lavabo. Lo primero que veo es el tubo tumbado sobre la plataforma. De repente se agita como una serpiente y unas largas antenas empiezan a salir por el mínimo espacio entre la rosca del grifo y la porcelana. Las antenas arrastran el resto de la cosa. Un tentáculo con una  horrible boca de ventosa con dientes como las lampreas se inclina hacia mí como preparándose para atacar. Más antenas aparecen por todos lados: por la ducha y por encima del lavabo, justo debajo del aplique de la lamparilla. Empiezo a propinar golpes de toalla, le tiro el palo de la escoba, botes y todo lo que tengo a mi alcance. El tentáculo queda rodeado por un amasijo de gel, champú, antenas y patas. De un salto salgo del cuarto de baño y cierro de un portazo.
Aún intento recuperar el aliento cuando me sobresalta el sonido del timbre de la puerta. Dos hombres trajeados que me muestran una placa.
-Policía –dice uno- Tenemos pruebas de que vende cedés pirata. Delito contra la propiedad intelectual.
“Vaya, un inspector habrá trincado a Ciénaga y me habrá delatado” –pienso.
-Y también sabemos que posee sustancias ilegales. Delito contra la sanidad pública.
“¡Cenagal también! ¡Estoy rodeado de soplones!”
 -Para pasar han de tener un orden –le digo a un policía que se dispone a entrar.
-Por supuesto –y añade con una meliflua sonrisa-: ¿Me permite usar su cuarto de baño?
“¡Qué truco tan viejo! Lo he visto cien veces en C.S.I. Expediente-X…“-me digo. Recuerdo la papelina casi intacta en el armario del lavabo y de lo más profundo de mi mente surge el instinto de supervivencia:
-Por el pasillo, segunda puerta a la izquierda.
Con un apagado “gracias” el policía avanza por el pasillo y entra en el cuarto de baño. El otro agente y yo nos quedamos frente a frente, él en el descansillo y yo en el recibidor. Inmediatamente se oyen gritos, estrépito de cristales rotos y ruidos de… ¿masticación?
-¡Eh! ¿Qué ocurre? –El policía me empuja al entrar-. Tú, no te muevas de aquí –advierte  desenfundando una pistola.
Abre la puerta de una patada. Un disparo. Más gritos y luego silencio.
Recojo todo lo que cabe en mi bolsa de viaje. Creo que es un buen momento para visitar a mi prima Miasma, la que decidió cuidar cabras en una apartada cabaña en Uruguay.
FIN
MÁS GRITOS CINEMATOGRÁFICOS
¿Recuerdan el Grito de Wilhelm de mi entrada anterior? Pues hay otros berridos en la pantalla tan conocidos como el Castle Thunder creado en 1931 para Doctor Frankenstein y que desde entonces sigue apareciendo en escenas tormentosas.



O el New Goofy´s Scream que desde 1941 se deja oir en todos los largometrajes de la Disney:

¿CONOCEN LA CAPONATA?
Se puede usar como guarnición o salsa para pasta. Esta receta siciliana siempre queda buenísima.
Cortar las berenjenas en dados con su piel y dejarlas 1 hora en un colador con abundante sal para que pierdan su amargura. Sofreír en una cazuela las berenjenas con cebolla picada, ajos cortados muy finos y tomate troceado en aceite de oliva. Añadir alcaparras, aceitunas verdes, unas hojas de albahaca y cocer a fuego suave unos 10 minutos. Una explosión de sabores mediterráneos.
Recomiendo dejarla reposar un par de horas si se come fría como guarnición.