martes, 25 de mayo de 2021

NORMA DESMOND TIENE VISITAS

 

Como todos los viernes por la noche Keaton, Warner y Nilsson se encuentran en la casa de Norma Desmond para su partida de cartas. Aprovechando que son cuatro juegan al bridge. Antes jugaban al póker pero pronto se dieron cuenta de que era imposible ganar a Buster Keaton con su sempiterna cara de póker. El salón está escasamente iluminado y no es fácil ver los palos de las cartas, aunque también les evita la visión del pequeño féretro con el cadáver de la última mascota de Desmond; un mono.

 El mayordomo, Erich von Stroheim, acude portando una bandeja con bebidas y se despide con una inclinación de su poderosa testa prusiana. Keaton, que le ha tocado formar pareja en el juego con Desmond, empieza a repartir cartas. De repente se queda extasiado al ver la cara de Norma Desmond resplandeciente, como no la había visto desde que la iluminaban los focos del estudio. Nilsson le devuelve a la realidad cuando dice:

-Está amaneciendo.

Todos se quedan ensimismados mirando los pálidos rayos de sol con infinitas partículas de polvo que danzan por todo el salón hasta que Norma Desmond se levanta dando por acabada la reunión:

-Gracias por esta deliciosa velada, queridos amigos. Hasta el próximo viernes. –Y dirigiéndose al mayordomo-: Max, ya puedes recoger lo que hay en la mesa, por favor…

Como era de esperar ninguno salió por la puerta. Todos, en perfecta procesión fantasmal, atravesaron las paredes.

FIN

MELMOTH: LA APLICACIÓN

Fabián Vadelisto ama su teléfono móvil inteligente, sobre todo cuando le avisa de los cumpleaños, santos y aniversarios de familiares y amigos. Sin embargo, también le encanta cuando recibe los recordatorios de la ITV, declaración de la renta, renovación del DNI, pasaporte, carné de conducir, ofertas del súper, tiempo atmosférico, analíticas, resultados médicos, oftalmología, dermatología, dentista, otorrino, renovación del contrato de desempleo y el tema musical elegido por él para que la alarma lo arranque cada mañana de un sueño que nunca recuerda.

Para Vadelisto era todo un increíble avance el no tener que recordar ni pensar en nada porque los programas y aplicaciones estaban ahí para aligerar todo ese peso innecesario y molesto de hacer servir la cabeza.

 Vadelisto recibe un nuevo recordatorio que dice: “Señor Fabián Vadelisto; le recordamos que dentro de una semana usted fallecerá. Por favor, no haga nada para evitarlo; no pierda el poco tiempo que le queda para evitarlo, porque es inevitable. Empiece a despedirse de sus seres queridos y ponga todos los papeles en orden. Un cordial saludo.”

Vadelisto no puede creer que haya sido víctima de una broma macabra. Entra con su móvil a internet y comprueba que a otros les ha sucedido lo mismo. Incluso se habla de que algunos de ellos, pasada la semana del recordatorio, han fallecido por diferentes causas. Llegado el día, un fulminante infarto acaba con su vida, sin haber realizado lo que buenamente recomendaba aquel recordatorio.

La nueva aplicación para móvil ha sido un rotundo éxito, tras el resultado del experimento llevado a cabo con miles de usuarios elegidos al azar. La gente de Silicon Valley considera totalmente necesaria esta aplicación. Saber con una semana de antelación la muerte y así terminar con la desagradable sorpresa por parte de los familiares. Ahora hace falta a que se adapten y no se preocupen ni piensen en nada. De inmediato se introducirá en todos los móviles del mundo de manera gratuita y sin opción a rechazo a esta nueva e innovadora aplicación.

FIN

RECETA: RABO DE TERNERA AL VINO TINTO. Foto: Silvina

AVISO: es un plato muy fácil de preparar, prácticamente se hace solo, pero requiere tiempo.
En una cazuela alta sofreír los trozos de rabo de ternera. Cuando uno los ve por primera vez piensa ¿pero qué me han dado? ¡Es todo hueso y grasa! pero esa grasa se ira fundiendo durante las 3 horas de cocción y quedara una consistencia muy melosa.
Cuando los trozos de rabo tomen calor, añadir sal, pimienta, cebollas (recomiendo chalotas, de las pequeñas) 1 atado de hierbas (tomillo, laurel, romero...) y echar vino tinto justo hasta cubrir la carne.
Reducir el fuego al mínimo, tapar la cazuela y dejarlo cocer durante 3 horas como mínimo; es uno de esos platos de chup-chup. Yo le suelo añadir una pastilla de chocolate amargo.
Sabe mucho mejor si se deja reposar toda la noche para comerlo al día siguiente.




miércoles, 12 de mayo de 2021

POST TEMÁTICO: ESCARABAJOS

 

LA METAMORFOSIS SEGÚN MELMOTH

Gregorio Asmas había permanecido otra noche en vela debido a su cada vez más incipiente insomnio. La pálida luz del alba empezaba a filtrarse a través de la persiana de su habitación y él seguía siendo un monstruoso hombre. Por lo tanto, le tocaría de nuevo quedarse encerrado en su cuarto durante todo el día.

 La noche que quedaba atrás había sido muy movida. Como cada noche, Gregorio Asmas había salido de su habitación para estirar las piernas aprovechando que sus padres y su hermana dormían en sus habitaciones. Gregorio aquella noche se encontró con una ingrata sorpresa. De debajo de la mesa salió precipitadamente una grotesca sombra cheposa, corriendo a cuatro patas buscando el refugio del sofá para ocultarse. Reconoció de inmediato que se trataba de su madre. Las dos antenas de su cabeza sobresalían por encima del sofá moviéndolas de tal manera que daba la sensación de que intentaba con desesperación capturar señales de otro mundo. Gregorio se quedó paralizado del susto al no esperarse encontrar a esas horas de la noche a su madre debajo de la mesa y con la luz apagada. Automáticamente miró hacia arriba y allí estaba su padre pegado al techo en un rincón y sin moverse, como un siniestro arácnido surgido de la imaginación más enfebrecida de un trastornado.

  Gregorio subió por las escaleras de dos en dos directo a su habitación. En el pasillo se topó bruscamente con su hermana. El ortóptero con sus antenas cortas apenas se movía en mitad del largo y estrecho pasillo. Su hermana allí estaba de pie perfilada y contrastada con la macilenta y enfermiza luz artificial que penetraba por la ventana ubicada al final del pasillo. Gregorio se introdujo en su habitación y se metió en la cama, y allí, seguía todavía, pero con los latidos de su corazón más apaciguados. La puerta se abrió muy despacio hasta dejar entrever un par de brazos verdes y con forma de sierra para depositar la bandeja del desayuno en el suelo. Era su hermana; el único miembro de la familia que todavía se atrevía a cuidarle. Las patas desaparecieron de su vista. Se levantó de la cama y entreabrió un resquicio de la ventana para ver el exterior. Había empezado el trajín cotidiano y obediente de los coleópteros, ortópteros, dípteros, isópteros, himenópteros, lepidópteros, hemípteros, odonatos, en fin, toda esa amplia gama de artrópodos hexápodos que la desquiciada condición social había llevado a cabo a lo largo de su experimental Historia. Gregoria Asmas no sentía ningún tipo de amenaza. El mundo de los insectos, simplemente, aguardaba con paciencia la inminente transformación de Gregorio.

FIN

Este es uno de mis más oscuros relatos: 

-¿Dónde estás, Jorge? ¿Jorge?

-Sí, soy yo –dice Juan desde el umbral.

-Pasa, pasa y siéntate -. Elena es ciega. Desplaza su cuerpo medio abrasado en una silla de ruedas -. Pasa y cierra la puerta.

Cuando Juan cierra la puerta el viento agita un periódico como un ave moribunda sobre la alfombra.

El timbre del teléfono suena. Elena coge el auricular desde su silla de ruedas.

-¿Eres tú, Elsa? ¡Qué alegría! ¡Qué ganas tengo de verte ¿Ahora? ¡Magnífico! Dile al profesor que también puede venir y traerse a su amiguita. Nos divertiremos.

Juan lanza una rápida mirada hacia la puerta.

-Escuche –dice a la mujer -. ¿No oye nada?

-Vendrán Elsa y sus amigos –dice Elena -.Gente muy simpática. Te gustarán. ¿Tienes hambre? Abre una lata de atún.

 Juan abre una lata. El atún desprende un olor marítimo, fresco y jubiloso.

-¿Quién eres tú? –pregunta una joven desde lo alto de la escalera que conduce a la segunda planta. Es morena y guapa. Su único defecto visible es un muñón descarnado.

-¡Elvira, es Jorge! ¡Ha vuelto! Jorge, ella es Elvira.

-Elvira –dice Juan -¿No oyes voces? ¿Gritos? Vendrán, no sé porque pero estoy seguro.

-No -. Elvira escucha atentamente. Ahora se oye un coche detenerse.

-Son ellos –anuncia Elvira como si dijese: “No te asustes. Sólo son ellos”.

-¡Elena! –Exclama nada más entrar el profesor. Su traje almidonado le mantiene rígido pero su nariz ha desaparecido y el corroído labio superior deja al descubierto sus mandíbulas.

-¡Ya estamos aquí! –dice Elsa. Sus brazos fláccidos cubiertos de escamas se bambolean caprichosamente.

-Creo que no conoces a mi amiga Eva –dice el profesor.

-Buenas noches, Elena –saluda Eva. Una oleada de perfume caro acompaña sus palabras. Es una joven atractiva pero a través de su piel azulada y transparente se le ven las vísceras.

-¡Elvira! – dice Elena-. ¡Trae la baraja! ¡Vamos a jugar!

Elsa empieza a subir la escalera. Se dirige a Juan:

-Sube, Jorge, por favor.

 Elsa y Juan se sientan en la cama de un dormitorio del segundo piso.

-Verás, Jorge -empieza Elsa-. Yo…

-No soy Jorge –dice Juan.

-Ya lo sé –dice Elsa-. Todos lo sabemos. Jorge murió. La bomba…

-La bomba acabó con todo.

-¡Falta un as! –Oyen ahora la voz del profesor.

-Jorge… Juan, yo… te quiero –susurra Elsa. Los gritos de Elvira la interrumpen:

-¡Oigo a los hombres! ¡Vienen los hombres!

Juan parece sentirse acorralado. Está dejándose llevar por el pánico mientras por las calles lúgubres y vacías corren hombres uniformados  disparando nubes de color verde.

Juan y Elsa descienden la escalera. Todos miran hacia el exterior por la puerta entreabierta.

¡Venga, que empiece la partida! -les apremia Elena-. Cierra la puerta, Elvira.

Antes de cerrar la puerta Elvira dice:

-¡Otra vez están fumigando la zona!

NOTA ACLARATORIA:

Todos los personajes de este relato son cucarachas. 

En primer plano: Jorge-Juan. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Elena, Elvira, Elsa, El profesor, Eva y alguien no identificado.

 

FIN

¡AQUÍ ESTÁ FRODO!


RECETA: MACARRONES  A LA MALLORQUINA (Tranquilos, no lleva escarabajos)

Sofreír tomates escaldados y pelados en una sartén con cebolla picada fina. 
Añadir sobrasada, alcaparras, atún (opcional) y 1 vaso de vino blanco. Apagar el fuego cuando la sobrasada se vea blanda. Conviene que el atún no llegue a cocer pues quedaría seco.
Cocer los macarrones en agua salada, después de escurrirlos se mezclan con la salsa, se disponen en una fuente con queso rallado por encima ¡y a gratinar! 




lunes, 3 de mayo de 2021

UNA BROCA DEL DIECISÉIS. Y más cosas...

 

-Uno, dos, tres, cuatro… y cinco.

Marcos Cornisa se detuvo al contar cinco pasos. Se apoyó de espaldas en la pared e hizo una señal con la punta de un cuchillo justo encima de su cabeza como suelen hacer los padres para comprobar el crecimiento de sus hijos. Descorrió una cinta métrica y anotó: un metro con setenta y dos. Luego fue a la sala contigua, avanzó otros cinco pasos, volvió a usar la cinta métrica y después de un breve cálculo marcó un punto en la pared con rotulador azul. Se dirigió hacia el teléfono y tecleó el número de una galería de arte.

-¿Galería Gouache? Soy Cornisa, he decidido comprar aquel cuadro. Sí, la litografía de Abercrombie. ¿Podrían enviar a alguien a mi casa para traer el cuadro y colocarlo? No estoy bien de salud. ¿A qué hora? Perfecto.

Los dos empleados de la galería hacían pensar en un dueto cómico pues uno era bajo y rechoncho y el otro flaco y desgarbado. Transportaban una gran caja rectangular. El rechoncho llevaba una placa con su nombre –Black- prendida en la chaqueta y parecía tener dotes para el mando.

-Buenos días, señor –dijo-. ¿Dónde quiere poner el cuadro?

Cornisa señaló el punto marcado en la pared.

-He de advertirles que es un muro bastante grueso. Ya saben, las casas antiguas…

Black se dirigió a su ayudante:

-Decker, acércame una broca del dieciséis.

 El hombre desgarbado abrió un maletín de herramientas y buscó entre un juego de brocas y puntas. Sacó una pieza y se la entregó a Black.

-Disculpen un momento –dijo Cornisa-. Tengo que enviar un mensaje en el ordenador.

-Usted, a lo suyo –respondió Black enroscando la broca en el taladro-. Nosotros ya nos ocupamos de todo.

Cornisa se ausentó. Black, con la punta de la lengua asomando al exterior, apuntó hacia el centro de la marca. El taladró zumbó y la broca perforó la pared como si fuera un bloque de mantequilla entre una nube de partículas de yeso.

- ¡Pero qué dice ese de un muro! –masculló Black-. Esto es un tabique más delgado que un papel de fu…

Black enmudeció repentinamente al retirar el taladro. La broca rezumaba sangre fresca.

Los dos hombres corrieron hacia la habitación del otro lado de la pared. Cornisa se mantuvo en pie unos segundos antes de desplomarse como un saco de patatas. En la pared, un agujero sanguinolento producido por una broca del dieciséis como el que ahora tenía Cornisa en la nuca, justo bajo el occipital.

Su mano derecha sostenía un sobre. Escrito con rotulador azul se leía: Señor Juez.

FIN

MELMOTH: EL NÁUFRAGO DEL BAR

 La de veces que he tenido que ir, no sin temor, a los servicios de algunos bares de Barcelona. Tienes que bajar, en muchas ocasiones, por unas escaleras que parecen que conduzcan al mismísimo infierno. Tienes la sensación de descender y descender sin llegar nunca a pisar el subsuelo.  Luego, sigues por unos pasillos laberínticos de paredes húmedas decoradas con cuadros muy extraños. Si tienes la suerte de dar con el servicio y, una vez con la bragueta ya bajada, retienes en la memoria el camino que has seguido hasta llegar aquí para después poder encontrar la salida. En otros bares siniestros he visto pasillos llenos de objetos que te hacen pensar que los camareros viven allí abajo o que vivieron gestes de otras civilizaciones ya desaparecidas. He visto percheros con sombreros y abrigos que parecen al fantasma de la ópera. He visto juguetes antiguos, caballitos de madera, cajas de sifones cubiertos de polvo que no se utilizan desde hace siglos. Carteles viejos y amarillentos de bebidas que nadie recuerda. Espejos agrietados que si te miras en ellos ves otro rostro que te da miedo. Muebles viejos. Fotografías en sepia de familias fantasmales. Olores extraños.  Una vez entré en un bar del cual nunca había estado. Pedí una cerveza en la misma barra. De repente, salió un hombre andrajoso y despistado de la oscuridad del interior como un muerto viviente. Se parecía a Robinson Crusoe. El camarero se enfureció preguntándole cómo había entrado allí. Para mí la pregunta era totalmente errónea. Debería haberle preguntado cómo ha salido de allí. El pobre hombre miraba a su alrededor muy aturdido. Dijo con voz trémula que por fin había encontrado la salida. Luego miró a la barra, frunciendo el ceño, y le preguntó al camarero:

- ¡Dios santo! – exclamé. ¡Esa bebida dejó de fabricarse en 1990!

FIN

Frodo y su nueva incursión en el ego argentino:

El profesor Sibelius está ahora demasiado ocupado explicando a una alumna la diferencia entre los sistemas atómicos y los subatómicos.

LA RECETA: POLLO A LA PROVENZAL (Foto: Silvina)

Enharinar los trozos de pollo y dorarlos en una sartén con aceite bien caliente y 4 dientes de ajo.
Retirar el pollo y freír en la sartén pimientos, cebolla picada, champiñones y 2 cucharadas soperas de tomate rallado. 
Cuando las verduras tomen color añadir el pollo, 1 vaso de vino blanco y 1 hoja de laurel.
Tapar la sartén y dejar cocer con el fuego al mínimo 30 m.