miércoles, 23 de diciembre de 2020

ESFÉRICA NAVIDAD

 

Melchor Adviento siempre sentía que le faltaba algo por Navidad, el ambiente. Él vivía en un pueblo turístico de paseos frente al mar con palmeras y hoteles feos. Allí nunca nevaba. Anhelaba una Navidad íntima y sin agobiantes reuniones familiares.

Un día leyó este anuncio: “¡Viva un auténtico ambiente navideño garantizado por una semana! Agencia Kikuyo” El precio era sorprendentemente barato y se fue hacia la dirección indicada.  Aquello no parecía una agencia de viajes, Melchor se sorprendió por la absurda mezcla de objetos exóticos y austero mobiliario de oficina. Sentado en una mesa le observaba un africano con aspecto de hechicero. Vestía una colorida túnica y acariciaba una gran bola de cristal. Un pisapapeles con base de baquelita y un interior con nieve falsa, un chalet suizo y un abeto.

-¡Adelante, señor Adviento, soy Kikuyo! –le indicó una silla. Melchor se revolvió en su asiento al caer en la cuenta de que no le había dicho su nombre-. ¿Quiere vivir una Navidad genuina, como la de las postales, con nieve y campanillas de trineos? ¿Sin soportar cuñados tocapelotas en la mesa?

Kikuyo se acercó a Melchor con la bola de cristal en la mano. “Relájese” dijo en un susurro fijando en él sus ojos llameantes. Melchor estaba rígido en su asiento y cuando la voz de Kikuyo entró en una nueva nota todo pareció bailar a su alrededor.

 El pisapapeles lo recibió. Al principio fue como andar contra el viento, pero Melchor podía respirar bien. Avanzó por entre el líquido -¿glicerina?- hasta la cristalina pared de la esfera.

En el interior del pisapapeles había un albergue estilo alpino con un rótulo: Hotel Rosebud, un muñeco de nieve bastante real y un abeto con hojas que parecían de zinc.

El hechicero tomó la bóveda de cristal y la agitó. Una lluvia de escamas de jabón insoluble cayó mansamente sobre Melchor. No era nieva auténtica ¿pero qué más podía pedir por ese precio? Melchor se sentía confortable. Por una cánula en la superficie de la esfera Kikuyo introducía un suero alimenticio como el de los peces en un acuario que Melchor ingería mientras flotaba como un espárrago en una cacerola. Además, el hotel Rosebud disponía de dormitorio y un cuarto de baño con vistas a un paisaje cubierto de nieve perpetua.

24 de diciembre. El rostro de Kikuyo pareció bajar del cielo. Apretó la nariz contra el vidrio, sus ojos se veían enormes, pero ya no eran llameantes.

-Su cena de Nochebuena, señor Adviento. Que aproveche.

Hoy el suero sabía a pollo relleno con castañas.

FIN

Ahora el reno zombi de Papa Noel presenta este cuento más de estilo Borgo:

LLEGAN LOS REYES MAGOS

Los tres Reyes entran por el balcón tras comprobar que los padres están ya dormidos y se despliegan por el salón a toda velocidad. Mientras Gaspar coloca las cajas vacías con atractivos lazos rojos, Baltasar extiende la trampa y Melchor prepara el saco.

El niño se ha despertado al oír risas sofocadas y ya se acerca por el pasillo.

FIN

He vuelto a tomar los pinceles. HOMBRE INVISIBLE 2020. Acuarela y tinta china.

FRODO Y SU HUMOS ARGENTINO! No podía faltar por Navidad.
LA RECETA: POLLO NAVIDEÑO CON CIRUELAS. Foto: Silvina.

Mientras el horno se calienta a 200º nos untamos las manos con aceite y frotamos el pollo enérgicamente con sal y pimienta. Introducir en el pollo (entero y vaciado, listo para asar) 1/2 limón, 1 ramita de tomillo, 4 ciruelas con hueso y un chorrito de coñac.
Colocar el pollo en una fuente para asar. Escaldar las ciruelas en un cazo con coñac. Retirar del fuego cuando empiecen a hervir. Rociar el pollo con el coñac y las ciruelas.
30m. después rociar el pollo con 1 copa de vino blanco o cava. Reducir la temperatura a 180º.
Conviene rociarlo de vez en cuando con el jugo de la cocción. Retirar cuando se vea bien dorado (1 hora más o menos) y a servir.
¡MUY FELICES FIESTAS!!!







jueves, 10 de diciembre de 2020

COSAS DE LOS LAVABOS

 ¡Melmoth y yo nos hemos puesto a hacer otro relato entre los dos!

SÍMBOLOS 


 Mauricio Espinosa tenía una gran colección de símbolos de los servicios de discotecas, restaurantes, pubs y bares de todo tipo que había ido fotografiando a lo largo de su vida. Espinosa soñaba que algún día llegaría a exponerlas en una gran sala de exposición. Llevaba mucho tiempo fascinándole el hecho de que cada vez era más complicado interpretar el símbolo que distingue el lavabo de hombres y el de las mujeres. Antes de que llegara la posmodernidad, se decía Espinosa, en cada puerta estaba escrito con todas las letras la palabra caballeros y señoras. Bastaba con saber leer para no equivocarse, siempre que uno tuviera claro a qué género pertenecía.

Espinosa era un gran entendido en el tema y sabía que fijar en la entrada del baño el autorretrato de Durero o la imagen de la Gioconda fue la primera alternativa clásica, pero después la disyuntiva se fue complicando. Una simple inicial, unos labios rojos o un bigote, una pipa o un tacón de aguja, un sombrero de copa o una pamela, signos cada vez más abstractos y ambiguos hacían que Espinosa se confundiera en la encrucijada, sobre todo si iba borracho, hasta oír un grito de la puerta equivocada.

 Espinosa siguió fotografiando los símbolos de los servicios, cada vez más delirantes, donde sintetizaba al hombre y a la mujer. Llegó el día más esperado. Por fin pudo exponer en la gran ciudad. Estuvo muy nervioso y estresado los primeros días previos a la inauguración. Colocar cuidadosamente los cuadros de todas sus fotografías en formato 40x50 y de manera cronológica; de las simples palabras fotografiadas en un hotel de lujo: Caballeros y Señoras, hasta dos garabatos imposibles de descifrar fotografiados en un bar de la periferia requería un esfuerzo digno.

De repente a Espinosa le entraron ganas de ir al servicio. Llevaba allí un par de días y todavía no había utilizado el lavabo. Dejó atrás a sus ayudantes colocando los cuadros y se dirigió hacia un pasillo estrecho de cuyo final estaban las dos puertas de los servicios. Miró de manera automática los símbolos para saber dónde debía entrar y se encontró con su propia imagen dentro de un pequeño marquito dorado en una de las puertas. Por lo visto, el propietario de la sala había colocado su imagen sin haber sido informado. No le hizo demasiada gracia. Miró el símbolo de las mujeres y también era él, pero con una peluca larga y negra. Llevaba pendientes y los labios pintados. Entró enfurecido en el de caballeros. Se miró al espejo y allí estaba ella o, mejor dicho, él, pero transformado en mujer. Se tocó la cara, el cabello corto y esos mismos gestos los realizaba ella perfectamente sincronizados con él, es decir, su reflejo en el espejo. ¡No podía ser! Volvió a tocarse su larga cabellera negra y el reflejo de aquel hombre hizo lo mismo. Se asustó tanto que salió corriendo del lavabo buscando la salida para seguir corriendo sin parar. Cuando llegó a la sala uno de los operarios se interpuso en su huida para preguntarle:

-Señorita Espinosa; ¿dónde colocamos la última imagen de esos extraños símbolos?

Espinosa se puso a gritar.

FIN

Mariví nos desvela un gran secreto:

¿Qué porqué las tías siempre vamos en parejas al lavabo? –Mariví deja el botellín sobre la barra y mira a su alrededor-. Fíjate como está el bar: hasta los topes y una cola frente al lavabo que no te la saltas en media hora. Calibras salir fuera y ponerte entre dos coches pero hace un frío del copón y no es agradable quedarte con el culo al aire a cero grados, además si te pilla un municipal son cien euros de multa por lo de la Ordenanza Cívica. 

 Cuando por fin entras en el baño ves que todo está hecho un asco: inundado, hay un regalito dentro del retrete porque no funciona la cisterna ¡y en los lavabos de mujeres siempre falta papel! Pero no puedes aguantar más, así que te arremangas los pantalones y luego te los bajas, lo mismo con las bragas y te inclinas mirando de no tocar el inodoro -porque no creerás que las tías meamos sentadas en los sitios públicos ¿no?- mientras sujetas la puerta con un pie pues casi siempre la puerta está rota y no cierra. Tienes que sujetarte bien los pantalones porque estando así de pie igual los salpicas al hacer pis. Mientras tanto unas pavas llaman a la puerta porque tardas. Ya te dije que no hay papel así que tienes que buscar un kleenex dentro del bolso pero te faltan manos y has de dejar la puerta abierta. Las de fuera abren y te pillan con una mano en el bolso, la otra sujetando los pantalones, y encima tienes que decir que ya acabas para tranquilizarlas. Intimidad, cero. Así que ya sabes, siempre es mejor que te acompañe una amiga para, al menos, sujetar la puerta. Bueno, y ahora que he aclarado tus dudas existenciales tengo que pasar por esa aventura de nuevo, ya sabes, la cerveza. ¿Me acompañas, Silvina?

INSTAGRAM Desde ahora en Borgo hay un nuevo enlace: Portafolio en Instagram donde publico mis ilustraciones, como esta: 

Frodo dedica hoy su humos argentino a un conocido bloguero paisano. Acierten quién es.

LA RECETA: LOMO AL ROQUEFORT
Sofreír en una sartén los bistecs de lomo en poco aceite. Retirar la carne y añadir un poco de mantequilla y el roquefort que hay que aplastar con un cucharón de madera hasta que se deshaga. Cuando esté bien desmenuzado añadir crema de leche y remover bien para que el conjunto no llegue a hervir pues le daría un sabor muy fuerte. Enseguida se formará una salsa muy cremosa para verter sobre los filetes de lomo. Me gusta poner pepinillos y unas nueces picadas.