miércoles, 23 de diciembre de 2020

ESFÉRICA NAVIDAD

 

Melchor Adviento siempre sentía que le faltaba algo por Navidad, el ambiente. Él vivía en un pueblo turístico de paseos frente al mar con palmeras y hoteles feos. Allí nunca nevaba. Anhelaba una Navidad íntima y sin agobiantes reuniones familiares.

Un día leyó este anuncio: “¡Viva un auténtico ambiente navideño garantizado por una semana! Agencia Kikuyo” El precio era sorprendentemente barato y se fue hacia la dirección indicada.  Aquello no parecía una agencia de viajes, Melchor se sorprendió por la absurda mezcla de objetos exóticos y austero mobiliario de oficina. Sentado en una mesa le observaba un africano con aspecto de hechicero. Vestía una colorida túnica y acariciaba una gran bola de cristal. Un pisapapeles con base de baquelita y un interior con nieve falsa, un chalet suizo y un abeto.

-¡Adelante, señor Adviento, soy Kikuyo! –le indicó una silla. Melchor se revolvió en su asiento al caer en la cuenta de que no le había dicho su nombre-. ¿Quiere vivir una Navidad genuina, como la de las postales, con nieve y campanillas de trineos? ¿Sin soportar cuñados tocapelotas en la mesa?

Kikuyo se acercó a Melchor con la bola de cristal en la mano. “Relájese” dijo en un susurro fijando en él sus ojos llameantes. Melchor estaba rígido en su asiento y cuando la voz de Kikuyo entró en una nueva nota todo pareció bailar a su alrededor.

 El pisapapeles lo recibió. Al principio fue como andar contra el viento, pero Melchor podía respirar bien. Avanzó por entre el líquido -¿glicerina?- hasta la cristalina pared de la esfera.

En el interior del pisapapeles había un albergue estilo alpino con un rótulo: Hotel Rosebud, un muñeco de nieve bastante real y un abeto con hojas que parecían de zinc.

El hechicero tomó la bóveda de cristal y la agitó. Una lluvia de escamas de jabón insoluble cayó mansamente sobre Melchor. No era nieva auténtica ¿pero qué más podía pedir por ese precio? Melchor se sentía confortable. Por una cánula en la superficie de la esfera Kikuyo introducía un suero alimenticio como el de los peces en un acuario que Melchor ingería mientras flotaba como un espárrago en una cacerola. Además, el hotel Rosebud disponía de dormitorio y un cuarto de baño con vistas a un paisaje cubierto de nieve perpetua.

24 de diciembre. El rostro de Kikuyo pareció bajar del cielo. Apretó la nariz contra el vidrio, sus ojos se veían enormes, pero ya no eran llameantes.

-Su cena de Nochebuena, señor Adviento. Que aproveche.

Hoy el suero sabía a pollo relleno con castañas.

FIN

Ahora el reno zombi de Papa Noel presenta este cuento más de estilo Borgo:

LLEGAN LOS REYES MAGOS

Los tres Reyes entran por el balcón tras comprobar que los padres están ya dormidos y se despliegan por el salón a toda velocidad. Mientras Gaspar coloca las cajas vacías con atractivos lazos rojos, Baltasar extiende la trampa y Melchor prepara el saco.

El niño se ha despertado al oír risas sofocadas y ya se acerca por el pasillo.

FIN

He vuelto a tomar los pinceles. HOMBRE INVISIBLE 2020. Acuarela y tinta china.

FRODO Y SU HUMOS ARGENTINO! No podía faltar por Navidad.
LA RECETA: POLLO NAVIDEÑO CON CIRUELAS. Foto: Silvina.

Mientras el horno se calienta a 200º nos untamos las manos con aceite y frotamos el pollo enérgicamente con sal y pimienta. Introducir en el pollo (entero y vaciado, listo para asar) 1/2 limón, 1 ramita de tomillo, 4 ciruelas con hueso y un chorrito de coñac.
Colocar el pollo en una fuente para asar. Escaldar las ciruelas en un cazo con coñac. Retirar del fuego cuando empiecen a hervir. Rociar el pollo con el coñac y las ciruelas.
30m. después rociar el pollo con 1 copa de vino blanco o cava. Reducir la temperatura a 180º.
Conviene rociarlo de vez en cuando con el jugo de la cocción. Retirar cuando se vea bien dorado (1 hora más o menos) y a servir.
¡MUY FELICES FIESTAS!!!







jueves, 10 de diciembre de 2020

COSAS DE LOS LAVABOS

 ¡Melmoth y yo nos hemos puesto a hacer otro relato entre los dos!

SÍMBOLOS 


 Mauricio Espinosa tenía una gran colección de símbolos de los servicios de discotecas, restaurantes, pubs y bares de todo tipo que había ido fotografiando a lo largo de su vida. Espinosa soñaba que algún día llegaría a exponerlas en una gran sala de exposición. Llevaba mucho tiempo fascinándole el hecho de que cada vez era más complicado interpretar el símbolo que distingue el lavabo de hombres y el de las mujeres. Antes de que llegara la posmodernidad, se decía Espinosa, en cada puerta estaba escrito con todas las letras la palabra caballeros y señoras. Bastaba con saber leer para no equivocarse, siempre que uno tuviera claro a qué género pertenecía.

Espinosa era un gran entendido en el tema y sabía que fijar en la entrada del baño el autorretrato de Durero o la imagen de la Gioconda fue la primera alternativa clásica, pero después la disyuntiva se fue complicando. Una simple inicial, unos labios rojos o un bigote, una pipa o un tacón de aguja, un sombrero de copa o una pamela, signos cada vez más abstractos y ambiguos hacían que Espinosa se confundiera en la encrucijada, sobre todo si iba borracho, hasta oír un grito de la puerta equivocada.

 Espinosa siguió fotografiando los símbolos de los servicios, cada vez más delirantes, donde sintetizaba al hombre y a la mujer. Llegó el día más esperado. Por fin pudo exponer en la gran ciudad. Estuvo muy nervioso y estresado los primeros días previos a la inauguración. Colocar cuidadosamente los cuadros de todas sus fotografías en formato 40x50 y de manera cronológica; de las simples palabras fotografiadas en un hotel de lujo: Caballeros y Señoras, hasta dos garabatos imposibles de descifrar fotografiados en un bar de la periferia requería un esfuerzo digno.

De repente a Espinosa le entraron ganas de ir al servicio. Llevaba allí un par de días y todavía no había utilizado el lavabo. Dejó atrás a sus ayudantes colocando los cuadros y se dirigió hacia un pasillo estrecho de cuyo final estaban las dos puertas de los servicios. Miró de manera automática los símbolos para saber dónde debía entrar y se encontró con su propia imagen dentro de un pequeño marquito dorado en una de las puertas. Por lo visto, el propietario de la sala había colocado su imagen sin haber sido informado. No le hizo demasiada gracia. Miró el símbolo de las mujeres y también era él, pero con una peluca larga y negra. Llevaba pendientes y los labios pintados. Entró enfurecido en el de caballeros. Se miró al espejo y allí estaba ella o, mejor dicho, él, pero transformado en mujer. Se tocó la cara, el cabello corto y esos mismos gestos los realizaba ella perfectamente sincronizados con él, es decir, su reflejo en el espejo. ¡No podía ser! Volvió a tocarse su larga cabellera negra y el reflejo de aquel hombre hizo lo mismo. Se asustó tanto que salió corriendo del lavabo buscando la salida para seguir corriendo sin parar. Cuando llegó a la sala uno de los operarios se interpuso en su huida para preguntarle:

-Señorita Espinosa; ¿dónde colocamos la última imagen de esos extraños símbolos?

Espinosa se puso a gritar.

FIN

Mariví nos desvela un gran secreto:

¿Qué porqué las tías siempre vamos en parejas al lavabo? –Mariví deja el botellín sobre la barra y mira a su alrededor-. Fíjate como está el bar: hasta los topes y una cola frente al lavabo que no te la saltas en media hora. Calibras salir fuera y ponerte entre dos coches pero hace un frío del copón y no es agradable quedarte con el culo al aire a cero grados, además si te pilla un municipal son cien euros de multa por lo de la Ordenanza Cívica. 

 Cuando por fin entras en el baño ves que todo está hecho un asco: inundado, hay un regalito dentro del retrete porque no funciona la cisterna ¡y en los lavabos de mujeres siempre falta papel! Pero no puedes aguantar más, así que te arremangas los pantalones y luego te los bajas, lo mismo con las bragas y te inclinas mirando de no tocar el inodoro -porque no creerás que las tías meamos sentadas en los sitios públicos ¿no?- mientras sujetas la puerta con un pie pues casi siempre la puerta está rota y no cierra. Tienes que sujetarte bien los pantalones porque estando así de pie igual los salpicas al hacer pis. Mientras tanto unas pavas llaman a la puerta porque tardas. Ya te dije que no hay papel así que tienes que buscar un kleenex dentro del bolso pero te faltan manos y has de dejar la puerta abierta. Las de fuera abren y te pillan con una mano en el bolso, la otra sujetando los pantalones, y encima tienes que decir que ya acabas para tranquilizarlas. Intimidad, cero. Así que ya sabes, siempre es mejor que te acompañe una amiga para, al menos, sujetar la puerta. Bueno, y ahora que he aclarado tus dudas existenciales tengo que pasar por esa aventura de nuevo, ya sabes, la cerveza. ¿Me acompañas, Silvina?

INSTAGRAM Desde ahora en Borgo hay un nuevo enlace: Portafolio en Instagram donde publico mis ilustraciones, como esta: 

Frodo dedica hoy su humos argentino a un conocido bloguero paisano. Acierten quién es.

LA RECETA: LOMO AL ROQUEFORT
Sofreír en una sartén los bistecs de lomo en poco aceite. Retirar la carne y añadir un poco de mantequilla y el roquefort que hay que aplastar con un cucharón de madera hasta que se deshaga. Cuando esté bien desmenuzado añadir crema de leche y remover bien para que el conjunto no llegue a hervir pues le daría un sabor muy fuerte. Enseguida se formará una salsa muy cremosa para verter sobre los filetes de lomo. Me gusta poner pepinillos y unas nueces picadas.




viernes, 20 de noviembre de 2020

PISO EN ALQUILER

 

Tras dos años buscando piso se le quedó el cuello torcido hacia atrás. 

Eso era una ventaja a la hora de saber qué tiempo haría, sin embargo no paraba de tropezar con obstáculos. Ella se alegraba porque había aprendido mucho de los pájaros: sus migraciones, sus sistemas de organización... cuando llovía no era tan agradable pues se le llenaban los orificios nasales de agua y tenía que parpadear constantemente para no quedar cegada por las gotas.

Ella se buscó un novio muy alto que la besaba desde arriba. 

Y finalmente encontró piso, un ático, con claraboyas en lugar de ventanas.

FIN

MELMOTH: EL AMIGO IMAGINARIO

Ahora ya soy mayor y no sé si todo lo que me rodea es real o fruto de mi imaginación.  Lo que hoy te quiero contar versa sobre el amigo imaginario en la etapa adulta. Sí, has leído bien, “etapa adulta”. Una vez tuve un amigo que se hacía llamar Buster. Tenía más de cincuenta años, estaba divorciado y vivía solo. Su vida era un desastre. Me hablaba constantemente de su otro amigo llamado Bob.  A veces, cuando iba a su casa me decía que Bob acababa de irse y otras, que no podía quedar conmigo porque había quedado con Bob. Me lo estuve creyendo durante mucho tiempo hasta que empecé a sospechar que Bob podría ser fruto de su imaginación. Entonces empecé a verlo con otros ojos. Me daba un poco de miedo pensar que tenía un amigo imaginario a su edad. Empecé a reflexionar sobre el asunto. No me atrevía a decirle a mi amigo que Bob era fruto de su imaginación por temor a ocasionar un shock,  como si despertáramos bruscamente a un sonámbulo. Quise cerciorarme de la existencia de Bob. Empecé a vigilar su puerta, oculto detrás de unos contenedores. Lo perseguía día y noche y le hacía fotos con mi móvil. Descubrí que era divertido y emocionante ante mi ambigua y aburrida vida y mi triste soledad. 


 Lo pillé. Mi amigo se encontró con Bob en la puerta de un café. Entraron. Me senté lo más cerca que pude escudado tras un periódico para escuchar sus conversaciones. Me quedé asombrado al comprobar que mi amigo no paraba de hablar de Jorge, es decir, de mí. Mencionaba mi nombre constantemente. Decía que yo era su mejor amigo. Bob le dijo que tenía ganas de conocerme. Estuve a punto de hacerme visible pero no me pareció oportuno. Mi amigo se despidió de él y me quedé allí para escuchar lo que decía Bob por el móvil después de que Buster abandonara el café. Habló con alguien y le dijo que mi amigo estaba como una chota y que le inquietaba saber que con la edad de Buster todavía andaba con aquel rollo del amigo imaginario. ¡Bob creía que yo era el amigo imaginario de Buster!

Nuestra relación llegó a su fin como llegan todas las cosas de la vida. Buster encontró a otro amigo más acorde a sus nuevas necesidades, y yo también. O quizá fuimos encontrados por ellos, quién sabe. Desde hace un tiempo tengo la sospecha de que la mitad de este mundo extraño es fruto de la imaginación de la otra mitad real que lo necesita. Tengo la extraña sensación de que pertenezco a la primera, que de niño fueron mis padres, mis amigos, mis profesores, incluido el psiquiatra, quiénes me imaginaron por necesidad psicológica. Descubrir que he sido y soy imaginado y deseado por los demás me causa una sensación mucho más placentera que si hubiese sido un ser triste, ignorado y real.

FIN

FRODO Y SU HUMOR ARGENTINO. Esta vez he puesto actores. Dos argentinos discuten a las puertas del cielo y un tercer argentino les dice:

Un microrrelato, aunque me temo que me ha salido muy parecido a otro.
RECETA: PASTA A LA PUTANESCA. 
Una historia dice que los marineros sicilianos, al llegar a puerto, se dirigían directamente hacia los burdeles. Una vez allí pagaban los servicios prestados con aceite de oliva y anchoas. Las prostitutas crearon así esta deliciosa salsa. 

En una sartén con aceite de oliva bien caliente poner unos filetes de anchoa removiendo con una cuchara de madera hasta que se disuelvan. Añadir 4 dientes de ajo picado, aceitunas negras cortadas a rodajas, alcaparras y una guindilla (o pimentón picante)

Saltear y agregar 2 tomates de lata enteros con su jugo y una pizca de sal. Cocer a fuego mediano hasta que se haya disuelto el jugo.

Cocer la pasta en abundante agua salada y escurrir. Mezclar inmediatamente con la salsa. 

Hay otra versión: la puttanesca alla bianca, con crema de leche en lugar de tomate.




martes, 10 de noviembre de 2020

¿SÍ O NO?

 

-¿Sí o no?

Udo –que aguardaba el autobús que lo llevaría a su casa- estudió brevemente con la mirada a la persona que acababa de hacerle esta pregunta. Aspecto agradable, ni muy joven ni muy mayor, lo único que desentonaba era su chaqueta marrón demasiado holgada, como si no fuera suya.

-¿Sí o no? –repitió el desconocido.

-¿Pero sí o no, qué? – Udo empezaba a inquietarse.

-Sólo diga sí o no –dijo sin severidad pero de manera inapelable.

-Pues, eeer… No.

El desconocido se encogió de hombros y mostró las palmas de las manos.

-¿No quiere mil euros? Bien, como desee, caballero.

 El desconocido se dirigió entonces hacia una anciana de aspecto afable que llevaba un carrito de la compra. Estaban demasiado lejos para que Udo pudiera oírles pero vio que la señora asentía con la cabeza, entonces el desconocido introdujo una mano en el bolsillo interior de su chaqueta y le entregó un fajo de billetes; en ese instante llegó el autobús.

Udo agradecía dejar atrás aquella tarde desconcertante y lluviosa cuando llegó a su casa. Allí se sentía seguro, como rodeado de un líquido ambarino que lo protegía y a la vez lo dejaba visible como fruta en gelatina. Al entrar percibió un agradable olor a pollo al horno que llegaba desde la cocina. Eva, su pareja, estaba en el recibidor y parecía ansiosa por comunicarle algo importante pero Udo fue el primero en hablar:

-Me ha sucedido algo de lo más curioso –dijo mientras colgaba su chaqueta en el perchero-, estaba esperando el autob…

-¿Sí o no? –le interrumpió Eva.

-¿Sí o no, qué?

-Tú di sí o no.

-Sí.

-¡Pues toma hostión! –dijo Eva y le descargó un puñetazo en la mandíbula.

Udo quedó recostado de espaldas sobre la pared y se dejó deslizar hasta que quedó sentado en el suelo formando un ángulo de 45 grados. Aún aturdido por el golpe murmuró:

-Decididamente, hoy no es mi día.

FIN

Vuelve a Borgo un amigo y colaborador: Marcos Callau.

EL ZUMO DE UN CLOCHARD

La absenta terminó con cuarenta años de malos versos escritos en servilletas de bar robadas por los cafés de París. El policía que encontró el cuerpo del poeta muerto rescató un viejo bloc de sus bolsillos. El policía dejó el cuerpo y triunfó como escritor.

FIN

FRODO NOS REGALA SU HUMOR ARGENTINO

Y ya que se ha mencionado el pollo por aquí...
RECETA: POLLO A LA PEPITORIA. Foto: Silvina.
Mientras las piezas de pollo se sofríen en la cazuela con 2 dientes de ajo, cocer 2 huevos en agua hasta que queden duros.
Separar la clara de las yemas. En un mortero o plato hondo machacar 1 puñado de almendras con los dientes de ajo pelados y las 2 yemas de huevo.
Diluir la masa de huevo y almendras con vino blanco.
Cuando el pollo se vea bien dorado añadir la mezcla de huevo, ajo y vino. Tapar la cazuela y dejar cocer todo a fuego mínimo 20 m. Añadir más vino o caldo si se reduce demasiado el líquido.
Antes de servir rallar la clara de huevo y espolvorear sobre el pollo. Ese es el "pollo nevado" como yo lo llamaba de niño.
¿Puede ser el mate un antídoto para el Covid? Voy a comprobarlo.









jueves, 29 de octubre de 2020

UNA HISTORIA DE HALLOWEEN... y más cosas

 Venga, un relato con vampira seductora.

EL MÁS DÉBIL DE LA MANADA

Julius Nerd salió del after estrechando la cintura de Selene y sintiéndose más afortunado de lo que había sido nunca hasta ahora.

Por supuesto que había reparado en ella cuando entró: cabellos negro alazán, proporciones perfectas de estatua y labios tan rojos como los de una herida recién abierta. La vio recorrer el local con una mirada fugaz, como si buscara a un conocido hasta que clavó sus ojos en Julius que no daba crédito al ver aquella belleza sonriente acercarse hacia él. Julius, con sus gafas de pasta, acné persistente y camiseta negra demasiado ajustada que ponía en evidencia su sobrepeso.

Se presentaron. “Selene, Julius” y compartieron trivialidades durante unos minutos hasta que ella, abanicándose con una mano, dijo:

-Aquí hace demasiado calor ¿Salimos a tomar el aire?

Julius se bajó –más bien saltó- del taburete y su alborozo subió unos enteros cuando Selene le rodeó un hombro con su brazo. Mientras se dirigían hacia la puerta Julius buscó con el rabillo del ojo a sus amigos para saber si le observaban. Y sí, ahí estaban, inmóviles en la pista de baile con una expresión atónita en sus caras. Julius sintió en su interior un cálido cosquilleo.

 Una tibia noche de verano. El cielo aún estaba oscuro pero las estrellas ya se difuminaban y una tenue luz amarillenta asomaba detrás de los edificios más altos. Se oyeron seis campanadas desde una iglesia cercana.

 El pálido y serpenteante brazo de Selene se volvió nervudo y fuerte al guiar a Julius hacia el interior de un oscuro callejón. Julius se estaba preguntando qué clase de juego exótico querría practicar Selene justo antes de descubrir sus grandes colmillos hasta ahora ocultos tras el anillo rojo de sus labios. Cuando ella le sumergió en la negrura del final del callejón centellearon sus rojizos ojos, menos humanos que los ojos de un lobo. Imposible escapar. Ni Houdini hubiera logrado zafarse de aquel brazo gélido. Entonces Julius comprendió.

Era como aquellos documentales sobre la vida salvaje. Un león acecha una manada de antílopes, éstos corren pero siempre queda uno rezagado, el más débil de la manada, destinado a ser el alimento del león. Faltaba poco para el amanecer, Selene tenía prisa y cuando reparó en Julius supo que había encontrado a alguien que no se lo pensaría dos veces cuando le propusiera salir juntos a la calle. El más débil de la manada.

Las gafas de Julius resbalaron y se estrellaron contra el suelo cuando Selene se abalanzó sobre su garganta. Luego, un aguijonazo extrañamente agradable. Justo antes de que la oscuridad engullera definitivamente a Julius éste murmuró:

-No ha sido una mala experiencia después de todo.

 FIN

FRODO SE TOMA EL EGO ARGENTINO CON HUMOR.


SIBELIUS DESCUBRE UN ESCÁNDALO POLÍTICO


MELMOTH COMPARTE SUS RECUERDOS DEL FESTIVAL DE TERROR EN SITGES

 Nací y crecí a diez minutos de Sitges.  Me he pasado toda mi vida yendo a ese pequeño pueblo para emborracharme en sus bares y discotecas, pero también para asistir al Festival de Cine Fantástico que se inauguró en 1968. No obstante, jamás llegué a entrar en una sala de cine. Me explico. Siempre con intenciones buenas y cinéfilas, iba a ese pueblecito, que antaño, fue de pescadores y brisas de olas mediterráneas, para ver películas de género fantástico, pero las noches locas, los amigos y las turistas sedientas de alcohol y sexo, los chapuzones en la playa hacia la medianoche completamente desnudo , acababan imponiéndose siempre.Sin embargo, he podido ver por las calles de Sitges cosas más fantásticas que en el cine fantástico. He visto por sus entrañables callejuelas a Spock (Leonard Nimoy), agobiado por la demanda de las masas a realizar el difícil saludo abriendo los dedos corazón y anular. He visto a los actores Warwick Davis (Willow, Ewoks en El retorno del Jedi, y algún capítulo de Doctor Who) y Peter Dinklage (Tyrion Lannister en Juego de tronos), huyendo, con sus patitas abiertas, de sus fans. Yo creía que no eran enanos, sino que hacían tan bien sus papeles de enanos que se veían como enanos en la pantalla. Recuerdo cuando vi a Warwick Davis. No podía creérmelo: Willow introduciéndose en un portal, huyendo de sus fans acompañado de su esposa e hijos, también enanos, en mi alucinación alcohólica. He visto a Schawarzenegger con un bebé en brazos. Sentí envidia por ese bebé porque estaba protegido por un Terminator. He visto a David Cronenberg con una chica 
 Bond zampándose una paella en una terraza. He visto a Freddy Krueger bebiendo litronas de cervezas junto a unas guiris . He visto a Peter Mayhew (Chewbacca) firmando autógrafos a un grupo de subsaharianos muy bajitos. He visto a John Carpenter cuando todavía tenía pelo. A Wes Craven después de muerto. He visto a George A. Romero con su larga coleta blanca y sus gafas de culo de botella caminar sin inmutarse a través de los zombis que atrae el Festival. He visto atacar naves en llamas más allá de Orión… es decir, a Rutger Hauer en sus buenos tiempos tirando palomas al cielo de una playa de nudistas. He visto a Dario Argento. Como buen italiano andaba dando abrazos a todo el mundo. No olvidaré el que me dio a mí. He visto a Sam Neill y todos creímos ver dinosaurios detrás de él. He visto a Nicolas Cage y se veía peor que en sus películas. He visto a William Friedkin, el tipo que filmó a aquella niña endemoniada que vomitaba puré de guisantes y se le giraba la cabeza. He visto a Sigourney Weaver que es más impresionante que Alien, es más, incluso es más alta que el bicho. He visto al canoso Tom 

 Holland en una noche de miedo junto al gran Roddy McDowall, el cazavampiros más cobarde de la historia del cine; Noche de miedo. También he visto a Richard Donner, el tipo que triunfó con Superman, Los Goonies y todas las armas letales. He visto a Joe Dante y parecía que tenía toda la cabeza llena de gremlins. He visto a John Landis y todos esperaban ver a Michael Jackson con él, pero no pudo ser y nos quedamos con sus películas tan guays como Un hombre lobo americano en Londres, The Blues Brothers o Superdetective en Hollywood, que era la canción que más sonaba en las discotecas de Sitges en aquella época dorada sin coronavirus. Ay, qué recuerdos. Ahora me preguntan si sigo intentando entrar en los estrenos del Festival de Sitges y respondo que no, que ya no es posible ver todas las cosas que vi fuera de la pantalla porque ya no está toda esa gente maravillosa, y, que mi edad ya no me permite según qué farras. Además, las películas ya no son tan buenas. Pero ahora que recuerdo, sí entré unas cuantas veces a ver películas, pero si lo hubiese admitido al principio de este texto, no habría escrito lo que acabas de leer. 

RECETA: CONEJO CON SALSA DE VINO TINTO, ALMENDRAS Y CHOCOLATE AMARGO

Foto: Silvina. Si no eres amante del conejo este plato queda bien con pollo o solomillo de cerdo.
Necesitaremos: conejo cortado a trozos pequeños. 1 puñado de almendras tostadas, 1 vaso de vino tinto, 1 pastilla de chocolate negro (70% cacao) 
Sofreír el conejo en una cazuela y reservar cuando está dorado. Rociar con sal y pimienta.
En el mismo aceite pasar las almendras para que tomen sabor, dejarlas en un cuenco para batidora y triturar con el vaso de vino tinto.
Dejar el conejo en la cazuela, añadir el vino con las almendras y 1 pastilla de chocolate.
Tapar la cazuela y dejar cocer todo junto durante 20 m. 
El chocolate amargo le da un sabor intenso y especiado.



 


lunes, 19 de octubre de 2020

LA COCTELERA DEL TITANIC

 ¡Por fin Melmoth y yo nos hemos puesto a hacer un relato a cuatro manos!!!

 En el interior de la lujosa casa de subastas Christie’s de Londres, un tipo con expresión avinagrada dio un fuerte martillazo sobre la mesa de caoba al grito de: ¡Adjudicada! Don Agustino Peyote había conseguido, por fin, realizar el sueño de su vida: tener una coctelera procedente del mismísimo RMS Titanic.

Volvió felizmente a su solitaria mansión de la Avenida del Tibidabo en Barcelona. Le faltaba tiempo para llegar y desembalar cuidadosamente su coctelera y agitar después en ella un sabroso cóctel surgido de su imaginación más calenturienta. Nada más llegar se puso detrás de la barra de bar que tenía colocada en su amplio comedor. Esta barra también la compró en una costosa subasta en Colorado, Estados Unidos. Había pertenecido al famoso Hotel Sand de Las Vegas, hoy desaparecido y de cuyo propietario fue el famoso millonario Howard Hughes. Allí actuaba cada noche el famoso Rat Pack. El señor Peyote estaba completamente convencido de que aquella barra estaba encantada, porque cuando se emborrachaba aparecía Frank Sinatra cantándole Strangers in the Night poniéndole muy melancólico. Daba gusto emborracharse sobre aquella barra del Sand y apoyarse en sus maravillosos fantasmas.

  El señor Peyote extrajo de la caja con mucho cuidado su preciada coctelera. Decidió hacerse el famoso cóctel Titanic, compuesto con güisqui, Cointreau, zumo de manzana y hielo. Luego, agitó con brío y salero la coctelera.  Escanció el sagrado líquido sobre la copa y bebió a sorbitos porque un cóctel nunca debe ser bebido de un trago.

No tardó en comunicarle a sus amigos que por fin había conseguido una coctelera del Titanic y para celebrarlo quedaban todos invitados el sábado por la tarde. Al día siguiente se presentaron cinco amigos. Los cinco sintieron envidia por aquella coctelera que había agitado más de una bebida en el interior del maravilloso Titanic. El señor Peyote puso como hilo musical Alexander’s Ragatime Band, otro de los temas que tocaron la orquesta del Titanic, poco antes de que se sumergiera en las frías aguas. Inmediatamente se puso a agitar la coctelera con movimientos sensuales de cadera y brazos. Ahora sí que había gente que lo veía y lo admiraba. Escanció el líquido a cada uno de sus amigos y todos bebieron a la vez.

 De repente, un fuerte golpe arremetió contra la casa y un frío extraño se apoderó del comedor. Todo el mundo admiró el efecto que causaba el cóctel Titanic. El señor Peyote quitó hierro al asunto aludiendo que era por la especial coctelera. Volvió a preparar más cócteles. Volvieron a beber. Por cada trago la casa parecía que se iba a venir abajo. Cuando vaciaron sus copas un golpe brutal impactó contra las paredes del comedor. Las botellas cayeron de sus baldas, las paredes se agrietaron saliendo agua a presión a través de ellas. Hacía mucho frío y el agua estaba helada además de ser salada. Los cinco, aterrados y medio borrachos, salieron corriendo hacia la puerta de la calle.  El agua avanzaba como una ola gigante hacia ellos. El señor Peyote miró a la grieta más grande y vio la imponente proa de hierro negra de un enorme transatlántico. En un costado del barco leyó el nombre del pecio: Titanic. Sus amigos ya habían ahuecado el ala, y pocos segundos antes de morir el señor Peyote, le vino a la cabeza una tontería, porque en el fondo, nadie sabe el pensamiento que te puede venir en momentos como estos: ¿Por qué no puse en la entrada unos ganchos para colgar unos cuantos flotadores?

FIN

LOS DESCUBRIMIENTOS DEL PROFESOR SIBELIUS

FRODO Y SU HUMOR ARGENTINO
LA RECETA: DORADA AL HORNO. Foto: Silvina.

¿A que impresiona un poco? Parece una piraña.

 En una fuente para horno disponer la dorada con cebolla cortada fina, patatas en rodajas, sal gruesa (1 puñado) y una rodaja de limón. Rociar con un poco de aceite e introducir en el horno a 200º.

Unos 10 minutos después, cuando tome color, añadir 1 vaso de vino blanco.

 Dejar cocer el pescado durante 20 minutos y servir. Una ensalada verde es ideal para acompañar.

 



jueves, 8 de octubre de 2020

AL PIE DE LA LETRA

 

Simón Rajatabla se lo toma todo en el sentido más estrictamente literal.

Esta mañana su novia, que es una convencida ecologista, le ha afeado que tirase un envase de plástico en el cubo que no debía.

-Se te tendría que caer la cara de vergüenza ahora mismo.

Y se ha puesto a ello.

Primero ha notado como si las mejillas le tensaran la piel. De repente, la cara se le queda entre las manos, blanda y viscosa. Deja caer esa mascara que se esparce por el suelo, como una pizza de plastilina. Una pizza con ojos, nariz y labios.

Tal que así…


Esto sí que es ser literal.
SIBELIUS DA LA NOTA
FRODO Y SU HUMOR ARGENTINO

MELMOTH y su homenaje a las Greguerías: EL SOLAR

 Cada vez que pasa por delante del solar se detiene un momento para contemplarlo. Le parece inconcebible que aquella pequeña y estrecha parcela con un raquítico tilo y asfixiada por dos enormes, feos y grises edificios modernos, no se haya construido otro en ese lugar de cuyo suelo de tierra y malas hierbas fuera el verdadero terreno antes de haber sido construida la ciudad. Cada día se dice lo mismo cuando pasa por allí, hasta que un día decide saltar la vieja y oxidada verja para ver el solar desde su interior y sentirlo bajo sus pies. Mira hacia ambos lados de la calle y en esos momentos no pasa nadie. Trepa con agilidad hasta caer en su interior. El suelo está cubierto de latas de sardinas oxidadas de marcas ya extintas, botellas de plástico y algunas bolsas de basura. Se siente un tanto oprimido por las dos medianeras de los edificios colindantes. Tiene la sensación de que se están cerrando como una prensa para exprimir el poco jugo de aquel estrecho solar. Desde este ángulo todo parece más pequeño, comprimido. La calle parece otra, se dice, como si estuviera más alejada de lo normal y los apresurados transeúntes que pasan por delante de la verja parecen estar borrosos. Se siente exhausto. Decide tumbarse un rato bajo el tilo. Le viene a la memoria una greguería de Gómez de la 
 Serna: “Los solares están soñando altas ventanas”. Se queda dormido. Suena el despertador. Abre los ojos y se levanta de la cama con la mirada perdida, apenándose de recobrar sus pensamientos. Está en su habitación junto a su esposa. No recuerda lo que ha soñado. Le gusta recordar sus sueños porque es como una alternativa al infierno conyugal y doméstico de la pareja procreadora suburbana e hipotecada. Hace lo que tiene que hacer y sale en busca de la fábrica donde trabajaba. Baja por las escaleras. Aquel edificio era tan estrecho que no pudieron siquiera colocar un ascensor. Recuerda una greguería de Gómez de la Serna: “Los pasos mueren en las escaleras. Cada paso tiene su féretro en cada peldaño”. Ya en la calle contempla el estrecho bloque de pisos donde habita e imagina aquel lugar cuando todavía era un solar que él nunca ha visto. Se despierta y no recuerda lo que ha soñado. Tiene que salir de aquel solar antes de que lo tomen por loco.

FIN

RECETA: TERNERA CON SETAS

Un plato muy otoñal. 

Sofreír carne de ternera cortada en dados para estofar. Retirar del fuego y sazonar con sal y pimienta.

En el mismo aceite freír zanahorias, cebolla y patatas cortadas a taquitos.

Limpiar las setas (yo he usado níscalos, pero también se puede hacer este plato con setas en conserva) y añadirlas al sofrito. Incorporar la carne, 1 hoja de laurel, perejil picado y 1/4 de litro de vino tinto.

Tapar la cazuela y dejar cocer media hora con el fuego al mínimo.