lunes, 25 de octubre de 2021

UNA ENTRADA PARA HALLOWEEN

 DRÁCULA EN LA CONSULTA DE CONAN DOYLE

Diario de Arthur Conan Doyle, 13 de mayo, 1893

Hoy ha venido a mi consulta un paciente de lo más peculiar: un aristócrata centroeuropeo que se ha presentado como Conde Drácula y ferviente admirador de mis libros. Dijo que ha estado siguiendo las publicaciones de Sherlock Holmes desde Estudio en escarlata y que sin duda estoy destinado a ser el Shakespeare de la novela de misterio. El motivo de su visita era la porfiria de Mehnert (desmesurado desarrollo de los caninos) que afeaban su aspecto y podrían ser un obstáculo ahora que empezaba a frecuentar la alta sociedad de Londres. Limé sus colmillos con una rueca mecánica que se acciona con un pedal. Cuando le ofrecí un espejito para que contemplara el resultado el conde lo rechazó con un enérgico gesto: “¡Odio los espejos! –dijo. No son más que fatuos reflejos de vanidad”. Pero el conde se mostró satisfecho con mi trabajo. Me entregó una libreta con documentos sobre la historia de su linaje pues había leído mi última obra histórica –Rodney Stone- y pensaba que quizás me interesaría como tema para una futura novela. Sentí un ligero cosquilleo cuando Drácula me estrechó efusivamente la mano ya que su palma estaba cubierta de vello.

 Diario de Arthur Conan Doyle, 19 de mayo, 1893

Los escritos del conde tienen un gran potencial: –épicas batallas contra los turcos, bosques infestados de lobos, extraños ritos magiares-… pero Bainbridge, mi editor, insistió en que el público está ansioso de más Sherlock Holmes y que me dedicara únicamente a terminar El intérprete griego para publicar cuanto antes el próximo libro de relatos sobre mi detective.

Diario de Arthur Conan Doyle, 4 de junio, 1893

Ayer, durante una reunión con la Golden Dawn, estuve charlando con el recién iniciado Bram Stoker; un irlandés grandullón que ha escrito algunos relatos interesantes como La Copa de Cristal. Cuando le hablé sobre las crónicas del conde Drácula pareció muy interesado y concertamos una cita en el club Renfield´s para una lectura del texto. Stoker tiene talento y puede que saque algún partido de este material.

FIN

Y ahora, una historia AUTÉNTICA de Halloween:

SEXO DE ULTRATUMBA

 Invité a cenar a mi casa a mis amigos Joan, Anna y Sergio. Este último me llamó la noche anterior:

-Miquel, ¿te importa si traigo a mi prima Sara? Está pasando una temporada conmigo. Es profesora de instituto y le han dado la baja psiquiátrica. Te advierto que es algo especial.

Al oír lo de especial, viniendo de Sergio, se me dispararon varias alarmas.

-¿Cómo de especial?

-Dice que por las noches la visita un íncubo.

Nota aclaratoria: un íncubo es un espectro masculino que tiene sexo con mujeres. Los fantasmas femeninos que se lo hacen con hombres se llaman súcubos.

-Además, le gusta comentarlo –dijo Sergio antes de añadir-: pero es… inofensiva.

-Eso me tranquiliza, Sergio.

Joan y Anna fueron los primeros en llegar y aproveché para advertirles de lo peculiar de nuestra invitada. “Bueno –comentó Joan-, al menos no nos faltará tema de conversación”. Luego llegó Sergio, me dijo que Sara tenía hora con su médico. Poco después sonó el timbre de la puerta.

Eché un vistazo por la mirilla. Observé una chica morena, atractiva más que guapa, de unos treinta años. Todo aparentaba normal hasta que se puso a hablar con su bolso: “Pórtate bien –le decía-, no me hagas quedar mal”.

-Ay, madre –murmuré y abrí la puerta.

 La verdad es que durante la cena, Sara resultó bastante agradable. No hablaba mucho pero tenía una bonita risa musical (media octava) y a los postres llegó el momento en el que nos habló de su incubo.

-Primero aparece con medio cuerpo fuera de la pared y me mira mientras yo estoy tumbada en la cama como en una especie de trance –nos contaba Sara. Joan y Anna intercambiaron una mirada cómplice-. Luego viene hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja.

Eso me inquietó bastante: imaginarme un fantasma que se le acerca con una sonrisa radiante como un gato de Chesire. Sara prosiguió:

-Se acerca, se tumba a mi lado y sin dejar de mirarme fijamente me, me…

-Se te folla –intervino Sergio con la mirada indulgente de alguien que ya ha oído antes la historia.

-Me posee –le corrige Sara un poco enojada.

Anna aventuró sutilmente:

-¿No has pensado en cambiarte de casa?

-¿Cambiarme? –Sara parecía realmente sorprendida. En la mesa se estaba creando cierta tensión-… ¿Tú sabes lo a gusto que me deja?

Joan y Anna estaban envueltos en un estupor neblinoso, tan aturdidos como sonámbulos que se resisten a despertarse. El aire pareció detenerse en torno a nosotros y entonces dije:

-¿Alguien va a querer café?

Y el aire se largó a otra parte y se dedicó a sus asuntos.

No sé si los súcubos han sido llevados al cine pero los íncubos tiene una película Incubus (1965) con William Shatner, el célebre capitán Kirk de Star Treck, que además tiene la particularidad de ser el primer largometraje rodado en esperanto.



Y... ¡AQUÍ ESTÁ FRODO!
LA RECETA: PATATAS VIUDAS

Las  patatas viudas se llaman así, porque realmente van solas, no tienen carne y por la falta de esta se dice que por eso están "viudas".

En una cazuela salteamos cebolla picada con un poco de aceite de oliva, cuando veamos que empieza a tomar color añadimos 1 ajo bien picado. Cuando pasen 10 minutos rehogándose a fuego suave, le añadimos las patatas peladas, lavadas y cortadas en trozos.

Dejamos que se rehoguen durante cinco minutos y añadimos el pimentón, removemos bien y cubrimos con agua o –mejor- caldo, salamos y echamos un poco de pimienta, 1 hoja de laurel, unas hebras de azafrán (si se tiene) y un poco de perejil picado. Removemos y cocemos a fuego medio hasta que las patatas estén tiernas durante 20 o 25 minutos. Dejamos reposar unos minutos y las servimos bien calientes.

Quedan igual de sabrosas como si tuvieran carne. 



viernes, 15 de octubre de 2021

MAIGRET Y EL CASO TINTÍN

 

La noticia corre como un reguero de pólvora. Tintín, el famoso reportero creado por el lápiz de Hergé, ha sido visto saliendo de una tienda de coleccionismo; un TintinShop de la Place Poelaert, en el centro de Bruselas.

La policía belga encarga investigar el caso al prestigioso comisario Maigret, que casualmente  se encuentra en Bruselas invitado por un congreso de criminología.  

Maigret sabe cómo contactar con los personajes de ficción. De hecho él es también uno de ellos, aunque lo disimula bastante bien. Acude a una vieja librería donde le atiende un vetusto librero.

-Deme un libro de Tintín. No importa cuál… ¿Mmmm…? ¿Los cigarros del faraón? Supongo que me servirá.

 Sin quitarse el sombrero Maigret abre el libro al azar, se lo coloca en la cabeza y lo cierra de golpe. Al instante, el comisario desaparece.

Como buen profesional, el librero ni se inmuta y se limita a volver a dejar el libro en una estantería.

Lo que presienten los autores y saben todos los personajes, es que los libros se comunican entre sí por subterráneos escondidos. Ahora, Maigret avanzaba por uno de esos infinitos callejones. No tarda en encontrar dos rostros familiares, los hermanos Hernández y Fernández, agentes de la policía secreta belga.

-Comisario Maigret, policía judicial –se identifica mostrando su placa-. Estoy buscando a m´sieur Tintín.

-Con gusto le ayudaremos, señor comisario –dice Hernández.

-Yo aún diría más, señor comisario: con gusto le ayudaremos-dice Fernández-.  A estas horas Tintín suele estar en el bar Stock de coque.

Cuando Maigret y los dos hermanos agentes entran en el bar distinguen  a Tintín y el capitán Haddock sentados en una discreta mesa. Maigret se quita la pipa de la boca y carraspea para hacer notar su presencia.

 -Quería dar una vuelta por el mundo que llaman “real” –dice Tintín respondiendo a las preguntas de Maigret-, y no me ha gustado. Eso del merchandising me ha reducido a una imagen aislada de mi contexto colocado en camisetas, gorras, imanes para neveras… como una mariposa crucificada.

“-Además -añade Tintín-, he decidido vivir mi vida. Haddock y yo nos vamos a vivir juntos en Moulinsart. Es un bruto deslenguado y bebe en exceso… pero es un encanto – y alarga una mano hacia Haddock.

-¡Mi grumetillo! – suspira  Haddock agarrando la mano de Tintín que cruje bajo su puño de marinero.

-¡Auch! ¡Cariño, no tan fuerte!

-Bien, m´sieur Tintín. Considero esto un caso cerrado –anuncia Maigret intentando haciéndose oír por encima del vozarrón de Haddock que está gritando ¡Oficleído! y ¡Bachi-Buzuc! al camarero que ha volcado accidentalmente  un vaso de Loch Lomond encima de sus pantalones-. Les deseo lo mejor a usted y el capitán.

Pero a Maigret le queda todavía un cabo sin atar y se dirige hacia Hernández y Fernández:

-Oigan: ustedes que son hermanos, viven juntos y hasta comparten cama… ¿cómo es que tienen apellidos distintos?

FIN

No soy muy tintinófilo pero me encanta el logo de Los cigarros del faraón y decidí tatuármelo. Un día tonto lo tiene cualquiera.

OTRA AVENTURA DE MAIGRET

Y OTRA AVENTURILLA DEL PROFESOR SIBELIUS

LA RECETA: CARBONADA FLAMENCA
Maigret visitó Bélgica en el libro Maigret en Flandes (Maigret chez les flamands) y se zampó un plato de carbonada flamenca, un estofado hecho con cerveza negra. Foto: Silvina.

Necesitaremos: carne de ternera cortada a taquitos, 1 cebolla, 1 cucharada de mostaza, laurel, tomillo, 1 botellín de cerveza negra.

Sofreír en la cazuela la cebolla y dorar la carne en el mismo aceite a fuego medio. Cuando la carne tome color cubrir con la cerveza negra, añadir el tomillo, la hoja de laurel y sazonar con sal y pimienta. 

Añadir 1 cucharada sopera de mostaza  (recomiendo la de semillas) tapar la cazuela y dejar cocer a fuego lento 1 hora removiendo de vez en cuando. Se puede añadir 1 pastilla de chocolate amargo. 

En Bélgica se suele acompañar con patatas fritas.




lunes, 4 de octubre de 2021

CADA DÍA SON MÁS GRANDES. Basado en un relato de Dino Buzzati.

 

Estoy pasando unos días en una casa rural, la lleva un simpático matrimonio, los Samsa.

Después de cenar solemos jugar un rato a las cartas. Una noche oímos un extraño ruido crepitante en la habitación contigua.

-¿Qué ha sido eso? –pregunto.

-¿Uh? Nada –responde Gregorio evasivo y se dirige a su mujer-: ¿Has oído algo, Milena?

 Entonces las vemos. En un rincón hormiguea una densa hilera negra. Decenas de insectos marchando en fila india hacia un agujero entre el suelo y la pared. Milena lanza un grito:

-¡Qué asco! ¡Mirad cuántas cucarachas!

-Mañana fumigaré –dice Gregorio mirando el cortejo de insectos avanzando-. Ya se sabe, en el campo…

Dos días más tarde me encuentro con Milena en las escaleras. Me dice en un aparte, como conspirando:

-Ya no podemos conciliar el sueño. Esos bichos son cada vez más enormes, negros como el carbón…  Gregorio  dice que es preferible no provocarlas, creo que les tiene miedo…  aunque parezca ridículo. Ven, te enseñaré algo…

Me lleva al sótano y me enseña una trampilla con una tapadera.

-Hace semanas que no se pasean por casa –susurra-. Están todas allá abajo. Mira, escucha…

Levanta la tapa e ilumina el interior con una linterna. Primero, un ruido confuso, como de materia viva e inquieta en ebullición, gritos, silbidos, murmullos… un frenético hormigueo de formas negras que se amontonan en furiosos remolinos.

-¿Pero cuántas son?

-No sé, millones… -dice Milena y vuelve a colocar a toda prisa la tapadera.

Pasa el tiempo y no tengo noticias de los Samsa, me preocupan y no responden a mis mails.

 Decido ir al pueblo. En el mercado me dicen  que ya nadie sale de esa casa y que los víveres se los lleva un hombre del pueblo que deja un cesto en el claro entre la casa y el bosque. Nadie se atreve a acercarse más.

Decido ir al linde frente a la casa de los Samsa. Oculto entre unos matorrales consigo vislumbrar a Milena. Está en la cocina, afanándose junto a una inmensa olla, mientras a su alrededor la acucian fétidos grupos de insectos ávidos de comida. Detrás de ella, un monstruo barnizado de negro del tamaño de un armario, que se balancea sobre sus patas en medio de un ejército de brillantes crustáceos articulados. El monstruo habla y su voz suena como el chirriar de un tenedor rasgando un plato.

-Apúrate con la comida. Estamos hambrientos y eso no te conviene.

Miles de antenas brillantes ¿o quizás pupilas? se giran observándome malignamente y yo decido salir corriendo campo traviesa, chillando como un descosido.

FIN

¡MÁS BICHOS!

PROFESOR SIBELIUS 


LA RECETA. ESPAGUETIS A LA MARINERA CON PAPILLOTE

Se conoce como Papillote a los alimentos cocinados y envueltos en papel de plata. 
Necesitaremos además de los espaguetis, almejas, mejillones, ajo y vino blanco.
Ponemos los mejillones en una cazuela tapada con un poco de vino blanco. Cocer 15m. hasta que se abran. Reservar un poco del jugo que han soltado en la cocción.
Cocer las almejas en una sartén con un poco de aceite y 2 dientes de ajo fileteados. Dejar que se vayan abriendo con el vapor.
Hervir los espaguetis en agua salada. Cuando estén al dente - importante, pues se acabarán de cocer en el horno- escurrirlos. 
Envolver los espaguetis en papel de plata junto con los mejillones y un poco de su jugo. 
Cubrirlo todo con el papel de plata y cocinar en el horno a 180º durante 10m.
El olorcillo que suelta al abrir el envoltorio es delicioso.