viernes, 24 de diciembre de 2021

DIECISIETE, DIECISIETE...

 

Selene no se arrepiente de haber enviado a paseo a aquel imbécil del Opel azul que la había llevado a esa horrible discoteca de polígono, sólo lamenta haberse quedado sin medio de transporte. Se dirige hacia la carretera y se detiene junto a una parada de autobús. No sabe cuánto tiempo tendrá que esperar pues alguien ha arrancado el cartel con los horarios.

Poco después aparece al otro lado de la carretera un viejo enjuto con un sombrero cordobés. Despliega una silla de tijera, coloca un plato de hojalata junto al arcén y se pone a tocar unas castañuelas. “Ese viejo debe estar loco –piensa Selene-. Mira que ponerse junto a la  carretera   en medio de ninguna parte…” El viejo canturrea con tono monocorde:

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…

-Está como una chota –murmura Selene -. No creo que le echen muchas monedas.

Pasa el tiempo y el autobús no aparece. Aunque ya ha oscurecido el calor no afloja. Selene nota la nuca pegajosa de sudor y se recoge el pelo en una improvisada coleta. El viejo sigue con su solitaria actuación:

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…

Un soñoliento tábano pasa muy cerca de la cara de Selene. Lo ahuyenta agitando su bolso en el aire. Selene contempla al viejo que deja por unos segundos de tocar las castañuelas como si estuviera a punto de desfallecer pero de repente, como un muñeco al que acaban de dar cuerda, sigue repiqueteando las castañuelas con renovado brío. Selene pasa del asombro al fastidio cuando le oye recitar: “diecisiete, diecisiete, diecisiete…”

 Media hora después Selene pasea nerviosa y sofocada alrededor de la parada. Pasa muy cerca de ella un coche tuneado con tres chicos dentro que le gritan groserías. Uno de ellos la señala e imita con gestos el sexo oral.

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…

 Selene se sorprende a sí misma gritándoles  con una furia descontrolada. Ahora comprende hasta qué punto el viejo le está crispando los nervios. Además ahora aúlla más que recita  sus diecisiete agitando frenéticamente las castañuelas. Con la mayor velocidad que le permiten sus tacones Selene cruza la carretera y se planta delante del viejo que no parece advertir su presencia.

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete...

 Selene cierra con fuerza los puños. Sus dientes chirrían. Grita furiosa:

-¡Cállese de una puta vez!!!

Selene queda cegada por un súbito resplandor de película quemada. Un camión de potentes faros la embiste lanzándola a una docena de metros de distancia. Su cuerpo aterriza sobre la carretera formando un charco de sangre color rojo intenso.

Tres días después un joven de aspecto extranjero deja su pesada mochila al lado de la señal de la parada de autobús. Mira con aprensión las señales de sangre seca sobre el asfalto y luego se fija en un viejo con sombrero cordobés sentado enfrente, al otro lado de la carretera. Repica unas castañuelas y empieza a canturrear:

-Dieciocho, dieciocho, dieciocho…

FIN

Hace cuatro años publiqué estas viñetas preparando con mi madre la comida de Navidad. Ya no está conmigo y hecho mucho de menos aquellas maratonianas noches, los dos en la cocina. 


LA RECETA: MATAMBRE A LA LECHE. Foto: Silvina. 
Receta uruguaya. Cuando fui a una carnicería argentina de mi barrio y vi la pieza me dije: "¡A dónde voy con eso!" me pareció enorme, pero el matambre tiene mucha agua y se reduce al cocer.
Adobar el matambre de 1Kg. a 2 Kg. con: perejil picado, 2 dientes de ajo picado, 1 cucharada de orégano. 2 cucharadas de zumo de limón, sal y pimienta.
Cubrir con leche y dejar durante toda la noche. 
Hornear hasta que se vea tierno y dorado. (1h. 30m.)
Se suele servir con puré de patatas.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

EL CLUB DE LOS SÁDICOS DE LOS LAVABOS PÚBLICOS CON LUZ AUTOMÁTICA

 

Son diez hombres anónimos pero muy poderosos. Son los de la empresa Elektrika S.A. principal suministradora de interruptores de luz con temporizador para los lavabos.

Esperan al profesor Sibelius y las noticias sobre su experimento, ha controlado el tiempo que han empleado 1.500 voluntarios entre los 18 y los 55 años para satisfacer sus necesidades en un lavabo público.

 Cuando llega Sibelius lo están esperando en el comedor de Elektrika S.A., un entorno de sillones de piel, mesas de cristal ahumado y plantas tropicales. Sirven un menú con grandes platos octogonales donde en un mar de chile poblano nada un langostino que parece un brillante insecto empalado. Sibelius pide la palabra:

- Caballeros, está comprobado: el tiempo medio que emplea un hombre en pulsar el interruptor, desabrocharse y orinar es de un minuto y cincuenta y cuatro segundos.

-Bien -responde Don Faradio-. La luz de los interruptores se apagará a los cuarenta y cinco segundos exactos.

-¡Una idea genial! –aplaude Don Culombio-. ¿Y qué ha pensado para las mujeres? Ellas estarán sentadas.

-Sugiero colocar el interruptor de luz en los lavabos de mujeres lo más alejado posible de la taza –prosigue Sibelius-, así tendrán que levantarse a oscuras para buscarlo y encenderlo de nuevo con el consiguiente engorro.

-¡Es usted un genio, profesor! –aplauden los diez anónimos de Elektrika S.A.

 Ahora todos ustedes ya saben quienes son los retorcidos cerebros culpables...

Dicen que en ese momento se pueden oír las risotadas de hiena de los Diez de Elektrika S.A. aunque lo más probable es que uno ya esté bastante ocupado intentando encontrar a tientas la luz piloto que normalmente no funciona.

LA RECETA: SALMÓN A LA PAPILLOTE. Foto: Silvina.
Se conocen con el nombre de papillote los platos cocinados y envueltos en papel de aluminio.
Marcar el salmón en la plancha bien caliente, vuelta y vuelta. Retirar y sazonar con sal y pimienta.
Envolver el salmón con alguna verdura (espárragos, judías verdes, tiras de zanahoria...) en una hoja de papel de aluminio para que se pueda cocer en su propio jugo, sin aceite ni grasas.
Introducir en el horno precalentado a 200º y dejar cocer 20 minutos.
Hala, ¿a que es fácil? 






martes, 30 de noviembre de 2021

MARIONA LA TARDONA

 

Mariona y Rómulo se han citado en el bar de siempre. Fuera del local un grupo de jóvenes se aburren,  no suelen conversar porque no saben. Mariona lleva treinta minutos de retraso. Qué cosa más rara eso de las citas. Las personas hacen citas, los animales no, y sin embargo copulan, tienen críos…

Por fin llega Mariona. Rómulo tiene la cabeza inclinada sobre su plato recién terminado –ha pedido patatas bravas- y observa a Mariona de reojo. Ella ha advertido que está enojado pues su cara se ve estirada como un balón de futbol americano encima de los hombros. “Perdona el retraso, Romu –dice-. Justo cuando iba a salir de casa…” Mariona enmudece cuando Rómulo le entrega una cajita envuelta en papel Kraft de regalo.

-¡Eh, pero si no es mi cumpleaños ni nuestro aniversario!- Mariona acomoda parte de su cabello detrás de la oreja y descubre el regalo. Es un reloj de cuarzo con correa de malla de oro rosa-. Es muy bonito, cariño, pero no entiendo… ¿un reloj?

 ¡Pues sí! –Rómulo se sulfura-: ¡Porque ya me tienes frito con tus retrasitos, Mariona! ¿Sabes la de tiempo que he consumido esperándote desde que nos conocemos? ¡Horas! ¿Es que no puedes llegar puntual un solo día? Retrasos…  El mundo podría dividirse en dos grandes grupos: el de las personas que llegan a la hora y el de las personas que siempre llegan tarde. Adivina a que grupo pertenecemos cada uno-. Rómulo respira profundamente, saborea su cerveza y deja que sus pupilas descansen en los muslos de Mariona. ¡Ay, si no fuera por sus retrasos…!

-La verdad es que es un reloj precioso, gracias –Mariona se ajusta el reloj a la muñeca izquierda, Rómulo recuerda esa leyenda en la que el reloj se colocaba en la izquierda porque era la muñeca que tenía pulso-. Vaya, pues sí que te fastidian mis retrasos…

Rómulo mira a Mariona y nota que se le pasa el enfado. La sonrisa de ella abre un surco en el corazón de Rómulo como una meada en un campo nevado. Mariona se acomoda en la mesa de buena madera y patas equilibradas y dice:

-Por cierto, Rómu… ahora que estás sentado y ya que has sacado el tema de los RETRASOS… tengo algo que decirte.

Ahora Rómulo nota que se le erizan los pelos de la nuca. Traga saliva. La esfera del reloj parece dedicarle una malévola sonrisa marcando las diez y diez. 

FIN

"Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire."

(Julio Cortázar)

Por cierto ¿alguna vez habéis sufrido a un novio-novia tardones? Venga, aquí lo podéis contar.

UN CHISTECILLO: COLON IRRITABLE.

LA RECETA. SOLOMILLO CON SALSA PEPE

Es una salsa con nata de cocina, champiñones, coñac y salsa Bovril; el concentrado de carne. No tengo idea de porqué se llama así, pero queda muy buena. (Foto: Silvina)

Sofreír en aceite los dados de solomillo (éstos eran de cerdo) sin que queden demasiado hechos y reservar en un plato sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.
En la misma sartén o cazuela agregar cebolla picada y champiñones, saltear hasta que tomen color. 
Añadir la nata de cocina (400 ml, un brick pequeño) 2 cucharadas soperas de Bovril y 1 chorrito de coñac. Remover para que mezclen bien los ingredientes. 
Incorporar los trozos de carne, tapar y cocer con el fuego al mínimo unos 20m. 
Lo suelo acompañar con puré de patata o con macarrones. 



 



viernes, 19 de noviembre de 2021

EL DÍA DEL FIN DEL MUNDO POR LA TARDE

 

Oscurece, ha llovido y se refleja una guadaña de luz donde la luna se refleja en los charcos. Entonces aparece Él.

 Se dirige hacia la terraza donde cenan unas cuantas parejas y grupos. Es un local inclasificable, con aspecto entre tumba egipcia y hangar abandonado. Un DJ pone música de Bjork. El hombre escuálido con aspecto de eremita - hasta lleva túnica y un cayado-  grita si están preparados para el fin del mundo.

El eremita entra en el local, derriba un taburete  y descarga estruendosos golpes con el cayado sobre la barra de zinc repleta de vasos de chupito.

-¡Ha llegado el día del apocalipsis! – vocifera aporreando la cabina del DJ-. ¡Ofreced un sacrificio con cien bueyes, aunque me temo que ya es demasiado tarde!

El DJ, bregado en muchos locales en el Kreuzberg berlinés, se limita a poner un disco de REM aunque el eremita tiene un aspecto amenazante bajo el láser y el humo artificial. Los clientes de la terraza se giran para mirarle. Largas cabelleras color chicle, enhiestos penachos naranja, cabezas rapadas de nucas perfectas…  todos le observan.

-¡Tú! –sale a la terraza y señala con un dedo sarmentoso a un comensal que está enrollando espaguetis alla norma con un tenedor. El eremita le acerca su larga y huesuda cara-. ¡Llénate bien la panza! ¡Es tu última cena! -La sucia manga de su túnica se mancha con la salsa de tomate y berenjena del plato-. ¡Esta noche ceno con los extraterrestres!!!

-¡Eh, fantoche!- grita el dueño del local, tiene anchos antebrazos completamente tatuados-. Ya he llamado a la policía, será mejor que ahueques o lo haré yo ahora mismo.

 

-¡Soy el Elegido! ¡Esta noche cenaré con los extraterrestres que ya vienen para salvarme! – el eremita anuncia otra vez el fin del mundo, se ofusca con un delirio de mares incendiados e imita los siete toques de trompeta contra los idólatras-: ¡Tú-tuuut!!!

El dueño se dispone a alejarlo a empellones cuando llega un coche de policía con sirena y  estroboscópicas luces azules. Salen de allí dos agentes uniformados que agarran al eremita de un brazo, sin brutalidad pero con firmeza.

-Acompáñenos por favor- dice un policía señalando el coche con su porra de plástico.

Los clientes del local observan al eremita entrando en el coche pero se percibe la tensión en el ambiente, como si todos los pájaros se hubieran echado a volar para escapar de algún seísmo.

 A un turista holandés se le cae el huevo duro en el bol de ramen, el caldo salpica su camisa, no se ha dado cuenta pues está atónito contemplando el coche policial que se agita y empieza a elevarse ruidosamente. Las piezas de la parte inferior rugen, rechinan. Unos cables parecidos a tentáculos manipulan cables y a ambos lados de la carrocería surgen alerones y turbinas.

- Verandert in een ruimteschip! (¡Se está convirtiendo en una nave espacial!) -grita el holandés, pero nadie lo entiende ni le oye, pues atruena un potente motor en la cola. La nave se eleva rápida hacia el sistema solar y se pierde en una órbita alrededor de la Luna.

Y cuando el cielo se abre y se rasgan las nubes asomando el inmenso meteorito todos los clientes de la terraza reaccionan simultáneamente. Sacan sus móviles y disparan fotos al meteorito incandescente que se acerca implacable.

FIN

¡Y AQUÍ ESTÁ FRODO!

ESPAGUETIS "A LA NORMA"

Este plato siciliano se creó en homenaje a la ópera Norma (1835) compuesta por Bellini. Si se hace con macarrones, la salsa se introduce en los huecos enrollados impregnándolos de salsa y de sabor, aunque es un riesgo para nuestras camisas, como el turista holandés del relato.

La foto es mía, por eso no es tan buena como las de Silvina.

Cortar rodajas de berenjena finas, de 1 centímetro de grosor, echarles sal para que suelten el agua amarga y dejarlas 10m. sobre papel de cocina absorbente.

Freírlas en aceite caliente. Cuando se vean doradas, añadir 2 dientes de ajo cortado en láminas, hojas de albahaca y tomate triturado (yo suelo añadir unas aceitunas negras deshuesadas) tapar la sartén y dejar cocer a fuego mínimo 20 m. 

Cocer la pasta en agua salada, justo antes de sacarla del fuego añadir a la salsa 1 cucharón del agua en que se ha cocido. Escurrir, mezclar con la salsa y servir con queso rallado. La receta tradicional es con ricotta salada, pero si no se encuentra sirve un buen parmesano.


 

 

 

 

 

 


jueves, 4 de noviembre de 2021

¡MALDITO GPS!

 

Mi cuñado me aguarda en su coche nuevo, un juguete de carrocería gris marengo. Al entrar me recibe un jubiloso olor a coche nuevo, cuero auténtico con un toque ahumado.

 Me ajusto el cinturón mientras mi cuñado sale por una vía trasera hacia la autopista. Nada le gusta más que mostrarme su maestría conduciendo sin más que un par de dedos apoyados en el volante para mantener la dirección.  Pone la radio, por la emisora  80 Hits suena Road to Nowhere y segundos después se oye el GPS sobreponiéndose a los Talking Heads. Es una voz que intenta parecer la de una mujer, pero tan sinóptica como una tostadora parlante.

“En cien metros gire a la derecha.”

Mi cuñado mira por encima del hombro metiéndose en el tráfico de la autopista. David Byrne canta su última estrofa y le cede el puesto a Radio Futura –El canto del gallo- hasta que interrumpe de nuevo el guía metálico:

“Manténgase a la derecha y a 200 metros, en la rotonda, tome la cuarta salida”.

En el parabrisas hay pequeñas lentillas blancas, está empezando a llover. “Tenga esta rosa blanca, señorita a cambio de su negro pensamiento” –canta Auserón.

-¡Otra vez me lo ha hecho! Esa -…maldice mi cuñado.

En la rotonda sólo hay tres salidas y no cuatro. Mi cuñado elige la tercera.

 ¡Este GPS es una mierda! – grita tanto que pego un bote todo lo que me permite el cinturón de seguridad-. Parece que se haya vuelto loco. Me indica direcciones equivocadas, los trayectos más largos, carreteras comarcales que resultan ser caminos de cabras llenos de baches…

¿Porqué no lo apagas? –le pregunto.

-¡No se puede! Este modelo cuando lo pones en marcha automáticamente se enciende el navegador…  Pero mañana mismo lo hago cambiar en el concesionario.

Cesan los berridos de Janis Joplin –Piece on my Heart- , otra vez la áspera voz:

“Gire a la izquierda y tome la salida 29”

-¡Que te den! –masculla mi cuñado descargando un puñetazo en la pantalla del GPS-. Es la salida 31 la que tengo que tomar, lo sé,  y lo voy a hacer AHORA!!!

Mi cuñado gira súbitamente hacia la derecha casi rozando los parachoques de los coches que acaban de arrancar al ponerse verde el semáforo del cruce. Suenan cláxones indignados pero mi cuñado ya se aleja a toda velocidad. Trago saliva y me siento como si estuviera sentado desnudo sobre un asiento de ortigas.

Con las manos aún crispadas sobre el volante mi cuñado mueve el dial de la radio. Nada, Tampoco funciona el aire acondicionado, es como si el puñetazo hubiera descontrolado el coche.

-Ayer no dormí nada bien – dice-. Podríamos estar ahora sentados en la estación de servicio de la comarcal 42 tomando un buen café si no fuera porque esta zorra –lanza una mirada furiosa al GPS- me ha enviado por un camino equivocado.

En ese momento me parece oír un robótico y gutural “Gilipollas”, desde el GPS, casi imperceptible pero…No, decido no comentárselo a mi cuñado, me tomaría por loco.

 Cada vez me gusta menos esta situación. A mi cuñado se le cierran los párpados, echa cabezadas y su boca se contrae en forma de culo de gallina. Además, está corriendo demasiado, como suele hacer cuando está nervioso al volante..

-Háblame o me quedaré dormido –dice.

-¿De qué quieres que hable?

-Qué se yo. Cuenta chistes, canta… lo que sea.

Nunca he tenido gracia para contar chistes así que elijo cantar un tema que me parece apropiado para el momento:

Despacito. Quiero desnudarte a besos despacito” - me estoy sintiendo algo incómodo cantándole eso a mi cuñado-. "Firmo en las paredes de tu laberinto.” “Despacito…”

Y entonces oímos una voz que parece surgir de las entrañas del coche: “En cincuenta metros gire a la izquierda."

Debe haber pillado a mi soñoliento cuñado con la guardia baja porque éste da un golpe brusco de volante hacia la izquierda. Las ruedas chirrían y levantan nubes de polvo azulado. Grito:

-¡Por ahí no! ¡Es dirección prohib…!

Las luces largas de un camión lo convierten todo en blanco y negro; como esas viejas películas que no deberían colorear.  Crash. Fundido en negro.

Despierto cuando un hombre con chaleco reflectante abre mi portezuela. Oigo sirenas. Mi cuñado parece haberse llevado la peor parte, ensangrentado y atrapado en un amasijo de chatarra humeante. Entonces lo oigo, es el GPS que  lanza una áspera y metálica carcajada.

-"Ja, ja, ja, jaaa!!!!!!"

FIN

LAS AVENTURAS DE ARTURO CALORES

PROFESOR SIBELIUS

LA RECETA: CALABACINES (ZAPALLITOS) CON SALSA BLANCA. Foto. Silvina
Cocer los calabacines en agua con sal 10 minutos.
Cortarlos por la mitad y vaciarlos con un cuchillo o una cuchara afilada con cuidado de no cortar la piel. 
Sofreír en una sartén la carne de los calabacines con cebolla picada y pimiento rojo cortado muy fino. Añadir 1 vaso de vino blanco y dejar que se reduzca.
Rellenar las mitades de calabacín con esta mezcla, poner encima la salsa blanca (bechamel) y pan rallado o queso parmesano, me gusta con las dos cosas.
Gratinar en el horno a 180º unos minutos y servir. 
SALSA BLANCA
En un cazo ponemos 2 tazas de leche, 1 cucharada sopera de aceite y 3 cucharadas de harina o maizena. Revolvemos hasta que se disuelva, la llevamos a fuego bajo y revolvemos constantemente hasta que se empieza hacer como una crema. Añadir más leche si se quiere más ligera. 



 


lunes, 25 de octubre de 2021

UNA ENTRADA PARA HALLOWEEN

 DRÁCULA EN LA CONSULTA DE CONAN DOYLE

Diario de Arthur Conan Doyle, 13 de mayo, 1893

Hoy ha venido a mi consulta un paciente de lo más peculiar: un aristócrata centroeuropeo que se ha presentado como Conde Drácula y ferviente admirador de mis libros. Dijo que ha estado siguiendo las publicaciones de Sherlock Holmes desde Estudio en escarlata y que sin duda estoy destinado a ser el Shakespeare de la novela de misterio. El motivo de su visita era la porfiria de Mehnert (desmesurado desarrollo de los caninos) que afeaban su aspecto y podrían ser un obstáculo ahora que empezaba a frecuentar la alta sociedad de Londres. Limé sus colmillos con una rueca mecánica que se acciona con un pedal. Cuando le ofrecí un espejito para que contemplara el resultado el conde lo rechazó con un enérgico gesto: “¡Odio los espejos! –dijo. No son más que fatuos reflejos de vanidad”. Pero el conde se mostró satisfecho con mi trabajo. Me entregó una libreta con documentos sobre la historia de su linaje pues había leído mi última obra histórica –Rodney Stone- y pensaba que quizás me interesaría como tema para una futura novela. Sentí un ligero cosquilleo cuando Drácula me estrechó efusivamente la mano ya que su palma estaba cubierta de vello.

 Diario de Arthur Conan Doyle, 19 de mayo, 1893

Los escritos del conde tienen un gran potencial: –épicas batallas contra los turcos, bosques infestados de lobos, extraños ritos magiares-… pero Bainbridge, mi editor, insistió en que el público está ansioso de más Sherlock Holmes y que me dedicara únicamente a terminar El intérprete griego para publicar cuanto antes el próximo libro de relatos sobre mi detective.

Diario de Arthur Conan Doyle, 4 de junio, 1893

Ayer, durante una reunión con la Golden Dawn, estuve charlando con el recién iniciado Bram Stoker; un irlandés grandullón que ha escrito algunos relatos interesantes como La Copa de Cristal. Cuando le hablé sobre las crónicas del conde Drácula pareció muy interesado y concertamos una cita en el club Renfield´s para una lectura del texto. Stoker tiene talento y puede que saque algún partido de este material.

FIN

Y ahora, una historia AUTÉNTICA de Halloween:

SEXO DE ULTRATUMBA

 Invité a cenar a mi casa a mis amigos Joan, Anna y Sergio. Este último me llamó la noche anterior:

-Miquel, ¿te importa si traigo a mi prima Sara? Está pasando una temporada conmigo. Es profesora de instituto y le han dado la baja psiquiátrica. Te advierto que es algo especial.

Al oír lo de especial, viniendo de Sergio, se me dispararon varias alarmas.

-¿Cómo de especial?

-Dice que por las noches la visita un íncubo.

Nota aclaratoria: un íncubo es un espectro masculino que tiene sexo con mujeres. Los fantasmas femeninos que se lo hacen con hombres se llaman súcubos.

-Además, le gusta comentarlo –dijo Sergio antes de añadir-: pero es… inofensiva.

-Eso me tranquiliza, Sergio.

Joan y Anna fueron los primeros en llegar y aproveché para advertirles de lo peculiar de nuestra invitada. “Bueno –comentó Joan-, al menos no nos faltará tema de conversación”. Luego llegó Sergio, me dijo que Sara tenía hora con su médico. Poco después sonó el timbre de la puerta.

Eché un vistazo por la mirilla. Observé una chica morena, atractiva más que guapa, de unos treinta años. Todo aparentaba normal hasta que se puso a hablar con su bolso: “Pórtate bien –le decía-, no me hagas quedar mal”.

-Ay, madre –murmuré y abrí la puerta.

 La verdad es que durante la cena, Sara resultó bastante agradable. No hablaba mucho pero tenía una bonita risa musical (media octava) y a los postres llegó el momento en el que nos habló de su incubo.

-Primero aparece con medio cuerpo fuera de la pared y me mira mientras yo estoy tumbada en la cama como en una especie de trance –nos contaba Sara. Joan y Anna intercambiaron una mirada cómplice-. Luego viene hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja.

Eso me inquietó bastante: imaginarme un fantasma que se le acerca con una sonrisa radiante como un gato de Chesire. Sara prosiguió:

-Se acerca, se tumba a mi lado y sin dejar de mirarme fijamente me, me…

-Se te folla –intervino Sergio con la mirada indulgente de alguien que ya ha oído antes la historia.

-Me posee –le corrige Sara un poco enojada.

Anna aventuró sutilmente:

-¿No has pensado en cambiarte de casa?

-¿Cambiarme? –Sara parecía realmente sorprendida. En la mesa se estaba creando cierta tensión-… ¿Tú sabes lo a gusto que me deja?

Joan y Anna estaban envueltos en un estupor neblinoso, tan aturdidos como sonámbulos que se resisten a despertarse. El aire pareció detenerse en torno a nosotros y entonces dije:

-¿Alguien va a querer café?

Y el aire se largó a otra parte y se dedicó a sus asuntos.

No sé si los súcubos han sido llevados al cine pero los íncubos tiene una película Incubus (1965) con William Shatner, el célebre capitán Kirk de Star Treck, que además tiene la particularidad de ser el primer largometraje rodado en esperanto.



Y... ¡AQUÍ ESTÁ FRODO!
LA RECETA: PATATAS VIUDAS

Las  patatas viudas se llaman así, porque realmente van solas, no tienen carne y por la falta de esta se dice que por eso están "viudas".

En una cazuela salteamos cebolla picada con un poco de aceite de oliva, cuando veamos que empieza a tomar color añadimos 1 ajo bien picado. Cuando pasen 10 minutos rehogándose a fuego suave, le añadimos las patatas peladas, lavadas y cortadas en trozos.

Dejamos que se rehoguen durante cinco minutos y añadimos el pimentón, removemos bien y cubrimos con agua o –mejor- caldo, salamos y echamos un poco de pimienta, 1 hoja de laurel, unas hebras de azafrán (si se tiene) y un poco de perejil picado. Removemos y cocemos a fuego medio hasta que las patatas estén tiernas durante 20 o 25 minutos. Dejamos reposar unos minutos y las servimos bien calientes.

Quedan igual de sabrosas como si tuvieran carne. 



viernes, 15 de octubre de 2021

MAIGRET Y EL CASO TINTÍN

 

La noticia corre como un reguero de pólvora. Tintín, el famoso reportero creado por el lápiz de Hergé, ha sido visto saliendo de una tienda de coleccionismo; un TintinShop de la Place Poelaert, en el centro de Bruselas.

La policía belga encarga investigar el caso al prestigioso comisario Maigret, que casualmente  se encuentra en Bruselas invitado por un congreso de criminología.  

Maigret sabe cómo contactar con los personajes de ficción. De hecho él es también uno de ellos, aunque lo disimula bastante bien. Acude a una vieja librería donde le atiende un vetusto librero.

-Deme un libro de Tintín. No importa cuál… ¿Mmmm…? ¿Los cigarros del faraón? Supongo que me servirá.

 Sin quitarse el sombrero Maigret abre el libro al azar, se lo coloca en la cabeza y lo cierra de golpe. Al instante, el comisario desaparece.

Como buen profesional, el librero ni se inmuta y se limita a volver a dejar el libro en una estantería.

Lo que presienten los autores y saben todos los personajes, es que los libros se comunican entre sí por subterráneos escondidos. Ahora, Maigret avanzaba por uno de esos infinitos callejones. No tarda en encontrar dos rostros familiares, los hermanos Hernández y Fernández, agentes de la policía secreta belga.

-Comisario Maigret, policía judicial –se identifica mostrando su placa-. Estoy buscando a m´sieur Tintín.

-Con gusto le ayudaremos, señor comisario –dice Hernández.

-Yo aún diría más, señor comisario: con gusto le ayudaremos-dice Fernández-.  A estas horas Tintín suele estar en el bar Stock de coque.

Cuando Maigret y los dos hermanos agentes entran en el bar distinguen  a Tintín y el capitán Haddock sentados en una discreta mesa. Maigret se quita la pipa de la boca y carraspea para hacer notar su presencia.

 -Quería dar una vuelta por el mundo que llaman “real” –dice Tintín respondiendo a las preguntas de Maigret-, y no me ha gustado. Eso del merchandising me ha reducido a una imagen aislada de mi contexto colocado en camisetas, gorras, imanes para neveras… como una mariposa crucificada.

“-Además -añade Tintín-, he decidido vivir mi vida. Haddock y yo nos vamos a vivir juntos en Moulinsart. Es un bruto deslenguado y bebe en exceso… pero es un encanto – y alarga una mano hacia Haddock.

-¡Mi grumetillo! – suspira  Haddock agarrando la mano de Tintín que cruje bajo su puño de marinero.

-¡Auch! ¡Cariño, no tan fuerte!

-Bien, m´sieur Tintín. Considero esto un caso cerrado –anuncia Maigret intentando haciéndose oír por encima del vozarrón de Haddock que está gritando ¡Oficleído! y ¡Bachi-Buzuc! al camarero que ha volcado accidentalmente  un vaso de Loch Lomond encima de sus pantalones-. Les deseo lo mejor a usted y el capitán.

Pero a Maigret le queda todavía un cabo sin atar y se dirige hacia Hernández y Fernández:

-Oigan: ustedes que son hermanos, viven juntos y hasta comparten cama… ¿cómo es que tienen apellidos distintos?

FIN

No soy muy tintinófilo pero me encanta el logo de Los cigarros del faraón y decidí tatuármelo. Un día tonto lo tiene cualquiera.

OTRA AVENTURA DE MAIGRET

Y OTRA AVENTURILLA DEL PROFESOR SIBELIUS

LA RECETA: CARBONADA FLAMENCA
Maigret visitó Bélgica en el libro Maigret en Flandes (Maigret chez les flamands) y se zampó un plato de carbonada flamenca, un estofado hecho con cerveza negra. Foto: Silvina.

Necesitaremos: carne de ternera cortada a taquitos, 1 cebolla, 1 cucharada de mostaza, laurel, tomillo, 1 botellín de cerveza negra.

Sofreír en la cazuela la cebolla y dorar la carne en el mismo aceite a fuego medio. Cuando la carne tome color cubrir con la cerveza negra, añadir el tomillo, la hoja de laurel y sazonar con sal y pimienta. 

Añadir 1 cucharada sopera de mostaza  (recomiendo la de semillas) tapar la cazuela y dejar cocer a fuego lento 1 hora removiendo de vez en cuando. Se puede añadir 1 pastilla de chocolate amargo. 

En Bélgica se suele acompañar con patatas fritas.




lunes, 4 de octubre de 2021

CADA DÍA SON MÁS GRANDES. Basado en un relato de Dino Buzzati.

 

Estoy pasando unos días en una casa rural, la lleva un simpático matrimonio, los Samsa.

Después de cenar solemos jugar un rato a las cartas. Una noche oímos un extraño ruido crepitante en la habitación contigua.

-¿Qué ha sido eso? –pregunto.

-¿Uh? Nada –responde Gregorio evasivo y se dirige a su mujer-: ¿Has oído algo, Milena?

 Entonces las vemos. En un rincón hormiguea una densa hilera negra. Decenas de insectos marchando en fila india hacia un agujero entre el suelo y la pared. Milena lanza un grito:

-¡Qué asco! ¡Mirad cuántas cucarachas!

-Mañana fumigaré –dice Gregorio mirando el cortejo de insectos avanzando-. Ya se sabe, en el campo…

Dos días más tarde me encuentro con Milena en las escaleras. Me dice en un aparte, como conspirando:

-Ya no podemos conciliar el sueño. Esos bichos son cada vez más enormes, negros como el carbón…  Gregorio  dice que es preferible no provocarlas, creo que les tiene miedo…  aunque parezca ridículo. Ven, te enseñaré algo…

Me lleva al sótano y me enseña una trampilla con una tapadera.

-Hace semanas que no se pasean por casa –susurra-. Están todas allá abajo. Mira, escucha…

Levanta la tapa e ilumina el interior con una linterna. Primero, un ruido confuso, como de materia viva e inquieta en ebullición, gritos, silbidos, murmullos… un frenético hormigueo de formas negras que se amontonan en furiosos remolinos.

-¿Pero cuántas son?

-No sé, millones… -dice Milena y vuelve a colocar a toda prisa la tapadera.

Pasa el tiempo y no tengo noticias de los Samsa, me preocupan y no responden a mis mails.

 Decido ir al pueblo. En el mercado me dicen  que ya nadie sale de esa casa y que los víveres se los lleva un hombre del pueblo que deja un cesto en el claro entre la casa y el bosque. Nadie se atreve a acercarse más.

Decido ir al linde frente a la casa de los Samsa. Oculto entre unos matorrales consigo vislumbrar a Milena. Está en la cocina, afanándose junto a una inmensa olla, mientras a su alrededor la acucian fétidos grupos de insectos ávidos de comida. Detrás de ella, un monstruo barnizado de negro del tamaño de un armario, que se balancea sobre sus patas en medio de un ejército de brillantes crustáceos articulados. El monstruo habla y su voz suena como el chirriar de un tenedor rasgando un plato.

-Apúrate con la comida. Estamos hambrientos y eso no te conviene.

Miles de antenas brillantes ¿o quizás pupilas? se giran observándome malignamente y yo decido salir corriendo campo traviesa, chillando como un descosido.

FIN

¡MÁS BICHOS!

PROFESOR SIBELIUS 


LA RECETA. ESPAGUETIS A LA MARINERA CON PAPILLOTE

Se conoce como Papillote a los alimentos cocinados y envueltos en papel de plata. 
Necesitaremos además de los espaguetis, almejas, mejillones, ajo y vino blanco.
Ponemos los mejillones en una cazuela tapada con un poco de vino blanco. Cocer 15m. hasta que se abran. Reservar un poco del jugo que han soltado en la cocción.
Cocer las almejas en una sartén con un poco de aceite y 2 dientes de ajo fileteados. Dejar que se vayan abriendo con el vapor.
Hervir los espaguetis en agua salada. Cuando estén al dente - importante, pues se acabarán de cocer en el horno- escurrirlos. 
Envolver los espaguetis en papel de plata junto con los mejillones y un poco de su jugo. 
Cubrirlo todo con el papel de plata y cocinar en el horno a 180º durante 10m.
El olorcillo que suelta al abrir el envoltorio es delicioso.  


lunes, 20 de septiembre de 2021

EL ÚLTIMO CIGARRILLO

 

Había llegado el día en que Nicotino –Nico para los amigos- decidió dejar de fumar.

 Pero antes compraría el último paquete de cigarrillos. Caminando por un barrio que no solía frecuentar, en un amenazante callejón con escabrosas escaleras, descubrió una insólita tienda. Por su chisporroteante neón pensó que se trataba de un bar pero no, era una tabaquería, y su escaparate mostraba extrañas cajetillas que nunca había visto antes. Un paquete le llamó la atención “El último cigarrillo” se leía en la envoltura  encima de una ilustración que mostraba a un hombre con los ojos vendados ante un piquete de fusilamiento. Nico pensó que sería un  irónico punto final para su despedida del tabaco. Compró una cajetilla al dependiente, un hombre torvo y de aspecto correoso.

Al llegar a casa se acomodó en un sillón y encendió un cigarrillo. El pequeño mechero Bic ardió como un soplete de bolsillo amenazando con quemarle las pestañas.

Nico saboreó en el cigarrillo siguiendo al humo con su estela. De repente, un tirón misterioso recorrió su piel. Se sintió violentamente succionado, absorbido. El cigarrillo lo estaba fumando con violencia lanzando espantosas bocanadas de carne humana que enseguida se convertían en humo.

Horrorizado, Nico contemplaba su cuerpo desmoronándose en cenizas hasta que una voluta quedó suspendida en el aire y en el sillón no quedó más que un montón de hollín azulado.

FIN

MÉTODO KARL PARA DEJAR DE FUMAR . Historia real.

 Una noche de sábado, cada dos meses, tenía en casa una timba de póquer que duraba hasta el amanecer. Uno de mis compañeros de juego se llamaba Karl, un corpulento danés de 105 kilos de peso.

Cuando se sentaba a jugar la silla crujía y repartía cartas haciendo resonar sus gruesos nudillos sobre la mesa, pero  percibí algo distinto: no veía el cenicero que durante las partidas Karl atiborraba de colillas. En mi casa se puede fumar, naturalmente ¿Qué es una timba sin humo?

Hacia las seis de la mañana hicimos una pausa. Karl y yo coincidimos en la cocina y le pregunté cómo logró dejar de fumar.

-Pues gracias a mi mujer -Dijo Karl mientras sacaba unos botellines de la nevera-. Montserrat, ya la conoces.

 La conozco. Una mujer imponente. Karl siempre se ha sentido atraído por mujeres recias y autoritarias. El hecho de compartir nombre con una montaña ya sugiere dureza e inaccesibilidad.

-Empezó como un juego privado entre nosotros -Karl se despachó una cerveza en dos tragos-, cuando Montserrat entraba en casa y notaba el olor a tabaco se ponía muy seria y me decía: "Karl, ven aquí" Me ordenaba bajarme los pantalones, agacharme... y entonces me metía un dedo en el ano.

Karl ha conseguido hacerme alucinar en colores.

-Me introducía el índice en el culo -precisó Karl.

-Gracias, Karl, pero ya lo había pillado a la primera.

-Y lo cierto es que ha funcionado -me confirmó Karl cogiendo otra cerveza.

Volvimos a la mesa para jugar al póker , pero no podía concentrarme en el juego. Es lógico imaginándome al armario de Karl con sus 105 kilos, agachado, con los pantalones en los tobillos y el dedo barrenador de Montserrat alojado en su esfínter. Una demoledora visión que no conseguía apartar de mi mente. Ese día perdí más que nunca. 

¡Ha vuelto Melmoth!!!  VALORES CÍVICOS. 

Mi enorme paraguas me protege de la intensa lluvia. Delante de mí una mujer camina empapada. Lo primero que se me ocurre es ofrecerle cobijo y acompañarla muy gustosamente al lugar de destino. Esto es lo correcto, pero desecho de inmediato la idea. La cosa ya no está para ejercer de caballero. Lo primero que pensaría de mí es que soy un perturbado. 

 Subo a un autobús. Ocupo el último asiento que queda libre. En la próxima parada sube un achacoso anciano. De inmediato se apodera de mí el impulso de cederle el asiento, pero la experiencia me dice que ahora los ancianos son muy orgullosos y no les gusta sentirse humillados delante de todos los pasajeros, dejando en evidencia su vejez, y siguen demostrando empecinadamente de que todavía son jóvenes, capaces de aguantar de pie, aunque realmente no puedan. Bajo en la siguiente parada. Ha dejado de llover.  Me detengo en un paso de peatón. El semáforo está en rojo. Un ciego con bastón se detiene a mi lado. Tengo el impulso de ofrecerle mi brazo para ayudarle a cruzar la calzada, pero estoy escarmentado. A todos los ciegos que he intentado prestar mi ayuda la han desechado aduciendo airadamente que conocen muy bien su barrio. Antes de llegar a mi destino una vieja vagabunda me ofrece su vaso de cartón de Starbucks para que le eche unas monedas. De inmediato introduzco la mano en mi bolsillo pero me detengo bruscamente. He olvidado por un momento que ahora los mendigos tienen la desfachatez de contar las monedas delante de ti y como nunca quedan satisfechos de la cantidad ofrecida te insultan o te tachan de tacaño. Los actos cívicos y las buenas intenciones ya no cuentan. Todo ha cambiado y de momento no acabo de adaptarme a esta nueva situación de desconfianza, orgullo y rechazo por parte del necesitado. Llamo por el interfono. Le digo a ella que soy yo. Nos conocimos ayer por la noche en un bar musical. Hablamos y al final de la velada me dijo que era como si me conociera de toda la vida. Luego,  me invitó a cenar en su casa y aquí estoy. Ya en el ascensor me aseguro, por instinto, de llevar mi navaja de afeitar en el bolsillo del abrigo. No, no me conoce. Será mi décima víctima.

FIN

Un proyecto que me hace ilusión. Iván Valencia (derecha) director de cortos con el que trabajé en BLACK BOX, me ha pedido un cartel para una obra corta de teatro: Serendipia. 


LA RECETA: RIÑONES AL JEREZ. ¿Un poco de casquería? 

Poner los riñones en un escurridor y remojarlos en agua fría con el grifo a máxima potencia. Escurrir y dejarlos 1/2 hora en un plato con vinagre.
Pasar los riñones por un papel de cocina para que se sequen y saltearlos en una sartén con aceite. 
Cuando tomen color, rociar con jerez lo justo para que queden cubiertos. Añadir 1 hoja de laurel y dejarlos cocer con el fuego al mínimo durante 20 minutos. ¡Qué olorcillo...!
Aconsejo acompañarlos con arroz blanco y un buen tinto.