viernes, 24 de diciembre de 2021

DIECISIETE, DIECISIETE...

 

Selene no se arrepiente de haber enviado a paseo a aquel imbécil del Opel azul que la había llevado a esa horrible discoteca de polígono, sólo lamenta haberse quedado sin medio de transporte. Se dirige hacia la carretera y se detiene junto a una parada de autobús. No sabe cuánto tiempo tendrá que esperar pues alguien ha arrancado el cartel con los horarios.

Poco después aparece al otro lado de la carretera un viejo enjuto con un sombrero cordobés. Despliega una silla de tijera, coloca un plato de hojalata junto al arcén y se pone a tocar unas castañuelas. “Ese viejo debe estar loco –piensa Selene-. Mira que ponerse junto a la  carretera   en medio de ninguna parte…” El viejo canturrea con tono monocorde:

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…

-Está como una chota –murmura Selene -. No creo que le echen muchas monedas.

Pasa el tiempo y el autobús no aparece. Aunque ya ha oscurecido el calor no afloja. Selene nota la nuca pegajosa de sudor y se recoge el pelo en una improvisada coleta. El viejo sigue con su solitaria actuación:

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…

Un soñoliento tábano pasa muy cerca de la cara de Selene. Lo ahuyenta agitando su bolso en el aire. Selene contempla al viejo que deja por unos segundos de tocar las castañuelas como si estuviera a punto de desfallecer pero de repente, como un muñeco al que acaban de dar cuerda, sigue repiqueteando las castañuelas con renovado brío. Selene pasa del asombro al fastidio cuando le oye recitar: “diecisiete, diecisiete, diecisiete…”

 Media hora después Selene pasea nerviosa y sofocada alrededor de la parada. Pasa muy cerca de ella un coche tuneado con tres chicos dentro que le gritan groserías. Uno de ellos la señala e imita con gestos el sexo oral.

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…

 Selene se sorprende a sí misma gritándoles  con una furia descontrolada. Ahora comprende hasta qué punto el viejo le está crispando los nervios. Además ahora aúlla más que recita  sus diecisiete agitando frenéticamente las castañuelas. Con la mayor velocidad que le permiten sus tacones Selene cruza la carretera y se planta delante del viejo que no parece advertir su presencia.

-Diecisiete, diecisiete, diecisiete...

 Selene cierra con fuerza los puños. Sus dientes chirrían. Grita furiosa:

-¡Cállese de una puta vez!!!

Selene queda cegada por un súbito resplandor de película quemada. Un camión de potentes faros la embiste lanzándola a una docena de metros de distancia. Su cuerpo aterriza sobre la carretera formando un charco de sangre color rojo intenso.

Tres días después un joven de aspecto extranjero deja su pesada mochila al lado de la señal de la parada de autobús. Mira con aprensión las señales de sangre seca sobre el asfalto y luego se fija en un viejo con sombrero cordobés sentado enfrente, al otro lado de la carretera. Repica unas castañuelas y empieza a canturrear:

-Dieciocho, dieciocho, dieciocho…

FIN

Hace cuatro años publiqué estas viñetas preparando con mi madre la comida de Navidad. Ya no está conmigo y hecho mucho de menos aquellas maratonianas noches, los dos en la cocina. 


LA RECETA: MATAMBRE A LA LECHE. Foto: Silvina. 
Receta uruguaya. Cuando fui a una carnicería argentina de mi barrio y vi la pieza me dije: "¡A dónde voy con eso!" me pareció enorme, pero el matambre tiene mucha agua y se reduce al cocer.
Adobar el matambre de 1Kg. a 2 Kg. con: perejil picado, 2 dientes de ajo picado, 1 cucharada de orégano. 2 cucharadas de zumo de limón, sal y pimienta.
Cubrir con leche y dejar durante toda la noche. 
Hornear hasta que se vea tierno y dorado. (1h. 30m.)
Se suele servir con puré de patatas.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

EL CLUB DE LOS SÁDICOS DE LOS LAVABOS PÚBLICOS CON LUZ AUTOMÁTICA

 

Son diez hombres anónimos pero muy poderosos. Son los de la empresa Elektrika S.A. principal suministradora de interruptores de luz con temporizador para los lavabos.

Esperan al profesor Sibelius y las noticias sobre su experimento, ha controlado el tiempo que han empleado 1.500 voluntarios entre los 18 y los 55 años para satisfacer sus necesidades en un lavabo público.

 Cuando llega Sibelius lo están esperando en el comedor de Elektrika S.A., un entorno de sillones de piel, mesas de cristal ahumado y plantas tropicales. Sirven un menú con grandes platos octogonales donde en un mar de chile poblano nada un langostino que parece un brillante insecto empalado. Sibelius pide la palabra:

- Caballeros, está comprobado: el tiempo medio que emplea un hombre en pulsar el interruptor, desabrocharse y orinar es de un minuto y cincuenta y cuatro segundos.

-Bien -responde Don Faradio-. La luz de los interruptores se apagará a los cuarenta y cinco segundos exactos.

-¡Una idea genial! –aplaude Don Culombio-. ¿Y qué ha pensado para las mujeres? Ellas estarán sentadas.

-Sugiero colocar el interruptor de luz en los lavabos de mujeres lo más alejado posible de la taza –prosigue Sibelius-, así tendrán que levantarse a oscuras para buscarlo y encenderlo de nuevo con el consiguiente engorro.

-¡Es usted un genio, profesor! –aplauden los diez anónimos de Elektrika S.A.

 Ahora todos ustedes ya saben quienes son los retorcidos cerebros culpables...

Dicen que en ese momento se pueden oír las risotadas de hiena de los Diez de Elektrika S.A. aunque lo más probable es que uno ya esté bastante ocupado intentando encontrar a tientas la luz piloto que normalmente no funciona.

LA RECETA: SALMÓN A LA PAPILLOTE. Foto: Silvina.
Se conocen con el nombre de papillote los platos cocinados y envueltos en papel de aluminio.
Marcar el salmón en la plancha bien caliente, vuelta y vuelta. Retirar y sazonar con sal y pimienta.
Envolver el salmón con alguna verdura (espárragos, judías verdes, tiras de zanahoria...) en una hoja de papel de aluminio para que se pueda cocer en su propio jugo, sin aceite ni grasas.
Introducir en el horno precalentado a 200º y dejar cocer 20 minutos.
Hala, ¿a que es fácil?