viernes, 14 de septiembre de 2018

RON HOWARD Y LA MÁQUINA TRAGAPERRAS (Relato y más cosas)


Después de dirigir Han Solo, una historia de Star Wars con Solo y Chewbacca, Howard decidió rodar otro Spin-Off-Precuela de la saga con los robots R2-D2 y C-3PO desde el momento en que se conocieron bailando en una discoteca Robo-gay del polígono Trocadero.
El director se puso a buscar localizaciones en Mataró, una ciudad cercana a Barcelona atraído por su estética Neo-After-Punk. Entró con todo su séquito en el Bar La Ponzoñosa y al instante quedó maravillado por el festival de luces y musiquitas que emanaba de la máquina The Last Jedi;  un tragaperras ochentero de la Empresa Cirsa que, milagrosamente, aún funcionaba.
Superado el síndrome de Stendhal, Ron Howard se pasó cuatro horas jugando mientras su entourage devoraba torreznos y bocadillos de calamares.
Cuando el director salió del local había perdido 2.365 euros. Le preguntó al jefe de casting:
-¿Qué tal Jennifer Aniston de princesa Amígdala del Planeta Nabo?
-Hummm… ¿No es algo mayor para el papel?
Mientras tanto un ciudadano chino se acercó a la máquina y con sólo decirle “Hola” recuperó los 2.365 euros de Ron Howard.
FIN
APUNTES DE VERANO
Vale, he exagerado un poco pero el turista se parecía bastante.
El martes 7 de agosto el bochorno en Barcelona era insoportable. Así me sentía yo en la calle, como caminando por un plato de sopa caliente.
CENA A LO HOWARD HUGHES
Ayer me preparé lo que el excéntrico millonario Hughes cenó cada noche durante 37 años: bistec con guisantes y helado de pistacho.
¿QUÉ VA A CENAR HOY, MISTER HUGHES?
Howard Hughes era un hombre brillante -diseñó un motor para hidroaviones aún no superado e inventó el Wonderbrá para resaltar el busto de Jane Russell en la película El forajido (1943)- aunque también de curiosas manías. Durante 37 años cenó este mismo menú. Incluso diseñó un tenedor con las púas más separadas para descartar los guisantes pequeños que le parecían insípidos.
El servicio de cocina de su mansión le preparaba diariamente un menú que un sirviente entregaba a Hughes en una carta por si cambiaba de idea, pero... nada.



martes, 4 de septiembre de 2018

POTI POTI DE SEPTIEMBRE

NUEVOS FENÓMENOS PARANORMALES EN MI CASA.
 En la cocina me ha aparecido un portal -al estilo de el Aleph de Borges- hacia otra dimensión. Supongo, porque el portal, umbral o lo que sea aún sigue cerrado por vacaciones.
Vuelvo con el pasillo. Por algún capricho del arquitecto mi recibidor tiene forma de triángulo. No habría pensado en el de las Bermudas si no fuera que el pasado agosto el recibidor se tragó a la tía Marta, dos Testigos de Jehová y un empleado del gas que venía a comprobar el contador.
Eso me pone algo nervioso y cuando salgo de casa procuro evitar el triángulo.


PROBLEMAS CON LA CENSURA
Me encargaron un dibujo para una zapatería infantil "El indio". Dibujé un indio con arco estilo sesentero pero lo rechazaron por -según ellos- presentar una imagen agresiva y negativa de los nativos americanos. "Se está entrenando para las Olimpiadas con el tiro al arco.", dije pero no coló. Entregué otro dibujo con el personaje siguiendo huellas que queda muy apropiado para una zapatería.
Dijeron que no se entendía y que añadiera una flecha (deben creer que los niños son bobos) La verdad, a mí me gusta más el primer dibujo.
Esta portada -Cowboy de medianoche- la entregué en agosto. Los americanos me la han devuelto para que elimine el cigarrillo.
EL ORIGEN DEL LOGO DE BORGO
 Viene de esta ilustración que hice para una carta de cócteles en el año 83.
Isla de pinos, un delicioso trago que se prepara así:
Echar en una coctelera hielo, 1/3 ron blanco, 2/3 zumo de naranja (mejor si es natural) y una cucharadita de azúcar.
Agitar y servir en copa de cóctel con una tira de piel de naranja.
Bueno, después de tanto tiempo con este blog ya tocaba poner una receta inventada por mí ¿no?
CONEJO CON UVAS AL VINO BLANCO
Dorar en una cazuela los trozos de conejo con dos dientes de ajo. 
Reservar la carne en un plato y sazonar con sal y pimienta. Freír en el mismo aceite dos rebanadas de pan seco y triturarlos en la batidora con una copa de vino blanco hasta formar una salsa. 
Pelar unos granos de uva, es algo fastidioso, recomiendo hacerlo con música de fondo. Volver a poner en la cazuela el conejo junto con las uvas y la salsa, añadir perejil troceado, tapar la cazuela y dejarlo cocer todo una media hora con el fuego al mínimo.
¡Buen provecho!