sábado, 31 de octubre de 2009

FELIZ HALLOWEEN


Por supuesto que aquí en Borgo se celebra el Halloween. Y hasta el Día de los difuntos como en México con su Catrina y todo. La verdad es que mi primera vocación fue la de trabajar como presentador en TV en un ciclo de películas de horror. Ya me imaginaba en una mesa con un candelabro, una calavera de goma y al fondo una chimenea con leños ardiendo.

La más famosa presentadora de cine de terror fue la encorsetada Vampira que tenía su propio show –Shock Theather- en una cadena televisiva durante los años 50. El 30 de octubre de 1958 un admirador, Frank Staikos, la estuvo persiguiendo durante horas para intentar convencerla de que lo acompañara a una fiesta de Halloween. Vampira le gritó: “¡Déjame en paz, toda mi vida ha sido un puto Halloween!” Vampira hizo bien en rechazar la invitación de Staikos pues aquella misma noche –vestido como el Hombre de Hojalata del Mago de Oz- estrelló su auto contra un muro.
Mira cómo baila el esqueleto, mira como se menea por completo, pinchen aquí los que quieran ver bailar a la muerte.
Y para los amantes de los cásicos este Skeleton Dance de Disney es una buena apertura para el día de Halloween.

martes, 27 de octubre de 2009

¿ES KLAUS KINSKI?



Esta es una de las más conocidas fotos de Robert Capa. Fue tomada en Francia en agosto de 1944. Vemos a un oficial de la policía militar estadounidense cacheando a un soldado alemán que ha intentado escabullirse poniéndose un abrigo de civil sobre el uniforme de las SS. Ya había visto la foto otras veces pero, mirándola detenidamente, me parece ver un parecido razonable entre el soldado alemán y el actor fetiche de Werner Herzog. Kinski, en sus memorias Yo necesito amor –el título parece más bien de una postal de San Valentín-, describe su paso por la guerra en una unidad de paracaidistas, pero ¿podría ser que hubiera ocultado su paso por las tristemente célebres SS como su paisano Gunter Grass? Quién sabe. Aunque, insisto, más bien creo que es solo un parecido pero hubiera sido increíble ver al irascible Kinski en plena segunda guerra mundial. Seguro que él solito acababa con los Inglorious Bastards de Tarantino.

BARBERÍA BROSSET, 1944


Durante cuatro años todos los jueves entraba en mi barbería el mayor Stuermer, jefe de las fuerzas de ocupación de la zona, para recortarse el cabello. Ocho centímetros reglamentarios en la parte frontal y rasurado en las sienes y nuca. Una mañana de junio me indicó que se lo dejara más corto que de costumbre pues se iba con su unidad a Normandía. Le esperaba una larga temporada llevando casco de acero y el calor apretaba. Apliqué mi rigor profesional para disimular la incipiente alopecia de su coronilla. Desde ese día nunca más volví a ver a Stuermer.
Un día de finales de julio a la hora de comer –cuando no suele haber nadie en la barbería- entró Bouvet muy nervioso y cargado con dos maletas. Bouvet era un colaboracionista que hasta se había dejado crecer un bigotillo igual al de Hitler. Me pidió que se lo afeitara. Cuando terminé me pagó con un paquete de cigarrillos –ya casi no circulaban los Reichmarks- y se fue apresuradamente. Tampoco he vuelto a ver a Bouvet desde entonces.
Una bochornosa tarde de mediados de agosto se presentaron tres hombres armados con mausers y portando brazaletes con la Cruz de Lorena.
-Coge tus instrumentos –me dijo uno que, pese al calor, llevaba chaqueta de cuero- .Te esperan cuatro señoritas.
-No trabajo con mujeres –respondí-, esto es una barbería para caballeros…
Se rieron de buena gana y me dijeron que no importaba, que cogiera lo que necesitara y que les acompañara a la plaza mayor.
En un banco del centro de la plaza había cuatro jóvenes sentadas con las cabezas gachas. Una multitud a su alrededor las increpaba. El hombre de la chaqueta de cuero me dijo que se habían acostado con alemanes (colaboracionismo horizontal, lo llamaban) y que merecían un correctivo. Dadas las circunstancias no realicé un mal trabajo. Primero las tijeras, luego la maquinilla. En plena tarea, un corresponsal americano me hizo una foto. Me fijé en el nombre que llevaba sobre el bolsillo derecho de su guerrera: Robert Capa. Después juntaron todos los cabellos en un montón como quien barre hojas secas y les prendieron fuego. Un olor acre se extendió por el pueblo.
Por la noche me serví un gran vaso de calvados y me senté frente al gran espejo del comedor. Miré hacia mi reflejo y dije: “El Tribunal de Responsabilidades declara abierta la sesión”. Un juicio en el que yo era fiscal y defensor. Todo era confuso. Acababa de prestar mi único servicio a la Resistencia rapando a cuatro muchachas pero antes me había pasado cuatro años cortando con esmero el pelo a Stuermer y había ayudado a escapar a un colaboracionista. Pronto dictaminé el fallo: era un caso de capilaridad consecuente.
A la mañana siguiente, cuando abrí la barbería, soplaba un fuerte mistral. El cabello se arremolinaba sobre el lado izquierdo de mi frente. La parte derecha de mi cabeza –y la zona correspondiente al bigote- estaba completamente afeitada.

viernes, 23 de octubre de 2009

FIESTEROS

La controversia entre partidarios y detractores de Polanski ya se ha cobrado su primera víctima mortal: Jacques Chessex, el más prestigioso escritor suizo actual, murió la pasada semana durante un coloquio en el que un espectador le recriminó que hubiera defendido a Polanski. Cuando el escritor iba a responderle el espectador se dirigió a la salida. Chessex se levantó, gritó: Ecoutez-moi! Y cayó fulminado por un ataque al corazón.
Todos saben que los problemas de Polanski empezaron en 1977 durante una fiesta con jacuzzi, alcohol y drogas en casa de Jack Nicholson; pero existen otros dos casos de cineastas que pagaron caras sus francachelas:

Fatty Arbuckle: el cómico mejor pagado del Hollywood mudo celebró una fiesta sumergida en alcohol en la suite 1219 del hotel St. Francis de San Francisco. Una aspirante a actriz llamada Virgina Rappe (curioso apellido: Rappe suena como violación en inglés) murió al día siguiente y Fatty fue acusado de ser el causante de su muerte. Aunque se habló de desgarro vaginal con una botella de vino parece ser que la causa fueron los politraumatismos que le causó el bruto de Fatty al echársele encima con sus 140 kilos de peso. Fatty fue absuelto en el juicio pero su carrera se vio fatalmente truncada. Por cierto que aunque el hotel St. Francis nunca ha promocionado la suite 1219 hay una interminable lista de turistas morbosillos dispuestos a pagar los 1.200 dólares que cuesta pasar allí una noche.

Lionel Atwill: este actor inglés fue el mad doctor favorito de los años 30 en películas como Dr.X o Los crímenes del museo de cera. Su acento inglés y ojos malévolos lo convertían en el perfecto villano de película. En 1940 Atwill celebró en su mansión de estilo español una peculiar fiesta navideña, una orgía con túnicas negras que recreaba los ritos paganos del solsticio de invierno. Una adolescente acusó a Atwill de haberla violado encima de una piel de tigre mientras se proyectaban películas pornográficas. No le fueron de gran ayuda al actor unas declaraciones a la prensa unos años antes en las que decía: “Todas las mujeres aman al hombre que temen y a la mano que las somete…” Atwill se libró por poco de la cárcel pero la industria hollywoodiense le dio la espalda y solo pudo seguir trabajando en ínfimas producciones de serie B hasta su muerte en 1946. La mayoría de filmes de Lionel Atwill están representados en esta bonita colección de cárteles de los años 30-40.

EL GOLPE DEL MAI TAI


La noche del sábado 16 al domingo 17 de julio de 1964, a la una de la madrugada, en Vientián, la capital de Laos, se produjo un golpe de estado de lo más misterioso. El conocido como “Putsch del Mai Tai” no causó ningún muerto ni cambió prácticamente nada en la situación del país. Alrededor de la medianoche cuatro oficiales del ejército se estaban poniendo ciegos de cócteles Mai Tai en el Bijou Bar. El dueño los echó fuera a la hora del cierre, pero como los militares tenían ganas de proseguir la juerga fueron a despertar a Sisang, el príncipe y primer ministro que residía cerca de allí. Sisang se levantó de muy malas pulgas y en lugar de invitarles a una copa se enzarzaron en una pelea. Uno de los borrachines sacó una pistola y metieron a golpes al príncipe en un jeep. Al llegar a su base de Xien Nip encerraron a Sisang en una celda.
Si ya es duro despertarse con resaca y recordar que la noche anterior uno se puso a hacer el oso y a tocarle el culo a la novia de su mejor amigo imagínense lo que es decir:
-Hemos dado una paliza al primer ministro y luego lo metimos en el calabozo. Ahora sí que la hemos liado parda…
Los resacosos oficiales fueron a informar a su jefe, el general Si Mong, quien se encogió de hombros y dijo: “El golpe ya está hecho; solo podemos seguir adelante”. Y así fue como Si Mong se convirtió en el nuevo líder de Laos gracias al conocido como “Golpe del Mai Tai”. Solo permaneció un mes en su puesto. Un nuevo golpe de estado lo destituyó.
Aprovecho para poner la receta de este cóctel cuyo nombre en tahitiano significa” muy bueno”.
Llenar media copa de cóctel con hielo picado. Añadir 60 ml de ron blanco, 30 ml de ron añejo y un chorrito de Cointreau. Poner –cada uno a su gusto- zumo de piña y zumo de limón y remover. Se suele adornar con una sombrillita de papel.

miércoles, 21 de octubre de 2009

SOBRASADA


Recuerdo un día de pleno agosto en que entré en un bar de un calcinado pueblo cerca de Cádiz. El único bar de allí. Estaba más sediento que nunca y el dueño, enfrascado en un partido de hockey sobre hielo que ponían en la tele (debí topar con el único fan de ese deporte en kilómetros a la redonda) tardó una eternidad en servirme una cerveza. Algo parecido al protagonista de este divertido cuento de Sergi Pamies:
Entro en un bar. Pido un bocadillo de sobrasada y un agua sin gas. El camarero sólo me sirve el agua y se vuelve a leer el periódico. Pasan los minutos y me preguntó quien prepara mi bocadillo. En el bar sólo estamos él y yo. No hay ninguna puerta que comunique con una posible cocina. Carraspeo.
-Un bocadillo de sobrasada –digo por segunda vez.
El camarero cierra el periódico con desgana y suspira:
-Ahora mismo.
Justo entonces entra un grupo de hombres altos. Bromean. Piden diversas bebidas y hablan del calor. El camarero les atiende con eficacia. Me ignora, conversa con ellos sin prisas. Los hombres altos quieren otra ronda. Antes de servirles, el camarero me dice:
-Tranquilo. Ahora me pongo.
Vacía una botella de líquido azulado entre cuatro copas. Después, toma un cuchillo de cortar pan y comienza a cortar un panecillo oscuro. Le interrumpe uno de los hombres para preguntarle si vio el partido de ayer. Abandona el cuchillo. Cierra el puño y golpea la barra como si quisiera aplastar al árbitro de quien habla. No digo nada. Hay millares de bares en la ciudad y he tenido que elegir precisamente éste. El camarero repasa todo el bar en busca de la sobrasada y finalmente la encuentra bajo una bolsa de plástico. Corta tres rodajas. Separa la piel y las deja cerca del panecillo. Uno de los hombres altos hace una seña para indicarle que quiere pagar. El camarero se seca las manos en el delantal y se va a la caja. Recoge el billete, se rasca la calva, pulsa la tecla y el cajón se abre.
Volvemos a estar solos. Con el cuchillo aplasta meticulosamente la sobrasada. Suena el teléfono. Con la mirada le ruego que termine el bocadillo pero no lo percibe. Coge el auricular. Repite dos veces: “Haz lo que quieras”. Supongo que habla con una mujer. Y luego. “Si no lo entiendes, no es mi problema”. Cuelga. Regresa malhumorado. Se vuelve a por la aceitera y, sin querer, tira medio panecillo al suelo. Los dos blasfemamos, pero él en voz alta. Comprueba que no le queda otro panecillo. Pienso que ahora es el momento de pagar el agua y largarme. Demasiado tarde: ha sacado de la nevera dos rebanadas de pan inglés. Tengo la sensación de llevar horas. Otro en mi caso ya habría gritado, pero cuando tropiezo con la amorfa mirada del camarero me quedo mudo, incapaz de decirle que no se puede tardar tanto para preparar un miserable bocadillo. Ha conseguido extender la sobrasada sin cometer ningún desaguisado. Un chorro de aceite y ya está. Me lo sirve en un plato demasiado grande para el tamaño del bocadillo, como en los restaurantes de lujo. Lo miro. Un rectángulo de pan blanco en medio de un plato de cristal. No sé si morderlo, ya no tengo hambre, pero lo tomo y lo muerdo lentamente. Mis dientes se hunden en el pan blanco y no respiro para no percibir su sabor. Pienso en la sobrasada: carne de cerdo, cruda, amasada con pimienta roja y embutida en trozos repugnantes de intestino grueso. El bocadillo se me antoja una masa enorme y asquerosa que no puedo engullir. Saco un billete y le pido al camarero que cobre. Cierra el periódico con desgana y suspira:
-Ahora mismo.
Antes de que pueda recoger el billete, vomito ruidosamente. Le salpico la calva y el delantal.

viernes, 16 de octubre de 2009

LA BIZARRA MUERTE DE SUSAN CABOT



Susan Cabot fue lanzada al estrellato por Roger Corman en su película La mujer insecto (1960) en la que interpretaba a una experta en cosméticos que se inyecta jalea real para parecer siempre joven y acaba convirtiéndose en un monstruo medio mujer medio avispa. Siguieron más títulos de serie B como Mujeres vikingas o Guerra de planetas.
En 1967 tuvo a su único hijo Tim Cabot –fruto de su relación con el rey Hussein de Jordania que le pasaría una pensión vitalicia- al que los médicos diagnostican enanismo. Aquí es cuando la vida de Susan parece recrear una película de serie B: entra en escena el centroeuropeo doctor Dobkin que recomienda unas inyecciones a base de la pituitaria de cadáveres recientes. El tratamiento tuvo éxito, pero Susan, que sobreprotegía a su hijo de manera enfermiza, inyectó a Tim unas dosis cada vez mayores hasta convertirlo en una especie de monstruo hipertrofiado. Los Cabot vivían sin salir ni comunicarse con nadie en un caserón en las afueras de Hollywood lleno de fotos y recuerdos de la cada vez más desequilibrada actriz (como la Norma Desmond de El crepúsculo de los dioses, pero sin mayordomo) Hasta que un día de diciembre de 1987 al monstruoso Tim se le cruzaron los cables y golpeó a su madre hasta matarla. Vida y muerte al más puro estilo pulp.
Pronto se estrenará en España la película basada en este suceso: Black Oasis, con Rose McGowan -pareja del director Robert Rodriguez- en el papel de Susan Cabot.

¿DIGA?


En la guía telefónica de Nueva York había, antes de la II Guerra Mundial, veintitrés abonados cuyo nombre era Hitler. Después, hubo veinticuatro.”
(Microrrelato de Fernando Marías)

En 1940 residían en Berlín 73.000 judíos que iban perdiendo prácticamente todos sus derechos. En julio se les retiraron sus contratos telefónicos y solo pudieron conservar su teléfono los médicos y los abogados. La guía telefónica de Berlín de ese año aún contaba con 5000 judíos en sus páginas. En su última edición durante la guerra, la guía de 1941, únicamente aparecían 520 judíos.
El 18 de abril de 1941 a las 17.52 horas suena el teléfono en el apartamento berlinés de Menahem Saltzman. Un minuto después ya ha agotado todo su repertorio de maldiciones.
Sólo 520 judíos en la guía y tenían que llamarlo cuando estaba en la ducha, enjabonado hasta las cejas.
Y encima querían hacerle una encuesta sobre una conocida marca de cigarrillos.

martes, 13 de octubre de 2009

SUNSET BOULEVARD


Como todos los viernes por la noche Keaton, Warner y Nilsson se encuentran en la casa de Norma Desmond para su partida de cartas. Aprovechando que son cuatro juegan al bridge. Antes jugaban al póker pero pronto se dieron cuenta de que era imposible ganar a Buster Keaton con su sempiterna cara de póker. El salón está escasamente iluminado y no es fácil ver los palos de las cartas, aunque también les evita la visión del pequeño féretro con el cadáver de la última mascota de Desmond; un mono.

El mayordomo, Erich von Stroheim, acude con una bandeja con bebidas y se despide con una inclinación de su poderosa testa prusiana. Keaton, que le ha tocado formar pareja en el juego con Desmond, empieza a repartir cartas. De repente se queda extasiado al ver la cara de Norma Desmond resplandeciente, como no la había visto desde que la iluminaban los focos del estudio. Nilsson le devuelve a la realidad cuando dice:
-Está amaneciendo.
Todos se quedan ensimismados mirando los pálidos rayos de sol con infinitas partículas de polvo que danzan por todo el salón hasta que Norma Desmond se levanta dando por acabada la reunión:
-Gracias por esta deliciosa velada, queridos amigos. Hasta el próximo viernes. –Y dirigiéndose al mayordomo-: Max, ya puedes recoger lo que hay en la mesa, por favor…
Como era de esperar ninguno salió por la puerta. Todos, en perfecta procesión fantasmal, atravesaron las paredes.

sábado, 10 de octubre de 2009

DOS PELÍCULAS MUY MALDITAS


El último hombre de la tierra.

El pasado año, aprovechando el estreno de la –horrible- película de Will Smith, me encargaron esta portada de la magnífica novela de Richard Matheson Soy leyenda. La versión más recordada es la deCharlton Heston: El último hombre vivo (1971) pero existe una anterior: The Last Man on Heart (1961) protagonizada por Vincent Price. Diversos problemas (disputas entre Matheson –también autor del guión- y los productores, pésima distribución…) consiguieron que este filme fuera prácticamente invisible. Está bajada por completo en youtube, solo en inglés, (nunca se estrenó en España) pero un amigo mío está trabajando en el subtitulado y prometo colgarla en este blog cuando esté disponible. Mi parte preferida es esta: cuando Price es sorprendido por los no muertos. Es inevitable pensar en cierta famosísima cinta de terror y es que George Romero reconoció que estas escenas le influyeron mucho al filmar su Noche de los muertos vivientes (1968) Por primera vez se ven en el cine unos vampiros vestidos de calle, sin capa ni chistera, pero mucho más efectivos que los digitalizados vampiros de la versión de Will Smith.

El día que el payaso lloró

“Antes me gustaba Jerry Lewis pero ahora veo lo burdas que son sus películas. Su humor solo puede gustar a los niños…” (Harvey S. Pekar, guionista de cómics)
La década de los 70 no empezaba bien para Lewis. La crítica había masacrado su último filme ¿Dónde está el frente? (1970) y su show en TV estaba a punto de ser retirado por baja audiencia. Era el momento de un cambio de registro: en 1971 cayó en sus manos un guión de Joan O´Brien titulado The Day the Clown Cried y le entusiasmó. El protagonista es un payaso en la Alemania nazi que por contar chistes sobre Hitler va a parar a un campo de concentración. El jefe del campo encarga al payaso la misión de distraer a los niños mientras son enviados a la cámara de gas.
Sería el primer papel serio de Lewis que adelgazó 17 kilos y puso todo su dinero para la recreación del campo de Auschwitz en Suecia. Los otros papeles principales fueron para Anton Diffring , el comandante del campo y Harriet Anderson- la protagonista de Un verano con Mónica de Ingmar Bergman- en el papel de una deportada. Cuando la película estaba casi terminada se suspendió el rodaje por razones poco claras. Jerry Lewis conserva la única copia existente que guarda celosamente en una caja fuerte. El actor decidió que nunca nadie vería esa película y se niega a hablar sobre el tema desde entonces. Spielberg está interesado en rodar una versión con Robin Williams de protagonista y ha ofrecido, a cambio de visionar el filme, una gran suma a Jerry que aún no ha respondido. Estas escenas del rodaje es lo único que se puede ver por ahora de una de las películas más malditas y misteriosas de la historia.

EL MÉTODO TORTONI



Cuando visité el Café Tortoni en Buenos Aires me sorprendió la infalible memoria de sus camareros que, sin anotar nada, nunca se equivocan con los pedidos. Un peinado, un gesto, el tono de voz… esa información mínima ya es suficiente. Un grupo de científicos ha publicado un artículo titulado El Método Tortoni en la revista inglesa Neurology en el que se atribuye a los camareros del local una técnica mixta: combinar la fisonomía del cliente con su ubicación en la mesa. Ocho neurólogos acudieron varias veces al Café Tortoni. Hacían su pedido y, cuando el camarero se dirigía a la barra, los científicos se cambiaban de mesa. Esto desconcertaba al camarero que había desarrollado un diagrama singular: ubicación + cara. El estudio Método Tortoni servirá para conocer las estrategias de la memoria y será usado en tratamientos de rehabilitación.
Borges –como no- era habitual del Tortoni y la famosa memoria de sus camareros le inspiró el relato Funes, el memorioso. Me encanta esta parte:
“Funes empezó a enumerar, en latín y español, los casos de memoria prodigiosa citados en la Naturalis Historia; Cirio, rey de los persas que sabía citar por sus nombres a todos los soldados de sus ejércitos; Mítriades, que administraba justicia en los 22 idiomas de su imperio; Metrodoro, diestro en la habilidad de repetir fielmente lo escuchado una sola vez… Funes sabía reconocer las formas de las nubes australes del amanecer del 30 de abril de 1882. Tres veces había reconstruido un día entero, no dudaba nunca, pero esa reconstrucción le llevaba un día entero…”
Esta es una tira de mi amigo Giner. De sus personajes me quedo con este camarero ojeroso que siempre parece peleado con el mundo entero.



miércoles, 7 de octubre de 2009

NOCHE DE BODAS EN LA MANSIÓN FRANKENSTEIN


Por fin llegó el día en que iba a conocer a Elsa, la compañera que el Dr. Frankenstein había creado para mí. El doctor me esperaba en el salón, me obsequió con un puro y apareció Elsa del brazo del profesor Pretorius. Estaba preciosa con aquel vestido- mortaja blanco diseñado por el propio Pretorius. El profesor tenía los ojos húmedos. “Siempre lloro en las bodas” –se disculpó.
Nos hicieron esta foto. Elsa pone una cara como de susto. Quizás eran los zapatos pues no paraba de quejarse de que le hacían daño. Poco después ocurrió un feo incidente, como un mal augurio de lo que más tarde me esperaba. Iban a dar las doce cuando entró Igor con una enorme tarta. Al sonar la primera campanada el zopenco del jorobado se asustó y dejó caer el pastel que se espachurró sobre el suelo. El doctor la emprendió a latigazos con Igor gritándole: “Torpón”, “Manos de trapo” hasta que le rogué que se detuviera para no ensombrecer un día tan señalado.
Brindamos y nos condujeron a un cuartito donde Elsa y yo estaríamos solos. Habían tenido el detalle de retirar las telarañas y colocar una cubitera con una botella de champagne. Prometía ser una velada inolvidable pero mi decepción fue mayúscula al descubrir que Elsa… no era virgen.
A la mañana siguiente el Dr. Frankenstein se sorprendió al verme sentado solo en la mesa de la cocina frente un café y a una hora tan temprana. Le referí lo ocurrido la pasada noche omitiendo detalles escabrosos. El doctor me escuchaba con una sonrisa comprensiva, casi paternal, mientras removía su café. Aproveché su aparente buen humor para preguntarle si en un plazo de tiempo razonable podría fabricarme otra compañera. El Dr. Frankenstein soltó un bufido:
-¿Pero tú te crees que los cadáveres recientes se encuentran en la tienda de la esquina?

OCTAVI INTENTE

Es el nombre de uno de los pintores que más me ha impresionado últimamente. Su especialidad son los objetos inanimados: instrumentos musicales, bolsas de agua, macarrones… con su estilo entre naif y surrealista.

MORTADELO Y LAS TORRES GEMELAS


No me lo podía creer pero era cierto: Francisco Ibáñez, el famoso dibujante ¡es Nostradamus! Circula por internet esta viñeta publicada en 1993. Al creador de Mortadelo y Filemón le gusta recrearse en los detalles. Es frecuente ver por sus viñetas, en segundo plano, cerdos que vuelan, gusanos con bufanda, un hombre leyendo el periódico que sube una pared… aquí se ve una estatua suya al lado de la Estatua de la Libertad y, a la derecha, un avión que se ha estrellado en las Torres Gemelas y justo en el lugar donde impactó la primera aeronave un 11 de septiembre… ocho años después.

sábado, 3 de octubre de 2009

CODE GUARDIAN Y EL DR. SIEGFRIED

En mi entrada titulada Extraño documental del pasado 14 de septiembre hablaba de una supuesta filmación propagandística que algunos daban por auténtica. Ahora ya sé que es obra del video artista Marco Spitoni. Recientemente Spitoni ha presentado un nuevo falso documental: Code Guardian. También está ambientado en la Segunda Guerra Mundial pero este, en su mayor parte, en color. Los nazis han creado ahora un robot gigante que atraviesa el océano para atacar una base aliada, pero el engendro no sabe que los estadounidenses ya tienen una réplica. Solo faltaba que los japoneses enviaran a su Godzilla y ya estaba la fiesta completa.

Code Guardian

Este video me ha recordado a los inventos del científico Siegfried Qual. Una especie de inventor locuelo a lo profesor Franz de Copenhague que trabajó para los nazis. Su artilugio más célebre es un tanque andante bautizado con el pomposo nombre de El Martillo de Thor. Hitler quedó entusiasmado y ordenó la fabricación de algunos vehículos. Estas fortalezas móviles causaron estragos al principio entre las tropas soviéticas pero pronto quedó claro que esos enormes tanques eran imposibles de ocultar además de ser excesivamente lentos y fueron pronto aniquilados por la artillería rusa.
He encontrado esta foto que –al igual que el video de Spitoni- unos creen que se trata de un montaje y otros aseguran que es el único testimonio visual de este curioso tanque andante. Al menos una cosa es segura: el invento del Dr. Qual inspiró a George Lucas el diseño de las máquinas guerreras que aparecen en la batalla inicial de El Imperio Contraataca.

DE MAYOR QUIERO SER HEFNER

Todo un personaje ese Hugh Hefner. El creador del imperio Playboy –la revista celebra ahora su 55 aniversario- lleva 25 años sin salir de su mansión. Algunos hablan de agorafobia pero ¿quién querría salir de la Mansión Playboy? Con su zoo privado, inmensa Casa de Juegos, jacuzzi en todas las habitaciones… por no hablar de las conejitas que por allí corretean. Otro dato curioso es que lleva 30 años vistiendo igual: un batín rojo y debajo un pijama de seda. Circulan muchas teorías sobre el motivo de su indumentaria. Yo también tengo la mía:

3-D


Como decía más o menos Rod Serling en el inicio de cada episodio de La Dimensión Desconocida: “no, no le pasa nada a su ordenador…” Es que es una foto en 3-D. También cumple –como la primera edición de Playboy- su 55 aniversario la película House of Wax (Los crímenes del museo de cera, 1954) el primer largometraje en 3-D. No deja de ser irónico el hecho que se la encargaran a un director –André de Toth- al que le faltaba un ojo y por lo tanto no podía percibir el efecto tridimensional.
Recuerdo la primera película que vi “en relieve” como decían entonces: Carne para Frankenstein, de Andy Warhol (aunque el creador del famoso retrato de Marilyn decía que él se limitó a poner su nombre en los créditos). Fui con unos compañeros del colegio. El cine estaba a tope, nos sentaron en la primera fila y nos daba mucha risa el girarnos para ver a todos los espectadores con aquellas gafas de cartón blanco con un lente verde y otro rojo. Si guardan una de esas gafas en casa podrán ver como es debido esta escena de Los crímenes

jueves, 1 de octubre de 2009

TRES ESPECTADORES


Me acabo de enterar de que en las Multisalas de cine en Barcelona tienen la norma de suspender la sesión si en la sala hay menos de tres espectadores. Esto me proporcionó la idea para este relato corto:
Me gusta ir a las Multisalas del centro comercial la última sesión del domingo, cuando suele haber menos gente. Esta noche está haciendo mucho frío y por eso hay aún menos público de lo habitual. Llevo un rato plantado ante los títulos sin acabar de decidirme por Desidia (Sala-4) o Perfidia (Sala-7) cuando se me acerca una pareja desde la taquilla.
-Perdona –dice él- ¿Por casualidad vas a la sala 4? Solo vamos nosotros dos y la taquillera nos ha dicho que no abren si no hay un mínimo de tres espectadores.
-No te sientas obligado –me dice ella- Si querías ver otra película, no hay problema.
Decido ser sincero:
-No, no… La verdad es que estaba indeciso entre dos películas y Desidia era una de ellas. A mí ya me parece bien.
Quieren pagar mi entrada. Les digo que no, por favor, que no es necesario… pero insisten mucho y la sesión está a punto de comenzar.
-No tendremos problema para encontrar sitio –ríe él cuando entramos.
Para que no se sientan incómodos decido sentarme el primero pero ellos se sientan a mi lado. La chica en el centro, él a su derecha y yo a su izquierda.
Media hora después aún estamos los tres solos en la sala. Tiempo suficiente para comprobar que Desidia es una de esas películas pretenciosas y sobrevaloradas. Además es aburrida. Bostezamos. Las butacas crujen. Cuando el chirrido de los asientos suena más fuerte de lo habitual me vuelvo a mirarlos: él le está masajeando un pecho por debajo de la ropa. Ella gime y saca la lengua. Agarra mi mano derecha y la pone encima de su otro pecho. Me siento confuso pero cuando ella me mordisquea el cuello me dejo llevar.
Poco después él sigue sentado en su butaca pero con los pantalones bajados hasta los tobillos. Ella cabalga encima de él y tiene mi miembro en su boca.
Creo que a la salida les invitaré a tomar algo. No cuesta nada quedar bien.

NO DEBISTE PISAR ESPLUGUES, FORASTERO


Todos en el autocar del colegio sabíamos el punto exacto de la autopista: en dirección a Molins de Rei, a la derecha, aplastábamos la nariz en el cristal para disfrutar de la visión fugaz de un poblado del oeste con sus casas con porches de madera y rótulos donde ponía Sheriff, Wells & Fargo y Saloon. Era el poblado construido por los Estudios Balcázar cerca de Barcelona conocido como Esplugues City.
La primera película que allí se rodó fue Pistoleros de Arizona (1964) que elevó al estrellato al aragonés Fernando Sancho, el eterno mejicano de estas producciones. La vi años después en un programa doble y aún recuerdo las carcajadas de los espectadores cuando asomaba claramente una botella de Anís del Mono en una estantería del Saloon.
Por sus polvorientas calles cabalgaron Robert Taylor, Charles Boyer, Klaus Kinsky, Christopher Lee, Jack Elam y Lex Barker entre otros. Para los papeles de indios contaban con los gitanos de las chabolas del Llobregat. Hasta el mítico John Wayne se paseó por Esplugues aunque no para actuar; el poblado fue el lugar elegido por Balcázar para una juerga flamenca cuando Wayne y Rita Hayworth vinieron a Barcelona para rodar El fabuloso mundo del circo (1965)
Después de casi un centenar de títulos –entre ellos Con la muerte a la espalda (1966) primera película española en 3-D- los estudios se vieron en 1972 con los días contados por el declive del spaghetti western y la inminente ampliación de la autopista. La última película rodada fue Le llamaban Calamidad, un bodorrio con un final espectacular: el incendio controlado de Esplugues City.
Algún día me pasaré por la gasolinera que está justo enfrente del lugar donde se levantó el poblado del oeste. Puede que los empleados me hablen del ulular de coyotes que se oye por las noches y de fantasmales tumbleweed (bolas de hierba seca) que ruedan por la autopista.