martes, 30 de noviembre de 2021

MARIONA LA TARDONA

 

Mariona y Rómulo se han citado en el bar de siempre. Fuera del local un grupo de jóvenes se aburren,  no suelen conversar porque no saben. Mariona lleva treinta minutos de retraso. Qué cosa más rara eso de las citas. Las personas hacen citas, los animales no, y sin embargo copulan, tienen críos…

Por fin llega Mariona. Rómulo tiene la cabeza inclinada sobre su plato recién terminado –ha pedido patatas bravas- y observa a Mariona de reojo. Ella ha advertido que está enojado pues su cara se ve estirada como un balón de futbol americano encima de los hombros. “Perdona el retraso, Romu –dice-. Justo cuando iba a salir de casa…” Mariona enmudece cuando Rómulo le entrega una cajita envuelta en papel Kraft de regalo.

-¡Eh, pero si no es mi cumpleaños ni nuestro aniversario!- Mariona acomoda parte de su cabello detrás de la oreja y descubre el regalo. Es un reloj de cuarzo con correa de malla de oro rosa-. Es muy bonito, cariño, pero no entiendo… ¿un reloj?

 ¡Pues sí! –Rómulo se sulfura-: ¡Porque ya me tienes frito con tus retrasitos, Mariona! ¿Sabes la de tiempo que he consumido esperándote desde que nos conocemos? ¡Horas! ¿Es que no puedes llegar puntual un solo día? Retrasos…  El mundo podría dividirse en dos grandes grupos: el de las personas que llegan a la hora y el de las personas que siempre llegan tarde. Adivina a que grupo pertenecemos cada uno-. Rómulo respira profundamente, saborea su cerveza y deja que sus pupilas descansen en los muslos de Mariona. ¡Ay, si no fuera por sus retrasos…!

-La verdad es que es un reloj precioso, gracias –Mariona se ajusta el reloj a la muñeca izquierda, Rómulo recuerda esa leyenda en la que el reloj se colocaba en la izquierda porque era la muñeca que tenía pulso-. Vaya, pues sí que te fastidian mis retrasos…

Rómulo mira a Mariona y nota que se le pasa el enfado. La sonrisa de ella abre un surco en el corazón de Rómulo como una meada en un campo nevado. Mariona se acomoda en la mesa de buena madera y patas equilibradas y dice:

-Por cierto, Rómu… ahora que estás sentado y ya que has sacado el tema de los RETRASOS… tengo algo que decirte.

Ahora Rómulo nota que se le erizan los pelos de la nuca. Traga saliva. La esfera del reloj parece dedicarle una malévola sonrisa marcando las diez y diez. 

FIN

"Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire."

(Julio Cortázar)

Por cierto ¿alguna vez habéis sufrido a un novio-novia tardones? Venga, aquí lo podéis contar.

UN CHISTECILLO: COLON IRRITABLE.

LA RECETA. SOLOMILLO CON SALSA PEPE

Es una salsa con nata de cocina, champiñones, coñac y salsa Bovril; el concentrado de carne. No tengo idea de porqué se llama así, pero queda muy buena. (Foto: Silvina)

Sofreír en aceite los dados de solomillo (éstos eran de cerdo) sin que queden demasiado hechos y reservar en un plato sobre papel de cocina para eliminar el exceso de aceite.
En la misma sartén o cazuela agregar cebolla picada y champiñones, saltear hasta que tomen color. 
Añadir la nata de cocina (400 ml, un brick pequeño) 2 cucharadas soperas de Bovril y 1 chorrito de coñac. Remover para que mezclen bien los ingredientes. 
Incorporar los trozos de carne, tapar y cocer con el fuego al mínimo unos 20m. 
Lo suelo acompañar con puré de patata o con macarrones. 



 



viernes, 19 de noviembre de 2021

EL DÍA DEL FIN DEL MUNDO POR LA TARDE

 

Oscurece, ha llovido y se refleja una guadaña de luz donde la luna se refleja en los charcos. Entonces aparece Él.

 Se dirige hacia la terraza donde cenan unas cuantas parejas y grupos. Es un local inclasificable, con aspecto entre tumba egipcia y hangar abandonado. Un DJ pone música de Bjork. El hombre escuálido con aspecto de eremita - hasta lleva túnica y un cayado-  grita si están preparados para el fin del mundo.

El eremita entra en el local, derriba un taburete  y descarga estruendosos golpes con el cayado sobre la barra de zinc repleta de vasos de chupito.

-¡Ha llegado el día del apocalipsis! – vocifera aporreando la cabina del DJ-. ¡Ofreced un sacrificio con cien bueyes, aunque me temo que ya es demasiado tarde!

El DJ, bregado en muchos locales en el Kreuzberg berlinés, se limita a poner un disco de REM aunque el eremita tiene un aspecto amenazante bajo el láser y el humo artificial. Los clientes de la terraza se giran para mirarle. Largas cabelleras color chicle, enhiestos penachos naranja, cabezas rapadas de nucas perfectas…  todos le observan.

-¡Tú! –sale a la terraza y señala con un dedo sarmentoso a un comensal que está enrollando espaguetis alla norma con un tenedor. El eremita le acerca su larga y huesuda cara-. ¡Llénate bien la panza! ¡Es tu última cena! -La sucia manga de su túnica se mancha con la salsa de tomate y berenjena del plato-. ¡Esta noche ceno con los extraterrestres!!!

-¡Eh, fantoche!- grita el dueño del local, tiene anchos antebrazos completamente tatuados-. Ya he llamado a la policía, será mejor que ahueques o lo haré yo ahora mismo.

 

-¡Soy el Elegido! ¡Esta noche cenaré con los extraterrestres que ya vienen para salvarme! – el eremita anuncia otra vez el fin del mundo, se ofusca con un delirio de mares incendiados e imita los siete toques de trompeta contra los idólatras-: ¡Tú-tuuut!!!

El dueño se dispone a alejarlo a empellones cuando llega un coche de policía con sirena y  estroboscópicas luces azules. Salen de allí dos agentes uniformados que agarran al eremita de un brazo, sin brutalidad pero con firmeza.

-Acompáñenos por favor- dice un policía señalando el coche con su porra de plástico.

Los clientes del local observan al eremita entrando en el coche pero se percibe la tensión en el ambiente, como si todos los pájaros se hubieran echado a volar para escapar de algún seísmo.

 A un turista holandés se le cae el huevo duro en el bol de ramen, el caldo salpica su camisa, no se ha dado cuenta pues está atónito contemplando el coche policial que se agita y empieza a elevarse ruidosamente. Las piezas de la parte inferior rugen, rechinan. Unos cables parecidos a tentáculos manipulan cables y a ambos lados de la carrocería surgen alerones y turbinas.

- Verandert in een ruimteschip! (¡Se está convirtiendo en una nave espacial!) -grita el holandés, pero nadie lo entiende ni le oye, pues atruena un potente motor en la cola. La nave se eleva rápida hacia el sistema solar y se pierde en una órbita alrededor de la Luna.

Y cuando el cielo se abre y se rasgan las nubes asomando el inmenso meteorito todos los clientes de la terraza reaccionan simultáneamente. Sacan sus móviles y disparan fotos al meteorito incandescente que se acerca implacable.

FIN

¡Y AQUÍ ESTÁ FRODO!

ESPAGUETIS "A LA NORMA"

Este plato siciliano se creó en homenaje a la ópera Norma (1835) compuesta por Bellini. Si se hace con macarrones, la salsa se introduce en los huecos enrollados impregnándolos de salsa y de sabor, aunque es un riesgo para nuestras camisas, como el turista holandés del relato.

La foto es mía, por eso no es tan buena como las de Silvina.

Cortar rodajas de berenjena finas, de 1 centímetro de grosor, echarles sal para que suelten el agua amarga y dejarlas 10m. sobre papel de cocina absorbente.

Freírlas en aceite caliente. Cuando se vean doradas, añadir 2 dientes de ajo cortado en láminas, hojas de albahaca y tomate triturado (yo suelo añadir unas aceitunas negras deshuesadas) tapar la sartén y dejar cocer a fuego mínimo 20 m. 

Cocer la pasta en agua salada, justo antes de sacarla del fuego añadir a la salsa 1 cucharón del agua en que se ha cocido. Escurrir, mezclar con la salsa y servir con queso rallado. La receta tradicional es con ricotta salada, pero si no se encuentra sirve un buen parmesano.


 

 

 

 

 

 


jueves, 4 de noviembre de 2021

¡MALDITO GPS!

 

Mi cuñado me aguarda en su coche nuevo, un juguete de carrocería gris marengo. Al entrar me recibe un jubiloso olor a coche nuevo, cuero auténtico con un toque ahumado.

 Me ajusto el cinturón mientras mi cuñado sale por una vía trasera hacia la autopista. Nada le gusta más que mostrarme su maestría conduciendo sin más que un par de dedos apoyados en el volante para mantener la dirección.  Pone la radio, por la emisora  80 Hits suena Road to Nowhere y segundos después se oye el GPS sobreponiéndose a los Talking Heads. Es una voz que intenta parecer la de una mujer, pero tan sinóptica como una tostadora parlante.

“En cien metros gire a la derecha.”

Mi cuñado mira por encima del hombro metiéndose en el tráfico de la autopista. David Byrne canta su última estrofa y le cede el puesto a Radio Futura –El canto del gallo- hasta que interrumpe de nuevo el guía metálico:

“Manténgase a la derecha y a 200 metros, en la rotonda, tome la cuarta salida”.

En el parabrisas hay pequeñas lentillas blancas, está empezando a llover. “Tenga esta rosa blanca, señorita a cambio de su negro pensamiento” –canta Auserón.

-¡Otra vez me lo ha hecho! Esa -…maldice mi cuñado.

En la rotonda sólo hay tres salidas y no cuatro. Mi cuñado elige la tercera.

 ¡Este GPS es una mierda! – grita tanto que pego un bote todo lo que me permite el cinturón de seguridad-. Parece que se haya vuelto loco. Me indica direcciones equivocadas, los trayectos más largos, carreteras comarcales que resultan ser caminos de cabras llenos de baches…

¿Porqué no lo apagas? –le pregunto.

-¡No se puede! Este modelo cuando lo pones en marcha automáticamente se enciende el navegador…  Pero mañana mismo lo hago cambiar en el concesionario.

Cesan los berridos de Janis Joplin –Piece on my Heart- , otra vez la áspera voz:

“Gire a la izquierda y tome la salida 29”

-¡Que te den! –masculla mi cuñado descargando un puñetazo en la pantalla del GPS-. Es la salida 31 la que tengo que tomar, lo sé,  y lo voy a hacer AHORA!!!

Mi cuñado gira súbitamente hacia la derecha casi rozando los parachoques de los coches que acaban de arrancar al ponerse verde el semáforo del cruce. Suenan cláxones indignados pero mi cuñado ya se aleja a toda velocidad. Trago saliva y me siento como si estuviera sentado desnudo sobre un asiento de ortigas.

Con las manos aún crispadas sobre el volante mi cuñado mueve el dial de la radio. Nada, Tampoco funciona el aire acondicionado, es como si el puñetazo hubiera descontrolado el coche.

-Ayer no dormí nada bien – dice-. Podríamos estar ahora sentados en la estación de servicio de la comarcal 42 tomando un buen café si no fuera porque esta zorra –lanza una mirada furiosa al GPS- me ha enviado por un camino equivocado.

En ese momento me parece oír un robótico y gutural “Gilipollas”, desde el GPS, casi imperceptible pero…No, decido no comentárselo a mi cuñado, me tomaría por loco.

 Cada vez me gusta menos esta situación. A mi cuñado se le cierran los párpados, echa cabezadas y su boca se contrae en forma de culo de gallina. Además, está corriendo demasiado, como suele hacer cuando está nervioso al volante..

-Háblame o me quedaré dormido –dice.

-¿De qué quieres que hable?

-Qué se yo. Cuenta chistes, canta… lo que sea.

Nunca he tenido gracia para contar chistes así que elijo cantar un tema que me parece apropiado para el momento:

Despacito. Quiero desnudarte a besos despacito” - me estoy sintiendo algo incómodo cantándole eso a mi cuñado-. "Firmo en las paredes de tu laberinto.” “Despacito…”

Y entonces oímos una voz que parece surgir de las entrañas del coche: “En cincuenta metros gire a la izquierda."

Debe haber pillado a mi soñoliento cuñado con la guardia baja porque éste da un golpe brusco de volante hacia la izquierda. Las ruedas chirrían y levantan nubes de polvo azulado. Grito:

-¡Por ahí no! ¡Es dirección prohib…!

Las luces largas de un camión lo convierten todo en blanco y negro; como esas viejas películas que no deberían colorear.  Crash. Fundido en negro.

Despierto cuando un hombre con chaleco reflectante abre mi portezuela. Oigo sirenas. Mi cuñado parece haberse llevado la peor parte, ensangrentado y atrapado en un amasijo de chatarra humeante. Entonces lo oigo, es el GPS que  lanza una áspera y metálica carcajada.

-"Ja, ja, ja, jaaa!!!!!!"

FIN

LAS AVENTURAS DE ARTURO CALORES

PROFESOR SIBELIUS

LA RECETA: CALABACINES (ZAPALLITOS) CON SALSA BLANCA. Foto. Silvina
Cocer los calabacines en agua con sal 10 minutos.
Cortarlos por la mitad y vaciarlos con un cuchillo o una cuchara afilada con cuidado de no cortar la piel. 
Sofreír en una sartén la carne de los calabacines con cebolla picada y pimiento rojo cortado muy fino. Añadir 1 vaso de vino blanco y dejar que se reduzca.
Rellenar las mitades de calabacín con esta mezcla, poner encima la salsa blanca (bechamel) y pan rallado o queso parmesano, me gusta con las dos cosas.
Gratinar en el horno a 180º unos minutos y servir. 
SALSA BLANCA
En un cazo ponemos 2 tazas de leche, 1 cucharada sopera de aceite y 3 cucharadas de harina o maizena. Revolvemos hasta que se disuelva, la llevamos a fuego bajo y revolvemos constantemente hasta que se empieza hacer como una crema. Añadir más leche si se quiere más ligera.