miércoles, 28 de enero de 2015

¡NOS VEMOS EL MIÉRCOLES, JOHN LANDIS!

 He adquirido una edición en DVD con extras de una de mis películas preferidas de los ochenta: Un hombre lobo americano en Londres (John Landis. 1981) Nunca olvidaré la descacharrante escena en la que el licántropo -David Naughton, ¿qué se habrá hecho de ese actor?- se reune con sus resucitadas víctimas en un sórdido cine del Soho donde proyectan una cutre película porno.
  Esa película existe de verdad, fue rodada expresamente para esa secuencia y se titula SEE YOU NEXT WEDNESDAY (Nos vemos el próximo miércoles) Una frase fetiche para Landis, algo similar a los cameos de Hitchcock, o en el caso de Berlanga y Álex de la Iglesia la inclusión en todas sus películas de las palabras -respectivamente-: Austrohúngaro y Esto no es un juego.
La sentencia See You Next Wednesday suele aparecer en las películas de Landis de manera muy anecdótica; a menudo es el título de una película visible en la marquesina de un cine o la escuchamos en labios de algún personaje. En este curioso vídeo lo podemos comprobar en escenas de Hellboy II, Kentucky Fried Movie, The Blues Brothers... y hasta en el vídeo Thriller con Michael Jackson.  
Y ahora les dejo con más de mir relatos muy, muy cortos. Esos que yo llamo Chorraditas:
BURLESQUE AUSTRAL
De repente, una pregunta aguijoneó a Emilio Mapamundi.
En el aeropuerto pidió un billete para el primer avión que saliera a cualquier parte del hemisferio sur, le dieron un pasaje para Buenos Aires.
Al llegar al aeropuerto de Ezeiza se dejó llevar por el tropel de pasajeros soñolientos hasta tomar un taxi que le dejó en un local nocturno del barrio de Pompeya.

Cuando la primera bailarina apareció en el escenario se disipó la incógnita que ofuscaba a Mapamundi: en el hemisferio sur las borlas de los pezones de las bailarinas giran en la misma dirección que en el resto del planeta.
EL EGOISTA

Era casi la una de la madrugada cuando sonó el teléfono. Su voz parecía pasada por un tamiz de alcohol: “Eres un egoísta indeseable que no piensa más que en sí mismo. Adiós para siempre”. Clic.
Se acercó hacia la mesa preparada desde las nueve para una cena de reconciliación con velas. Abrió una botella de vino, encendió una vela y acercó un cigarrillo a la llama. Permaneció en silencio observando una ascendente espiral de humo azulado. “Egoísta indeseable…” –chasqueó la lengua-. Observó la mesa dispuesta y pensó en voz alta:

-Ahora me tendré que calentar la cena.
ENTRE SÁBANAS
Ella le abraza con fuerza. Ansía pasar la noche con él, pero algo la hace sentirse incómoda.
-Espero que no te importe… creo que aún tengo un poco de regla.
Él le besa los entrecerrados labios y le dice que no se preocupe: “No pasa nada por un poquito de sangre”.
Por la mañana, ella se despierta al notar un rayo de sol que calienta sus parpados. Él, parece dormir profundamente, con un leve ronquido como el de los gatos cuando les rascan detrás de la oreja.
Aparta un poco la colcha y descubre con disgusto una pequeña mancha rojiza sobre la funda del colchón. Cuando mira hacia abajo aparece más sangre, mucha sangre. Una ligera sensación de pánico se apodera de ella al ver las sábanas empapadas. Enciende la lamparita de la mesilla y levanta la colcha.  Desde los pies de la cama unos ojos entornados e inmóviles parecen mirarla. Ahora siente un rápido alivio. No ha sido el periodo. La sangre procede de una cabeza de caballo seccionada.
CÓCTEL "ENTRE SÁBANAS"
 Preparar en coctelera: hielo, 1/3 Ron blanco, 1/3 Cointreau, 1/3 Brandy
Añadir una cucharadita de zumo de limón
Agitar bien y servir en copa de cóctel.

sábado, 17 de enero de 2015

UNA MALDICIÓN EN EL DESAYUNO (Relato y más cosas)


Hugo se había aficionado a desayunar porras cuando era estudiante en Madrid. Su sabor le recuerda su juventud, algo así como la magdalena de Proust pero en porra. Todas las mañanas antes de ir al trabajo acude a la misma cafetería; el dueño es madrileño y es la única del barrio en la que sirven porras.
Desayuna un café con leche y dos porras, cada día. Hugo echa azúcar en el café y remueve con una porra a modo de cucharilla. De repente, una pestilencia de alcohol barato le invade como una nube pesada y alguien tiende una sucia mano  bajo su nariz.
-Domnul
Es un mendigo. Sucio, con barba de días y nariz colorada con gruesas venas marrones. Susurra con acento de Europa del Este:
-Domnul (Señor), llevo tres días sin comer…
-No se ha perdido nada, amigo. Todo sigue sabiendo igual –responde Hugo y suelta una carcajada.
El mendigo le mira con ojos llameantes. Su brazo se proyecta en dirección a Hugo con una sacudida galvánica de descarga eléctrica. Masculla: “Vrai Te Blestemo!” y se aleja arrastrando lentamente los pies. Si Hugo entendiera el rumano sabría que le habían echado una maldición.
 Hugo dirige la porra hacia su boca. No se ha dado cuenta de que durante el incidente con el mendigo la porra ha quedado sumergida y ahora su punta empapada se desprende. Al caer en la taza salpica de café con leche su corbata de seda Bill Blass y su camisa de algodón blanco Canali Milano. Hugo exclama algo que queda ahogado por el estruendo de fichas de dominó que caen sobre una mesa de mármol. Busca con la cucharilla el trozo de porra que ha quedado en la taza pero no lo encuentra, tampoco cuando apura su café, como si se hubiera desintegrado. “Curioso”, piensa.
Consulta su reloj. No tiene tiempo de cambiarse. Pronto está en su trabajo, rodeado  de burócratas severamente vestidos, en un entorno de sillones de piel, mesas de cristal ahumado y plantas tropicales. A mediodía acude a una comida de negocios en un restaurante de fusión con grandes platos octogonales donde, en un mar de chile poblano, nada un langostino que parece un brillante insecto empalado.
Después de salir de la oficina, Hugo se machaca en el gimnasio haciendo flexiones y distensiones abdominales.  En el vestuario se quita con alivio la camiseta y los shorts de lycra negra y se dirige hacia las duchas.
Gira la manivela y ésta deja fluir el agua con un jadeo. El vapor empaña las baldosas mientras Hugo empieza a enjabonarse y es en ese momento cuando le invade una extraña sensación, como si los huesos de su cuerpo decidieran no encajar, fluir cada uno por su lado. Un tirón misterioso recorre su piel.
Las duchas están iluminadas por tubos de luz fluorescente, y en medio de aquella claridad acuática Hugo contempla horrorizado sus pies que se esparcen informes por el suelo de la ducha. Está perdiendo altura y su cuerpo se deshace a gran velocidad, como una aspirina efervescente. Se desintegra como la porra del desayuno disuelta en la taza.  Su cara es una larga máscara agonizante que mira a su alrededor como buscando cómplices en una situación incómoda, pero no hay nadie más en las duchas.

Hugo siente una reacción espasmódica, ácida, gástrica, cuando es absorbido hacia el desagüe por donde gira veloz y vertiginosamente como en el tobogán de un parque acuático. Se está yendo, literalmente, a la porra.
ANITA EKBERG ENTRE VAMPIROS
Mientras escribía este relato me enteré del fallecimiento de Anita Ekberg, inolvidable bañándose en la Fontana di Trevi, pero Anita también rodó en España una película: Malenka (1969), dirigida por Amando de Ossorio -famoso por sus películas con templarios resucitados- donde era acosada por sedientas vampiras.
OSSOBUCO DI CARDINALE

Una buena amiga -¡Gracias, Laia!- me ha pasado una excelente receta de ossobuco que quiero compartir:
Salar y pasar las rodajas por harina. Rehogarlas en aceite y añadir cebolla, zanahoria, y un vaso de vino blanco.
Cuando la carne tome color se pasa la salsa a un cuenco de batidora, añadir una anchoa y una cucharada sopera de perjil y triturar.
Tirar la salsa por encima del ossobuco, espolvorear con perejil picado y terminar de cocer unos diez minutos.
Recomiendo acompañarlo con arroz blanco salteado, champiñones o judias verdes.

viernes, 9 de enero de 2015

LA TEORÍA DE LA HAMBURGUESA

La semana pasada fui a uno de esos locales que preparan hamburguesas en plan gourmet. Fue una tarde provechosa, pues además de comer una suculenta Kansas Burguer (hamburguesa de carne de caballo poco hecha, en pan de centeno, con salsa de reducción de vino y champiñones) recordé una divertida anécdota con hamburguesas y hasta se me ocurrió un microrrelato:
DEMASIADA SAL
 Ruibarbo ha invitado a Valeriana a su primera cena romántica con velas incluidas en un agradable restaurante del centro. Valeriana habla pero Ruibarbo no la escucha, la mira fijamente a los ojos ensayando mentalmente frases de entrada. Ella introduce en la boca una cucharada de crema de espárragos y en sus labios se dibuja una mueca.
 -Uf… Está muy fuerte de sal.
 -Oh, vaya -…se lamenta Ruibarbo que esperaba una velada perfecta. Busca con la mirada al camarero pero Valeriana sigue hablando como quitándole importancia:
 -Es curioso, pero cuando la crema de espárragos está salada sabe a… -adopta la expresión de una persona cegada por el sol buscando la palabra exacta- … sabe parecido a…
 -A semen –dice Ruibarbo.
En un segundo, Valeriana pasa del desconcierto al estupor. Mira fijamente a Ruibarbo con los ojos desorbitados y la cuchara que sostiene en su mano se ladea derramando unas gotas de salada crema de espárragos sobre el mantel.
Ruibarbo se inclina sobre su plato, avergonzado por habérsele escapado un comentario tan inapropiado para una primera cita. Vaya metedura de pata… pero lo peor está aún por llegar; cuando Valeriana, bruscamente, le espeta:

 - ¿Y tú cómo sabes eso?
TEORÍA DE LA HAMBURGUESA DE POCH
 A mediados de los ochenta, en plena época de La Movida, pasé una temporada en Madrid. El promotor musical KikeTurmix me encargó hacer esta funda de un single de promoción para los Telefunk, un grupo de vida efímera.
Un día, Kike, los del grupo Telefunk y yo, estábamos en un burguer y Poch –el cantante de Derribos Arias- se sentó con nosotros. Poch echó una cantidad industrial de kétchup y mostaza a su hamburguesa, la apretó y la hamburguesa salió disparada. La recogió del suelo, volvió a ponerle aún más mostaza y kétchup, la apretó y fue a parar de nuevo al suelo. Cuando la volvió a recoger y la puso entre el pan dispuesto a zampársela Kike le preguntó que cómo era capaz de comerse una hamburguesa que había caído dos veces al suelo y Poch le respondió: "Las cosas, hasta que se caen tres veces al suelo, son comestibles”. 
Curiosa teoría.
¿Les apetece comer una hamburguesa original?
HAMBURGUESA DE SALMÓN

Creo que esta ilustración del gran Jeremy Moore con Samuel L. Jackson comiendo una Kahuna Burguer es de lo más apropiada:
Necesitamos unas buenas rodajas de salmón fresco. Se pican en trozos muy finos, se rehoga en aceite la cebolla ya troceada y se reservan ambos ingredientes por separado. 
Aliñar con un poco de pimienta negra y sal. Añadir al salmón triturado los trocitos de cebolla confitada y picada junto con un par de lonchitas de queso troceado y mezclar bien, obteniendo una masa con todos los ingredientes 
Amasar con las manos y darle forma de hamburguesas, redondeada y no muy gruesas. Enciender la plancha y cuando esté a temperatura alta hacemos las hamburguesas procurando que queden muy doradas por ambos lados. 
Cuando tengamos las hamburguesas hechas, se montan en el pan de hamburguesa, y se acompañan con un poco de queso, lechuga, ketchup, mostaza... A mí me gustan con salsa tártara.


sábado, 3 de enero de 2015

UNA PIERNA FANTASMA Y MÁS COSAS

El primer Poti-Poti del año.

En este recién estrenado 2015 ya he leído una noticia curiosa:  la aparición de una pierna fantasma, la del mexicano presidente Santa Anna (1794-1876) Uno había oído hablar de fantasmas decapitados pero no de una pierna espectral que aseguran haber visto deambulando por el estadio de fútbol Guadalupe-Hidalgo, muy cerca de donde fue enterrado.
Su Alteza Serenísima General Santa Anna –su título oficial- perdió su pierna derecha durante la Guerra de los Pasteles (1838) uno de los conflictos más surrealistas de la historia. En ese año, la escuadra francesa bloqueó el puerto de México y Santa Anna y sus oficiales hicieron un Sinpa en el establecimiento del pastelero francés Remontel de donde se fueron sin pagar los pasteles que habían consumido. Remontel presentó al embajador francés en México una astronómica cuenta de sesenta mil pesos que  encendió la mecha de la revolución contra los galos. Muchos comercios franceses fueron asaltados y, en represalia, el almirante Dubois  bombardeó los muelles de Veracruz hiriendo al General Santa Anna. Después de esto, Santa Anna hizo que se celebrara una ceremonia en honor a su pierna, que fue exhibida en un cofre de cristal y paseada por la Ciudad de México custodiada por soldados.
 Espero que la pierna de Santa Anna tenga un buen juego del que tan necesitado anda el equipo de Guadalupe-Hidalgo, en los últimos puestos de la segunda división. Ya comprobé lo muy aficionados que son los mexicanos a los relatos de fantasmas. Cuando estuve en DF me contaron que poco antes y en pleno centro, en la esquina de Peralvillo con Xochimilco, hubo un choque entre dos autobuses en el que murieron los conductores y varios pasajeros. Desde entonces un vehículo fantasmal aparece cada noche en ese cruce a la misma hora del accidente. Se dice que sus espectrales viajeros miran al exterior desde sus asientos con expresión aturdida.
Estas Fiestas he hecho un par de largos viajes en tren y para matar el tiempo he escrito unos relatos muy, muy cortos. Chorraditas, como los llamo yo:
AGUJEROS NEGROS

Por un capricho del arquitecto el recibidor de mi casa tiene forma de triángulo. No habría pensado en las Bermudas si no fuera que en unos días el recibidor se tragó a la tía Rosa y a un cobrador de la mutua. Eso me pone algo nervioso y cuando salgo de casa lo hago procurando evitar el triángulo.
VENDIENDO HUMO

El año pasado el Banco de Nubes me pagó con un cheque sin fondos. Al no poder cobrarlo siempre tengo días soleados.
ESTÚPIDO ORGULLO

“¡Cállese!”, le ordenó su superior. De repente el jefe experimentó la angustia de no saber qué quería decirle su subordinado; una mortificante sensación que le acompañaría toda su vida.
HONOR DE CABALLERÍA

El caballo del capitán Peabody pisó una madriguera de topo haciendo caer a su jinete. El capitán se había roto una pierna y el caballo, seguro de cumplir con su piadoso deber, lo remató de una certera coz en la nuca.
¡MUY FELIZ AÑO!!! Yo lo he celebrado con el Baile de las Bofetadas de Pescado de los Monty Pyton. Es muy fácil, se necesita un par de sardinas y poco más.