“El Hidebehind (literalmente “El Escondedetrás”) de la fauna
americana siempre está detrás de algo. Por más vueltas que dé un hombre,
siempre lo tendrá detrás. Por eso nadie lo ha visto, aunque ha matado y
devorado a muchos leñadores.”
(El libro de los seres imaginarios. Jorge Luis Borges )
El último vestigio de civilización en kilómetros a la
redonda era una cabaña donde un anciano indio pecquod vendía provisiones. Un
trampero de ojos febriles que bebía aguardiente de centeno nos advirtió a mí y
a los otros tres leñadores sobre el Hidebehind:
-Yo no lo he visto; nadie lo ha visto… pero le he oído en lo
más profundo del bosque. Mata… dicen que mata caballos y hombres.
Pensamos que le habían afectado las largas temporadas de
soledad en las montañas.
Pronto desapareció el primero de nosotros, fue durante la
tercera noche.
Al día siguiente oímos el grito desgarrador de un compañero
que estaba recogiendo leña. Un rastro de ramas quebradas nos indicó que había
sido arrastrado hacia la espesura del bosque pero nadie se atrevió a
aventurarse.
Foster, el barbudo escocés, opinó que debía merodear un oso
por los alrededores del campamento. Encendimos una gran hoguera y hacíamos
turnos de guardia, él con una enorme hacha y yo con un revólver Remington de
cuando trabajé como explorador para el ejército durante las guerras indias.
Varias veces estuve a punto de proponerle vigilar espalda contra espalda pero
supuse que se reiría de mis temores: “Eso del Hidebehind” es un cuento para
niños” –me dijo al recordarle la
historia del trampero.
Me despertó el ruido del pesado revólver al caer al suelo.
Me había vencido el sueño. Junto al linde del bosque había un hacha. Ni rastro
alguno de Foster.
Llevo dos días sin comer ni dormir dándole la espalda a la
hoguera para que el Hidebehind no me sorprenda por detrás. La leña se está
terminando y el crujido del fuego ha dejado paso al chisporroteo de las brasas.
Percibo una presencia acechante, la
sensación es tan viva que incluso me parece notar un aliento nauseabundo y malsano
en la nuca.
Agarro con firmeza el
revólver y en dos saltos me sitúo frente a un enorme roble. Giro sobre mí mismo
y me dirijo de espaldas hacia el árbol pero no consigo apoyarme en el tronco.
Unas garras afiladas clavándose alrededor de mi cuello me confirman que tengo al Hidebehind atrapado entre mi espalda
y el roble. Sitúo el arma sobre mi
hombro derecho con el cañón apuntando hacia
atrás y disparo.
Al volverme en un movimiento súbito veo al Hidebehind
aullando de dolor con una herida que borbotea sangre oscura.
Aún estoy paralizado cuando me destroza la garganta de un zarpazo. Caigo
hacia atrás y veo al monstruo correr entre los árboles mientras me envuelven
tinieblas.
Semanas más tarde un grupo de cazadores encuentran mis
restos. Uno de ellos coge mi revólver y se lo cuelga en el cinto. Cuando se van
les grito que miren a sus espaldas, hacia un rastro de sangre –sangre negra y
maloliente que hasta los insectos evitan- que se confunde en el interior del
bosque; pero es sabido que a los muertos nadie puede oírles.
Además, los cazadores siempre están ojeando posibles
presas y suelen miran hacia adelante. Casi nunca… detrás.
FIN
MIS CUATRO DIAS DE ANGUSTIA
Martes, 13 de junio 2017
Mi amigo Ivo el fotógrafo –ya he hablado de él más de una
vez en el blog- fuimos una tarde a comer una tapa de callos en un bar donde
recordábamos que los hacían buenos. Parecía el mismo lugar de siempre pero
ahora estaba regentado por una familia oriental. “Bueno –pensé-, puede que
sigan cocinando bien los callos”. Nos sirvieron algo rarísimo. La carne estaba
cortada en tiras finas nadando en una salsa con inexplicables cartílagos y
garbanzos insípidos del tamaño de balines, ni rastro de chorizo ni picante. Lo
probamos. Horrible. Ivo me sujeta la mano donde tengo la cuchara.
-¡No te lo comas, Miquel! Creo que es carne de gato.
-¿Qué dices?!!! ¿Es que has comido gato? –Ivo asiente:
-En la guerra de Yugoslavia, ya sabes que estuve de
reportero cuando el asedio de Sarajevo en el 93. Por entonces no quedaba ni un gato
callejero. El sabor, la textura… Gato -Ivo coge de su bolsa de viaje un pequeño tupper de plástico donde suele
guardar las diapos y echa dos cucharadas de bazofia dentro -. Conozco a un
analista que trabaja en Sanidad. Llevará esto a analizar a un laboratorio y
como nos hayan dado de comer gato les caerá un buen paquete.
En la barra dijimos que aquellos callos –o lo que fuera-
eran incomibles y que sólo pagaríamos las dos copas de vino infame que nos
habíamos bebido mientras los ojos oblicuos del camarero nos miraban con
indiferencia.
Miércoles, 15 de junio 2017
“En tres días me darán el informe”, me había dicho Ivo.
Mientras tanto observaba con aprensión a mi gato Jabber. Me parecía leer en sus
ojos “Canibal” cuando me miraba.
Viernes, 17 de junio 2017
Por fin apareció el número de Ivo en la pantalla de mi
móvil.
-Miquel, la buena noticia es que NO es gato. Tampoco es
perro y desde luego no es ternera, y han
descartado la carne humana –Ivo hizo una pausa lúgubre-. La mala noticia es que
no tienen claro qué tipo de carne es. Creo que es mejor no preguntar más.
Desde ahora sólo comeré los callos que me preparo en casa.
Mirad qué buena pinta tienen con su guindilla, chorizo, morcilla y vino blanco.
36 comentarios:
Hola Miquel
Dos días sin comer ni dormir y esperando... casi se puede decir que tu-otro-yo-leñador se merece que lo encuentre cualquier malaje.
Y en cuanto a lo de comer gato: "Solamente puedo decir... ¡Qué buena pinta tienen esos callos!"
Un saludo, Manu3l.
paso rapidito para invitarte a leer mas haikus de lagartijas.
me ha gustado tu entrada sobre gatos, y veo que el haiku del gato mirando su reflejo ya le has dado vida y color.
me encanta.
me detendre en otro momento con mas tiempo a leer el relato.
https://blogdekarinrosenkranz.blogspot.com.es/2013/09/haikus-de-lagartijas.html
saludos
En un capítulo de Los Simpson Homer está leyendo la historia de un montañero en apuros. Pinta tan mal que de pronto Homer dice angustiado "Va a morir" y Marge le corrige "Si ha escrito la historia es que sobrevivió". Me he acordado de esa escena leyendo tu relato.
Hay comidas que sólo he probado una vez porque me repugnaron y claro, al no haberlas vuelto a probar te queda la duda de si es un plato que no te gusta o resulta que la vez que las comiste las habían cocinado mal. Me pasa con las castañas asadas y con los callos. Podría darles otra oportunidad, pero me falta valor.
Hoy nos pones en tu menú, no solo ese plato de callos suculentos, sino también a “El Hidebehiand”, o sea, al escondedetrás (el hueleculos), a una muerte con extraña vida que nadie ve y escucha, a ese bar de chinos de cuyos “ojos oblicuos” esconden más de lo que uno jamás llegará a saber, un gato triste, pero no azul, con el síndrome de Narciso, otro gato que sonríe y desaparece todo él excepto su sonrisa, y, como no podía ser otro, el gato negro de Poe. En fin, una carta de menú bien plastificada de cuyos bordes podrían rebanar el cuello de cualquiera; vamos, que podría sonrojarse el mismísimo Sweeney Tood, el barbero encantador que maneja la cuchilla de afeitar como nadie, además de tener mucho que ver con la cocina. ¡Qué asco! Mira por donde que a través de tu post podría surgir un nuevo ser imaginario: El Camarero del Menú, ese ser fantasmal que degolla a sus víctimas con la carta plastificada de plástico duro. ¿Te imaginas a ese tipo entregando la carta ensangrentada? Lástima que no esté Borges para verlo, imaginarlo y luego escribirlo en esa maravilla de libro que citas, amigo mío.
Fui muy adicto a los restaurantes chinos cuando se pusieron de moda por allá los ochenta. Todavía recuerdo cuando abrieron el primero en mi provincia. Los más jóvenes adorábamos ir a cenar por aquel decorado de cartón piedra tan de las películas de artes marciales que tanto nos gustaban y que vimos en los cines de los setenta (con gallinero incluido). Luego estaban aquellos chinos de “ojos oblicuos” que desprendían misterio a raudales. Ay, no sabes lo que me llegaba a gustar las obras del gran Sax Rohmer y su criatura Fu Manchú. Cuando vengas a casa te enseñaré mis viejos libros de cuyas portadas te quitarán el hipo, mi querido amigo. Ya sabes lo que adoro el pulp en todos sus sentidos. Luego estaba la demora de la cena. Aquellos chinos nunca te hacían recordar que ya era la hora de cerrar. Nosotros nos quedábamos solos en el restaurante y los chinos se sentaban en las sillas apoyando los brazos en sus respaldos y así se quedaban durante horas, con los “ojos oblicuos” y sin decir nada. Luego vino todo el asunto de los gatos y los perros. Creo que era para desacreditar el negocio por parte de los restaurantes de toda la vida que, por otro lado, tenían unas cocinas semejantes a la de la familia de La matanza de Texas. ¡Qué tiempos! Ahora los japos con sus pescados crudos ya no es lo mismo, aunque ellos también tengan los “ojos oblicuos” muy estilo manga están demasiado occidentalizados.
Y nada más, que esto se alarga y me da apuro explayarme tanto. Por cierto, creo que te dije hace tiempo que hay una serie de platos que no se pueden pedir en los bares por la exigencia de un lavado exhaustivo, tanto de los callos, como de los caracoles; aunque me temo que los caracoles criados en invernaderos se han quedado ya sin baba porque no hay nada que les haga babear en este perro mundo. Y te felicito por aquel indulto a cierto caracol, aunque en estos momentos ande colocado. Mejor para él.
¡Un fuerte abrazo!
Me ha chiflado la entrada entera, Miquel, cuentas como nadie este tipo de historias, ya sean relatos o reales. Y tus dibujillos... maravillosos; por cierto, el gato que se contempla en el charco, ¿se ha comido un crucigrama?
Muchos besos, Borgo, y feliz resto de semana.
La delgada linea divisoria entre pasar un buen rato comiendo unos buenos callos y tomando buen vino, a lo que comentas que el final te trajeron como callos ,ademas de tener que pasar por el calvario de un mar de dudas para intentar determinar de que sería esa carne , es lo que creo que te ha llevado a la sabia decisión de acabar comiendo solo los que cocinas en casa.
Saludos!
Un efectivo cuento de terror. Es distinto de que lo soles escribir, casi no tiene humor.
Y es efectivo que sea contado por alguien que no sobrevivió. Cuyas advertencias no son escuchadas por estar muerto. Tiene una lograda atmosfera. Para que la dibuje alguien como Alberto Breccia.
El otro sí tiene humor. Mejor no investigar y no volver a comer en ese lugar.
Saludos.
Me has chiflado la entrada entera,
que manera mas bonita de escribir un comentario.......
Sin lugar a dudas querido
Ud escribe muy Bien
Escribes muy bien.
Buenos relatos y un placer disfrutarlos.
Un abrazo.
¿Qué tal, Manu? El pobre tendría que haber emprendido el viaje llevando un espejo retrovisor. "Siempre estará detrás..."
Gracias. Los callos me gustan con pimentón picante, claro, 2 cucharadas soperas de tomate, sofritos con un poco de chorizo y morvilla y dejarlos a fuego lento 20m. con vino blanco. Cuando hace frío les añado garbanzos.
Saludos!
Borgo.
Hola, Karin! Me ha encantado tu entrada con lagartijas, la marrón me ha recordado a mi pueblo, L´Escala, donde corretean muchas de esas "sargantanas" como las llamamos ahí.
Tengo una "adoptada" (aunque no tengo claro si es un tritón) que por las noches cuando enciendo la luz de la cocina se pone en el cristal de la ventana y se zampa los mosquitos y las polillas que vienen atraidos por la luz, un día colgaré una foto que le hice.
Gracias y saludos!
Borgo.
Hola, Doctora! No recuerdo ese capítulo, debe ser de los pocos que no he visto -y varias veces- de Los Simpson con lo mucho que los repiten.
El relato me ha salido un poco Post-Halloween.
A veces uso las castañas como guarnición, como hacen en Francia, lo hacemos con un plato típico "Conill de tardor" (Conejo de otoño) con castañas asadas o en puré y setas.
A mucha gente lo que le molesta de los callos es la textura, me pasa con las vieiras que me parecen chicle, y a otros con las ostras que me encantan.
Saludos!
Borgo.
?Qué tal, Melmoth? A ese bar de "callos" lo llamaría Hidebehind, por lo de "ojos que no ven... es mejor no saber de que bicho estarían hechos. Al menos no era carne humana, ya es algo. Esto daría para algunas leyendas urbanas sobre chop-sueys. Muy bueno lo del camarero degollador, una vez me hice un buen corte en la palma de la mano con una de esas diabólicas cartas plastificadas.
Recuerdo con cariño mi primera visita a un restaurante chino de niño, con mis padres. Acababa de ver "El hombre de la pistola de oro" rodada en Hong Kong y me sentía como nadie entre los farolillos, budas de jade y columnas de las que podía surgir un dakoi empuñando un kriss malayo. Además el camarero llevaba un bigotito a lo Fu Manchú.
Al igual que ahora con los callos hace tiempo que decidí no pedir caracoles fuera de casa, creo que me estoy volviendo remilgado y no me fío de que los purguen y laven como es debido. ¡Cómo en casa en ninguna parte!
Abrazos, amigo.
Borgo.
Hola, Clementine! Y a mí me encanta que te haya gustado. Bueno, ese gato era un boceto que hice en una libreta de papel cuadriculado, al colorearlo con el ordenador me quedó así y me pareció bonito. Si hay perros verdes pues también gatos a cuadros.
Gracias, Clementine y procura mirar detrás por si acaso!
Borgo.
Hola, Folk! Esa decisión mía me trajo a la memoria "La cosa" de John Carpenter en la que, por si acaso, cada uno de los científicos se preparaba su propia comida. Al menos de momento no me he convertido en un monstruo informe, pero prefiero comprar los callos en mi puesto de casquería en el mercado, como toda la vida.
Saludos!
Borgo.
Hola, Demiurgo! Cierto, no hay humor, es como un cuento Post-Halloween. Lo corregiré en el próximo con un personaje que se propone tener un orgasmo con los ojos abiertos, algo que se supone imposible. Narrado por un muerto... como Holden en "El crepusculo de los dioses", desde luego me habría encantado verlo ilustrado por el gran Breccia.
Eso, mejor permanecer en la feliz ignorancia. Yo en ese bar no me tomo ni un café.
Saludos!
Borgo.
Ay, no me digas eso, con lo tranquila que voy yo por la vida... :)
Pues lo del gato "a cuadros de crucigrama"... lo haces a propósito y no te sale.
Mil besos, Borgo.
Hola, RECOMENZAR!
Muchas gracias, celebro que te guste, y de que te pases por aquí, desde luego.
Saludos y nos vamos leyendo!
Borgo.
Hola, Amalia!
Muchas gracias, un relato con un ser siniestro que vive en lo más profundo del bosque siempre viene bien.
Abrazos y hasta la vista!
Borgo.
Hola, Clementine! Tranquila, no creo que el Hidebehind abandone su bosque de Oregon para llegar hasta aquí, le pilla muy lejos.
Eso pasa a veces con el programa de dibujo, sin esperarlo te salen unos efectos muy curiosos.
Muchos besos, Clementine.
Borgo.
Muy bueno, el relato. Y también muy inquietante la historia de los callos (desconozco su sabor porque la cocina "visceral" siempre me ha provocado cierto repelús).
Saludos.
Hola, Ricard! Gracias, me alegra que te guste. La mezcla de western y terror ha producido films curiosos como "Bone Tomahawk".
Ivo tenía otra teoría, podría ser carne de camello que él había comido en Afganistan. Los callos los preparo a la manera de aquí, con "cap i pota".
Saludos!
Borgo.
Mr. Borgo, muy buen cuento, anteriormente habia leido sobre este peculiar personaje; muy buena tambien la anecdota, hace muchos años atras, en el microcentro porteño, habia un restaurant oriental que hacia unas comidas que era muy, pero muy suculentas, la cocinera era una señora mayor que cocinaba muy bien, lastima que cerro. Saludos.
Hola, Mr. Belknap! Yo lo descubrí en este gran libro de Borges. Por acá también hay muy buenos restaurantes orientales, pero en Barcelona abundan locales que conservan intacta su decoración (jamones colgando, banderines de fútbol...) aunque lo llevan orientales y muchos de ellos siguen haciendo y muy bien los platos de los anteriores dueños pero no era el caso de éste. Al lado de mi casa había un bar valenciano y los actuales dueños chinos hacen una paella buenísima.
Gracias y saludos!
Borgo.
Como siempre, muy bueno lo suyo Miquel!
El libro de seres imaginarios de Borges y tdas las historias siilares que él nos ha contado al respecto (lugares imaginarios, situaciones imosibles, viajes extraños, etc) son influencia constante en mi vida. Pronto vas a ver que estoy trbajando en algo similar, ya lo publicaré cuando lo termine.
Recuerdo las istorias del Escondedetrás, tu historia es terrorífica, y el paisaje me hizo acordar Fargo.
Excelentes todas las ilustraciones. Me ha gustado por sobre todas el detalle de textura quetiene el gato narcisista. Excelente!
Acerca del menú, Ivo es un capo, lo del análisis me hizo acordar de los rosarinos (perdón si alguno está leyendo esto). Hace muchos años hicieron notas periodísticas porque en algunos pustos callejeros endían carne de gato. Y a los hinchas de Newells y Central se los suele apodar agresivamente como los "comegatos". Se los ilustra con Alf vistiendo sus camisetas
Abrazo!
¿Qué tal, Frodo? Este libro es una maravilla. Las Banshees de Irlanda, el Bailisco, los Lamed que evitan que Dios destruya el mundo y que no se conocen entre si... una zoología fictícia y que te atrapa con la fabulosa prosa de Borges.
Es verdad, el paisaje de Fargo sería un buen decorado para la historia. La textura del gato fue un accidente, lo dibujé sobre una libreta de hojas cuadriculadas y el ordenador lo reprodujo así, me pareció que sería original, como un Gato Cheshire a cuadros.
¡Já, já! Pues es una buena muestra de humor lo de llevar camisetas de Alf. Mi amigo me contó que el gato sabe como a conejo (en mi tierra se come mucha carne de conejo) pero más correoso, como esos misteriosos callos o mondongo, como los llaman.
Abrazos, amigo!
Borgo.
El relato tiene tela, ese leñador era algo siniestro y mejor no encontrárselo en medio del bosque, por si decide hacer uso de sus artimañas.
Lo de los chinos y sus cochinadas en la cocina mejor no hablar..... yo me quedo con tus callos, eso si que es comestible y se sabe bien que contiene.
Besos Miquel
Puri
Un relato para una noche fria alrededor de la chimenea..uy !!
Ay ay..qué sufrimiento con lo del gato. Me temía lo peor pero me parece que el análisis tampoco tranquiliza nada...agg
En cambio esos callos se salen de la foto..ñam ñam hace un montón que no como un plato de callos como dios manda..¡qué ganas! ;D
Muy amena la entrada, Miquel of course
Saludos
Me ha encantado el texto, me has entretenido mucho, así que gracias por conseguir que me sumerja en la historia.
Me ha hecho gracia lo de la carne de gato que no era de gato, porque entonces de qué era la carne, ¿de eso que come el gato?, puaggg
¡¡Saludos!!
:D
Hola, Dulcinea! Sí que tiene ese leñador un aspecto siniestro, aunque me imagino que después de pasar semanas en los bosques de Oregon todo se ve siniestro con esas leyendas sobre el Hidebehind y el Wendigo...
En mi barrio hay buenos locales chinos pero este era un chino "camuflado" detrás de sus jamones colgando y banderines de fútbol, pero sin los callos de antes. Desde ahora sólo comeré los que prepare yo mismo, al menos sé de que carne provienen.
Besos, Puri!
Borgo.
Hola, Abril! Algo así como un relato de Halloween con retraso, gana mucho con el aroma de leña al fuego.
Los del laboratorio nos han tranquilizado a medias. Ivo opina que podría ser carne de camello que él mismo probó en Yemen, ¿pero cómo habrá llegado esa carne de camello a un bar de Barcelona? Lo dicho, mejor no preguntar más. Por si te apetece un plato de callos (cuando hace frío los hago con garbanzos) y pasas por mi ciudad estás invitada con mucho gusto. A mí me gustan con sofrito picante de tomate, guindilla y vino blanco.
Gracias y saludos!
Borgo.
Hola, Ana y gracias! Es lo que busco: entretener.
Se me ha pasado por la cabeza que igual esos callos era de algún animal legendario como ese Hidebehind del libro de Borges. Carne de dragón ("Callos a lo Juego de Tronos") Kraken, Minotauro... a saber.
Saludos!
Borgo.
Este relato me gusta tanto como los de mis escritores de terror clásicos predilectos. Has tenido la habilidad estilística de Machen, Blackwood incluso algunos relatos de Robert Bloch. Y algunos cuentos menos conocidos de Robert E. Howard (que la gente solo le conoce por ser el creador de Conan, pero tiene cosas terribles y telúricas) Es admirable este cuento tuyo. La anécdota que cuentas después de la carne desconocida, es sobresaliente; pero yo me he quedado asaz impactado con tu arte oculto y primigenio.(tiene también regustos al Wendigo de Blackwood)
Es una maravilla entrar en diciembre de tu mano misteriosa y atávica. (No cabe duda de que deberías ir pensando en un libro pero en formato papel, de los de verdad) Y añadiendo tus viñetas, ¡miel sobre hojuelas!
Hola, Reportero! Ufff, Blackwood... me pones el listón muy alto. De Machen hice una portada para "El terror" que ahora pondré en mi blog Rosebud. Howard tiene una novela corta de terror que me encanta "`Palomos del infierno" con vudú y una "zubemvie" o zombi femenina. El dibujo inicial es precisamente de una portada que hice de "Wendigo" de Blackwood.
Pues aquí estoy y espero que nos vayamos leyendo este diciembre envueltos en brumas y paisajes invernales.
Saludos!
Borgo.
Hay buenos restaurantes chinos aunque no demasiados. O, al menos, he conocido muy pocos. Pero es cierto que no hay buena fama acerca de la carne que utilizan. Se ha dicho de todo.
Saludos.
Hola, Nury! Por supuesto, pero como dices hay tantos que es mejor seleccionar.
En Barcelona hay algunos locales muy buenos como "Rio Dragón", Calle Oblit, 3. El dueño además es mago aficionado y hace trucos de magia para los clientes. Su pato lacado es delicioso.
Saludos!
Borgo.
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