Mi abuelo Sento fue voceador en un cine de Valencia.
Entonces las películas eran mudas y la trama se narraba mediante unos letreros
pero aún bastante gente no sabía leer, así que el llamado voceador describía al
público lo que ocurría en la pantalla. Eso me dio una idea para uno de esos
relatos que nunca veo el momento de escribir o dibujar. Lo cuento:
-Tendría que verte el médico -.le dice Márquez, el
propietario del cine.
A la mañana siguiente acuerdan una proyección privada con
Márquez, Sento y el doctor como únicos espectadores.
-¡Proyector! –grita Márquez.
-Prosiga -.dice el doctor.
Sento describe ahora la película de forma impecable. El
doctor ordena encender las luces y mientras garabatea en un papel le dice:
-Nada preocupante, un ligero caso de desincronización. Tome
esas pastillas tres veces al día y nada de café, alcohol ni tabaco mientras
dure el tratamiento.
Sento se dirige a la farmacia. A medio camino se fija en
unos obreros que están colocando un gran cartel donde se anuncia el estreno de El cantor de jazz; el primer
largometraje sonoro.
Sento arroja el prospecto a una papelera y decide irse a
tomar un carajillo mientras mira las ofertas de trabajo del periódico.
FIN
Y... ¡AQUÍ ESTÁ FRODO!!!
LA RECETA: POLLO-CONEJO.Éste era un plato que a veces hacía mi madre cuando en la nevera había porciones de pollo y conejo y había que aprovecharlas:
En una sartén sofreír los trozos de conejo y pollo. Cuando tomen color reservarlos en un plato, sazonar con sal y pimienta y en el mismo aceite añadir 4 dientes de ajo con su piel y 1 cebolla grande picada.