Basado en un relato de Fredric Brown.
Herbert George Wells, recostado cómodamente en un sillón, termina de leer el periódico y decide dar un corto paseo. Es una bochornosa tarde de finales de verano. Al pasar por delante de la casa de su vecino Alosius Hetz -un brillante científico de origen checo- ve la puerta de su taller-laboratorio abierta, seguramente para mitigar el calor. En ese momento Hetz, que conoce a Wells y también su obra, se asoma e indica al escritor que se acerque con gestos que denotan gran excitación. Wells tiene que bajar dos escalones que crujen y entonces descubre un extraño artefacto.
Herbert George Wells, recostado cómodamente en un sillón, termina de leer el periódico y decide dar un corto paseo. Es una bochornosa tarde de finales de verano. Al pasar por delante de la casa de su vecino Alosius Hetz -un brillante científico de origen checo- ve la puerta de su taller-laboratorio abierta, seguramente para mitigar el calor. En ese momento Hetz, que conoce a Wells y también su obra, se asoma e indica al escritor que se acerque con gestos que denotan gran excitación. Wells tiene que bajar dos escalones que crujen y entonces descubre un extraño artefacto.
-¡He creado la máquina del tiempo! -anuncia Hetz con voz
entrecortada por la emoción.
-¿Y cómo funciona? -pregunta Weels vivamente interesado.
-Hay que poner aquí la fecha a la que se quiere viajar y
tirar de esa palanca -responde Hetz-. Hay que poner aquí la fecha a la que se quiere
viajar y tirar de esa palanca -responde Hetz.
-¿Y cómo funciona? -pregunta Wells vivamente interesado.
-¡He creado la máquina del tiempo! -anuncia Hetz con voz
entrecortada por la emoción.
Wells tiene que bajar dos escalones que crujen.
El escritor y el científico están sentados uno frente al
otro enfrascados en una partida de ajedrez que no jugarán hasta dentro de tres
meses. Es un frío día invernal y los troncos arden en la chimenea bajo los
adornos de Navidad. Hetz avanza su torre y sonríe:
-Pero, claro, ahora tengo que hacerle unos ajustes para una
mayor precisión -dice.
-¿Y cómo funciona? -pregunta Wells vivamente interesado.
-¿Y cómo funciona? -pregunta Weels vivamente interesado.
-Hay que poner aquí la fecha a la que se quiere viajar y
tirar de esa palanca -responde Hetz-. Hay que poner aquí la fecha a la que se
quiere viajar y tirar de esa palanca -responde Hetz.
-¿Y cómo funciona? -pregunta Wells vivamente interesado.
-¡He creado la máquina del tiempo! -anuncia Hetz con voz
entrecortada por la emoción.
Wells tiene que bajar dos escalones que crujen.
El escritor y el científico están sentados uno frente al
otro enfrascados en una partida de ajedrez que no jugarán hasta dentro de tres
meses. Es un frío día invernal y los troncos arden en la chimenea bajo los
adornos de Navidad. Hetz avanza su torre y sonríe:
-Pero, claro, ahora tengo que hacerle unos ajustes para una
mayor precisión -dice.
-¿Y cómo funciona? -pregunta Wells vivamente interesado.
FINEl profesor Sibelius se ha ido de vacaciones, pero vuelve Frodo y su HUMOR ARGENTINO:
MELMOTH: EL HOMBRE DEPRIMIDO
Un hombre sexagenario se presenta en la consulta del médico
y le habla de sus problemas. Se siente triste y abatido; nada le atrae ni le
interesa en la vida y su permanente melancolía se transmite a su entorno, que
sufre por ello.
- ¿Has probado a viajar? – le pregunta el médico tras
haberle examinado.
-Yo no paro de viajar – responde el hombre deprimido -. Toda
mi vida no es más que un viaje.
-Aparentemente no tiene usted nada grave.
-Ya lo sé.
-Habría que sacudirlo, interesarle en algo. Mire, tengo una
idea. ¿Y si fuera usted al circo? Sí. Hay un payaso muy famoso que se llama
Popoty. Seguramente habrá oído hablar de él. Según parece, nadie se resiste.
Debería usted ir a verle. Podría venirle bien.
-No puedo – dijo el hombre.
- ¿Por qué?
-Porque yo soy Popoti.
FIN
LA RECETA: POLLO CON SALSA DE CEREZASVenga, a aprovechar que es época de cerezas. Foto: Silvina.
Deshuesar las cerezas -es algo pesado, recomiendo hacerlo escuchando música- y luego sofreír los trozos de pollo.
Cuando el pollo se vea doradito reservarlo en un plato, sazonar con sal y pimienta y en el mismo aceite freír cebolla picada.
Cuando tome color añadir las cerezas, remover, verter un vaso de vino blanco (también se puede hacer con cava o jerez) y dejar reducir un poco.
Triturar la mezcla de vino, cebolla y cerezas en la batidora. Volver a poner el pollo en la cazuela y añadir la salsa de cerezas.
Tapar la cazuela, cocer 20m. con el fuego al mínimo (o cocer en el horno 20 m. a 200º ) y servir.