¿A que parece una escena sacada de una película bélica? Son
soldaditos articulados escala 1:6. Uno de los dioramas de Marwencol, que
recrean escenas rocambolescas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial. Un
mundo propio al estilo tarantiniano de Malditos bastardos.
Algunas escenas tienen un punto siniestro, como esta pareja
de novios que posa ante unos cadáveres.
Los escenarios están recreados con increíble detalle, como en
esta taberna donde soldados aliados son atendidos por camareras Barbie.
La historia de su autor, Mark Hogancamp (1970) también es
bastante peculiar: en el 2000 quedó amnésico a causa de una pelea en un bar y
desde entonces se dedica a sus maquetas a modo de terapia. Escaramuzas,
guerrilleras sexys, prisioneros torturados… es el mundo propio de Hogancamp.
El director Robert Zemeckis (¿Quién engañó a Roger Rabbit?
1988) se propone rodar una película basada en la vida de Hogancamp con Michael
Madsen – de gran parecido físico con el artista- de protagonista. El recordado
Señor Rubio de Reservoir Dogs sería uno de los actores rescatados por Tarantino
tras Los odiosos ocho.
En youtube hay varios reportajes sobre el surrealista mundo
de Hogancamp:
CUIDADO CON EL PERRO
César Baskerville estaba considerado el mejor entrenador de
perros del país. Tenía su propio programa de TV, Uno más de la familia, y era
autor de varios libros sobre psicología canina.
Un día recibió una imperiosa llamada telefónica:
-¿Señor Baskerville? Tenemos un problema con nuestro perro
–la voz sonaba atemorizada, como si aquel hombre esperaba que del animal
surgieran de pronto millones de garrapatas infectadas por la enfermedad de Lyme
para picarle-. Es un pitbull muy agresivo. Estoy dispuesto a pagar lo que haga
falta.
-Tranquilo, los perros agresivos son mi especialidad. Deme
su dirección.
Un caminito de grava entre macizos de flores conducía a la
casa de los dueños del pitbull. Junto a la entrada, una placa, como una tarjeta
de visita indicaba: “Atención. Perro peligroso”. César llamó al interfono sin
conseguir respuesta y entonces reparó en que la puerta principal estaba
abierta.
Entró en un amplio recibidor “¿Hola?”, gritó y subió una
escalera de barandilla dorada que llevaba a la segunda planta. En medio de
aquel templo de lujo y gusto dudoso se encontraban dos cadáveres horriblemente
mutilados, bañándose en su sangre como filetes en salsa.
Las paredes de la casa parecían estar hechas de carne. Carne
cruda y carne a la plancha, indistintamente. Le parecía ver cosas en las
paredes que se movían, como en una
película de David Cronemberg. “¡Ooooh, Dioooos…!” La voz de César sonó como un
mugido de cámara lenta.
El entrenador corrió hacia la salida. En vano. El perro
trazó un arco centelleante con un hacha y le rebanó limpiamente la garganta.
Aquel sí que era un perro muy, muy peligroso.
El inspector Duralex anda cada día más fino. Ahora resuelve
los casos en sólo dos viñetas.
Ah, la presentación de mi libro en la vermuteria Jazzpetit
el pasado día 21 estuvo muy bien y descubrí esta bebida que sienta muy bien
ahora que empieza a hacerse notar el calorcito: el cóctel Butano.