Dedicado a Ole Benzen, espectador danés que murió de un
ataque de risa en 1989 viendo la película Un pez llamado Wanda.
Acabo de ver la disparatada película Mr. Sardonicus de
William Castle que me ha recordado una experiencia que tuve con un ataque de Gelasma,
o risa histérica.
Fue durante mi servicio militar en un cuartel de Ceuta. Nos
ofrecieron una representación ya que pasábamos nuestra primera Navidad lejos de
casa. Yo estaba sentado en un banquillo entre un soldado al que llamaban El
Córdoba y un recluta de bigote ralo como el de un armadillo. En el improvisado
escenario aparecieron un grupo de soldados con aspecto abatido vestidos como el
pato Donald, con chaquetilla de marinero por la que asomaba un enorme trasero
blanco y patas de pato, todo de goma espuma. Se veían muy cómicos. Uno dijo:
-Somos unos patos desgraciados que merecemos ser asados. Cuac…
Entonces ocurrió. Dicen que suele pasar al atardecer, cuando
la sangre se espesa y la adrenalina se dispara por efecto de la risa.
Reímos, pero el recluta del bigotillo no podía parar de
reír. Su risa se convirtió en chillidos y luego en alaridos de hiena sincopada.
Muchas cabezas con idéntico corte de pelo se giraron en nuestra dirección. El
recluta cayó al suelo preso de una risa
marigüanera y espasmódica. Un sargento se acercó con grandes zancadas. Temía
que zanjara el asunto al estilo cuartelero, a sopapo limpio, así que El Córdoba
y yo nos apresuramos a incorporarle.
-Nos lo llevamos fuera, mi sargento –le dije-.
-¡Sacadlo pero rápido! –masculló mientras echaba furtivas
miradas hacia los asientos del coronel y los mandos.
El Córdoba, mucho más corpulento que yo, agarró al recluta
por los brazos y se lo cargó a la espalda como una mochila. Yo lo sujetaba por
los pies. Salimos al patio en dirección a la enfermería. Las risas del recluta
parecían aullidos inarticulados hasta que se oyó un chasquido y cesaron
bruscamente.
Como en una escena culminante de una película de terror –un
violento zoom- miré la cara del recluta distorsionada en una mueca grotesca.
Se le había desencajado la mandíbula y no podía cerrar la boca. Daba miedo verle;
parecía el personaje de El grito de Munch.
En la enfermería había un joven alférez médico absorto en la
lectura de un libro. Cuando vio el extraño aspecto del recluta no hicieron
falta explicaciones.
-Vamos a poner la articulación en su sitio. Sentadlo en esa
silla y sujetadle bien la cabeza –nos dijo. Había dejado el libro sobre la mesa
y me fijé en el título: El almuerzo desnudo, de Burroughs. Entonces no podía ni
imaginar que mucho más tarde dibujaría una portada para ese libro.
El oficial se puso delante del recluta y lanzó con fuerza el
puño hacia arriba impactando en la base de su mandíbula. Es el golpe que en el
boxeo se conoce como Uppercut. Se oyó un crujido que nos puso los pelos de
punta, un ruido desgarrado como si se hubiera abierto la bragueta de un
gigante. El recluta tenía ahora una expresión normal aunque aturdida.
-Será mejor que se quede aquí por esta noche –dijo el
alférez inyectándole un relajante muscular.
El recluta musitó algo que no entendimos, pero estoy seguro
de lo que sus labios deberían haber dicho en ese momento: “Cuac…”
ABAJO: algunos personajes que se han hecho famosos por tener
la risa floja.
LORD JÁ, JÁ. UNA RISA CÉLEBRE
William Joyce (Lord Haw Haw) no se hizo famoso por sus
carcajadas. Este apodo se lo dieron a causa de su voz –resultado de haberse
roto la nariz en una pelea cuando militaba en el Partido Fascista Británico-
que siempre sonaba como si estuviera reprimiendo un estallido de risa. Expulsado
del partido por bruto y deslenguado, en 1939 se traslada a Berlín y empieza a
trabajar en los servicios de propaganda nazis con su programa radiofónico
Berlín Calling. Pronto adopta el alias de Lord Haw Haw iniciando siempre sus
emisiones con el mensaje: “Here Lord Haw, Haw. You´ll never win, boys”. Su
programa se hace tan popular en Inglaterra que la BBC emite a la misma hora
(21h.) su mejor programa musical iniciando lo que ahora es algo tan común en la
TV como la contraprogramación. Cuando la guerra ya no pinta bien para Alemania
Joyce se entrega al alcoholismo y a los brazos de Axis Sally, norteamericana
que también tenía su programa propagandístico en la radio alemana. Dios los
cría…
Su último Berlín Calling –con un Joyce claramente bajo los
efectos del alcohol- se emitió el 30 de abril de 1945. Lord Haw Haw es detenido
poco después por los británicos y ejecutado al año siguiente por alta traición.
EL HOMBRE QUE RÍE
“La naturaleza fue pródiga en favores con Gwynplaine. Le
había dado una boca que le llegaba hasta las orejas y una cara a la que no se
podía mirar sin reír…”
Así describe Víctor Hugo al protagonista de su obra El
hombre que ríe. Gwynplaine es un niño comprado por un fabricante de monstruos
al que le practican la operación llamada Bucca fissa: cortes que prolongan la
comisura de los labios dando el aspecto de una sonrisa permanente. En 1928 el
director alemán Paul Leni llevó la novela al cine con el resultado de una de
las últimas obras maestras del cine mudo.
El protagonista es Conrad Veidt
–conocido sobre todo por su papel de general Strasser en la película Casablanca. Por cierto que
el dibujante Bob Kane se inspiró en el personaje de Veidt para crear al más
letal enemigo de Batman: el Joker.
Aquí está la versión completa con rótulos en castellano: