Durante unas obras en el alcantarillado los trabajadores
abrieron accidentalmente un portal del inframundo y ahora mi barrio está
embrujado.
Por las calles se pasean espectros, cabezas sin tronco o
troncos sin cabeza, y enjambres de murciélagos-vampiro golpetean con sus alas
los cristales de las ventanas.
En el Starbucks cercano a mi casa aparecen como por arte de
magia gnomos y duendes que se mean en los frapuccinos y los moccalate de la
clientela mientras éstos están absortos mirando
la pantalla de sus ordenadores portátiles.
El suceso más grave ocurrió en el Chin-Lu, el bazar chino de
mi esquina, cuando un día se presentó nada menos que Fu Manchú y allí se quedó.
Al principio a los vecinos no les importó gran cosa pues Fu Manchú se limitaba
a teclear un móvil con la larguísima uña de su meñique y a responder “Por allí”
señalando al infinito como hace siempre el personal de los bazares cuando les
preguntas por un artículo.
Pero cuando a Fu Manchú le dio por arrojar dagas envenenadas
a los clientes éstos empezaron a evitar el local, y el dueño y su esposa, a
ahogar sus penas en la bebida. Un día el señor Chin-Lu roció a la pobre mujer
con sake y le prendió fuego. Ahora el espectro de la señora Chin-Lu atiende un
bar frecuentado por trasgos. Hace cocina-fusión y tiene mucho éxito con su
gazpacho de aleta de tiburón.
Desde mi piso oigo alimañas, sabandijas y gusarapos reptando
y medrando por las calles. Y esto no es lo peor.
Lo peor es que, mientras escribo, se ha abierto la puerta de
par en par y ha aparecido la cabeza y una mano del cocinero Karlos Arguiñano.
Digo bien, cabeza y una mano –la derecha- flotando en la penumbra. La mano de
Arguiñano lleva una sartén. Con un rápido giro voltea una tortilla y me
pregunta:
-¿Te gusta poco hecha?
FIN
YA TENGO PINCHE DE COCINA EN CASA
Mi hijo Daniel pelando patatas; así empecé yo.
Quiere que le de clases de cocina. Pues bien, hemos empezado con una de mis tapas preferidas:
RECETA FÁCIL DE PATATAS BRAVAS
Pelamos las patatas y las cortamos en forma desigual (groseramente, como dicen los libros de cocina) y las freímos en una sartén con abundante aceite y el fuego al mínimo. Cuando estén tiernas las sacamos del fuego y las dejamos sobre un papel de cocina para absorver el aceite sobrante. Luego las volvemos a poner en la sartén con el fuego a tope 5 minutos. Quedarán crujientes por fuera y blanditas por dentro.
En otra sartén con un poco de aceite calentamos una cucharada de pimentón -¡Sin que eche humo, que el pimentón no se queme o quedaría amargo!- una cucharadita de harina, removemos y añadimos un poco de tomate triturado. Dejamos reducir el tomate, añadimos un par de gotas de tabasco y regamos las patatas con esta salsita. Buen provecho!