Este soy yo con mi hijo Dani –sí, Dani, como el niño
clarividente de El Resplandor- cuando tenía un año de edad. Por supuesto yo le
leía cuentos a la hora de acostarse pero esa etapa duró poco porque acabó
siendo Dani quien los improvisaba y me los contaba. La desbordante imaginación de este niño era sorprendente pero
un día, a los siete años, se superó a sí
mismo.
Una mañana me hizo una sorprendente revelación: su madre y
yo no fuimos sus primeros padres. Según me dijo Dani, él vino al mundo en un
lóbrego caserón con dos padres a los que describe muy tontos y muy feos. “…y
también muy malos –añadió Dani-. El día de mi cumpleaños me ponían delante una gran tarta y cuando iba
a probarla me atizaban un coscorrón y se la llevaban. Al final puse un anuncio
en un periódico para encontrar unos nuevos papás y me fui contigo y con mamá
porque erais los que más me gustaban”. Vaya, así que nos eligió en un casting.
Esa noche le preparé su plato favorito, espaguetis a la
carbonara. Estalló una súbita tormenta veraniega con mucha electricidad. Dani enrolló
un espagueti en el tenedor y detuvo la mano a medio camino con una expresión de
alarma en sus ojos.
-Están aquí –susurró. La lluvia caía con estrépito-. Han
vuelto. Son los padres tontos y feos que vienen para llevarme con ellos. Ahora
están pulsando el timbre. Tú no los puedes oír pero yo sí…
Me los imaginé como una familia así:
La luz de un relámpago se filtró por la persiana pintando
rayas en la cara de Dani.
-Ya han dejado de pulsar el timbre y están arañando la
puerta de casa. Tienen una enormes garras, grandes y afiladas…
-Termina los espaguetis, cariño -.Pero lo que quería decir
en realidad era: “¡Dani, para ya que me estás asustando! ¡Pero qué canguelo me ha
entrado!” Al llevarme los platos a la cocina pasé por delante de la puerta y
miré por la mirilla. Si en ese momento veo una cara al otro lado me da un
infarto.
Y aún sigue escribiendo. ¿Habré traído al mundo otro Stephen
King? pues espero que me encargue los dibujos de sus portadas.
Aquí a punto de soplar las dieciocho velas de la tarta (no le dimos un coscorrón ni nos la llevamos) Las llamas y la
barba le dan un aspecto mefistofélico.
Y ahora paso el timón a mis ilustres colaboradores:
RIBOT
MELMOTH
A veces viene alguien a informarte de que fulano ha muerto.
De momento cuesta creerlo hasta que al fin lo asimilas y lo aceptas. Después,
de súbito, te lo encuentras paseando por el centro comercial. En esos primeros
segundos entras en contacto con una experiencia terrible y tan irreal que
llegas incluso a cuestionarte tu propia existencia hasta que te das cuenta de
que el informador andaba errado, quizá por bocas de otros. Buscas al informador
y le dices que acabas de ver a fulano saliendo tan pancho del “Pull and Bear”.
El informador se sorprende de tus palabras, pero de inmediato, y algo aturdido,
acepta su error. Como todos sabemos, estos casos suelen ocurrir, pero ya empiezo a tener mis sospechas. Creo que los muertos, los
muertos de verdad, se están aprovechando de estos malentendidos y se cuelan
para seguir viviendo unas vidas que ya no les tocan. Ellos también sospechan que yo lo sé. Lo dicen sus
consternadas expresiones cuando me ven.
FIN
Bueno, pues yo también pongo una chorradilla:
LA RECETA. Como antes se ha hablado de carbonara... pero esta receta de mi amigo el chef Vittorio se supone que es la auténtica carbonara, sin leche y con el huevo crudo.
Freír la panceta o bacon ahumado. Cocer los espaguetis en abundante agua salada y escurrir. Volcar los espaguetis en la sartén donde hemos frito las tiras de tocino y remover. Añadir el huevo -sólo la yema, una por persona- y mezclar bien. Apagar el fuego antes de que empiece a cuajar, sazonar con pimienta recién molida y servir. Recomiendo mucho queso.