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Peter Arno (izquierda) dibujante emblemático del semanario New Yorker tenía pinta de galán de cine. De familia aristocrática y dotado de un gran encanto no faltaba en ninguno de los saraos neoyorkinos. Dominaba como nadie el carboncillo y el entintado, aunque también muestra una envidiable obra en color:
Sus personajes suelen ser de la clase alta -smokings, sombreros de copa...- pero con una gran dosis de ironía y expresividad. Que nadie me diga: "Ah, era el Labanda de la época" que le encasquetó la plumilla en las narices.
En 1958 atraviesa una grave crisis personal. Deja su apartamento de Park Avenue y se traslada a vivir solo en una granja. El dibujo de la derecha es el último que publicó cuando tenía los días contados por el cáncer. Este curioso personaje -quizás el propio Arno- sale indemne de un avión estrellado diciendo: "Bueno, y ahora, de nuevo, a mi vieja mesa de dibujo".
viernes, 29 de enero de 2010
En un insomne canal de televisión he vuelto a ver El último hombre vivo o The Omega Man (1971) con Charlton Heston. La segunda de las versiones de la magnífica novela de Richard Matheson Soy Leyenda (las otras dos fueron protagonizadas por Vincent Price y Will Smith) No ha resistido bien el paso del tiempo, ahora se notan mucho sus tics setenteros: puesta en escena televisiva, horrible música en la banda sonora… Heston, en su libro de memorias In the Arena –muy interesante, lástima que dedica su último capítulo a vendernos la moto de la Asociación Nacional del Rifle- cuenta que el rodaje fue muy tenso por las malas pulgas del director Boris Sagal. Es posible pues durante un rodaje en 1981, al bajarse de un helicóptero, Sagal le echó una acalorada bronca al cámara sin darse cuenta de que se estaba acercando a la hélice de cola que lo decapitó en un instante.
El actor habla de la escena más recordada de la película, la del inicio, en que aparece conduciendo un descapotable por las desiertas calles de Los Ángeles. Ante el elevado coste de construir unos decorados se rodó la escena un domingo muy temprano (igual que hizo Amenábar para el Madrid deshabitado de Abre los ojos) Heston entra en un cine y se proyecta Woodstock -película que este actor consideraba sumamente aburrida-. Fue una buena idea: un hombre solo en un cine, el último que queda en la tierra, viendo escenas en las que aparecen miles de personas.
sábado, 23 de enero de 2010
EL MÁS EXTRAÑO CINE DE BARCELONA
El cine Avenida de la Luz en Barcelona se encontraba bajo tierra. Inaugurada en 1940, justo después de la guerra, la Avenida de la Luz fue la primera galería comercial subterránea de Europa. Se accedía por la estación de metro de Plaza Catalunya y en su momento de máximo auge llegó a reunir 68 comercios; seguro que el más recordado era el de las Bodegas Montroy con un gran muñeco vestido de baturro que escanciaba continuamente vino en una tinaja.
El enigmático cine Avenida se estrenó con en 1943 con un Festival Disney que incluía el estreno de Los 3 cerditos. Fue también la primera sala que proyectó una película con el sistema llamado Audioscópic, antecedente del 3D. los espectadores tenían que ponerse unas gafas bicolores que provocaban (según mi tío) terribles jaquecas.
A principios de los años 70 la Avenida entró en decadencia. El aroma a pampols –una especie de gofres- que impregnaba las galerías dejó paso a olores menos atractivos. El cine que empezó con la película de los cerditos y el lobo feroz pasó a ser una Sala S, luego X y acabó cerrando definitivamente en el olímpico año del 92 con la proyección de El placer entre las nalgas.
Desde entonces la Avenida de la Luz permanece cerrada, pero Ferrocarrils de la Generalitat organiza paseos para grupos de nostálgicos que recuerdan el cine, su Salón Recreativo y sus comercios.
BABY DOC ERA UN ZOMBIE
Ahora que se habla tanto de Haití es un buen momento para recordar esta imagen en la que el anciano dictador Papa Doc presentaba a su sucesor: Baby Doc. Yo tengo muy claro de que se trata de un zombi instruido por Papa Doc –al que toda la población consideraba un bokó, un brujo vudú- para servir a sus intereses. Reparen en el gesto orgulloso con el que Papa Doc presenta a su vástago que recuerda al del Dr. Frankenstein exhibiendo a su criatura.
Baby Doc salió por piernas del país antillano en 1986 y se dedicó a vivir a lo grande en París. Allí, en 1990, decidió abrir un restaurante: Au Colombier al mando de David Ewen, un prestigioso chef que se trajo de Nueva Zelanda. El local fue un éxito y consiguió una estrella en la Guía Michelin que perdió en 1992 . Ewen se suicidó (fue el tercer chef que se quitó la vida al perder esa estrella) y el perverso Baby Doc tuvo que cerrar el local. Claro que tomó cumplida venganza. Así dejó a Bibendum, la mascota de Michelin, después de un ritual vudú : todo lleno de letales alfileres.
jueves, 21 de enero de 2010
VERGUENZA
Cuando se despertó ella no estaba. En la cocina ha encontrado una nota pegada a la nevera que decía: “Te tendría que caer la cara de vergüenza”. De entrada, ha notado como las mejillas le tensaban misteriosamente la piel. Se ha fregado el rostro intentando detener las convulsiones faciales. No podía. Se ha asustado al notar que la cara le caía sobre las manos, con una expresión blanda, deformada y repugnante. No podía gritar porque no tenía labios, ni nariz, ni frente. Ha dejado caer lo que tenía en las manos y la máscara se ha esparcido por el suelo como una pizza de plastilina. Ha reconocido en aquella masa viscosa una expresión de inquietud que le era familiar. Se le han caído los ojos. Se ha levantado dificultosamente y se ha dirigido a ciegas hacia el comedor. Estaba decidido. Aunque tuviera que registrar la casa palmo a palmo, descubriría donde le habían escondido la botella de ginebra.
(“Te habría de caer la cara de vergüenza” de Sergi Pàmies, 1986)
lunes, 18 de enero de 2010
FRASES HECHAS
A causa de una reestructuración de plantilla se han terminado mis colaboraciones en El Periódico. Lo que últimamente me saca de quicio es la cantidad de tópicos y frases hechas que he tenido que oír en pocos días. La palma se la lleva el: “Tranquilo, ya encontrarás algo”. Seguido a poca distancia de : “Es que la cosa está muy chunga”. El revelador: “Es la crisis” Los hay que recurren al refranero: “No hay mal que 100 años dure” o al enigmático: “La vida sigue, chico”. Por las películas americanas conozco lo del Bote de los Tacos, hasta los Simpson tienen uno, y estoy pensando seriamente comprarme una hucha y al próximo que me suelte una de esas frasecitas le pongo la hucha bajo las narices y suelto: “¡Un euro!”. Sí, una de esas huchas portátiles como las de la Cruz Roja...
DOS HOLMES
Esta portada la hice un par de años atrás. Ahora los ingleses la han reeditado aprovechando el tirón del estreno de Sherlock Holmes con un Robert Downey con barba de tres días -en 1880 !- ¿Porqué, ya puestos, no le ponían un pendiente? Este Holmes no fuma en pipa (de la morfina al 7% ya, ni hablamos) y le acompaña un estilizado doctor Watson. Ya sabía por los libros que Holmes era diestro en boxeo y esgrima pero aquí le han puesto tanto énfasis en ello que a veces más bien parece un Van Damme repartiendo mamporros. Tengo que reconocer que la película tiene una buena factura visual y que entretiene, pero en mi Olimpo de Sherlock Holmes sigo conservando a Basil Rathbone y Peter Cushing como mis preferidos.
Y ahora otro Holmes: John Holmes –a la izquierda con el chandal que se ponía para comprar en el Pryca- AKA Mister 35 centímetros y quizás el actor porno más famoso de la historia. Sherlock está inscrito en el Guinness como el personaje de ficción más veces llevado al cine, sin embargo John aún no tiene su película pese a que hay material de sobra: fue la primera estrella del porno, cayó en una espiral de delitos y drogas, se le relacionó en los llamados Asesinatos de Wonderland (se escapó por sus servicios como confidente para la policía de Los Angeles) y terminó sus días en 1988 a causa del SIDA. Su última película fue Cicciolina Number One dirigida por Thomas Turbato (yo diría que es un seudónimo) en la que el legendario Holmes -ya muy demacrado- hizo lo que pudo con la famosa pornodiputada. Triste final.
martes, 12 de enero de 2010
EL DOBLE ASESINO DE KARLOFF
Se llamaba Benjamín Torrealba, chileno, fue doble en Hollywood de Boris Karloff (en la foto se aprecia su gran parecido)y relacionado en tres asesinatos; un monstruo dentro y fuera de la pantalla.
Dobló a Karloff en Frankenstein, La novia de Frankenstein, La Momia... Era amigo de George Raft y mantuvo una larga relación con la bella Kay Francis.
A finales de los 50 regresa a Santiago de Chile. En su casa de Dardignac 81 la policía encuentra restos humanos. Torrealba explica a los periodistas que han hallado en su jardín un cementerio indígena, pero cuando descubren un orificio de bala en unoo de los cráneos Torrealba termina confesando que mató a un joyero y a su amante homosexual por un turbio asunto de joyas robadas. También relacionaron al doble de Karloff en el asesinato de la adinerada anciana Zenobia Valverde pero no encontraron suficientes pruebas. El ya conocido como "Monstruo de Dardignac 81" es condenado a 46 años de reclusión pero, incomprensiblemente, sale en libertad diez años después. Termina sus días apaciblemente en una residencia de ancianos dedicado a esporádicas sesiones de espiritismo y escribiendo un libro de memorias que no pudo terminar. Lástima.
CIENCIA MICCIÓN
En su laboratorio de Wisconsin el profesor Sibelius Pretorius ha controlado el tiempo que emplean 1.500 voluntarios entre los 18 y los 55 años para satisfacer sus necesidades en un lavabo público. Después de las debidos controles Sibelius ha llamado a Kurt Bohemm, de la empresa Siemens, principal suministradora de interruptores de luz con temporizador.
"Herr Bohemm" dice Pretorius, "El tiempo medio que emplea una persona en pulsar el interruptor, desabrocharse y orinar es de 1 minuto 56 segundos".
"Bien" responde Bohemm. "Los interruptores se apagarán a los 49 segundos exactos".
Sibelius y Bohemm celebran su decisión con sendas risotadas de hiena.
Ahora todos ustedes saben quienes son los retorcidos cerebros culpables...
"Herr Bohemm" dice Pretorius, "El tiempo medio que emplea una persona en pulsar el interruptor, desabrocharse y orinar es de 1 minuto 56 segundos".
"Bien" responde Bohemm. "Los interruptores se apagarán a los 49 segundos exactos".
Sibelius y Bohemm celebran su decisión con sendas risotadas de hiena.
Ahora todos ustedes saben quienes son los retorcidos cerebros culpables...
LICOR DE FRAILES
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