El programa se llama Triunfo Freak. El show premia con una
importante suma al fenómeno de circo más impactante. En el estudio de grabación
hay muchos entre el público –enanos, gigantes, siameses, hombres cocodrilo-…
todos con la misma camiseta roja con las letras TF.
Una voz atronadora anuncia el siguiente concursante. Las
cámaras preparan el zoom, las luces centellean sobre el escenario y… el
desconcierto se extiende por el plató. El público se apretuja para ver mejor al
recién llegado formando un mohín rojo en mitad del estudio. ¡El concursante es
normal! Bueno, lo más llamativo es que su rostro es idéntico al de Leo Messi.
El jurado –un hombre torso, un niño camello y una mujer
barbuda- cuchichean entre ellos juntando las cabezas que forman un centro
peludo. La mujer barbuda se pone en pie agitando las miles de lentejuelas
brillantes de su ajustado vestido y dice:
-Caballero, me temo que no ha entendido bien las bases del
programa – se pone una mano a modo de visera para ver más allá de los focos-.
Su parecido con Messi es impresionante, pero esto no es un concurso de dobles
de famosos. Buscamos fenóm…
La mujer barbuda calla al ver que de repente la camisa del
hombre normal empieza a abrirse desde dentro y con el último botón aparece una
segunda cabeza que asoma desde su abdomen. La cabeza habla con acento
extranjero:
-Yo soy el concursante. No hablen con ese –señala a la otra
cabeza-, es mudo y sólo entiende
esloveno.
La música suena a todo trapo, y todos
–público y jurado- aplauden con entusiasmo.
FIN
MARC RIBOT
MELMOTH. EL ACTOR
El actor tenía que interpretar un papel en el que un oficial
jugaba a la ruleta rusa en el tercer acto. El personaje hacía una apuesta y,
naturalmente, la ganaba. Disparaba el arma sin matarse.
Para aderezar el asunto, pero sin confiárselo a los otros
miembros de la compañía, el actor introdujo una bala auténtica en una de las
recámaras del arma que utilizaba en escena. Sin saberlo los demás, el actor se
jugaba la vida en la escena todas las noches. No se sabe muy bien las
motivaciones que condujo al actor a semejante extravagancia, quizá por penas de
amor, fanfarronada o melancolía profunda.
Por una suerte extraordinaria, actuó en las veintidós
primeras representaciones sin incidente. Salió indemne todas las noches. La
mañana del vigésimo tercer día, postrado por una fiebre muy alta, le fue
imposible levantarse de la cama. Envió aviso al teatro para informar al
director. Este llamó inmediatamente al sustituto del actor y lo puso a trabajar
para que pudiera actuar aquella misma noche. El sustituto, con gran alegría,
iba a actuar por fin, ensayó todo el día, se vistió enseguida con el traje del
actor enfermo, cogió su arma y, para enorme sorpresa de todos, se mató aquella
noche en el escenario.
El actor abandonó la cama dos días después para asistir a
los funerales de su sustituto. Cuando el actor se recuperó de su leve
enfermedad, volvió a su papel, dejó de introducir la bala en la recámara y se
dio a la bebida.
FIN
RECETA: DORADA FELIZ
El nombre se me ocurrió al sacar la dorada del horno, me pareció que sonreía feliz.
Pedir en la pescadería que preparen una dorada para el horno (vaciarla y quitarle las escamas) En la bandeja añadir sal, 1 rodaja de limón, 1 hoja de laurel y rociar con aceite de oliva.
Introducir en el horno a 180º. Cuando empiece a tomar color verter 1 vaso de vino blanco y seguir cociendo 20m.
Y es que los peces también ríen, ¿porqué no?