Ivo Gaceta, reportero freelance, se dirige en su coche hacia
el pueblo de Bastión; una villa que ha permanecido inalterable y con sus
propias leyes desde tiempos medievales. Seguro que eso merece un reportaje.
Es un día de calor infernal. Un neumático recalentado estalla
silenciando a las cigarras. La carretera muere repentinamente en el pueblo. Ivo
entra en la calle principal. Derrapa. El coche se dirige como un mísil hacia la
cristalera de una heladería y la atraviesa. Ivo queda empotrado frente a las
cámaras frigoríficas.
Magullado, descubre que se ha llevado a alguien por delante.
Hay un hombre dentro de una nevera rodeado de cristales rotos y cubierto de
gelatina de fresa. Aun aturdido Ivo piensa: “Parece un insecto marica atrapado
en ámbar rosa”. Sale del coche caminando entre charcos de gelatina rosa hacia
el hueco que el coche ha abierto en la fachada y descubre que todo Bastión está
allí. Le tienden los brazos, le arrojan besos, y entonces, Ivo se desmaya.
Luz. Dolor. Ivo despierta. Desde una mesilla, un hombre de
aspecto afable le saluda con una sonrisa. Está claro que se encuentra en una
habitación de hospital, sin embargo el desconocido fuma despreocupadamente y
señala una botella de whisky.
-¿Una copa, amigo?
-No bebo –responde Ivo.
-Yo sí, es fácil, le enseñaré –se sirve un vaso y se
presenta-: Soy Fosodelcastillo, alcalde de Bastión. El hombre que usted atropelló
ha muerto.
Ivo traga saliva. Acude a su mente una vieja canción: “Qué
pena los borrachos que están en el camposanto. Que Dios los tenga en su gloria
por haber bebido tanto.” Curiosos, los resortes de la memoria.
-Ahora sí que tomaré esa copa.
-La víctima es… era el señor Botellón, el borracho del
pueblo –dice el alcalde tendiéndole un vaso lleno hasta el borde.
-Bueno, entonces no es una gran pérdida.
-¿Bromea? –exclama el alcalde-. ¡El borracho del pueblo es
aquí el ciudadano más respetable y popular! Usted lo ha matado, y ahora lo
tendrá que sustituir.
-¿Qué?!!! ¿Es una broma?!!! –Ivo abre desmesuradamente los
ojos-. ¡Yo no quiero ser el borracho de ningún pueblo!
-Señor Gaceta –el alcalde apoya los codos en la mesa, junta
los dedos y dice a través de la jaula que forman sus manos-: Bastión no es solo
famoso por su castillo y sus fiestas medievales. También por su estatuto especial,
unas leyes que datan del siglo XIV y que nos han permitido mantener hasta
ahora. Ha de quedarse aquí y ocupar el puesto del señor Botellón que estaba ya
muy visto, se había vuelto flatulento y la cirrosis empezaba notablemente a
consumirlo. Será usted muy querido por los ciudadanos de Bastión.
-¡No pueden retenerme aquí! –grita Ivo.
-Hablemos – dice el alcalde apurando su vaso-. El borracho
del pueblo cobra cinco mil euros netos al mes, Seguridad Social, primas, jubilación…
Hoy es un día memorable para Ivo. Subido a una mesa, canta a
grito pelado:
“En la Pampa legendaria/ donde relincha el peludo/ había una
linda yegua/ con una flor en el culo.”
Se llena la boca de vino peleón y empieza a escupir chorros
en la cara de los parroquianos. Después vacía una botella en el escote de una
rubia, luego orina en los geranios del jardín del farmacéutico mientras los
vecinos lo ovacionan eufóricos y termina vomitando en las murallas entre risas
y aplausos.
-Creo que esto me va a gustar –piensa Ivo.
BLOODY MARY
Bueno, creo que es razonable que mi receta de hoy sea la de un cóctel, y esta chica tiene pinta de gustarle mucho el Bloody Mary:
Hielo, 3/4 Jugo de tomate. 1/4 Vodka. Unas gotas de zumo de limón. 1 gota de Tabasco. Sal.
Mezclar bien y servir en vaso mediano adornado con una ramita de apio.
Un cuadro que hice para la coctelería Boadas con acuarela: BAR MATADERO