Bruno Schreck dirige el Tour de los Horrores S.A. una
agencia de viajes muy especial. En su despacho, dos lámparas iluminan con tenue
luz amarilla carteles con grandes titulares: Puente festivo en la Mansión
Amtyville. Senderismo por Aokigahara, el
bosque japonés de los suicidas, Expedición por castillos escoceses encantados…
Entran Manu, Hugo, Vanesa y Jessy. Habían adquirido el
Redneck Weekend: tres días en una cabaña aislada en las montañas, sin teléfono
ni electricidad, y cercano al psiquiátrico Ted Bundy para asesinos en serie. Los
jóvenes parecen contrariados.
-Qué aburrimiento –empieza Manu sin saludar-. Ni psicópatas,
ni zombis, ni rednecks con horcas vinieron a visitarnos.
-Además no había wifi –bosteza Jessy.
-Sin internet ni televisión –prosigue Manu-, tuvimos que
distraernos bebiendo como cosacos y quitándonos las virginidades unos a otros.
-Sí, yo me tiré a Vanesa y Jessy –interviene Hugo-. Y a Manu
y Hugo. No, espera, Hugo soy yo. Bueno, pues a Manu dos veces.
-Fuimos a bañarnos a la Laguna de la Muerte –interviene
Vanesa-. Qué decepción, llena de parejas con niños, parecía una playa familiar.
- Entiendo –asiente Schreck .Teclea en su ordenador y gira
la pantalla hacia los muchachos que se quedan perplejos al ver fotografías de
gente con túnicas blancas abrazando árboles -. Aquí tengo algo muy especial, el
centro de meditación YogaKali.
-¿Es una broma? – exclama Manu, y al ver que la expresión de
Schreck no cambia-: ¿Es que tenemos pinta de jipis abraza-árboles?
-No es lo que parece –Schreck junta las manos y habla a
través de las rejillas de sus dedos-. Os aseguro que se trata de la experiencia más
aterradora que podéis imaginar. Si no quedáis satisfechos se os devolverá el
dinero, más una semana gratis de ruta por Chernobyl.
-Bienvenidos al Bosque Miskatonic, jovencitos.
El guía de YogaKali tiene un rostro cadavérico que deja
traslucir el circuito trágico de sus venas. Su largo pelo negro y lustroso
contrasta con sus ojos acuosos. Vestido con una túnica blanca y rodeado de
árboles parece un druida psicópata.
“Al menos –reconocen los chicos-, la pinta de ese tío es muy
inquietante.”
-Seguidme – dice. El grupo avanza campo a través. Es de
noche, pero la luna llena ilumina el bosque con luz zodiacal. En lo más
profundo encuentran un grupo de impresionantes árboles parecidos a
secuoyas aunque más pequeños.
El guía les indica que se abracen a esos árboles. Los chicos
estrujan las secuoyas y al instante quedan
pegados al tronco por una resina llena
de enzimas digestivas más corrosiva que el ácido más cáustico y destructivo.
En pocos segundos la resina disuelve los cuerpos de los
viajeros. Manu, que es el más corpulento, aún consigue articular:
-¡Qué alucineee…
FIN
NUEVO PROYECTO
Qué bonito es el amor... y su puta madre. Un libro con ilustraciones escrito por Roger Pera, mi director en el estudio de doblaje. Esperamos publicarlo después de verano.
LA SALSA PEPE: LA MÁS FÁCIL DEL MUNDO
Y además es buenísima: nata para cocinar, 1 cucharada de concentrado Bovril y un chorrito de coñac. Remover y ¡ya está! Con esta salsa he condimentado esta pieza de carne tostada por fuera y sangrante por dentro, como a mí me gusta.