DRÁCULA EN LA CONSULTA DE CONAN DOYLE
Diario de Arthur Conan Doyle, 13 de mayo, 1893
Hoy ha venido a mi consulta un paciente de lo más peculiar:
un aristócrata centroeuropeo que se ha presentado como Conde Drácula y
ferviente admirador de mis libros. Dijo que ha estado siguiendo las publicaciones
de Sherlock Holmes desde Estudio en escarlata y que sin duda estoy destinado a
ser el Shakespeare de la novela de misterio. El motivo de su visita era la
porfiria de Mehnert (desmesurado desarrollo de los caninos) que afeaban su
aspecto y podrían ser un obstáculo ahora que empezaba a frecuentar la alta
sociedad de Londres. Limé sus colmillos con una rueca mecánica que se acciona
con un pedal. Cuando le ofrecí un espejito para que contemplara el resultado el
conde lo rechazó con un enérgico gesto: “¡Odio los espejos! –dijo. No son más
que fatuos reflejos de vanidad”. Pero el conde se mostró satisfecho con mi
trabajo. Me entregó una libreta con documentos sobre la historia de su linaje
pues había leído mi última obra histórica –Rodney Stone- y pensaba que quizás
me interesaría como tema para una futura novela. Sentí un ligero cosquilleo
cuando Drácula me estrechó efusivamente la mano ya que su palma estaba cubierta
de vello.
Diario de Arthur Conan Doyle, 19 de mayo, 1893
Los escritos del conde tienen un gran potencial: –épicas
batallas contra los turcos, bosques infestados de lobos, extraños ritos
magiares-… pero Bainbridge, mi editor, insistió en que el público está ansioso
de más Sherlock Holmes y que me dedicara únicamente a terminar El intérprete
griego para publicar cuanto antes el próximo libro de relatos sobre mi
detective.
Diario de Arthur Conan Doyle, 4 de junio, 1893
Ayer, durante una reunión con la Golden Dawn, estuve
charlando con el recién iniciado Bram Stoker; un irlandés grandullón que ha
escrito algunos relatos interesantes como La Copa de Cristal. Cuando le hablé
sobre las crónicas del conde Drácula pareció muy interesado y concertamos una
cita en el club Renfield´s para una lectura del texto. Stoker tiene talento y
puede que saque algún partido de este material.
FIN
Y ahora, una historia AUTÉNTICA de Halloween:
SEXO DE ULTRATUMBA
Invité a cenar a mi casa a mis amigos Joan, Anna y Sergio. Este último me llamó la noche anterior:-Miquel, ¿te importa si traigo a mi prima Sara? Está pasando
una temporada conmigo. Es profesora de instituto y le han dado la baja
psiquiátrica. Te advierto que es algo especial.
Al oír lo de especial, viniendo de Sergio, se me dispararon
varias alarmas.
-¿Cómo de especial?
-Dice que por las noches la visita un íncubo.
Nota aclaratoria: un íncubo es un espectro masculino que
tiene sexo con mujeres. Los fantasmas femeninos que se lo hacen con hombres se
llaman súcubos.
-Además, le gusta comentarlo –dijo Sergio antes de añadir-:
pero es… inofensiva.
-Eso me tranquiliza, Sergio.
Joan y Anna fueron los primeros en llegar y aproveché para
advertirles de lo peculiar de nuestra invitada. “Bueno –comentó Joan-, al menos
no nos faltará tema de conversación”. Luego llegó Sergio, me dijo que Sara
tenía hora con su médico. Poco después sonó el timbre de la puerta.
Eché un vistazo por la mirilla. Observé una chica morena,
atractiva más que guapa, de unos treinta años. Todo aparentaba normal hasta que
se puso a hablar con su bolso: “Pórtate bien –le decía-, no me hagas quedar
mal”.
-Ay, madre –murmuré y abrí la puerta.
-Primero aparece con medio cuerpo fuera de la pared y me
mira mientras yo estoy tumbada en la cama como en una especie de trance –nos
contaba Sara. Joan y Anna intercambiaron una mirada cómplice-. Luego viene hacia
mí con una sonrisa de oreja a oreja.
Eso me inquietó bastante: imaginarme un fantasma que se le
acerca con una sonrisa radiante como un gato de Chesire. Sara prosiguió:
-Se acerca, se tumba a mi lado y sin dejar de mirarme
fijamente me, me…
-Se te folla –intervino Sergio con la mirada indulgente de
alguien que ya ha oído antes la historia.
-Me posee –le corrige Sara un poco enojada.
Anna aventuró sutilmente:
-¿No has pensado en cambiarte de casa?
-¿Cambiarme? –Sara parecía realmente sorprendida. En la mesa
se estaba creando cierta tensión-… ¿Tú sabes lo a gusto que me deja?
Joan y Anna estaban envueltos en un estupor neblinoso, tan
aturdidos como sonámbulos que se resisten a despertarse. El aire pareció
detenerse en torno a nosotros y entonces dije:
-¿Alguien va a querer café?
Y el aire se largó a otra parte y se dedicó a sus asuntos.
No sé si los súcubos han sido llevados al cine pero los
íncubos tiene una película Incubus (1965) con William Shatner, el célebre
capitán Kirk de Star Treck, que además tiene la particularidad de ser el primer
largometraje rodado en esperanto.
Las patatas viudas se
llaman así, porque realmente van solas, no tienen carne y por la falta de esta
se dice que por eso están "viudas".
En una cazuela salteamos cebolla picada con un poco de
aceite de oliva, cuando veamos que empieza a tomar color añadimos 1 ajo bien
picado. Cuando pasen 10 minutos rehogándose a fuego suave, le añadimos las
patatas peladas, lavadas y cortadas en trozos.
Dejamos que se rehoguen durante cinco minutos y añadimos el
pimentón, removemos bien y cubrimos con agua o –mejor- caldo, salamos y echamos
un poco de pimienta, 1 hoja de laurel, unas hebras de azafrán (si se tiene) y
un poco de perejil picado. Removemos y cocemos a fuego medio hasta que las
patatas estén tiernas durante 20 o 25 minutos. Dejamos reposar unos minutos y las
servimos bien calientes.
Quedan igual de sabrosas como si tuvieran carne.