En el otoño de 1934 Bela Lugosi ya tenía claro que rechazar
el papel de monstruo de Frankenstein había sido el mayor error de su vida, por
eso cuando leyó en Variety que se había iniciado el rodaje de La novia de
Frankenstein su rostro se iluminó repentinamente.
-Miért ne? (¿Porque no?) -Se dijo en húngaro. -
Agitó su capa negra para quitarle el polvo, la tela fría y
pesada quedó suspendida sobre los hombros de Lugosi. Se contempló satisfecho en
el espejo aunque el olor a moho y humedad procedente de la tela invadía sus
fosas nasales. Sus dedos rozaron su cuello en una caricia mientras ceñía la
capa alrededor de su garganta.
En el set número cinco Karloff, de espaldas al equipo de
rodaje, sonreía tímidamente a pesar de la dentadura postiza que acentuaba sus
pómulos y le daba una apariencia cadavérica.
-¡Luces! ¡Cámara! ¡Rodando!!! –ordenó James Whale.
Lentamente –con treinta kilos de andamiaje no podía ser de
otra manera- Karloff giró hacia su derecha enfrentándose a la cámara. Su rostro
quedó bañado por la potente luz blanca de los focos mitigada por la cera derretida
que Karloff llevaba en los párpados. Tambaleándose empezó a descender
penosamente la escalera sobre sus zapatos con alzas.
Desde su silla de director Whale alzó incrédulo la mirada.
Bela Lugosi había aparecido desde un rincón en penumbra del decorado y se
acercaba a Karloff entrando en el ángulo izquierdo de la cámara. El negro
esplendor de su capa aún relucía más bajo los focos. Lugosi se felicitaba por
su idea: “Cuando me vean no dudarán en incluir a Drácula en el guión. Será una
gran pelíc…”
-¡Corten! –Whale, impávido, se dirigió a Lugosi en tono
severo pero a la vez cortés-: Señor Lugosi, ya le dije a su agente que
desgraciadamente no tenemos ningún papel para usted. Sea bueno, no me obligue a
llamar a seguridad.
-Está bien, ya me voy.
Lugosi lo dijo con aparente calma pero se fue arrastrando
los pies. Visto de espaldas parecía un murciélago cabizbajo.
Colin Clive, que se disponía a entrar en escena, aprovechó
la pausa para beber de su termo ante la mirada reprobatoria de Elsa Lanchester
que sabía que era coñac y no café lo que había en ese termo.
FIN
BETTY BOOP SE ENCUENTRA CON DRÁCULA.
Un vídeo realmente curioso:
Y hablando de Lugosi no podía faltar su plato preferido: el Goulash, o estofado húngaro.
...Cuando hayan tomado color reservarlos en un plato y sazonar con sal, pimienta y paprika (pimentón picante) En el mismo aceite sofreír cebolla picada y 1 pimiento rojo sin semillas cortado a tiras.
Cuando se ablanden, añadir al sofrito crema de leche. Remover y triturarlo todo en el vaso de la batidora. Saldrá una salsa espesa de un atractivo color rojizo. Poner de nuevo la carne en la cazuela, echar la salsa por encima y tapar. Dejar cocer 30m. con el fuego al mínimo.
En Hungria se sirve este plato acompañado de tallarines.
DESAFIO: DIBUJAR EL CIELO.
Recojo el guante de Roxana B. Rodríguez. Es uno de mis sueños recurrentes: una casa se despega de su raíz que la mantenía al suelo y se eleva en el cielo.
Y qué mejor forma de despedirme con un microrrelato de Melmoth.
MULTISALA
Una larga cola espera en la entrada de una sala de cine a
que salgan los de la otra sesión. Cuando se abren las puertas empiezan a salir
montones de cabras con sus cencerros, perros y un pastor con una barba de cinco
días.