domingo, 24 de octubre de 2010
DIECISIETE
Selene no se arrepiente en absoluto de haber enviado a paseo a aquel imbécil del Opel azul que la había llevado a esa horrible discoteca de polígono, sólo lamenta haberse quedado sin medio de transporte. Se dirige hacia la carretera y se detiene junto a una parada de autobús. No sabe cuánto tiempo tendrá que esperar pues alguien ha arrancado el cartel con los horarios.
Poco después aparece al otro lado de la carretera un viejo enjuto con un sombrero cordobés. Despliega una silla de tijera, coloca un plato de hojalata junto al arcén y se pone a tocar unas castañuelas. “Ese viejo debe estar loco –piensa Selene-. Mira que ponerse junto a la carretera en medio de ninguna parte…” El viejo canturrea con tono monocorde:
-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…
-Está como una chota –murmura Selene -. No creo que le echen muchas monedas.
Pasa el tiempo y el autobús no aparece. Aunque ya ha oscurecido el calor no afloja. Selene nota la nuca pegajosa de sudor y se recoge el pelo en una improvisada coleta. El viejo sigue con su solitaria actuación:
-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…
Un soñoliento tábano pasa muy cerca de la cara de Selene. Lo ahuyenta agitando su bolso en el aire. Selene contempla al viejo que deja por unos segundos de tocar las castañuelas como si estuviera a punto de desfallecer pero de repente, como un muñeco al que acaban de dar cuerda, sigue repiqueteando las castañuelas con renovado brío. Selene pasa del asombro al fastidio cuando le oye recitar: “diecisiete, diecisiete, diecisiete…”
Media hora después Selene pasea nerviosa y sofocada alrededor de la parada. Es un anochecer entorpecido y quieto por el calor. Pasa muy cerca de ella un coche tuneado con tres chicos dentro que le gritan groserías. Uno de ellos la señala e imita con gestos el sexo oral.
-Diecisiete, diecisiete, diecisiete…
Selene se sorprende a sí misma gritándoles con una furia descontrolada. Ahora comprende hasta qué punto el viejo le está crispando los nervios. Además ahora aúlla más que recita sus diecisiete agitando frenéticamente las castañuelas. Con la mayor velocidad que le permiten sus tacones Selene cruza la carretera y se planta delante del viejo que parece no advertir su presencia. Selene cierra con fuerza los puños. Sus dientes chirrían. Grita furiosa:
-¡Cállese de una puta vez!!!
Selene queda cegada por un súbito resplandor de película quemada. Un camión de potentes faros la embiste lanzándola a una docena de metros de distancia. Su cuerpo aterriza sobre la carretera formando un charco de sangre color rojo intenso.
Tres días después un joven de aspecto extranjero deja su pesada mochila al lado de la señal de la parada de autobús. Mira con aprensión las señales de sangre seca sobre el asfalto y luego se fija en un viejo con sombrero cordobés sentado enfrente, al otro lado de la carretera. Repica unas castañuelas y empieza a canturrear:
-Dieciocho, dieciocho, dieciocho…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
12 comentarios:
La muerte siempre se disfraza.
Muy bueno el relato, me ha recordado al chiste ese del que está pescando en el charco de un bache y le preguntan con sorna
-Que, ¿pican?
-Contigo siete
Un saludo
Sí, Cahiers. Podría haberlo titulado "La muerte llega con sombrero cordobés" Quería que fuera como un capítulo de "La dimensión desconocida" pero en cañí, con castañuelas. Saludos. Borgo.
Y muy bueno el chiste, Alimaña. Me alegra que te gustara el relato. Saludos. Borgo.
què fort!!!!!
m'has tornat a sorprendre!
Ja ho saps, Bargalloneta, comte amb els vells que toquen les "castañuelas" a l´altra banda de la carretera. Borgo.
Inquietante, un émulo de Chiquito con sombrero cordobés. Nadie se sentiría amenazado por ello, pero al final mira que pasa. ¡¡Esto es horror urbano en su mejor expresión!!
Saludos.
Hola, Wolfville! Me alegra verle de nuevo por aquí. Me ha gustado esa expresión: "Horror urbano" o quizás podría decirse "Horror asfaltado" como diría Tío Vampus. Saludos. Borgo.
Muerto y enterrado me ha dejado el relato pues no esperaba ese final. Me ha gustado mucho tanto por la sorpresa como por el humor negro que desprende.
Gracias, Sr. Nocivo. Quizás podría poner en su blog algún tema musical con el "diecisiete, diecisiete..." Ya hicieron algo parecido los Beatles con su "Number Nine". Saludos. Borgo.
Jeje... la verdad es que me venía esperando el final (pero también te digo que el terror me encanta y uno ya va conociendo ciertos resortes narrativos). Pero enhorabuena, no deja de ser interesante.
Muchas gracias, Caotico. Por cierto muy buenas tus entradas sobre Melendi y Nacho Cano, dos personajes que parecen un poco pasados de vueltas. Borgo.
Publicar un comentario