El verano del 74 lo pasé con mis padres en Altafulla, un pueblo de la costa de Tarragona. Entonces era frecuente ver en la playa a Bud Spencer acompañado de un grupo de amigos que le llamaban Carlucci (el nombre real de Bud es Carlo Pedersoli) El actor pasaba allí los descansos de la película que estaba rodando en Barcelona –Y si no, nos enfadamos- con su inseparable Terence Hill.
Un día, saliendo del agua, me encuentro cara a cara con el orondo Bud. Llevaba una caña de pescar en una mano y un cubo de plástico en la otra. Me sonríe y dice: “Bambino, pon la mano qui”. Pardillo como era entonces (y me temo que también ahora) introduzco la mano en el cubo sin mirar y lanzo un alarido de terror cuando un serpenteante amasijo de tentáculos y ventosas me agarran el brazo. Dentro del cubo había un pulpo vivo que no parecía tener prisa por soltarme.
Compadecido por mi cara de espanto Bud me llevó al chiringuito de la playa (después de librarme del pulpo, claro) y me compró un helado. Recuerdo que era de chocolate y por el altavoz del chiringuito atronaba una canción de Las Grecas. También me acuerdo del cabroncete de Bud cada vez que tengo delante un plato de pulpo a feira.
Esta es la secuencia final de Y si no, nos enfadamos (Altramenti ci arrabiamo) Bud Spencer y Terence Hill van al club de un mafioso –si se fijan verán a Donald Pleasence- para tomarse la justicia por su mano y nunca mejor dicho: a mamporro limpio. Seguro que estas escenas despertarán recuerdos entrañables a muchos frikis cuarentones… como yo, más o menos
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4 comentarios:
Jo, yo solo tengo recuerdos con Julio Iglesias, Gonzalo (el de «Soy bellísimo») y Karina. Poco más. Lo suyo es mucho mejor.
Pues aún tengo otra, Sr. Sónfor: un día compartí ascensor con el feo de los hermanos Calatrava. Claro que la anecdota no es tan jugosa; si al menos hubiera un pulpo por medio...
Jo, es que esto es para enmarcarlo en tu museo de recuerdos mentales. Qué bueno y qué gran honor.
Gracias por pasarte por aquí, Mr. Lombreeze. Lástima que Bud no me firmó un autógrafo o, en su defecto, no me atizara un mamporro de los suyos, Borgo.
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