miércoles, 29 de abril de 2009
CRY, WILHELM, CRY
Todo el mundo ha oído hablar de El grito de Munch –por cierto, el cuadro más veces robado y vuelto a recuperar de la historia- y del grito de Tarzán… pero muy poca gente conoce la curiosa historia del grito de Wilhelm aunque todos los que se dejan caer alguna vez por el cine lo habrán oído cientos de veces.
Este grito fue grabado por primera vez por el actor-cantante Sheb Wooley (si entonces hubiera pedido derechos de autor se hubiera forrado) para la película Tambores Lejanos (1951) y en la escena en que Wooley es atrapado por un caimán.
El grito volvió a usarse en La carga de los jinetes indios (1953) y lo emitió un personaje secundario, el soldado Wilhelm. Un técnico de sonido de la Warner Bros. Decidió bautizarlo con ese nombre y desde entonces se ha oído en infinidad de películas: Tierra de Faraones, Grupo Salvaje, Poltergeist, Reservoir Dogs, El Quinto Elemento… George Lucas ha adoptado este grito como un fetiche y por eso aparece en todas sus películas: las de la serie Star Wars, Indiana Jones…
También aparece a menudo por televisión, por ejemplo en uno de los más divertidos episodios de Los Simpson: aquel en que Homer se inscribe en la Asociación Nacional del Rifle y en una escena en la que enciende la TV disparando a los botones.
A mí me parece un grito más bien ridículo, me suena más al alarido de alguien que se ha dado un martillazo en un dedo que al grito de uno que recibe una bala o cae por un foso. Aunque quien quiera comprobarlo por sí mismo aquí está una recopilación de imágenes con algunas de las apariciones estelares del grito de Wilhelm.
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3 comentarios:
Primer!!!
Estupendo lo del blogo.
Y hablando del grito.
¿no suena un poco amariconao?
No se...como de pisa dedo.
Pero ha sido muy interesante.
Beso.
M.
¡¡¡Segundo!!!
¡Hala qué no parar de entradas!
Sí que suena algo ridículo, como un gato al que le han pillado la cola con la mecedora.
Y, también, creo que me he embalado mucho con las entradas pero es que esto del blog es más divertido de lo que creía. ¡Venga, voy a hacer otra!
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