sábado, 29 de agosto de 2009

ADIÓS VERANO


Aunque el verano no se haya acabado oficialmente cuando termina el mes de agosto uno empieza a despedirlo. Lo más peculiar del verano 2009 es…que no hubo canción del verano. Se veía venir desde que Georgie Dann –el trovador de las barbacoas y los chiringuitos- anunció su retirada con el tema de impactante título Mecagüentó (¿una declaración de principios?) Yo creo que el grupo Las Primas con su tema Bambú Bambú eran unas firmes candidatas para la canción oficial del verano 2009. No perderse la letra que no tiene desperdicio.


LA GRAN GUERRA


Además de Michael Jackson este verano se nos llevó al británico Harry Patch, el último superviviente de las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Por cierto que el cartel de la izquierda inspiró al director James Whale –también excombatiente- el diseño para el monstruo de Frankenstein. Casualmente, al día siguiente de leer la noticia de Patch, me encontré con un curioso corto que el Ministerio de la Guerra encargó al genial dibujante Windsor McCay –creador de Little Nemo- sobre el hundimiento del Lusitania, el barco hundido por un submarino alemán en 1917 y que motivó la entrada de los USA en la guerra. McCay se entrevistó con muchos supervivientes para dar mayor realismo a las imágenes.

BLACKOUT


Una de las cosas que más me han sorprendido de este atípico verano es que –al menos en la prensa española- no se recordara los 30 años del gran apagón que dejó durante 25 horas Nueva York a oscuras el 13 de julio de 1979. La gente se dedicó al pillaje a mansalva. Un chico fue detenido llevando una caja de una tienda asaltada y como era su tercer delito le cayeron un montón de años de cárcel. Su botín: una caja con doscientos tapones para bañera. Un policía tuvo un ataque al corazón al entrar en un almacén linterna en mano y verlo lleno de miembros mutilados; en realidad eran maniquíes descuartizados. Los actores que actuaban desnudos en la obra Oh! Calcuta en un teatro de Broadway no conseguieron encontrar los camerinos ni reconocer su vestuario por lo que tuvieron que pedir ropa prestada a los espectadores para volver a casa. Mientras, Peter Zasuly y Julia Bass quedaron atrapados en el ascensor de las oficinas de la IBM. Aunque solo se conocían de vista decidieron aprovechar para intimar. Horas después, cuando los bomberos los rescataron, Julia llevaba la semillita de Stephanie Bass; hoy una agente de bolsa de 29 años.

jueves, 27 de agosto de 2009

CROISSANT


En una de sus crónicas Quim Monzó reconocía estar desconcertado al descubrir que las dos puntas de un mismo croissant no saben exactamente igual “y no como ocurre con los dos muslos de un mismo pollo que saben idénticos”. ¿Les ocurre lo mismo? Yo no sabría decirlo, no tengo el paladar tan fino.
El grupo de video artistas colombianos Camello han mostrado este corto en que la protagonista Joëlle, una francesa residente en Bogotá, siente nostalgia y decide comerse un croissant pero al ver esa palabra tan mal escrita en la carta le entra un pasmo tal que la cosa acaba en un holocausto nuclear –eso sí, con música de Edith Piaf-. ¡Tampoco es para tomárselo así, Joëlle! Que en París vi una carta con “paheya” de primer plato.


COCHONNERIES


Mis novios empezaron como rollitos de primavera y acabaron siendo cerdos agridulces”.
(Leído en la pared de los lavabos de un restaurante chino)
Para los que creían que no se hacían películas retorcidas en los inicios del cine aquí está Le cochon danseur; una curiosísima producción de Pathé de 1907 en la que un inocente cochinillo se ve vejado y humillado por una pérfida mujer.


COMO EN LAS PELÍCULAS FRANCESAS


Casualmente me está quedando el blog de hoy con un tono bastante francés, por eso he creído muy apropiado acabarlo con el cuento ultra corto Como en las películas francesas del escritor mexicano Armando R. Dévora. Un cuento brevísimo y buenísimo. ¿Qué más se puede pedir?

Después de hacerle el amor, encendió un cigarrillo y lo fumó, pensativo: como en las películas francesas...
Luego se levantó del lecho y empezó a vestirse lentamente: como en las películas francesas...
La miró, apagó el cigarro presionando fuertemente sobre el cenicero, y salió sin despedirse: como en las películas francesas...
Al llegar a su casa, encontró a su mujer acostada con otro: como en las películas francesas...

domingo, 23 de agosto de 2009

C DE CLANDESTINO

Cuando escribía mi libro guía Barcelona cien restaurantes con menú conocí a alguien que comía en los restaurantes a cuenta de una agencia y luego redactaba un informe sobre el local. Después leí un relato del suizo Emil Kluge y me vino la idea para este cuento:

C DE CLANDESTINO


-¡Púrpura! ¿No te acuerdas de mí? Soy Blanco Nuclear. Fuimos juntos al colegio.
-¡Ah, sí…Blanco! –Púrpura intenta infructuosamente recordar la cara del hombre que tiene delante: traje color café y lleva una gruesa carpeta roja bajo el brazo. Lánguido apretón de manos. Blanco pregunta:
-¿Qué es lo que haces ahora?
-Trabajo de cliente clandestino –Púrpura sonríe ante la expresión atónita de Blanco y cree necesaria una explicación-: Evalúo la cadena de restaurantes Indigo´s. Me hago pasar por un cliente anónimo y envío informes a la Casa Central. ¿Porque no vienes? De paso podríamos comer juntos.
Entran en un comedor de diseño moderno decorado en tonos vinagre y siena. El menú está muy debajo de las expectativas y además el servicio es un desastre. Hay un forcejeo amistoso cuando llega el momento de pagar la cuenta hasta que Púrpura dice:
- No es necesario. La empresa paga las comidas.
-Al menos déjame invitarte a una copa- propone Blanco.
Se sientan en un bar cercano. Blanco deja la carpeta sobre la mesa y pide dos coñacs. Púrpura ha dejado un maletín en la silla vecina y saca de su interior dos folios color lima.
-Ahora he de rellenar estos formularios.-dice Púrpura y escribe-:”Informe del Cliente Clandestino 081-7A. Nos han preguntado tres veces lo que queríamos antes de entregarnos la carta. La espera entre plato y plato ha sido excesiva. El nivel de cocina y presentación de los platos es muy deficiente y la limpieza de los aseos deja mucho que desear…”
-¿Soy quizás demasiado duro? –pregunta Púrpura.
-Lo cuentas tal como pasó –responde Blanco y con una seña pide otros dos coñacs.
Mientras se levantan Blanco pregunta:
-No está mal tu trabajo ¿eh? De aquí para allá comiendo gratis.
-¡Qué va! –responde Púrpura con un gesto como espantando una imaginaria mosca- La verdad es que el sueldo es una basura. Siempre comiendo en la misma cadena que suelen servir una comida infame. ¡Ah! Y además mi jefe es un auténtico cabronazo. No creas que es ningún chollo.
Se despiden amistosamente ante una boca del metro después de intercambiar teléfonos y la firme promesa de volver a verse. Hasta se rodean un hombro con una mano – en la otra llevan uno el maletín y el otro la carpeta-. Apenas Púrpura ha bajado medio tramo de escaleras Blanco ya se dirige apresuradamente de nuevo al bar. Pide un coñac y teclea un número en su móvil.
-Aquí Amigo Clandestino 2701/01. El Cliente Clandestino 081-7ªA ha expresado opiniones negativas hacia su trabajo e insultantes para con su superior. Además me ha invitado a comer a coste de su empresa…
Blanco cuelga y le invade una profunda satisfacción. Hacía tiempo que no enviaba un informe medianamente interesante. Se acomoda en la barra y pide otro coñac.
Blanco camina haciendo eses por el pasillo de su casa pero adopta una postura más ortodoxa al ver dos sombras a través del cristal esmerilado de la puerta del salón. Su madre tiene una visita. La tía Ámbar está sentada en una mesilla con su madre y una botella de anisete entre las dos. Se levanta fatigosamente y besa las mejillas de Blanco.
-¡Hola, Cariño! Tu madre y yo estamos esperando a la tía Prusia para jugar a la Escalera.
Blanco balbucea un saludo. La tía Ámbar pregunta:
-Vienes pronto del trabajo. ¿No, hijo?
- Mi horario es bastante flexible –responde Blanco- Esto… voy a echarme un rato a mi habitación. No me encuentro demasiado bien. Nada, mamá… un poco de dolor de cabeza.
Poco después de que Blanco entrara en su cuarto y de que la tía Ámbar haya iniciado una conversación sobre el estado de salud del tío Cobalto suena el timbre de la puerta.
-¡La tía Prusia! – dice la madre de Blanco- Voy a abrir. ¿Sacas la baraja, Ámbar?
Mientras se oyen los pasos de la madre de Blanco por el pasillo la tía Ámbar saca un móvil de su bolso color cereza y escribe un mensaje de texto:
“Informando Tía Clandestina 972-7/C : El Amigo Clandestino 2701/01 ha regresado a casa apestando a alcohol y por lo menos media hora antes de terminar su horario laboral. Además se ha llevado material confidencial de la empresa. Concretamente la carpeta B-04.”
La tía ámbar pulsa la tecla Enviar y decide que esto se merece otra copita de anisete.