lunes, 6 de mayo de 2019

UNA ACTRIZ, UN ACTOR Y UNA RECETA

CENA CON INGRID PITT (Relato)

El estudio había decidido celebrar un sorteo entre los asistentes al estreno de The Vampire Lovers. El joven Dennis fue el afortunado que compró la entrada con el premio: una cena con Ingrid Pitt.
Al bajar del coche que le había dejado frente al local elegido Dennis le preguntó al chófer si no se había equivocado de dirección pero por toda respuesta el conductor cerró la puerta y arrancó a toda velocidad.
 Estaba en la zona de los muelles, rodeado de lóbregos almacenes teñidos de hollín y justo enfrente de una casa de ladrillo rojo de apariencia algo más solemne que los negros edificios que la rodeaban. Cuando Dennis tocó el timbre le recibió un hombre de ojos acuosos y lentos movimientos. Cuando Dennis le mostró la tarjeta que le acreditaba como ganador aquella figura taciturna respondió con un vago gesto que el joven interpretó como una invitación para que le siguiera y arrastrando los pies le condujo a un agradable salón bien iluminado.
Ingrid Pitt estaba sentada en un extremo de una mesa decorada con candelabros. Dennis no podía hacer más que mirarla boquiabierto: más bella aún que en las películas, cabello castaño recogido alrededor de la cabeza formando una tiara griega, ojos violeta y un sedoso vestido rojo. Cuando Ingrid se levantó para saludarle Dennis vio sus medias con costura impecablemente vertical.
Empezaron a cenar en silencio el uno frente al otro. A su alrededor deambulaba un desastroso servicio de ocho silenciosos camareros vestidos de negro que parecían ausentes. Más que servir, dejaban caer indolentemente los platos sobre la mesa, pero Dennis estaba extasiado dejándose envolver con aquella larga mirada violeta. Apenas probó bocado, Ingrid dejó su plato intacto.
Sirvieron café. Un cadavérico camarero echaba una cucharada de azúcar tras otra en el café de Dennis hasta formar un islote en el centro de la taza. El joven estaba absorto contemplando aquella mirada aún más violeta. Ingrid le dedicó una sonrisa por encima de su taza de café. Sus labios rojos enmarcaban unos grandes colmillos y su mirada se volvió llameante.
Dennis se descubrió en el centro de un círculo de camareros de rostro ceniciento que se le acercaban tambaleantes. También mostraban enormes y afilados colmillos. Ingrid saltó sobre el paralizado joven  clavando sus dientes en su garganta con gélida dureza.
Desde esa noche Dennis se convirtió en otro silencioso y desmañado camarero; aunque se advierte un destello de felicidad en sus ojos acuosos.
FIN
He rescatado este relato para recordar a Ingrid Pitt en el décimo aniversario de su muerte. También hace diez años que nos dejó Víctor Israel, un asiduo del terror y el western, además de mi vecino por un tiempo en el centro de Barcelona.

Israel era un secundario inconfundible con un ojo desviado y su dentadura anárquica. En Pánico en el Transiberiano (1973) compartió escenas con Christopher Lee y Peter Cushing. Aquí le vemos convertido en zombi.
Su mayor frustración en su filmografía –me dijo- fue cuando suprimieron su escena con Lee Van Cleef en El bueno, el feo y el malo (1966)

Solíamos encontrarnos en el mercado, haciendo cola en la tienda de menudillos –los dos compartíamos afición por los platos de casquería- e intercambiábamos recetas. Un día le invité a mi casa a comer callos (mondongo para mis amigos del otro lado del charco) A tu salud, Víctor!
Sofreír jamón cortado a taquitos, una cebolla picada y una guindilla a la que antes hemos quitado las semillas. Remover un poco y añadir chorizo cortado pequeño, una cucharada de tomate concentrado y dos de pimentón. Poner los callos cortados en porciones, una copa de vino blanco y cubrir con el fuego al mínimo durante media hora.
Quedará una salsita ligeramente picante y muy sabrosa. Es un plato de los de mojar pan.
Y ahora, uno de los brillantes micros de Melmoth:
SALIDA DE EMERGENCIA
Un hombre que camina por las calles desesperado está buscando una salida. De repente ve una puerta de hierro que dice sobre ella: “Salida de emergencia”. Tira de la palanca como si le fuera la vida en ello. Cuando consigue abrirla es atropellado por una muchedumbre desesperada que sale por ella.
FIN

34 comentarios:

Campirela_ dijo...

Buenos días y feliz semana ..muy bueno ese relato donde su musa lo llevo quizás al mejor lugar al lado suyo ..aunque fuera en servidumbre.
Interesante todo lo que nos cuentas y que suerte la tuya de tenerle de vecino .
Desde luego la receta es algo fuerte pero sin duda para el que le guste los callos un buen plato y nutritivo ..aquí en Madrid es típico los callos con garbanzos no veas los comes y estás servido para toda la semana jajaj algo fuertes si que lo son .
Como siempre muchas gracias por todo lo compartido desde tu blog .
Un fuerte abrazo !!.

El Doctor dijo...

Un gran relato de corte clásico y circular. Lo magistral está, sobre todo, en la descripción del ambiente. Antes de entrar en esa casa ya estamos acondicionados por el entorno que se divisa a través del coche. El que abre la puerta, arisco como la madre que lo parió y la servidumbre en la penumbra. La mujer seductora… por cierto, me encanta el dibujo que encabeza el relato. Lo genial de este cuento yo lo veo en el destino de Dennis que, a diferencia de los otros camareros, se “advierte un destello de felicidad en sus ojos acuosos”. Me hace pensar que los otros acudieron a la invitación con otros fines, qué sé yo, aprovechar el premio que les ha tocado para tirarse a la guapa vampiresa como verduleros. Dennis sí siente verdadera pasión por Ingrid Pitt y de ahí que no le importe su nueva vida o, mejor dicho, su nueva muerte.

El caso de Víctor Israel me perturbó a base de bien el otro día cuando estaba en tu casa, amigo Miquel. Claro que conocía a este actor por las películas que mencionas, pero de lo que no tenía ni idea era que nació y vivió en Nueva Innsmouth. No podía ser otro lugar. Al día siguiente Cris me enseñó el lugar donde tenía su tienda. Paradójicamente, el viejo edificio no había sido demolido y allí estaba la vieja puerta del negocio, cerrada como una vieja tumba. Me acerqué para mirar a través de una grieta que había en la puerta. Ya conoces mi pasión por las cosas misteriosas. Ella me regañó aduciendo que si alguien me veía podría pensar que yo llevaba malas intenciones. No me dio tiempo ver nada, pero de esa oscura grieta salía un aire bastante pestilente. Es normal, en los lugares que llevan tantos años cerrados y abandonados siempre hay cosas muertas… no, no me refiero a cadáveres humanos, sino a ratas, arañas, pájaros,el tiempo pasado, cosas de esas.

Probé ese plato de callos en tu casa y estaban muy buenos, todo sea dicho.

Y de nuevo, gracias por ilustrar, tan brillantemente estos micros y compartirlos en tu espacio.

¡Un fuerte abrazo!


El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Que ilustre vecino tuviste. Ser un secundario de obras memorables, es también ser memorable.
Me gusta el relato. Es un buen homenaje para una musa vampírica. Y el personaje, que ganó un encuentro con ella, tiene razones para sentirse afortunado. Que bien contado.

Clementine dijo...

Qué entrada más original, Miquel, me encanta cómo vas enlazando todo desde el relato, genial, hasta el final. Ya he aprendido otro par de cosas nuevas, ¡gracias!
Muchos besos, Borgo, y feliz semana.

Fran dijo...

Que tal Miquel!
Creo que esos actores de los que nadie se acuerda son como ese ingrediente que por pequeño que sea es imprescindible en una receta. Las grandes estrellas no serian nada sin alguien que les diese la replica. Me ha gustado saber de este actor y se agradece que compartas con nosotros la historia.
Interesante como de costumbre el relato.
Anda que no tienen buena pinta esos callos...hummmm
Feliz semana!

miquel zueras dijo...

Hola, Campirela! Espero que al menos esos criados tuvieras seguridad social.
Israel era un personaje muy divertido y simpático, me contaba anécdotas curiosas de sus muchos rodajes (unas 70 películas) Siempre que voy a Madrid voy a un local en la calle Arco de cuchilleros -ya sabes, tocando a la Plaza Mayor- donde hacen los callos buenísimos. Hace cuatro años de mi última visita, no sé si aún existe ese sitio. Los bocadillos de calamares es otro ritual obligado en la capital.
Gracias a ti, Campi y feliz semana!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Melmoth! He imaginado algo parecido a un Nueva Innsmouth de noche -ya me entiendes- un entorno lóbrego y siniestro. Ese dibujo era para un artículo para el diario El Cotidiano sobre el cóctel Bloddy Mary, me dijeron que hiciera otro dibujo "no tan frívolo". Quién sabe, cada uno de los sirvientes tendría su propia historia, igual uno era el inspector del gas o un repartidor de pizza.
¿No se te apareció el fantasma del bueno de Israel? Parece que en su antigua tienda se podría filmar una de aquellas películas de fantaterror español setentero en las que participaba.
Me alegro mucho que te gustaran los callos, creo que era la primera vez que los probabas. ¡Y gracias a ti por traer tus relatos a Borgo!
Abrazos!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Demiurgo! Israel participó como secundario en muchas películas. Me contó que el rodaje más divertido fue "Beau Geste" pues el director y protagonista -Marty Feldman- estaba bastante chiflado.
Ya me habría gustado ganar ese premio, pero me llevaría un crucifijo por si acaso...
Gracias y saludos, Demiurgo!
Borgo.

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Clementine? Me alegra mucho que te haya gustado el relato, se me ocurrió revisando la película de Pitt "Condesa sangrienta" en la que hace el papel de Elizabeth Bathory, la que se bañaba (es real) en sangre de virgenes.
Besos y muy feliz semana, Clementine.
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Fran! Víctor Israel participó en más de 70 películas pero la mayoria en papeles muy breves, aunque se le recuerda por su físico. Los secundarios son de lo mejor del cine, sin duda, a veces más interesantes que los mismos protagonistas. Los espaguetti western tuvieron muchos: Fernando Sancho, Chris Huerta, el mismo Israel... un placer compartir esa historia.
A veces preparo los callos al estilo de Oporto, con alubias y una guarnición de arroz blanco.
Muy feliz semana, Fran!
Borgo.

ricard dijo...

Víctor Israel: de Leone a Capri (El Doctor Caparrós).

Muy bueno tu relato. Y el corto de Melmoth, genial.

A diferencia de ti, nunca he sido muy amigo de la casquería. Recuerdo, cuando vivía en Barcelona, una parada del Mercat de Les Corts con pulmones de vaca (supongo) colgados, muy inquietante. Tanto es así que nunca había probado los callos hasta que, hace un par de semanas, me atreví a darles un bocado en un restaurante de tapeo increíblemente bueno: L'Artesana de Poble Nou. No estaban mal aunque siguen sin ser mi comida favorita.

Saludos.

miquel zueras dijo...

Hola, Ricard. Sí, recuerdo su papel en el que sólo decía: "No ho sé pas, jo..." y también apareció en algunos episodios de Maki Navaja.
Esos puestos suelen ser inquietantes, y es que con la casquería no hay término medio, o te encanta o te da asquito. Lo bueno es que es económica y eso está bien en tiempos de crisis. Me encantan los riñones al jerez pero sólo me como los que hago en casa.
Gracias y saludos, Ricard!
Borgo.

Amalia dijo...

Un buen homenaje en este estupendo relato.
Los callos son un plato fuerte y alimenticio. La verdad es que la casquería no me gusta mucho pero, sí los he tomado alguna vez.
Un abrazo y felices días.

miquel zueras dijo...

Qué tal, AMALIA?
Cuando hace frío me apetecen unos callos con su chorizo picante y garbanzos, es un plato contundente, como dices.
Abrazos y muy feliz semana!
Borgo.

Doctora dijo...

Vaya, ya se echaban de menos tus relatos con vampiresas fatales ;P

No me suena haber visto a ese señor en ninguna película, pero por las fotos que pones tiene pinta de ser de esa gente que disfruta comiendo casquería.

Besos :)

miquel zueras dijo...

Hola, Doctora! Es verdad, tenía descuidado el tema chupasangres y aún falta mucho para Halloween.
Seguro que lo habrás visto en algún papelito desde espaguetti-western, terror español, "giallo" italiano o comedia de destape. Lo que disfrutamos ese día con los callos.
Por cierto que yo también acabé decepcionado con la última de los Vengadores, y con dolor de espalda por sus tres horas.
Besos!
Borgo.

Macondo dijo...

Tan interesante como siempre. Buenísimo el micro.
Saludos.

miquel zueras dijo...

Hola, Macondo! Gracias, los micros del gran Melmoth son un muy adecuado broche final.
Saludos!
Borgo.

Frodo dijo...

El relato y las ilustraciones son Borgo marca registrada. La ilustración de la casa en la oscuridad me recuerda a las pinturas de Magritte, donde una casa oscura se encuentra sobre un cielo iluminado, o viceversa.
Creo haber conocido a varios de esos camareros en algunos restaurantes o pizzerías del centro porteño, que no sabes si tienen esa actitud y gestos de haber recibido los colmillos de Ingrid en su cuello o por haber trabajado 36 hs seguidas.
Un gusto que me presentes a Israel, no lo conocía, o nunca le presté atención. Se nota en esos ojos y dentadura que iba perfecto para estos papeles de esa época en los que el maquillaje y FX no eran los de hoy en día. Por lo que cuentas gran personaje.
De esta receta paso. No es por el cocinero que cocina de diez, es todo culpa de este comensal quisquilloso.
El relato de Melmoth es genial. Con tan pocas líneas se las arregla para tremendo giro argumental. Felicitaciones a ambos, va perfecta tu ilustración

Una vez más Borgo, gran entrada surtida!!
Abrazo grande amigo!

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Frodo? Creo que ese cuadro reflejaba la casa en un charco y se veía como si fuera de día ... o al revés. Ahora no estoy muy lúcido.
Sí, yo también veo a camareros de ese tipo en bares de la costa. Les chupan la sangre pero no al estilo de Ingrid Pitt que debe ser mucho más placentero.
Israel ra uno de esos secundarios todo terreno. Contaba un montón de anécdoras después de haber estado en rodajes compartiendo plano con Christopher Lee, Peter Cushing, Klaus Kinski, Peter Ustinov... imagina.
Ya sabés lo que pasa con la casquería, o te gusta o no la soportás, no hay término medio.
Muchas gracias, Frodo de mi parte y de Melmoth!
Abrazos.
Borgo.

Shaun dijo...

Hola Borgo! Muy bueno este relato. Sería muy excitante tener una cita con una vampiresa, y más aún si es Ingrid Pitt, y si apareciera vestida como en la película "La mansión embrujada", con esa capa y con zapatos de hombre, pues aun mucho mejor.

Lo malo es que a las vampiras les huele mal el aliento, imagínate que esa vampira te clava los colmillos y te chupa la sangre, y después te echa el aliento, ese aliento cálido y asqueroso, con olor a sangre y a mierda... creo que aun así sería un momento muy erótico y sensual. El consumo de sangre hace que las vampiresas, aunque sean sexys y atractivas, les huela la boca peor que una cloaca. Las Vampiresas tienen halitosis, hay que tener eso en cuenta.

En fin, muy buen relato, como siempre. Un abrazo Miquel !!! :)

miquel zueras dijo...

Hola, Shaun y muy bienvenido a Borgo! De lo más excitante, ahora estaba pensando en "La condesa sangrienta" en su papel de condesa Bathory que es bañaba en sangre de doncellas.
Eso del aliento debe ser verdad. Varios autores (Alexei Tolstoi, Le Fanu, Perucho...) hablan de ello. En "Salem´s Lot" de Stephen King un personaje dice que "es un olor como el de un sepulcro hediondo que se acaba de abrir" por lo visto esas criaturas de la noche no son muy amantes de los enjuagues.
Me alegra mucho que te haya gustado. ¡Abrazos, Shaun!
Borgo.

Josep Lloret Bosch dijo...

Hola, Borgo:

Una cita con Ingrid ya se sabe que guardaba cierto peligro: si te lo miras del lado bueno, desde esa cena disfruta de su compañía, así que no extraña su mirada feliz....

Me acuerdo de tu vecino, desde luego, en muchas películas de los setenta, y también en alguna aparición en la tele, quedando yo de pasta boniato al comprobar que era catalán....

Los callos me encantan, pero nunca me he atrevido a cocinármelos. Esos tuyos sí que tienen la pinta de necesitar mucho pan, sí.... mmmmmmm.....

No sé porqué, pero tengo la impresión que esa multitud del micro huye despavorida de una mala película.....

Un abrazo.

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Josep? Ya me habría gustado una cita con la Ingrid de "The Vampire Lovers" y cenar mirando su naricilla respingona, o cuando rodó en España la muy curiosa "El sonido de la muerte" con aquel monstruo invisible.
Israel aparecía como secundario en la serie "Doctor Caparrós", otro de sus papeles estrafalarios. Fantástico su personaje de sherpa alcohólico en "El hombre lobo contra el yeti" con el indispensable Pul Naschy, rodada en el Pirineo catalán.
Pues los callos son muy fáciles, solo hay que sofreírlos con el jamón o el chorizo cortados pequeños, un poco de caldo o vino blanco, tapar y chup-chup 20 minutos.
Podría ser, como cuando fui a ver "Licántropo", la última de Naschy. El hombre lobo no debió salir de su retiro...
Abrazos!
Borgo.

Shaun dijo...

Miquel, de la película "Salem's lot" me viene a la mente el cadaver resucitado de la señora Glick, con esos pútridos colmillos llenos de sarro, imagínate el apestoso aliento que debía de tener.

En películas como "Vampiros de John Carpenter" o "The Night Watchmen" se menciona que los vampiros huelen que apestan y tienen un aliento asqueroso, algo lógico teniendo en cuenta que están muertos y que solo se alimentan de sangre. Incluso en la película "Drácula 2000", aunque no se diga expresamente, da la sensación de que a las novias de Dracula les huele mal el aliento. Eso sí, se dice también que a pesar de eso los mordiscos de las vampiresas son muy placenteros.

Un saludo Miquel !!!

miquel zueras dijo...

Hola, Shaun! Esa es, la señora Glick. El personaje que entra con Ben Mears en el depósito de cadáveres y es atacado por la Sra. Glick le confiesa que olía terriblemente y que aún así tuvo una erección.
Me encanta "Vampiros de Carpenter" la escena en que sacan a los vampiros de su cubil arrastrados por poleas de grúa es impresionante. Jack Crow (James Wood) lo dice: "Los vampiros apestan, no son atractivos..." es como una respuesta a los sofisticados vampiros de Anne Rice y no digamos de los niñatos de la saga "Crepusculo". Otra cosa son los mordiscos, a juzgar por los primeros planos de los "mordidos" no parecen pasarlo muy mal.
Saludos, Shaun!
Borgo.

María dijo...

Qué buen homenaje has hecho con tu relato, de niña me gustaban las pelis de vampiros, y ahora al leerte ese final me trasladaste a mi niñez, y también cuando has mencionado la peli del bueno, el feo y malo, que me gustaban las pelis del oeste jajaajaj, así que hoy me regresaste al pasado, todo un placer.

Lo que no me gusta de hoy es tu receta, es que los callos no me gustan nada, aunque veo que los guisas genial, pero no, aún así, prefiero no probarlos.

Encantada de estar en tu rincón, miquel.

Muchos besos.

miquel zueras dijo...

Hola, María! Me encanta verte de nuevo por aquí. La verdad es que es un doble homenaje, a aquellas películas de vampiros que veía de niño en los cines de reestreno (qué tiempos...) y también quería recordar a mi amigo y vecino Víctor Israel que se había paseado por más de 70 películas, muchas espaguetti-western, como esta obra maestra de Sergio Leone. Víctor compartió un whisky con Clint Eastwood, no todo el mundo puede decirlo.
Tuve una pareja que no soportaba los callos "por su textura" me decía, pero le encantaba la salsa. Siempre que yo me los preparaba ella mojaba pan.
Muchos besos!
Borgo.

Ana Bohemia dijo...

Genial relato, siempre das con la atmósfera adecuada, y los finales son tu fuerte.
No conocía a Víctor Israel, pero su cara me suena mucho, esa dentadura y ese ojo torcido, jeje.
Quizá fue peor abrir la ssalida de emergencia.
Saludos
:)

miquel zueras dijo...

Hola, Ana! Gracias, me alegra mucho que te guste. Yo soy muy clásico con los relatos: nudo y desenlace. No me gustan esos de ahora que no sabes seguro si se han terminado cuando acabas de leerlos.
Víctor Israel es lo que se llama un "característico", su voz cazallosa era también muy reconocible. La de personajes inquietantes que ha interpretado!!!
Entrada de emergencia para unos o salida para otros, en este caso.
Saludos, Ana y gracias por pasar por aquí!
Borgo.

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

Muy bueno tu relato, algunos por amor se dejan hacer de todo jajaja. Las pelis de vampiros son todo un clásico del cine de terror.
A mí,lo que mas me aterrorizaba era la música, te ponían los pelos de punta.Tuviste un vecino famoso, que suerte, y por lo que cuentas te dejó un grato recuerdo.
El micro relato de Frodo es muy bueno
No soy de casquería, y cuando alguien me invita a comer callos, me como todo menos los callos jajaja¡, una es mas de pescado, es lo que tiene vivir cerca del mar.
Da gusto pasar por aquí ,se encuentra una cosas muy diversas.
Besos Miquel
Puri

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Dulcinea? Las vampiras suelen salir muy sugerentes en las películas de terror (Monica Bellucci en "Dracula de Coppola", por ejemplo) aunque me temo que si existieran de verdad no serían tan atractivas.
Echo mucho de menos al bueno de Víctor Israel, con las anécdotas tan interesantes que contaba de sus rodajes. En "Mi bello legionario" dirigido por Marty Feldman se lo pasó de muerte.
Es lo que tiene la casquería, o te gusta mucho o nada, no hay término medio. También me gusta mucho el pescado, y en Canarias descubrí el chicharro que me encantó.
Y el gusto es mío de que te pases por aquí.
Muchos besos, Puri!
Borgo.

abril en paris dijo...

Creo que la última pelicula de vampiras guapas que he visto se remonta a un clásico: "El baile de los Vampiros" de Polanski con la bella y tristemente desaparecida Sharon Tate...si no cuento las de Drácula ( la novia ). Como es marca de la casa no puede faltar el relato de "Terror" colmillos y sangre jaja ;D

Los callos son un manjar, cuando están bien hechos...claro que un poco difíciles para estómagos delicados. Plato madrileño por excelencia junto con el cocido y el bocata de calamares....de Madrid al cielo, después de una comilona como esa. XD

Muy divertida tu historia como siempre.

Un abrazo, Miquel.

miquel zueras dijo...

Hola, Abril! Inolvidable Sharon Tate... también hay que recordar a las mellizas de "Twins of Evil" (aquí, "Drácula y las mellizas") Me gusta mucho la película de Polanski, funciona igual de bien como comedia y película de vampiros.
Cuando voy a Madrid siempre paso por la calle Arco de cuchilleros a comer callos en un bar -que curioso, no recuerdo el nombre- tocando a la Plaza Mayor. Cuando aprieta el frio los suelo hacer con garbanzos.
Muchas gracias, Abril y un abrazo!
Borgo.