jueves, 11 de junio de 2009

ADIÓS KWAI CHANG CAINE

A un mozo de carga se le cae una caja repleta de huevos. El mozo se desespera: “¡El jefe me va a colgar!” –grita- “¡Me va a colgar!” Un hombre que pasa por ahí le dice: “Pero, hombre…¿por los huevos?” Y el mozo responde: “¡Qué va, por el cuello!”
Lo siento pero no he podido evitar acordarme de este chiste tan viejo –y tan malo- al leer la noticia de la muerte del actor David Carradine hallado en un hotel de Bangkok con una soga en el cuello y otra en los testículos. Al parecer el actor practicaba un peligroso juego erótico de autoasfixia que ya antes se había llevado por delante al dibujante Vaughn Bodé y a Michael Hutchence, el cantante de los INXS.
La filmografía de David es de las que considero interesantes, con sus altos y sus bajos. Después de interpretar en la serie KungFú al monje Kwai Chang Caine se lanzó a una desigual carrera en el cine: fue dirigido por Ingmar Bergman en El huevo de la serpiente, dos veces con Scorsese cuando era bueno: Boxcar Bertha y Malas calles y por Walter Hill en la curiosa Forajidos de leyenda en la que las bandas están formados por auténticos hermanos en la vida real: los Carradine (David, Keith y Robert) los Quaid (Randy y Dennis) y los Keach (Stacy y James) El resto de la mayoría de sus películas van desde la serie B a la Z más casposa. Su experiencia con Tarantino en Kill Bill no resultó como la de Travolta en Pulp Fiction sino más bien como la de Robert Foster en Jackie Brown, su carrera no se vio relanzada y volvió a producciones del tipo carne de videoclub.
Esta escena es de uno de sus hitos del cine más palomitero: La carrera de la muerte del año 2000 (1975) Vale la pena porque se ve a Carradine endilgándole una somanta a un insoportable Stallone.

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