Leonardo es escritor e intenta avanzar con su libro pero no
puede. Cuando intenta escribir, dibuja. Al ponerse con el primer capítulo éste ha sido el resultado:
Lo curioso es que antes no sabía dibujar. Es como si de
repente descubriera que sabe tocar las rapsodias de Listz con el piano. Decide
escribir directamente con el ordenador –algo que nunca había hecho antes- pero
por más teclas que pulsa, la pantalla permanece en blanco.
Decide guardar todos sus dibujos en una carpeta y los lleva
a Leónidas, su editor.
-No puedo escribir, sólo dibujar – le dice sacando el boceto
titulado Mariposa y ordenador.
Leónidas examina los dibujos y pide a su secretaria que
llame a Leoncio, el director de arte. Como todos los directores de arte no sabe
dibujar, pero conoce las tendencias.
-Interesante –murmura Leoncio-. Ese estilo cartoon de los
sesenta está teniendo ahora mucho éxito. Podríamos probar con una exposición en
la sala de eventos de la editorial y colgarlos tal cual, en papel cuadriculado,
para que no pierdan su frescura de bocetos.
Además, los dibujantes son
tan pedantes y lunáticos como los escritores.
Y efectivamente, la exposición es un éxito. En especial el
dibujo titulado
Toulouse Lautrec alimentando una paloma en un café de
Montmartre, que se vende por mucho dinero. Leonardo comprueba que un vernissage
no es muy distinto de una presentación editorial. Hay bebidas, canapés, y gente
estrafalaria.
Un empresario hostelero felicita efusivamente a Leonardo y
le propone exponer sus dibujos en el vestíbulo de su establecimiento, el Hotel de la Estación, en un glamuroso pueblo de la costa.
Durante la inauguración Leonardo sostiene inexpresivo una
copa de cava. Mira a su alrededor como si todo le fuera ajeno. Piensa: “¿Qué
soy? ¿Un escritor que no puede escribir o un dibujante que no sabe dibujar pero
dibuja?”
La crisis de identidad le da alas y aprovechando que el dueño está distraído
atendiendo a un japonés que ha comprado el cuadro Tres caballeros con gafas,
escapa a la carrera. Haciendo honor a su nombre el hotel está enfrente de la
estación y sube a un tren que está a punto de partir hacia un destino
desconocido.
Toma asiento frente a una mujer atractiva que le sonríe,
Leonardo responde con una sonrisa Duchenne (la de felicidad sincera) y mira por
la ventanilla: vías muertas, árboles, postes, estaciones… “Todo esto se puede
dibujar”, piensa.
Pero no, no se puede dibujar el miedo. La voz grave del
revisor que le exige el billete, la expresión de la mujer que le mira como si
fuera un delincuente, la espera antes de pagar la multa y las balbuceantes
excusas…
Algo parecido a lo de este personaje me ocurrió cuando me pidieron la portada de Viento cósmico, sobre un huracán procedente de Marte que amenaza la Tierra. Me dije: "¿Cómo se dibuja el viento?" y entonces recordé los "tallarines" con los que decoraba mi libreta durante las clases del instituto.
POLLO A LA MARENGO, EL PRIMER PLATO COMBINADO DE LA HISTORIA.
Lo menos que se esperaban en el campamento militar francés
aquel 13 de junio de 1800 es ver aparecer a Napoleón en persona. El día antes
estaba con fiebres en un hospital de campaña pero el 14 de junio era la fecha prevista para la batalla definitiva contra los austríacos en Marengo (Lombardía) y
el emperador no quería perdérselo.
El cocinero se desesperaba al ver que no tenía nada
decente que ofrecer al emperador, así que dijo a sus tres ayudantes:
-Salid y traedme lo que podáis.
Al cabo de un rato uno se regresó con un pollo, otro con un puñado de champiñones y el tercero con huevos y vino blanco.
Con estos ingredientes el cocinero apañó el que quizás se
trate del primer plato combinado de la historia y el favorito de Napoleón: el
Pollo a la Marengo. Además, al día siguiente ganaron la batalla cuando parecía que lo tenían bastante crudo, por eso Napoleón se lo hacía preparar el día antes de cada combate, pues
estaba seguro de que le daría suerte. Ahí va la receta:
El pollo troceado se pasa por harina y se fríe en aceite.
Una vez dorado se salpimenta y se añaden los champiñones cortados y lavados,
una copa de vino blanco, 2 dientes de ajo picados y se deja cocer 20 minutos con la cazuela tapada.
En una sartén con aceite bien caliente freímos los huevos.
En un plato grande se disponen los huevos fritos en el centro, y alrededor los champiñones y los trozos de pollo con su salsa.