Mi última portada del año, Extraños en un tren. Fue el
pasado 3 de diciembre, y cuando la terminé me fui a mi bar habitual para ver el
partido Barça-Real Madrid. Justo después de empezar el segundo tiempo entró en
el bar un hombre de aspecto nada llamativo: delgado, fino bigote castaño,
camisa clara y pantalón oscuro.
Este hombre anodino pasó a convertirse en una
rara avis: mientras los parroquianos no apartaban la vista de la pantalla
siguiendo las evoluciones de Cristiano y Messi él nos daba la espalda
examinando la lista de bocadillos colgada en la pared. Se tomaba su tiempo,
ajeno al partido, mientras su indice dibujaba una imaginaria línea entre en
nombre del bocadillo y el precio. "Debe ser un turista" pensé al ver
su desinterés por el encuentro a pesar de que no llevaba cámara, ni un plano de
la ciudad ni nada que le delatase como extranjero.
Y fue entonces cuando me llegó una de mis extrañas
asociaciones de ideas. Me acordé de aquella ingeniosa escena del partido de
tenis de Extraños en un tren (1951) cuando Guy (Farley Granger) distingue entre
el público a Bruno (Robert Walker) Es la única cabeza que permanece inmóvil sin
seguir el movimiento de la pelota.
LEVANTAMIENTO DE CADÁVER (Relato corto)
El subinspector de policía Degarmo reconoce al instante al
hombre que se acerca con un elegante abrigo de franjas. Esboza una inclinación
de cabeza y una casi sonrisa, el hombre del abrigo de franjas le devuelve el
casi saludo y el subinspector se dirige a sus subordinados:
-Ha llegado el juez. Déjenle pasar –y a los curiosos-:
¡Apártense, por favor!
El magistrado entra en el cordón policial y le parece estar
en un reducido escenario con todo su reparto: los inexpresivos agentes de
policía, los paramédicos guardando los electrodos y el desfibrilador, un médico
rellenando un parte y un cuerpo tendido en el suelo cubierto con una manta.
El médico forense ya ha firmado el informe; causas naturales
–informa el subinspector.
El atestado ya está a punto, sólo falta el último trámite.
-Bien, voy a proceder al levantamiento del cadáver.
-Adelante, señor juez.
El juez se acerca al cuerpo inerte, desliza el índice
despacio por el mentón y ordena:
-Levántate.
Un leve estremecimiento bajo la sabana. La víctima asoma la
cabeza y lo primero que distingue son las miradas bovinas de los espectadores
que le rodean. Coge impulso y se tambalea un poco al levantarse. Por fin se
queda erguido, balbuceando unas palabras, y se aleja calle abajo.
-Señor juez – el subinspector aprieta el tope de un bolígrafo
que hace clic bajo su pulgar y le acerca un folio verde-. ¿Me firma el acta del
levantamiento, por favor?
El juez firma:
Lazarus Lázaro.
Magistrado-juez. Juzgado de instrucción-2
¡MUY FELIZ AÑO!!!
Les dejo con L´Home dels Nassos (El hombre de las narices) una tradición catalana; un personaje que sólo se le ve el 31 de diciembre y que tiene tantas narices como días tiene el año (o sea, uno) En mi pueblo contrataban a un actor que se paseaba vestido de época con la cara tapada con una máscara en plan Fantasma de la Ópera.