martes, 31 de diciembre de 2013

EL LADRÓN DEL ARCO IRIS, UNA INSÓLITA PELÍCULA


 Puede que el reciente traspaso de Peter O´Toole haya tenido algo que ver con la inminente aparición en DVD  de El ladrón del Arco Iris por parte de Manga Films. Una película muy insólita desde el momento de su concepción:  en 1989 al productor Bob Taicher la vida le sonreía, había ganado un montón de dinero con El príncipe de Zamunda con Will Smith, la tercera película más taquillera del año y se había casado con la bella aspirante a actriz Mae Wersey. Solían pasar muchas veladas en su sala de proyección privada viendo Lawrence de Arabia, con Omar Shariff y Peter O´Toole, la película preferida de Mae. Al cumplir la pareja su primer aniversario de boda Bob le preguntó qué regalo le haría más ilusión y Mae, ni corta ni perezosa, respondió: “¡Quiero que vuelvas a juntar en una película a Shariff y O´Toole!” Y Bob se puso a ello.
El director elegido fue nada menos que Alejandro Jodorowsky , el chileno novelista, historietista, instructor del tarot, psicoterapeuta y sanador psicomágico, entre otras cosas. Christopher Lee y el cantante Ian Dury completaban este curioso elenco.
 Dima (Omar Shariff) y el Príncipe Meleagre (Peter O'Toole) son dos personajes marginales que viven en una alcantarilla, bajo las calles de la ciudad. Los dos buscan la mítica poción mágica del final del arcoiris. Un misterioso benefactor (Christopher Lee, en el papel más interesante de la película) les ayuda en su patético espectáculo cirquense.
El rodaje estuvo plagado de conflictos. Shariff por poco se ahoga durante una escena en las alcantarillas, O´Toole estaba pasando por una dura etapa alcohólica y Jodorowsky se quejaba de las presiones del productor que no le dejaba hacer la película a su gusto. Traducción: no le dejaron hacer otra de sus pajas mentales.
El ladrón del Arco Iris –la última película hasta ahora de Jodorowsky- se saldó con un gran fracaso comercial pero al menos Mae tuvo su película soñada. Bueno, yo no pierdo la esperanza de ligarme algún día a una rica  productora de Hollywood que me pregunte: “¿Qué te haría ilusión por tu cumpleaños, cielo?” Y yo respondo: “¡Quiero que juntes de nuevo a Michael Caine y Sean Connery para hacer una nueva versión en 3-D de El hombre que pudo reinar!” En fin, soñar no cuesta nada…

EL INVITADO NÚMERO CATORCE
Este es un boceto que estoy preparando para un artículo sobre Spike; el gato de escayola que el Hotel Waldorf de Londres reservaba para los clientes supersticiosos. Cuando se reunían trece comensales sentaban a Spaike a la mesa y le servían el cubierto completo. Sí, aquí hay trece sin contar el gato, los pueden contar.


Justo hace ahora cien años, la Nochevieja de 1913, Spike cayó de su silla y se rompió. El personal del hotel lo tomó como un mal augurio y ya sabemos que ocurrió en 1914. Por suerte su sucesor actual, Cosmo, es un gato de hierro galvanizado.

….y aquí tengo una tarjeta que encontré en una recóndita y misteriosa librería de viejo que me ha parecido apropiada para desear un buen Año.
Bueno, vale, la tarjeta la he hecho yo... pero es que me encantan las historias con librerías de viejo.
¡MUY FELIZ AÑO NUEVO LES DESEA BORGO!!!!

martes, 24 de diciembre de 2013

21 CENTÍMETROS (RELATO)

Doce de la noche.  Juno esperaba frente la salchichería Baviera como un buen perro cazador, con la nariz manteniendo el olor de su presa. Sabía que los viernes, a las doce, el local cerraba sus puertas y se quedaba un solitario empleado esperando a que el dueño llegara para recoger la recaudación unos quince minutos más tarde.
 Juno trabajó allí durante un breve tiempo hasta que lo sorprendieron robando dinero de la caja, pero antes se había procurado una copia de la llave de la puerta. La guardaba en el bolsillo derecho de la cazadora. En el izquierdo llevaba una pistola P- 38 de imitación, fabricada antes de que la ley obligara a pintar de naranja la bocacha de las pistolas falsas. Imposible distinguirla a simple vista de un arma verdadera.
Los últimos clientes salieron del Baviera. Sólo quedaba en su interior un muchacho de dieciocho años  de cara franca y expresión confiada. “Mauro, el estudiante de medicina” Recordó Juno. Mauro estaba depositando sobre el mostrador una gran bandeja de salchichas congeladas. Aunque las autoridades sanitarias lo prohibían dejaban fuera las salchichas cuando cerraban para que se descongelaran durante la noche.  Mario se sentó a tomar café y leer una novela saboreando su taza caliente y la apacible tranquilidad del restaurante vacío.
 Juno miraba fijamente las puertas del local. Las aceras se veían brillantes y desiertas bajo las farolas. Cruzó la calle a paso ligero. Había un ritmo de bailarín en sus pasos ligeros y seguros.  Dio la vuelta a la llave en la cerradura. La puerta de la salchichería se abrió con un leve sonido metálico que repercutió largamente en la calle envuelta en silencio. De pie, en medio de la intensa claridad de las luces,  Juno dirigió con soltura la pistola hacia Mauro que lo miraba con ojos desorbitados a través de sus gafas.
-¡Vamos, rápido! –se impacientó  Juno-.  ¡Dame todo el dinero!
-Sí, ahora mismo…  -dijo Mauro conciliador. Guardó la novela en el bolsillo de su chaquetilla y se dirigió hacia la caja.
 Juno no apartaba la vista de  Mauro que pulsaba el botón para abrir la caja registradora. No advirtió que su otra mano agarraba una salchicha de la bandeja  -una Wurstel Selva Negra de 21 centímetros, la mayor de todas-  mientras Juno se repetía “Rápido, rápido” como una silenciosa oración.
Cogiendo desprevenido a Juno, Mauro le lanzó un fuerte golpe en la muñeca con la salchicha. Aquel Wurstel congelado tenía la dureza del acero. Juno, con los ojos desorbitados por el dolor, vio que había dejado caer la pistola. Cuando se precipitó a recogerla Mauro le asestó un segundo golpe de Wurstel en el cráneo. El estudiante sabía dónde golpear: en el centro del hueso frontal.  Juno perdió el conocimiento y se sumergió en una profunda oscuridad.
Mauro salió apresuradamente del local, bajó la persiana metálica y sacó su móvil:
-¿Policía? Llamo desde el restaurante Baviera. Tengo un asaltante encerrado. Posible conmoción cerebral. Traigan un equipo médico.
Mauro se sentó en un banco a esperar a los agentes mientras reanudaba la lectura de su novela: Relatos de lo inesperado, de Roald Dahl en una edición inglesa. Lo había comprado para perfeccionar el idioma aunque no le gustaba el dibujo de la portada. Cuando Juno irrumpió en la salchichería Mauro acababa de leer Cordero asado; un cuento en el que una mujer asesina a su marido usando como arma una pierna de cordero congelada.
COMO PREPARO EL POLLO DE NAVIDAD
 Saltear en una sartén el relleno: manzanas y salchichas cortadas a trozos, piñones y ciruelas que antes habremos escaldado en un recipiente con coñac.
Mientras el horno se calienta, untar las manos con aceite y frotar el pollo con sal y pimienta para que penetre bien en la carne. Introducir en el interior del pollo una cucharada de manteca, las manzanas, las salchichas, los piñones y las ciruelas con el coñac donde se han escaldado. Sujetar la apertura con palillos para que no se salga la farsa, como una sutura chapucera.
Untar el resto del pollo con manteca, un poco de zumo de limón, rociar con vino blanco o cava e introducirlo en el horno. Durante la coccion (una hora, depende del tamaño) conviene rociarlo con el jugo que irá desprendiendo. 


¡MUY FELIZ NAVIDAD!!! Me voy a compartir el pollo con esta gente tan simpática.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

LO SIENTO, CUCARACHA

Cuando me encargaron esta portada me dije: "No caeré en el tópico de dibujar una cucaracha" pero me lo impusieron en la editorial.

Mi relación con esos bichejos tuvo un momento muy surrealista: una vez pedí perdón a una cucaracha por haberla pisado. Fue en México.
Me dirigí a la isla Cozumel en hidroavión desde Cancún. Un precioso aparato de dos hélices como los que había visto en películas de los cincuenta. Por dentro no se veía tan atractivo, tenía agujeros en el suelo y se agitaba mucho. El piloto lo manejaba con una palanca que colgaba del techo.
Un empleado repartía bolsas de papel. Sus movimientos eran espasmódicos a causa de los brincos del hidroavión. Afortunadamente había tomado la eficaz Diocemina, una pastilla contra el mareo que sólo se encuentra en México. Me sentí aliviado al notar que el aparato perdía altura. Le comenté a mi compañero de asiento: "Menos mal que ya aterriza". Me corrigió:
-Un hidroavión no aterriza, ameriza.
Un desvencijado taxi me dejó en el Hotel Palenque de San Miguel con típicas ventanas oblongas enrejadas. El calor era pegajoso, masticable. En la penumbra del recibidor me asaltó un estallido verde, la guayabera del recpcionista -gordo, ojos saltones a lo Steve Buscemi, mandíbula popeyesca- que mantenía una larga conversación telefónica sobre los chilaquiles del desayuno. Se notaba que disfrutaba de la parcela de poder que le otorgaba aquel lado del mostrador. Me hacía esperar a conciencia. Yo estaba sudoroso y agotado, podría haber descargado un puñetazo en la mesa (a veces tengo mal genio) pero la Diocemina tiene un curioso efecto secundario: te impide cabrearte.
 Por fin, Popeye -le había bautizado así- colgó. Le alargué mi pasaporte granate "¡Un gachupín! (español)" -dijo. "La agencia hizo una reserva" -dije. Eso le hizo gracia. Normal. Nadie reservaba  habitaciones en un hotel tan cutre. Sería tan inusual como llamar pidiendo una cama a un hospital de quemados.
Popeye encendió la luz de mi habitación. Varias cucarachas salieron del empapelado masticando sin tregua. No corrían, eran extraños insectos sumidos en un sopor marigüanero. La Diocemina no había afectado mi sarcasmo:
-Parece que no dormiré solo esta noche.
-No tenga pena, güey -me dijo Popeye-. Cuando aplaste a un par se sentirá como en casa. Son inofensivas.
Popeye esperaba bajo el marco de la puerta con las llaves en una mano. Me guiñó un ojo. "Parece simpático" -pensé. Con la otra mano se agarró las partes. Ya no me pareció tan simpático. Cogí las llaves y cerré con un portazo. Oí un apagado ¡Ouch! del otro lado. "Disculpe" -dije. Cuando me volví sonó un crujido. Había aplastado una cucaracha.
-Disculpe -repetí.
Y ya que he mencionado los chilaquiles:
 CHILAQUILES RANCHEROS DE POLLO
Saltear en una sartén con poco aceite filetes de pollo cortados en tiras, sazonar con sal, pimienta, una cucharada de salsa de tomatillo verde (opcional) y un poco de cilantro fresco (opcional) Añadir crema de leche con queso Cheddar rallado. Retirar del fuego cuando el queso se haya fundido.
Poner sobre una fuente para el horno varias tortillas de maíz y colocar sobre cada una el pollo con su salsa y un poco de queso parmesano por encima.
En el horno precalentado a 200º meter los chilaquiles y dejar unos diez minutos para que las tortitas y el queso se doren.
Es un típico desayuno mexicano que se suele servir con huevos revueltos.

martes, 10 de diciembre de 2013

EL MACABRO HOTEL DE H.H. HOLMES


 No. No se trata de una aventura inédita del famoso detective. H.H. Holmes fue el primer asesino en serie reconocido en Estados Unidos. Por su hotel conocido como Murder Castle desaparecieron cerca de doscientos huéspedes.
Holmes nació en 1860 en New Hampshire. Atractivo y seductor aprendió pronto a ganar la confianza de las mujeres a las que convencía para que le entregases grandes sumas de dinero. Después de reunir una considerable cantidad  pensó en construir un hotel para albergar a los visitantes de la Exposición Universal de Chicago en 1893. Él mismo diseñó un extraño hotel con aspecto de castillo medieval recurriendo a varias compañías de construcción a las que despedía al poco tiempo y nunca pagaba. El motivo era que sólo Holmes conociera las peculiaridades del establecimiento. Toda la estructura estaba llena de cuartos secretos insonorizados, trampillas que disparaban dardos envenenados y por unas ventanillas disimuladas Holmes espiaba  los movimientos de los clientes. Algunas habitaciones tenían espitas de gas que Holmes podía accionar desde su oficina para asfixiar a sus víctimas. Peor era el sótano: cámaras de tortura, un horno incinerador y hasta una cuba con ácido sulfúrico.
  Holmes tuvo una selecta clientela como Buffalo Bill que había llegado a Chicago con su espectáculo The Wild West of Buffalo Bill, pero solía cortejar mujeres adineradas que pronto desaparecían en el tobogán que conducía a la tinaja de ácido.
Minnie Williams vivió en el hotel más de un año. Se casó con Holmes y llegó a conocer la vida secreta de su marido. Fue incluso la instigadora de algunos crímenes. Urdieron la boda de Holmes con Georgianna  Hines, heredera de una gran fortuna, a la que Holmes había presentado a Minnie como su prima y participó como testigo en su boda. ¿Les suena la historia? Fue el origen de Los asesinos de la luna de miel (The Honeymonn Killers, 1970) con Tony Lo Bianco y Shirley Stoler.
Sin embargo fue  Minnie  la que desapareció en el siniestro hotel. Holmes explicó a la policía que había huido a Europa con su amante. Poco después Holmes abandonó a Georgianna y huyó a Texas.
Tantas desapariciones relacionadas con el hotel no tardaron en despertar sospechas y en julio de 1894 la policía registró el edificio encontrando numerosos restos humanos, objetos personales de las víctimas y lo más asombroso: un autómata chino que hacía cosquillas en las plantas de los pies hasta matar a sus víctimas literalmente de risa. 
Los agentes detuvieron a Holmes que fue ejecutado en la horca rn mayo de 1896.
El empresario circense Barnum compró el autómata chino que exhibió en su feria hasta que un incendio en 1897 destruyó el artefacto.
Actualmente Appian Way, la compañía de Leonardo di Caprio, produce el rodaje de The Devil in the White City en la que el protagonista de Titanic interpreta a H.H. Holmes. La película está basada en el libro del mismo título de Erik Larson que se mantuvo durante tres años en la lista de bestsellers de Nueva York.

jueves, 5 de diciembre de 2013

EL CALENDARIO SEXISTA DEL BAR

Como en mi entrada Mujeres y publicidad del pasado 20 de agosto, cedo la palabra a mi amiga y vecina Montse:
"Estoy harta, oye, me tiene frita el tío del bar de abajo y es que todos los años igual. Por Navidades encarga dos calendarios para la clientela, uno para hombres y otro para mujeres. El de las tías, no falla: un gatito que además yo diría que es el mismo puto gatito de cada año. El de los tíos, en cambio, siempre con una chica sexy.
Mira, la de este año lleva un vestidito de colegiala que queda como más de vicio... los tíos sois la repera. Si os hubierais tirado cinco años internos en un colegio de monjas como yo, ahora seguro que no os daría tanto morbo este rollo. Desde luego lo que lleva esa no se parece en nada al uniforme que llevábamos en las Teresianas ni en Las Damas Negras. Qué además, vaya nombrecito... eso de Damas Negras suena más a secta satánica que a colegio de niñas.
¿Pues sabes que te digo? Esta tarde, cuando baje a tomar el cortado, le voy a decir al dueño del bar que se meta el gatito donde yo sé y que vaya encargando para las clientas un Calendario 2014 con un chico guapo, cachas y ligerito de ropa. Y también le pienso decir que más vale que me haga caso porque de lo contrario reuniré a todas las amigas que pueda y nos meteremos en el bar fumando como camioneras hasta que pase un municipal y le meta un buen puro."
Puede que las advertencias de Montse hayan tenido éxito y el calendario del 2014 para las clientas del bar sea como este:


¡Ah! Muchas gracias por vuestros deseos de que mi mano se recupere pronto. Ya tengo la mano en condiciones y acabo de hacer esta portada, El desierto de los Tártaros. Lo bueno de los desiertos es que no te hacen trabajar mucho.