martes, 21 de septiembre de 2010

NO ERA FESTIVO EN SEATTLE


Magenta y Púrpura se abrazan al encontrarse en el aeropuerto.
-Perdona que no te haya traído un regalo –dice Magenta entre dos besos-. Ya sabía que ayer fue tu cumpleaños pero era día festivo en Seattle y todo estaba cerrado.
-Da igual –dice riendo Púrpura- . ¿Te apetece cenar en un restaurante griego?
Magenta advierte una expresión de felicidad bovina que Púrpura muestra siempre que está enamorada y así es: “He conocido a un hombre que no parece de este mundo –da un giro al volante y:- Es guapísimo, atento… mañana he quedado con él para tomar una copa. Podrías venir tú también y lo conocerás.”
Cuando Púrpura levanta la vista del menú hasta sus ojos parecen casi glaucos a la luz de la lamparita de la mesa. Magenta se da cuenta de lo mucho que se ha americanizado al pasar el tenedor de la mano izquierda a la derecha para comer su musaka. Púrpura sigue hablando de Glauco. De vez en cuando la mira y sonríe pero Magenta no le devuelve la sonrisa. Ya está ligeramente aburrida pero aún siente un ramalazo de culpa por no haberle traído un regalo. Lo fue dejando para más tarde y al final se encontró con el tiempo justo para tomar el avión. Era mentira lo del día festivo en Seattle. Al llegar los postres (baklava para Magenta y un té para Púrpura que siempre cuida su línea cuando está colgada por alguien) ya está claro que el diálogo que esperaba Magenta ha resultado un monólogo sobre Glauco. Magenta responde con un silencio rencoroso cuando Púrpura dice que va al lavabo; eso siempre quiere decir que no volverá antes de quince minutos.
Poco después suena el móvil que Púrpura ha dejado sobre la mesa –nunca se lleva el móvil a los lavabos desde que un día se le cayó uno por el retrete-. En la pantalla iluminada se ve un número y debajo un nombre: Glauco. El volumen está alto, dos clientes la miran con desaprobación y Magenta se siente aliviada cuando el móvil deja de sonar. Recuerda que no está en Estados Unidos y pregunta a un efebo de Corfú vestido de camarero:
-¿Se puede fumar?
-¡Claro! Ahora le traigo un cenicero.
-Great! –dice Magenta aún bajo la influencia de Seattle. Mientras busca el tabaco en su bolso vuelve a oír el móvil: un mensaje de texto. Magenta sabe que lo que va a hacer es incorrecto pero Púrpura le debe una por la aburrida velada y la espera. Lee:
Púrpura, se acabó. Es mejor así. No eres la persona que yo había imaginado. Eres posesiva y manipuladora. Me has decepcionado mucho. Adiós. Glauco.
Magenta pulsa la tecla de borrar. Luego busca el registro de llamadas y borra el número de Glauco. Magenta sonríe, ahora ya tiene un regalo para Púrpura: unas horas más de bovina felicidad.
Happy Birthday.

10 comentarios:

Pepe Cahiers dijo...

Buen relato. Eso demuestra que nunca hay que tener prisa para las malas noticias. De hecho, hay parejas que rompieron hace años y aún no se han dado cuenta.

miquel zueras dijo...

Gracias,Cahiers. Bienvenida sea la felicidad aunque se base en la ignorancia. Como el título de una canción de Nancy Sinatra: "Es mejor no saber". Borgo.

Bargalloneta dijo...

Curioso relato.... pero demasiado real!!!

miquel zueras dijo...

Hola, Bargalloneta: la verdad es que me basé en un caso real que me contó una amiga. Aquella vez el mensaje era una carta, lo he sustituido por el móvil para darle un aire más "actual". Borgo.

Alimaña dijo...

Existe un abismo entre lo real, lo imaginario y lo que realmente queremos hacer transmitir a nuestros mas allegados. Tu relato es una muestra de ello. La desinformación nos protege de nuestros miedos de alguna forma. Es algo de lo que nos aprovechamos sin darnos apenas cuenta

miquel zueras dijo...

Alimaña: yo creo que hay una distancia enorme entre lo que sabemos y la realidad pues los demás por algún motivo nos la ocultan. Es casi como las dos realidades paralelas que tanto obsesionaba a Philip K. Dick. Saludos. Borgo.

Sr Nocivo dijo...

Me ha gustado mucho su relato, un poco amargo, las horas de felicidad que Magenta le aporta a Purpura (espero no haber confundido los nombres)es un regalo envenenado.

miquel zueras dijo...

Gracias, Sr. Nocivo. Precisamente era eso lo que quería sugerir: ¿Magenta quería realmente hacerle un regalo o era una sutil venganza? Es mejor que cada uno lo interprete a su manera. Saludos. Borgo.

Fanny Riffel dijo...

definitivamente,sutil venganza...

miquel zueras dijo...

Puede ser, Fanny. Una venganza que,como se dice, se suele comer fría... como el baklava. Borgo.