Otra de esas entradas con un poco de esto y de lo otro.
SERVICIO A DOMICILIO
Latro y Cinio, dos ladrones de pisos, entran en una casa con
el método de introducir una radiografía por el hueco de la puerta. El piso es
lóbrego, no entra la luz del día, Latro enciende una linterna y pasea el disco
iluminado por los muebles. Penetran en la casa vacía percibiendo una hostilidad
sorda en las maderas y las telas.
En la cocina revisan el cajón de la cubertería. Cinio
chasquea la lengua.
-Aquí hay tanta plata como en mis calzoncillos.
Ruido metálico. Una llave que abre el cerrojo. Los cacos
buscan un escondite. “A la despensa” –susurra Latro iluminando una puerta.
Entran en la despensa, cierran la puerta y se ovillan en la
oscuridad pero en seguida los alumbra la luz que entra por el cerrojo cuando
alguien pulsa el interruptor de la cocina. Otra vez ruido metálico, oscuridad y
de nuevo la luz cuando retiran la llave. Los han dejado encerrados.
Latro mira por el ojo de la cerradura. Ve una mujer enorme,
de fuertes brazos rollizos que empuña algo que parece un gran cuchillo de
limpiar pescado.
-¡Ladrones! –grita una voz femenina que retumba como un
trueno-. ¡Robando a una humilde pescadera jubilada! Voy a llamar a la policía!
-¡Eso sería nuestra tercera detención! –jadea Cinio-. ¡Reincidencia!
¡Nos va a caer un buen paquete!
-Chist!!! –sisea Latro, y dirigiéndose a la ex-pescadera-:
Señora, creo que podemos entendernos. Mi compañero y yo hemos llegado a esta
situación porque somos fontaneros en paro, pero muy manitas. Su piso necesita
unos arreglos urgentes y podríamos encargarnos de ello.
-Hummm… está bien –concede la señora después de un breve
silencio-. ¿Tenéis herramientas?
-Las de revientapisos –interviene Cinio-, martillo, tenazas,
un soplete…
-Os daré el maletín de bricolaje de mi difunto marido –asiente
la señora y vuelve a bramar-: ¡Salid, pero ojito con intentar nada! He usado este
cuchillo para limpiar tripas de pescado durante cincuenta años y os puedo
convertir en sudoku a los dos.
-Se dice sushi –apunta Latro.
-¡A callar! –ordena la señora señalando el grifo de la
cocina con su cuchillo-. Hay que cambiar la junta de cierre de este grifo que
no para de gotear. ¡Venga, arreando!
UNA SEMANA DESPUÉS
La señora sonríe satisfecha sentada en el salón mientras
añade unos prudentes chorritos de coñac a su café. La casa luce espléndida, el
alicatado del suelo está revestido con azulejos nuevos, la pintura de las
paredes ha sido renovada... Latro y Cinio se han empleado a fondo con las roturas
de las tuberías eliminando goteras y humedades luego repararon las fugas de
agua de la cisterna y ahora el piso se ve nítido y brillante por las luces LED
que instalaron.
-¡Chicos! –dice removiendo el café- ¡Venga, que es la hora
del bocadillo! Descansad un ratito…
-¡Bueno, señora. Pues nos vamos al bar y enseguida volvemos-
dice Latro secándose las manos con un trapo-. Ya hemos reparado el mecanismo de
las persianas que estaban muy dañados.
-Oye, Latro –dice Cinio mientras se dirigen hacia la
puerta-. He pensado que podríamos cambiar la cerradura a la señora, una de esas
de alta seguridad, con teclado electrónico.
-Sí –asiente Latro-, que hay mucho ladronzuelo suelto.
La señora se sirve más café con coñac y suspira:
-¡Qué gran cosa eso del Síndrome de Estocolmo!
¿DÓNDE VAN LOS ARMADILLOS CUANDO MUEREN?
Recientemente nos ha dejado Ray Liotta, tuve un fugaz encuentro con él en Londres.
Tachán! Un plato inventado por mí.
LA RECETA: PLATO RÍO-MAR
Poner en el horno una trucha abierta y sin espinas, rociar con aceite de oliva y cocer 20m. a 180º
Freír gambas peladas en aceite con unas láminas de ajo. Añadir 1 vaso de vino blanco y 2 cucharadas de tomate concentrado. Triturar con la batidora.
Servir la trucha con la salsa de gambas por encima.