Mi cuñado me aguarda en su coche nuevo, un juguete de
carrocería gris marengo. Al entrar me recibe un jubiloso olor a coche
nuevo, cuero auténtico con un toque
ahumado.
Me ajusto el cinturón mientras mi cuñado sale por una vía
trasera hacia la autopista. Nada le gusta más que mostrarme su
maestría conduciendo sin más que un par de dedos apoyados en el volante para
mantener la dirección.
Pone la radio, por
la emisora
80 Hits suena
Road to Nowhere
y segundos después se oye el GPS sobreponiéndose a los Talking Heads. Es una voz
que intenta parecer
la de una mujer,
pero tan sinóptica como una tostadora parlante.
“En cien metros gire a la derecha.”
Mi cuñado mira por encima del hombro metiéndose en el
tráfico de la autopista. David Byrne canta su última estrofa y le cede el
puesto a Radio Futura –El canto del gallo- hasta que interrumpe de nuevo el
guía metálico:
“Manténgase a la derecha y a 200 metros, en la rotonda, tome la cuarta salida”.
En el parabrisas hay pequeñas lentillas blancas, está
empezando a llover. “Tenga esta rosa blanca, señorita a cambio de su negro
pensamiento” –canta Auserón.
-¡Otra vez me lo ha hecho! Esa -…maldice mi cuñado.
En la rotonda sólo hay tres salidas y no cuatro. Mi cuñado
elige la tercera.
¡Este GPS es una mierda! – grita tanto que pego un bote todo
lo que me permite el cinturón de seguridad-. Parece que se haya vuelto loco. Me
indica direcciones equivocadas, los trayectos más largos, carreteras comarcales
que resultan ser caminos de cabras llenos de baches…
¿Porqué no lo apagas? –le pregunto.
-¡No se puede! Este modelo cuando lo pones en marcha automáticamente
se enciende el navegador… Pero mañana
mismo lo hago cambiar en el concesionario.
Cesan los berridos de Janis Joplin –Piece on my Heart- , otra
vez la áspera voz:
“Gire a la izquierda y tome la salida 29”
-¡Que te den! –masculla mi cuñado descargando un puñetazo en
la pantalla del GPS-. Es la salida 31 la que tengo que tomar, lo sé, y lo voy a hacer AHORA!!!
Mi cuñado gira súbitamente hacia la derecha casi rozando los
parachoques de los coches que acaban de arrancar al ponerse verde el semáforo
del cruce. Suenan cláxones indignados pero mi cuñado ya se aleja a toda
velocidad. Trago saliva y me siento como si estuviera sentado desnudo sobre un
asiento de ortigas.
Con las manos aún crispadas sobre el volante mi cuñado mueve el dial de la radio. Nada, Tampoco funciona el aire
acondicionado, es como si el puñetazo hubiera descontrolado el coche.
-Ayer no dormí nada bien – dice-. Podríamos estar ahora
sentados en la estación de servicio de la comarcal 42 tomando un buen café si
no fuera porque esta zorra –lanza una mirada furiosa al GPS- me ha enviado por un
camino equivocado.
En ese momento me parece oír un robótico y gutural “Gilipollas”,
desde el GPS, casi imperceptible pero…No, decido no comentárselo a mi cuñado,
me tomaría por loco.
Cada vez me gusta menos esta situación. A mi cuñado se le
cierran los párpados, echa cabezadas y su boca se contrae en forma de culo de gallina. Además,
está corriendo demasiado, como suele hacer cuando está nervioso al volante..
-Háblame o me quedaré dormido –dice.
-¿De qué quieres que hable?
-Qué se yo. Cuenta chistes, canta… lo que sea.
Nunca he tenido gracia para contar chistes así que elijo
cantar un tema que me parece apropiado para el momento:
“Despacito. Quiero desnudarte a besos despacito” - me estoy
sintiendo algo incómodo cantándole eso a mi cuñado-. "Firmo en las paredes de tu laberinto.” “Despacito…”
Y entonces oímos una voz que parece surgir de las entrañas del coche:
“En cincuenta metros gire a la izquierda."
Debe haber pillado a mi soñoliento cuñado con la guardia
baja porque éste da un golpe brusco de volante hacia la izquierda. Las ruedas
chirrían y levantan nubes de polvo azulado. Grito:
-¡Por ahí no! ¡Es dirección prohib…!
Las luces largas de un camión lo convierten todo en blanco y
negro; como esas viejas películas que no deberían colorear. Crash. Fundido en negro.
Despierto cuando un hombre con chaleco reflectante abre mi
portezuela. Oigo sirenas. Mi cuñado parece haberse llevado la peor parte, ensangrentado y atrapado en un amasijo de chatarra humeante. Entonces lo oigo,
es el GPS que lanza una áspera y
metálica carcajada.
-"Ja, ja, ja, jaaa!!!!!!"
FIN
LAS AVENTURAS DE ARTURO CALORES
PROFESOR SIBELIUS
LA RECETA: CALABACINES (ZAPALLITOS) CON SALSA BLANCA. Foto. Silvina
Cocer los calabacines en agua con sal 10 minutos.
Cortarlos por la mitad y vaciarlos con un cuchillo o una cuchara afilada con cuidado de no cortar la piel.
Sofreír en una sartén la carne de los calabacines con cebolla picada y pimiento rojo cortado muy fino. Añadir 1 vaso de vino blanco y dejar que se reduzca.
Rellenar las mitades de calabacín con esta mezcla, poner encima la salsa blanca (bechamel) y pan rallado o queso parmesano, me gusta con las dos cosas.
Gratinar en el horno a 180º unos minutos y servir.
SALSA BLANCA
En un cazo ponemos 2 tazas de leche, 1 cucharada sopera de aceite y 3 cucharadas de harina o maizena. Revolvemos hasta que se disuelva, la llevamos a fuego bajo y revolvemos
constantemente hasta que se empieza hacer como una crema. Añadir más leche si se quiere más ligera.