jueves, 29 de julio de 2021

PAISANOS

 

No había mucha gente en la piscina del hotel ese sábado por la mañana. Sólo dos tumbonas ocupadas por una atractiva mujer cerca de los treinta años y un hombre maduro de aspecto juvenil, aunque delataban su edad los pelos blancos del antebrazo y el hecho de estar leyendo un periódico. En el bar, bajo un toldo amarillo, una chica veinteañera  con un pareo sobre el bañador bebía de un vaso con sombrilla de papel.

Un joven atractivo y bronceado  avanzó rápidamente por el borde de la piscina y se paró frente a la chica. Con el tono entusiasta del que acaba de hacer un descubrimiento le dijo:


 -¡Hola! ¿Eres de Piedrasblancas, verdad?

-¡Sí! –dijo la chica con una cantarina sonrisa musical –media octava-. Tu cara me suena, pero no estoy segura. Me llamo Magenta.

-Yo tampoco soy muy fisonomista –contestó él-. ¡Magenta! Ahora empiezo a recordar… Yo soy Índigo. Mis padres llevaban la tienda de deportes de Piedrasblancas, en la calle mayor.

-¡La tienda Sprinter de Piedrasblancas!  Habré estado allí un montón de veces… tu padre tenía un bigote gris, y gafas…

-¡Eso es!

La mujer de treinta años advirtió que el hombre de la tumbona de al lado parecía escuchar a la pareja,  mirándolos por encima del periódico con una sonrisa burlona, mientras seguían conversando.

-¡Ah, claro! –concedió la chica-… eres un poco mayor que yo y no tuvimos los mismos profesores en el instituto. Seguro que coincidiste con miss Dickinson.

-¡Claro! Mi profesora de inglés. Era una histérica, pero buena persona. ¿Cómo es que nunca nos vimos en la piscina municipal?

 La chica hizo un gesto vago que se podía interpretar de cien maneras y el joven se lanzó a pronunciar una serie de nombres. El hombre maduro los miraba con aire cada vez más despectivo, parecía realmente fastidiado y eso intrigó a su vecina de tumbona. De repente, el joven pareció advertir que el sol empezaba a quemar.

-Magenta ¿damos un paseo hasta la playa?

La pareja se alejaba y el hombre maduro dejó escapar una risita desdeñosa que la mujer de treinta años no supo interpretar. Como si hubiera advertido su curiosidad él sacó un paquete de cigarrillos, le ofreció uno que ella rehusó y al encenderlo le dijo:

-¡Vaya par de comediantes! Está claro que el joven quería ligar con la muchacha. Le soltó lo de Piedrasblancas esperando que ella dijera: “No, no soy de allí” y entonces él respondería: “Ah, es que eres exacta a una chica de mi pueblo”. Pero ella decidió seguirle el juego, supongo que para divertirse o porque le gusta ese panoli, y se han puesto a recitar nombres inventados. ¡Piedrasblancas! –resopló-. Ese pueblo no existe.

-¿Y usted, como lo sabe? –inquirió la mujer.

El hombre maduro desplegó su periódico con un sonoro flop antes de responder:

-¡Porque soy del pueblo de al lado!

FIN

EL PROFESOR SIBELIUS SE VA DE VACACIONES


LA AMANTE GOURMET, Y LA RECETA

Esta es una de las primeras portadas que hice, con la desaparecida Editorial Zendrera. Dos hombres compiten por una mujer cocinándole deliciosos platos griegos (el amor a veces se conquista por el estómago) éste es uno de ellos: BERENJENAS SALÓNICA CON GAMBAS.


Cortar las berenjenas por la mitad, ponerlas con la piel hacia arriba y cocer en el horno a 200º unos 15 minutos. 

Mientras se enfrían las berenjenas, pelar las gambas y freír en aceite las cabezas (para dar sabor) Quitar la carne de las berenjenas con cuidado para no perforar la piel. Freír las gambas en el mismo aceite, añadir la pulpa de berenjenas con ajo picado, alcaparras y 1 copa de vino blanco. 

Rellenar las berenjenas con esta mezcla, cubrir con queso rallado y gratinar 5 minutos en el horno. 

Staikos, el autor, me envío un vídeo que colgó en Youtube. Su padre actuó de extra en la película Los cañones de Navarone que se filmó en Grecia. Esta es su escena. "Es una escena corta -me dijo Staikos-, ¡pero no todo el mundo puede decir que a su padre le disparó Gregory Peck! 




 

 


lunes, 19 de julio de 2021

NIEBLA AFRODISÍACA

 

La Ciudad se escondía bajo la humedad delirante de una niebla espesa y obstinada.  Al llegar la noche empeoró la situación.  Todo parecía abandonado a la viscosidad que empapaba piedras y cuerpos. Las farolas, fantasmales y desprovistas de base, no ayudaban a orientarse. No había cielo, ni sol, ni horizonte, sólo una niebla amarillenta que se estaba volviendo púrpura.

Homero y Diana se movían lentamente por los callejones cogidos del brazo. La visibilidad era prácticamente nula.

-No sé cómo consigues orientarte –dijo Diana que no conocía el barrio.

-Muy fácil: cuento las esquinas.

El sistema era simple pero eficaz. Avanzaban ahora despreocupadamente hasta que otra pareja surgió de repente de una esquina. Homero sintió que Diana era arrancada de su brazo mientras él mismo era proyectado hacia atrás. Vieron formas confusas que intentaban conservar el equilibrio y se sucedieron las exclamaciones:

-¡Perdón!

-¡Maldita niebla!

-¿Os habéis hecho daño?

-No, sólo el susto… ¡Já, já!

 Se lo tomaban con humor. Homero sintió que Diana se le volvía a colgar del brazo y con unas últimas palabras de excusa dieron el incidente por terminado.

Doblaron la esquina y fue entonces cuando Homero sintió una repentina excitación como si estuviera cargado de electricidad. Estaban empapados de sudor en plena calle y nadie podía verles con esa niebla lechosa y sofocante. Ella también debía sentir lo mismo porque atrajo a Homero tirándole del brazo hacia una pared de ladrillo. Homero le abrió las piernas y le levantó el liviano vestido veraniego, le costaba quitarle las bragas que estaban pegadas al cuerpo por el calor, Homero se las arrancó de un tirón y el sonido de la tela rasgada le enloqueció.  Sintió que las piernas de ella le enlazaban por la cintura y cuando oyó un gemido de placer supo que había acertado. La electricidad fluía de uno a otro cerrando el circuito, pasando a una trepidante sucesión de orgásmicos jadeos y gemidos.

-Ufff –Homero suspiró mientras se subía los pantalones. Sudaba copiosamente- … creo que habría que repetirlo más a menudo.

-Pero, oye … –dijo ella aun jadeando- ¡Tu voz no suena igual!

-La tuya tampoco. ¿No eres Diana?

-¿Diana? ¡Me llamo Penélope!!!

Cayeron en un estado de desazón y vergüenza bíblica. Durante un rato no se atrevieron a dirigirse la palabra hasta que Homero rompió el silencio:

-Vamos, hay que intentar encontrarles. Diana no sabe orientarse por este barrio.

No fue difícil encontrarles, la otra pareja estaba en un callejón a unos pocos metros. Homero y Penélope reconocieron inmediatamente los gemidos.

FIN

¡VUELVE FRODO CON SU HUMOR ARGENTINO!

QUÉ COSAS TIENE EL PROFESOR SIBELIUS...

LA RECETA: EL GARUM 

 Este dibujo lo hice para la revista estadounidense Options. Se trata de un artículo que Truman Capote escribió en los años sesenta para Harper´s Bazaar. El título alude a una tapita, un snack que Gio, un camarero siciliano del Harry´s Bar servía sobre una tostada con mantequilla y que por entonces causaba furor entre la clientela del famoso local neoyorquino. Por su aspecto lo bautizaron como Caviar de Pobres. El caso es que, según la descripción que el autor de A Sangre Fría nos ofrece en este artículo está claro que el caviar de Gio era exactamente lo que aquí conocemos como garum, un delicioso puré de aceitunas negras y anchoas de origen romano que se prepara en toda la zona mediterránea y que además es sencillísimo de hacer:

Mezclar en un bol aceitunas negras con una cucharadita de orégano, alcaparras, 6 filetes de anchoa, un buen chorro de aceite de oliva y un diente de ajo. Trituramos todo con la batidora y ya está. Es un entrante delicioso sobre tostadas, acompañado de un vino blanco seco y bien frío. También es muy apropiada como salsa para espaguetis alargándola con un poco de aceite.