Alfa no había vuelto a aquel merendero desde que era una
niña pero aún recordaba el pozo medio cubierto de vegetación con el letrero Pide un deseo pintado en una roca. Al
dejar caer la moneda se acercó lo suficiente para ver los resplandores
circulares de algunas monedas allá en lo hondo.
Regresó a la mesa del merendero donde la aguardaba Romeo,
por su expresión supo que se avecinaban problemas.
-Vaya forma de tirar el dinero –dijo dejando caer con
estruendo la mochila sobre la mesa-. ¿Qué has pedido?
-Si se dice, no se cumple el deseo –respondió Alfa. Había
deseado que Romeo no discutiera más con ella.
Alfa tiró de las correas de la mochila y empezó a sacar los
recipientes con la comida. Entonces se dio cuenta de la peculiaridad de aquella
mesa demasiado limpia para estar al aire libre. Parecía la mesa de un café más
que la de un merendero.
-Tendremos que comer con los dedos –dijo Alfa con un hilo de
voz-. Olvidé los platos y los cubiertos.
-¡Maldita sea! ¡Cómo quieres que comamos la ensaladilla! ¿Con
los dedos?
-Estoy sorprendida… -dijo Alfa. Ahora recordaba que Romeo le
había estado gritando por alguna nimiedad cuando llenaba la mochila y eso la
alteró. “Ese hombre me saca de quicio” –pensó.
Romeo iba a decir algo pero se detuvo al notar que alguien
se aproximaba. Nunca discutía delante de extraños. Se acercaban dos mujeres
vestidas enteramente de negro que venían de la zona más espesa del bosque,
donde estaba el pozo. Eran idénticas, pálidas y muy delgadas. Una de ellas
llevaba platos y cubiertos. En silencio la otra abrió los tuppers de comida y
sirvió los escalopes y la ensaladilla de remolacha en los platos. Alfa advirtió
que la vajilla era de porcelana.
-Debe ser algún tipo de promoción – opinó Romeo.
Apareció una tercera camarera con una botella de vino ya
descorchada. Llenó el vaso de Romeo sin que nadie se lo indicase. Alfa señaló
el suyo con un índice.
-Sólo un par de dedos, por favor. He de conducir.
Alfa probó el vino que era extrañamente áspero. Al volverse
para escupirlo sobre la hierba advirtió que las camareras tenían los pies
desnudos.
-Mira que eres vulgar –murmuró Romeo apurando su vaso.
Lo que Alfa estaba viendo ahora incrementaba su confusión: los pies de las camareras parecían ramas con hojas y tierra apretujada entre los largos nudillos de sus dedos. Se volvió hacia Romeo que parecía estar observando absorto, como narcotizado, el dibujo rojizo que la ensaladilla de remolacha había dejado en el plato. Sus ojos se pusieron blancos mientras se dejaba caer desvanecido sobre la mesa que ahora se veía extrañamente desvencijada, como un montón de leña seca.
Las camareras, sonrientes, se situaron detrás de Romeo. Alfa,
como respondiendo a alguna señal convenida, se dirigió hacia el camino
forestal. Caminaba despacio pero pronto empezó a correr. Los árboles se
separaban ante ella mientras se dirigía apresuradamente en dirección al coche.
Las delgadas figuras negras descubrieron sus fauces y unas
garras rojas como metal fundido que se clavaron en la garganta de Romeo.
Deseo cumplido. Ya no volverían a discutir jamás.
FIN
Otro descubrimiento del profesor Sibelius, de ésta le dan el Nobel.
¡Vuelve Melmoth con sus relatos de Perdidos, Extraños y Desconocidos!Un Desconocido tenía una certeza: nunca se va a ninguna parte. Por eso jamás se movió del sofá. Pero con los años se iba sintiendo más extranjero.
***
“Cuando uno busca a alguien no aparece hasta que se deja de
buscarlo y, cuando aparece, ya no nos interesa”, se decía un Perdido que
apareció de repente ante un Extraño, ya, completamente aburrido y desinteresado
de esa aparición.
Poner a hervir agua con un poco de aceite y sal en un cazo. Cuando rompa a hervir apartar del fuego y añadir 250gr. (1 vaso) de sémola. Remover con un tenedor para que quede suelta.
En una cazuela poner a cocer (en caldo, mejor que con agua) porciones de pollo y cordero cortadas pequeñas con calabacín y zanahorias. Si tenéis vaporera mejor cocer la carne en la cazuela y las verduras aparte en la vaporera para que se vayan cociendo con el calor de la cocción. Añadir unos garbanzos cocidos.