Entro en el bar de Agus. Allí me siento tan bien como una
llave en una cerradura. Fuera el espacio es brillante y frío. Cuando se me
acostumbran los ojos a la oscuridad veo a Agus detrás de la barra alzarse
imponente, como un nubarrón con camiseta negra.
-¿Un pastis, Miquel?
-Mejor una cerveza, hoy no tengo fino el estómago. Eh, Agus,
haces mala cara…
-No he pegado ojo en toda la noche –Agus me acerca una
botella y aplasta con un certero golpe de trapo una cucaracha que se pasea por
la barra. Si matar cucarachas con un trapo fuese deporte olímpico Agus tendría un
montón de medallas de oro-. Por culpa de Rafa El esquizo. ¿Te acuerdas de él?
Está como una cabra pero es inofensivo.
-¿ El que se colgaba ajos en la cama? –Agus
asiente. Recuerdo los ojos tan juntos de Rafa. Uno sentía ganas de estirar el
brazo y separarlos un poco. Una tarde se sentó un largo rato en un taburete del
bar con un tiesto entre sus manos y la mirada perdida. Le dibujé este apunte
titulado: “El tío raro de la planta”.
-Y todo porque ayer se me ocurrió contarle un chiste a ese majara
–Agus se rasca un lunar de la cara, un lunar muy relajado, sin consciencia de
sí mismo-. Este: van dos chicas, una rubia y una morena, en un ascensor con un tío muy feo y hortera.
El feo se dirige a la rubia: “Nena, ¿Cuántos años me echas?” Y la rubia le
dice: “Cadena perpetua”.
-Los he oído mejores.
-Rafa estuvo media hora tronchándose –sigue Agus-, con esa
risa suya que suena como tijeras cortando linóleo-. Bueno, Rafa acaba su
cerveza y se larga casi a la hora de cerrar. Yo me voy para casa, ceno y me voy
directo a la cama. A las tres y media de la madrugada pego un bote cuando suena
el móvil de la mesilla.
-¿Rafa?
-Pues sí. Medio sonámbulo oigo su voz: “Oye, ¿y porque había
dos chicas en aquel ascensor?”. Le suelto un rugido: “¿Cómooo?!!!” “Sí, en el
chiste. Sólo hablan el feo y la rubia, pero hay otra chica con ellos, la
morena, que no dice nada. ¿Por qué está
en el ascensor entonces? ”
“- Intento serenarme: “Pues no sé… así fue como me lo
contaron” –pero Rafa insiste: “Vale, pero… ¿porque tres personas en el ascensor si hay
una que no pinta nada en el chiste? Necesito saberlo. Mira, Agus, no paro de
darle vueltas. Llevo toda la noche sin dormir.” Y aquí yo exploté:
“-¡Y desde ahora yo tampoco por tu culpa, mamonazo! Pues debe
ser para darle mayor intensidad dramática al chiste, una licencia argumental… qué
sé yo ¿Te basta con eso? ¡Y si no que te den!!! -y cuelgo hecho una furia.”
-Parece que Rafa anda algo confuso… debe ser los efluvios de
los ajos –me quedo mirando otra cucaracha grande, hostil, que camina por la
barra con arrogancia de insecto. Agus la pulveriza -¡Zas!- de un rápido golpe
con el trapo.
-Oye, Agus, no quiero parecer tiquismiquis pero te
agradecería que no hicieras eso con el trapo de enjuagar vasos.
-Tomo nota, Miquel –dice Agus con un bostezo-. ¿Otra
cerveza? –Abre otra botella y me la acerca-. ¿Quieres vaso?
-No, gracias, beberé de la botella.
Suena Piece of my Hearth y los berridos de Janis Joplin se derraman por el bar.
MI ÚLTIMA PORTADA
"-Yo estaba en una isla del Pacífico, no recuerdo cual, estaba llena de japoneses.
-¡Ah, estaba usted de vacaciones!"