jueves, 10 de noviembre de 2022

UNA BARBERÍA DE 1944

 

Durante cuatro años todos los jueves entraba en mi barbería el mayor Stuermer, jefe de las fuerzas de ocupación de la zona, para recortarse el cabello. Ocho centímetros reglamentarios en la parte frontal y rasurado en las sienes y nuca. Una mañana de junio me indicó que se lo dejara más corto que de costumbre pues se iba con su unidad a Normandía. Le esperaba una larga temporada llevando casco de acero y el calor apretaba. Apliqué mi rigor profesional para disimular la incipiente alopecia de su coronilla. Desde ese día nunca más volví a ver a Stuermer.

Un día de finales de julio hacia la hora de comer –cuando no suele haber nadie en la barbería- entró Bouvet muy nervioso y cargado con dos maletas. Bouvet era un colaboracionista que hasta se había dejado crecer un bigotillo igual al de Hitler. Me pidió que se lo afeitara. Cuando terminé me pagó con un paquete de cigarrillos –ya casi no circulaban los Reichmarks- y se fue apresuradamente. Tampoco he vuelto a ver a Bouvet desde entonces.

 Una bochornosa tarde de mediados de agosto se presentaron tres hombres armados portando brazaletes con la Cruz de Lorena.

-Coge tus instrumentos –me dijo uno que, pese al calor, llevaba chaqueta de cuero- .Te esperan cuatro señoritas.

-No trabajo con mujeres –respondí-, esto es una barbería para caballeros…

Se rieron de buena gana y me dijeron que no importaba, que cogiera lo que necesitara y que les acompañara a la plaza mayor.

En un banco del centro de la plaza había cuatro jóvenes sentadas con las cabezas gachas. Una multitud a su alrededor las increpaba.

-Colaboracionismo horizontal -me dijo el hombre de la chaqueta de cuero-. Se han acostado con boches.

Dadas las circunstancias no realicé un mal trabajo. Primero las tijeras, luego la maquinilla. En plena tarea, un corresponsal americano me hizo una foto. Me fijé en el nombre que llevaba sobre el bolsillo derecho de su guerrera: R. Capa. Después juntaron todos los cabellos en un montón como quien barre hojas secas y les prendieron fuego. Un olor acre se extendió por el pueblo.

Por la noche me serví un rebosante vaso de calvados y me senté frente al gran espejo del comedor. Miré hacia mi reflejo y dije: “El Tribunal de Responsabilidades declara abierta la sesión”. Un juicio en el que yo era fiscal y defensor. Todo era confuso. Acababa de prestar mi único servicio a la Resistencia rapando a cuatro muchachas pero antes me había pasado cuatro años cortando con esmero el pelo a Stuermer y había ayudado a escapar a un colaboracionista. Dictaminé el fallo: era un caso de capilaridad consecuente.

A la mañana siguiente, cuando abrí la barbería, soplaba un fuerte mistral. El cabello se arremolinaba sobre el lado izquierdo de mi frente. La parte derecha de mi cabeza –y la zona correspondiente al bigote- estaba completamente afeitada.

LOS VIEJOS ROKEROS NUNCA MUEREN

LA RECETA: STEAK TÁRTARO. (Foto: Silvina)

Receta para muy carnívoros, aunque no creo que sea del agrado de mis amigos argentinos.

Necesitaremos: carne picada de ternera, 1 cebolla mediana, 1 huevo, perejil, mostaza, coñac, alcaparras (opcional) champiñones.

Mezclar bien la carne picada con una cebolla rallada, una yema de huevo, perejil, una cucharada de mostaza, un chorrito de coñac, sal y pimienta. Remover todo con las manos como hacen los buenos cocineros y... ya está. La rapidez es una de las principales ventajas de los platos que no necesitan cocerse. Para un sabor picante se le pueden añadir unas gotas de tabasco.

Presentar el Steak en forma de torta plana adornado con champiñones crudos cortados en láminas. Ese día le añadí la yema de un huevo crudo, para no desentonar.





36 comentarios:

Campirela_ dijo...

Buenisimo tu texto, cada dia me maravillas más, no se donde te sacas las historias, pero chico son realmente buenas, buenas, buenas.
El chiste el final no lo pillo ajjaja. y la receta que decir rica rica, para una carnívora convencda ajjaja. Un besazo y muy feliz resto de semana.

Shaun dijo...

Hola, Miquel! Muy buen post, como siempre.

Muy buena pinta tiene ese Steak Tartar, la verdad que es un plato que nunca he probado.

Contéstame a los mails, por favor. Si te mando algo por e-mail, es para que me respondas a ese correo. Lo que te mando por privado se contesta por privado, gracias! ;)

Un abrazo, amigo Borgo!

DRACO dijo...

creo que en ese juicio de conciencia que se llevó a sí mismo el barbero, el rebosante vaso de calvados, tuvo un efecto inesperado en él, tanto, que ejerció su oficio sobre su misma persona. es más, creo que la botella quedó completamente vacía.

en cuanto a la viñeta rockera, ya se ve que las groupies ya no son lo que eran antes, jajaja.

y lo del plato culinario, déjame decirte que no sólo los argentinos se quejarían, ¡nosotros también! mínimo debe estar ahí la pierna entera de la ternera, jajaja.

un abrazo.

El Doctor dijo...

Un cuento genial con unos dibujos encantadores. Veo esta historia como germen para una película que obtendría un montón de Óscar. Ya sabes que las pelis y novelas con nazis gustan a todo el mundo. Tu cuento supera con creces a “El niño con el pijama de rayas”. Me ha encantado que esa brillante situación en la plaza la haya inmortalizado el gran Robert Capa. Sería la leche que se realizara una exposición sobre la obra de Capa y tú fueras a verla y de repente vieras que el cartel oficial del evento es una enorme fotografía en blanco y negro de Capa mostrando esa situación que tú has inventado. ¿Qué pensarías?

Aquí tocas un tema para mí muy sensible: la barbería. Recuerdo de niño aquellas barberías de mi provincia hoy desaparecidas, con sus maravillosos postes o cilindros con tres colores en forma helicoidal también llamado “Barber Pole”. A mí se me antojaba como una barrita de caramelo en hipnótico movimiento. Ahora se llaman peluquerías y son mixtas y ya no es lo mismo. Allí solo pueden ir los tipos que tienen mucho cabello. Si te estás quedando calvo no te dejan entrar. Además, se exhiben contantemente a través de pantallas peinados de tipos con cabellos leonados. Si estás medio calvo ¿cómo vas a entrar allí? No solo se ríe el peluquero, sino también las peluqueras y todos los clientes. A mi gusto ahora son demasiado sofisticadas, muy caras, asépticas, frías y carentes de autenticidad. Allí se tiene la sensación de estar en un set cinematográfico donde te están preparando para rodar la película Titanic 2. De niño había barberías y peluquerías que eran todo un mundo maravilloso que hoy recuerdo como si fueran las mejores escenas de las películas de Federico Fellini con música de Nino Rota. Pero debo empezar por el principio. De niño mi madre nos cortaba el cabello poniendo una cacerola en la cabera y con las tijeras recortaba solo lo que quedaba fuera de ella. Tanto mis hermanas como yo parecíamos pequeños monjes benedictinos hasta que un día mi padre se cansó y le dijo a mi madre: “Por lo menos déjame que lleve al chico a la barbería porque da pena verlo.”

El Doctor dijo...

Acompañado de mi padre entré por primera vez en una de esas magníficas barberías tan masculinas que olían a brillantina y a loción postafeitado. Recuerdo que me encantaba el olor del “after shave” “El genuino Floïd” con ese maravilloso hombre engominado de otra época de la etiqueta mirándome sonriente de cuyo color de piel parecía tener graves problemas de hígado. Todos los barberos de mi provincia se parecían físicamente. Llevaban un bigotillo canoso que se sobreponía sobre las comisuras de los labios cuando sonreían. Recuerdo sus inmaculadas e impolutas batas blancas donde sobresalía de todos sus bolsillos un sinfín de mangos de todo tipo de peine, cepillo y otros artilugios de desconocido uso para mí. Era todo un misterio. Después estaban los espejos. Me fascinaba cuando me miraba al espejo de enfrente y me veía junto al barbero repetido hasta el infinito gracias al espejo que había detrás de nosotros. Una vez creí ver en una de mis repetidas imágenes al barbero sonriéndome con cara diabólica. Fue aterrador ver en todas las imágenes al barbero simpático y solo en una de ellas una especie de demonio con bata y bigotillo por encima de los labios. También me encantaba cuando me pasaba la máquina de rapar por el cogote. Me daba un tipo de escalofría muy agradable. Lo que no llevaba muy bien era cuando el barbero afilaba la navaja de afeitar en el asentador, ya sabes, ese pedazo de cuero, para cortar mis patillas. Por suerte no tenía conocimiento de la obra “Sweeney Todd”. Qué tiempos. También me encantaba cuando me echaba polvos de talco en el cuello y el cogote luego pasaba la brocha quitapelo con movimientos amanerados. Cuando me quitaba la capa de corte blanca me sentía liberado porque, en cierta manera, era como una camisa de fuerza. Siempre me fascinaron las frías sillas giratorias y pesadas de las barberías. El pie de mármol siempre rodeado de pelo, mucho pelo. Y luego estaban los que esperaban su turno. Eran tipos muy pintorescos que sabían esperar, que no tenían prisa. Hoy, todo el mundo tiene prisa. Leían el “¡Hola!” con las piernas cruzadas o, hacían ver que la leían porque prestaban mucha atención a todo tipo de comentario o conversación. Parecían personajes salidos del lápiz de Ibáñez, Escobar, Peñarroya, Cifré... de todos aquellos entrañables dibujantes. Ay, qué recuerdos tan maravillosos de las barberías de antaño. En otro momento te contaré lo que eran las peluquerías de mi provincia. Mi madre iba poco, pero cuando lo hacía me llevaba con ella y yo observaba… solo añadiré que me fascinaban aquellos coloridos secadores donde las mujeres introducían por entero sus cabezas. Eras de un diseño de ciencia ficción vintage, retro. Ay, cómo echo de menos aquellas barberías y peluquerías. Mientras te escribo esto tengo en mi cabeza el tema musical de “Amarcord” de Nino Rota.

Genial tu tira cómica. Los has puesto tan desfasados que las mujeres que van a verlos utilizan todavía ese tipo de bragas. Anda que si te hubiese dado por dibujar unas enaguas o un corsé.

Me gusta ese plato aunque nunca lo he probado. A veces se come más por los ojos que por la boca. ¡Y no soy extraterrestre!

¡Un fuerte abrazo!

Gabiliante dijo...

primeramente me parec´ió que el barbero era gafe, porque todo el que pasaba por su mano desaparecia, pero supongo que habia mas clientes de los que no sabemos. Y el juicio resulto muy ecuanime, a pesara de estar regado de calvados. un castigo proporcionado, y en cierto modo autoacusatorio ante los demas, los que lo quieran o sepan entender.
abrazo borgo

miquel zueras dijo...

Hola, Campirella!
Gracias, me hace muy feliz que te haya gustado el cuento capilar.
A veces le añado unas gotas de salsa de soja al steak, le da un toque bueno. Lo acompaño con tostadas y una ensalada verde.
Besos y buen finde, Campi!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Shaun y gracias!
Te recomiendo este plato, bien condimentado, si no te da repelús la carne cruda.
He contestado ya tu mensaje, allí te cuento los problemas que me han impedido atender como es debido los mails.
Saludos!
Borgo.

miquel zueras dijo...

¡Hola, DRACO!
Yo solo pienso en lo difícil que debe ser cortarse el pelo uno mismo con una botella de calvados entre pecho y espalda. Muy bueno, por cierto "el calvá" que es como lo piden los franceses en los bares.
La edad de los músicos debe estar relacionada con la de sus groupies. No imagino a quinceañeras persiguiendo a los Stones.
Ya me fijé que en Sudamérica se consume la carne prácticamente carbonizada. En eso los europeos solemos estar en desacuerdo. En Francia si no está "saignant" ni la prueban.
¡Abrazos, DRACO!
Borgo.

Cinefilia dijo...

Estupendo relato, aunque para mi gusto no hay barbero como el Chaplin de "El gran dictador".

Saludos.

AMALIA dijo...

Como siempre, un gran relato.
La receta parece buena pero te confieso que no me gusta la carne cruda.
Un abrazo.

miquel zueras dijo...

Hola, Doctor!
Gracias, no he visto ni leído "El niño del pijama a rayas" aunque por lo que he oído no me pierdo gran cosa.
Capa tiene fotos impresionantes de las "Tondues" (rapadas) como una de una mujer -todavía con pelo- que llevan hacia una plaza con el suelo lleno de mechones de cabello.
Ahora las barberías de hipsters han recuperado felizmente los Barber Pole. Y bueno... uno puede ir al barbero ha recortarse bigotes (como hacía Poirot los sábados) o barba. En el libro "Los duelistas" de Joseph Conrad los ulanos acudían a las barberías con velas para que les engominasen loa bigotes con cera.
Ese look de cazo era el que llevaban los siervos medievales y se puso de moda en los locales modernikis de los 80.
Saludos, Doctor!
Borgo.

José A. García dijo...

El colaboracionismo, como la resistencia, tiene muchas caras, muchas formas, muchos recovecos en los cuales colarse...

Saludos,
J.

Folk dijo...

Me ha gustado el relato, escrito como si el barbero hablase en primera persona, antaño en los barberos habían tebeos y revistas como "Interviu" en las mesillas mientras esperabas tu turno, en mis tiempos mozos yo andaba con un tupé a lo Elvis Presley y el barbero, que se definia a si mismo como "barbero normal de barrio" andaba algo desesperado con mis peticiones de quitame un poco de aquí, un poco de allá y de aquí no me quites nada, en fin...
No se si Frank Kappa el personaje creado por Manfred Sommer se inspiraria algo en Robert Capa,aunque el nombre tambien tiene mucho de Frank Zappa, me gustaba el trabajo de Sommer, es curioso ver como pasado el tiempo hay personajes que continuan dibujandose por otros artistas y otros no, por ejemplo de un tiempo a esta parte continuan Asterix o El corto Maltes,es evidente que sucede mas con personajes de exito internacional, yo por lo general prefiero que la obra termine cuando ya el autor original la detiene o fallece, como en el caso de Mafalda o Tintin, pero tambien soy algo incoherente en ese sentido por que sigo comprando cada nuevo Blake y Mortimer que aparece.

Cierto que los viejos rockeros nunca mueren, y es que ademas los mas grandes continuan en activo: Mick Jagger, Dylan, Clapton, Roger Daltrey, Paul McCartney, Neil Young, John Fogerty, Mark Knopfler, Bruce Srpingsteen y alguien que tambien me parece a la altura aunque no goce de la fama de estos, Elliot Murphy, y bueno quizá ya no arrastran muchas "grupies", pero en las ocasiones que he ido a ver a Dylan o Elliot Murphy siempre veo gente joven entre el publico, y por supuesto tambien gente de cincuenta a ochenta, lo que no veo es relevo generacional de estos artistas, ya no solo por el repertorio de toda su trayectoria si no por su actitud incombustible de morir con las botas puestas subiendo a los escenarios y en la carretera...
recientemente nos dejó uno de los mas grandes Jerry Lee Lewis...
dejo un recuerdo al gran Carlos Pacheco, un magnifico artista , con la sencillez que suele caracterizar a los mas grandes, descanse en paz.

Saludos

miquel zueras dijo...

Hola de nuevo, Doctor!
Chiste: "-¿Porqué los barberos de Blanes prefieren afeitar a 10 blancos antes que a un pakistaní?
-¿Porque son racistas?
-No, porque cobran diez veces más."
De esas lociones multicolores recuerdo la Lucky que se anunciaba como "El colonio", eran tiempos -pre metrosexuales- en que si un hombre olía bien era sospechoso de moñas.
En mi barbería había espejos, claro, no muchos pero dispuestos de tal manera que el reflejo del peluquero se multiplicaba, como en la famosa escena de "La dama de Shangai".
Mis mejores recuerdos son la toallita caliente para abrir los poros cuando mi primer afeitado "profesional" y el relajante chas-chas de las tijeras.
Pues si quieres te traigo una tapita de steak.
¡Abrazos!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Gabiliante!
Bueno, es que a ese barbero le tocó vivir unos tiempos bastante inciertos y revueltos.
El calvados te ayuda a ser más ecuánime y ver las cosas más claras. Recuerdo mi primer calvados -en un vaso con un culo de cristal de tres dedos- una tarde gélida en París.
¡Abrazos, Gabiliante!
Borgo.

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Cinefilia?
Ah, sí... Cuando Hynkel muestra orgulloso su barbería a Napoloni y le dice: "Esto antes era una biblioteca", y luego se enfrentan en un duelo de sillas. Me encanta esa escena.
Saludos!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Amalia y muchas gracias!
Uf, si no te gusta la carne cruda no creo que te guste el steak. Cuando trabajé en un restaurante de pinche un cliente al que le habían servido este plato preguntó: "¿No me lo pueden pasar un poco más?"
¡Abrazos, Amalia!
Borgo.

Cinefilia dijo...

Bueno: yo me refería más bien a la escena del afeitado, con el barbero ejerciendo su tarea al son de la "Danza húngara nº5" de Brahms. Pero también me sirve la secuencia que mencionas.

Saludos.

Clementine dijo...

Y tan consecuente... Qué relato, Miquel, qué bueno.
Muchos besos, Borgo.

DULCINEA DEL ATLANTICO dijo...

Cuanta imaginación derrochas en el relato, pobre peluquero las cosas no le salieron nada bien.
La viñeta tiene su gracia
Esta vez de la receta no tomo nota, no me gusta la carne cruda .
Un abrazo Miquel
Puri

miquel zueras dijo...

Hola, José A. García!
Desde luego. En Francia a partir del 45 parecía que todo el mundo estuvo en la resistencia, de ser así habrían echado a los nazis a patadas mucho antes. El colaboracionismo horizontal fue un ejemplo, Arletty, la actriz más popular en Francia por entonces, tuvo un amante de la Gestapo pero no le raparon el pelo.
Saludos!
Borgo.

Beauséant dijo...

En Francia les pasó algo parecido a lo que tuvimos en España, que una vez muerto el dictador todo el mundo luchó contra ´el, todos fueron a la universidad y todos corrieron delante de los grises por manifestarse... lo cierto es que el dictador murió en la cama, fue enterrado con honores y eligió a su sucesor... no es un mal balance para tener a todo el país en contra, ¿verdad?

Supongo que es fácil hacerse el valiente cuando has avanzado un puñado de hojas en los libros de historia y complicado mirarse a un espejo y saberse honrado...

Un buena historia, muy visual y bien contada...

Josep dijo...

Hola, Borgo:

Lo de capilaridad consecuente me ha llegado al alma y ha liberado una carcajada que iba aguantando a duras penas.

Lo del steak tartar va a ser que no, pero agradezco la receta.

Jajaja, seguro que si hay un teléfono para el viejo rockero, será un fijo..... jajaja...

Un abrazo.

ethan dijo...

Buen relato de un barbero en el penúltimo año de la guerra. Ahora estoy leyendo las memorias de Churchill sobre la Segunda Guerra Mundial, y precisamente voy por el último tomo, y en concreto por el desembarco en Normandía. Mucha gente no lo sabe, pero Churchill es premio Nobel de literatura.
Saludos!

miquel zueras dijo...

Hola, fOLK!
Claro, el Interviu en las barberías y el Hola en las peluquerías femeninas, no podían faltar. Seguro que tu tupé fue un desafío para el barbero de barrio de toda la vida. Supongo que la película "Grease" ayudó a que los jóvenes volvieran a las barberías, mucho antes de los salones para hipsters.
Manfred Sommer es muy bueno, tuve un "pique" con un periodista en el Salón del Cómic que lo definió como "Un Hugo Pratt de baratillo". Yo también creo que no habría de continuar la obra de un autor después de su muerte. Los álbumes de Corto Maltés y Asterix tienen unos dibujantes idénticos pero los veo desangelados.
Ay, Jerry Lee Lewis, el último superviviente de la era dorada del Rock&Roll. Elvis, Chuck Berry...
Qué pena lo de Pacheco. Su trabajo para DC y Marvel supera al de grandes como John Buscema.
Saludos, Folk!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Cinefilia! Ahora he recordado esa escena en Youtube. Geniales los movimientos con la navaja. Esa escena fue plagiada por de Funes en "El hombre del Cadillac" cuando entra en un taller de coches.
Saludos, Borgo.

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Clementine? Me alegra verte por aquí, como siempre.
Muchas gracias, me alegra mucho que te haya gustado.
¡Mil besos!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Dulcinea!
Bueno, yo creo que ese barbero tenía un alto sentido del deber. No es de los que dicen "pelillos a la mar", perdón por el chiste malo.
Huy, me temo que ese steak tártaro lo encontrarías demasiado poco hecho.
Abrazos, Puri!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Beauséant!
Yo creo que la transición, ese "Régimen del 78", no fue tan modélico como nos hicieron creer. Lo veo más una reforma y no un cambio real, los ministros del franquismo se "lavaron la cara" fundando un partido democrático, AP, y a seguir viviendo del cuento. Al menos en la Francia del 45 hubo depuraciones contra los "colabos" del nazismo.
Me alegra mucho que te guste el relato.
Saludos!
Borgo.

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Josep?
Capilaridad consecuente, resistente por un lado y "colabo" por otro. Cuestión muy peliaguda.
Si no te gusta la carne cruda -pero bien condimentada- siempre puedes ponerlo en la plancha y "reconvertirlo" en hamburguesa.
Seguro que es un fijo. Nos ha dejado el viejo rockero Lee Lewis, un día hice un cuadro con acuarela y ceras de un piano en llamas (me pareció muy daliniano) lo titulé "Balls of Fire".
Abrazos, Josep!
Borgo.

miquel zueras dijo...

Hola, Ethan!
Me he inspirado en un tío abuelo que emigró a Aurillac y trabajó en una barbería durante la ocupación. Tenía ganas de conocer tu opinión pues sé que te interesa la historia reciente.
Recuerdo tu entrada sobre la película. Impresionante trabajo el de Brian Cox.
Saludos, Ethan!
Borgo.

Frodo dijo...

Vaya, te diré que esa barbería se está poniendo de moda en el mundo completo... viendo cómo está el mundo pareciera que nos vamos acercando cada vez más a 1944.
Veo que el título de los rockeros se lo pusiste por Miguel Ríos, pero también me recordó aquella canción de Barón Rojo que habla de Larga vida al rock and roll, y a una que se llama "Pollo viejo" de Los Piojos. Comparando a los viejos rockeros con los tangueros.
El amigo Dolina definiría esa ropa interior como "calzones de casado de lona de catre".

Por supuesto que esta vez paso de largo con esa comida para Vlad Tepes.
Aunque la foto de Silvina a quedado muy bien.

Abrazo, querido amigo

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Frodo?
Para escribir este relato me sirvió de mucho el testimonio de un pariente de mi padre exiliado en Francia después de la guerra civil que acabó trabajando de barbero en el pueblo de Aurillac durante la ocupación. Me dijo que ese local era como un microcosmos donde acudían soldados alemanes, colaboracionistas y resistentes.
Recuerdo ese álbum de Barón Rojo sobre todo por su tema "Desertores del Rock" dedicado a los rockeros antaño rebeldes que se vendieron al sistema: "¿Quién puso tu voz al servicio del dólar?/ ¿Quién te aseguró que era el día y la hora?..."
Buscaré esa canción de Los Piojos, ya sabés que me los hiciste descubrir y me encantan.
Dolina tan acertado como siempre, con la palabra precisa.
Silvina ha logrado que saliera aparecida en la foto incluso ese pedazo de carne cruda y sanguinolenta.
Abrazos, amigo Frodo!
Borgo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Uno de tus cuentos más realistas, porque ese castigo se aplicaba a mujeres que intimaran con el bando incorrecto. O sólo por estar en el bando vencido. Por la idea de que es una tragedia para una mujer.
Bien contado.

miquel zueras dijo...

¿Qué tal, Demiurgo?
Ese era el castigo frecuente para las mujeres acusadas de "Colaboracionismo horizontal", en Francia las llamaban "Les tendues" (rapadas) supongo que es un intento de arrebatar el atractivo privándolas de su pelo, además de una humillación.
¡Gracias y saludos!
Borgo.