domingo, 21 de enero de 2018

¿YA TIENEN SU DISFRAZ DE GORILA?

Señoras y señores. Monstruos y monstruas. El 31 de enero es el Día mundial del traje de gorila. Su origen está en el homenaje que unos lectores de la revista MAD dedicaron al dibujante Don Martin y a sus delirantes tiras con personajes enfundados en disfraces simiescos. Evento friki donde los haya y buen momento para recordar los apuros de los Hermanos Marx para conseguir un disfraz de gorila para Una tarde en el circo:
 “Las complicaciones fueron innumerables –cuenta Groucho en su libro Memorias de un amante sarnoso-. El actor que contratamos para interpretar al gorila tenía un agente, pero no una piel de gorila. Descubrimos que el pellejo de gorila tenía otro agente. El día en que debía rodarse la escena ambos agentes estaban en el escenario. Era un día excepcionalmente caluroso sin contar los potentes focos que iluminaban el estudio. El actor terminó por desmayarse dentro de su peludo disfraz y se negó a volver a meterse dentro de aquella piel (En la foto de la izquierda en el momento de presentar su renuncia). 
 Hollywood no disponía de otra piel de gorila. En San Diego localizamos un actor propietario de una piel de orangután pero como todo el mundo sabe un orangután es más pequeño que un gorila así que tuvimos que contratar a un hombre más pequeño especializado en papeles de orangután.
Algunos críticos quisquillosos se quejaron de que en algunas escenas el gorila parecía mayor que otras y que esto mermaba la verosimilitud de la trama amorosa.”
Y ahora, uno de los disfraces de gorila más famosos del cine:
Es curioso que en el cine clásico los gorilas suelen aparecer como desenfrenados primates libidinosos cuando en realidad su sexualidad es bastante primaria.
Muy lejos de los Bononos, parientes de los chimpancés que usan las relaciones sexuales incluso a modo de saludo (Hola, qué tal –traka, traka- Pues ya ves –traka, traka- …) Curiosos, esos Bononos.
EL PRIMER CHISTE QUE ME CONTARON ESTE AÑO. Aviso: me gustan muy malos.
Y MI PRIMER ENCARGO DEL AÑO. Una tarjeta para un restaurante de Kaitensushi, un bufet japonés donde los platos salen por una cinta transportadora.
Y una performance de terror en mi casa dedicada a The Ring. Mi frikismo no conoce fronteras... yo soy el de la camiseta negra.
En fin, feliz Dia del Disfraz de gorila a todos!!!


lunes, 8 de enero de 2018

SURREALISMO EN EL RESTAURANTE CHINO

Relato escrito a cuatro manos con Melmoth el Errabundo
 Daniel y Dana son una pareja de surrealistas. Siempre hablan de David Lynch y de Jandek. Entre semana suelen cenar fuera –lo que ya es bastante surrealista- y hoy Daniel la lleva a un local interesante.
-Es uno de los restaurantes chinos de los que ya no quedan –le susurra Daniel.
 Los farolillos que cuelgan en la fachada se mueven ligeramente con la brisa llena de monóxido de carbono. Hay una enorme pecera vacía. Se puede ver el típico barco hundido cubierto de polvo junto a un buzo verniano, y algunos cadáveres de peces de los años ochenta. Según dicen por el barrio la pareja que lleva este restaurante duermen en la cocina desde hace treinta años.
Una pareja madura son los únicos clientes y la mujer los mira con un terror inexplicable cuando los surrealistas se sientan en la mesa de enfrente.   El cocinero saca la cabeza de vez en cuando por la pequeña ventana que une la cocina con el comedor. Tiene unos dientes enormes y es idéntico al Mr. Yunioshi interpretado por Mickey Rooney en Desayuno con diamantes.  Les entrega la carta y desaparece del comedor dando saltitos.
 “El restaurante parece un decorado”, piensa Daniel. Muy surrealista. Se oyen ahogados  sonidos extraños, como dos fantasmas conversando por un teléfono con interferencias.
El surrealista y su novia siempre piden el mismo plato. Hoy, costillas lacadas. La pareja madura piden pez Fugu, un pescado que puede ser mortalmente venenoso si no se corta adecuadamente. El cocinero regresa de la cocina y les sirve el pescado mientras en un brazo sostiene un gato.
-Me temo que mis manos no son tan precisas como antes a causa de la artritis –les informa el cocinero-. Pero por si acaso aquí tienen a un gato que les servirá de catador -. Corta una porción de pescado y le dice al minino: -¡Come, Borgia!
 El gato devora la pieza de pescado y lame satisfecho sus bigotes. El cocinero sirve las costillas a los surrealistas y sus piernas, libres de peso, corretean por el comedor como un juguete teledirigido tropezando con las mesas. La pareja madura consideran que ha pasado un tiempo prudente y saborean el pez Fugu. Poco después el gato empieza a toser entre convulsiones y se queda tumbado en el suelo inmóvil, haciendo ruidos raros de animal moribundo.
Al hombre le da un soponcio y se derrumba sobre el mantel. La mujer sale corriendo y se golpea la cabeza contra el marco de la puerta que comunica con la cocina yaciendo tirada e inconsciente en el suelo. El gato se levanta y se ríe a carcajadas que suenan como tijeras rasgando linóleo.
-¿Has visto, Dana? ¡Un gato bromista! –dice un eufórico Daniel- ¡Es lo más surrealista que he visto nunca!!!
-Sí… estoy algo cansada -murmura Dana que está más acostumbrada a situaciones extravagantes-. ¿Pedimos la cuenta, Dani?
 El cocinero reaparece saltando sobre el cuerpo inerte de la señora madura. Hace una reverencia a la pareja surrealista revelando el torbellino que se forma en su coronilla.
-Nos vamos a dormir –dice el cocinero suavemente señalando la puerta de la cocina-. Si quieren acompañarnos, la señora Wang ha preparado las camas.
“¡Nos invitan a dormir con ellos!”, se asombra Daniel. Había planeado llevar a Dana a su piso, tomar una copa de absenta y tener relaciones sexuales con el sonido industrial de Jandek como fondo. Pero este sería un excelente colofón para una cena surrealista.
En la cocina les esperan cuatro camastros y la señora Wang que habla con acento más marcado que su marido. Entrega a Daniel un palo con un gancho en el extremo de los que se usan para alcanzar objetos en estantes altos.
-Pala las latas –dice la señora, pero Daniel mira en derredor y no ve ninguna lata.
-Latas glandes como conejos –aclara la señora Wang-. A veces, colen por la cocina.
La pareja surrealista y el matrimonio chino se desean buenas noches y apagan la luz. Al poco rato todos duermen, excepto Daniel, aún extasiado por la experiencia.
FIN
¿Y QUIÉN ES JANDEK? PUES EL CANTANTE MÁS MISTERIOSO DEL MUNDO
Se hace llamar Jandek. Lleva unos 59 discos grabados desde 1978 que no se venden en las tiendas, para adquirirlos hay que pedirlos por medio de un apartado de correos de Houston, Texas, a la fantasmal discográfica Corwood Ind. Casi todos los elepés llevan una cubierta ilustrada con una –supuesta- foto del músico, granulada y con aspecto de los años 70. Solo ha concedido dos entrevistas por teléfono y en el 2003 le dedicaron un documental en el que no aparece. Su música es difícil: guitarra acústica y eléctrica con toques de blues y folk.
MI REGALO DE REYES: COLECCIÓN EDGAR WALLACE
 Un pack con la serie alemana de los años 60 sobre las obras de misterio de E. Wallace. 
Todas protagonizadas por el mismo actor, Joachim Fuchsberger que aquí vemos con Klaus Kinski en mi favorita: Los ojos muertos de Londres. También recomiendo El misterio de los narcisos amarillos con el gran Christopher Lee. 
Fuschsberger tuvo un final que parece sacado de una trama de Wallace. Durante un show televisivo en 1980 fue mordido por un chimpance. Las hehidas le causaron una rápida expansión de virus falleciendo poco después en la sala de aislamiento de un hospital.
Y LA RECETA: COSTILLAS LACADAS
 Necesitaremos un costillar de cerdo.  En una fuente o plato hondo pon las costillas y cúbrelas con la salsa de soja, un chorrito de zumo de limón, una cucharada de pimentón, cebolleta cortada en rodajas finas y una cucharada de azúcar. Deja las costillas en la nevera y que reposen durante una noche entera en este adobo dándoles la vuelta de vez en cuando.
Cuando las vayas a preparar pon el horno a la máxima temperatura durante 15 minutos. Recomiendo usar esos moldes de un solo uso para horno de papel de aluminio pues luego es muy engorroso limpiar el caramelizado.
Pon a hornear las costillas y que se vayan cociendo unos 30 minutos. Quedarán caramelizadas, oscuras (parecen teclas de piano) y muy sabrosas.
Ya están listas para comer con los dedos. Quedan muy bien con arroz blanco, aunque quedarás como todo un as de la cocina oriental si bajas al restaurante chino de la esquina, a por una ración de pan de gambas para acompañarlas.