martes, 26 de julio de 2022

CAPERUCITA VERDE Y EL LOBO DALTÓNICO

 

Tra´-lá-rá-la-ri-ta… Escucho la voz de Caperucita. La imagino deglutiendo hamburguesas, simulando los primeros periodos y esclava de las redes sociales.

-¿Dónde vas tan sola, Caperucita?

No mostró sorpresa, sabía que ese momento llegaría. Se acomodó su capa verde (yo la veo de ese color) y dijo:

-A casa de mi abuelita. Vive más allá del bosque, en la ciudad, en un piso de renta antigua. Eres el lobo feroz, supongo. ¿Vas a comerme?

-Sería fácil.

-Podrías devorar a los Tres Cerditos.

-No como cerdo.

-O al príncipe.

-Aquí no hay príncipes.

-No me interesa la realeza, parecen insulsos.

-Yo me comería una hamburguesa. Pero antes me gustaría visitar a los Tres Cerditos ¿me acompañas?

Acepté. Nos adentramos en el bosque hasta la casita. Nos asomamos al cristal de una ventana. Había una cacerola hirviendo en el fuego y, sentados a la mesa, tres cerditos. Aunque si se les miraba bien uno se daba cuenta de que eran tres enanos disfrazados de cerditos, bajo la máscara porcina se veían sus bocas. Distinguimos junto a la puerta una cerdita semidesnuda, cubierta solo por una esclavina (una capa que no sirve para nada) las manos de los tres cerditos se perdían en la anatomía de la cerdita. A todo ello se unía el vapor de la cacerola hirviendo que concedía a la escena un aspecto de niebla londinense, presagio de un crimen.

-Son divertidos, los cerditos –dijo Caperucita sin despegar la nariz del cristal-. Y añadió: tú deberías soplar la puerta.

Lo intenté pero era de plástico. El cuento hablaba de paja, madera y leña, pero no mencionaba el plástico. Me di cuenta de que la cerdita llevaba una capucha como la de Caperucita.

-Usurpa tu papel esa chica-cerdita –le dije.

-Es una Trans. Ya sabes, los cuentos actualizados… y las dos vestimos en Desigual –dijo abriendo su caperuza verde y mostrándome la etiqueta-: Desigual mola.

 Me fijé en un curioso retrato familiar de los cerditos y luego en el maquillaje de Caperucita, demasiado recargado para su edad. El humo de la cazuela había recubierto de vaho la ventana, sentí alivio de que Caperucita no viera nada lo que pasaba en el interior con los cerditos enanos y la cerdita transexual.

-¿Me acompañas a comer una hamburguesa? Hay un Burger King cerca.

Nos alejamos de la casa de los tres cerditos. Era verdad, había un Burger King en el bosque. La contemplaba mientras devoraba su hamburguesa. El kétchup verde resbalaba por su barbilla como la sangre de una víctima.

¿Qué llevas en la cestita? –me atreví a preguntar.

-Mi kit de maquillaje.

-¿Podrías… podrías pintarte los labios de rojo?

Caperucita sacó del cesto un pintalabios. Vi como el carmín untaba su boca. Frunció los labios y luego los abrió mostrando una sonrisa depredadora, de enormes colmillos feroces enmarcados por una aureola verde.

Creo que me estoy enamorando…

HEART DOG. Prosiguen las aventuras -o desventuras- de Edu Mastín. 

LA RECETA: Espaguetis a la mantequilla de salvia.

Mientras se cuecen los espaguetis en agua salada poner al fuego una sartén con 1 cucharada sopera de aceite, 1 diente de ajo cortado en láminas finas y 50gr. de mantequilla.

Cuando la mantequilla se haya derretido añadir un puñadito de hojas de salvia y remover con cuchara de madera durante 5m. 

Escurrir la pasta y servir con la mezcla de mantequilla, ajo y salvia. 

Si no se encuentra salvia también se puede usar albahaca. 




 

 


miércoles, 13 de julio de 2022

SEXO ESTILO LOVECRAFT

 

Una conmoción estremece las paredes de la habitación 112 del Hotel Muscaria o al menos eso le parece a Amanita que a sus 46 años por primera vez está siendo infiel a su marido. Describiendo una parábola veloz y rapaz el doctor Phalloides (su ginecólogo, lo que aporta a Amanita cierta sensación de seguridad) se coloca sobre ella.

Ahora Amanita alcanza ese punto sin retorno en el que toda la habitación se comprime en una diminuta luz cegadora que estalla. “Sigue, sigue”-grita Amanita, entonces oye otra voz que se hace más fuerte, exigiendo ser oída:

 -¿Llevas algo? –dice la voz.

-Uuuh… ¿Qué dices?

-Si llevas algo –insiste el doctor, su tono de voz no ha cambiado, sigue congelado en si bemol-. Noto una obstrucción, debes llevar un diafragma o algo así.

-¡Pero si no llevo diafragma! Venga, sigue, cariño…

-Pero hay una obstrucción, Amanita. O llevas diafragma y no lo has colocado correctamente…  o tienes vaginitis atrófica.

-¿Pero qué dices ahora? – dice Amanita-. Vamos, sigue, no lo estropees…

- La vaginitis atrófica o senil es corriente a tu edad, la mucosa está seca porque no produce fluidos y…

 A ella le parece que no solo la habitación, sino el mundo entero se  desploma  en ese momento. Amanita deja escapar un débil sonido, apenas un grito, y luego:

-¡Apártate de mí, estúpido! – chilla indignada. Una ira ciega la invade y se revuelve furiosa-. ¡Vete!!! –Amanita empuja al doctor con tanta fuerza que éste se cae de la cama.

El doctor Phalloides mira desconcertado a Amanita durante unos instantes, luego se levanta del suelo y se viste rápidamente, da una vuelta alrededor de la cama para ver si olvida algo y sale casi de puntillas de la habitación.

Amanita piensa que la habitación 112 destila ahora el maloliente poso de una desagradable escena. “Qué demonios, es un bonito hotel y quiero disfrutarlo…” Coge una carta donde ofrecen bebidas y aperitivos y llama a recepción para encargar un surtido de canapés y una botella de Riesling en cubitera.

Se dirige al baño, abre el grifo de agua caliente y decide hacerse las uñas. Está repasando el exceso de esmalte con algodón cuando llaman a la puerta.

-Servicio de habitaciones – dice una voz apagada por la gruesa lámina de caoba.

Agitando las manos para secar el esmalte Amanita pasa delante del espejo completo del armario. Su reflejo le recuerda que está desnuda y con las uñas húmedas. Decide usar una frase que hasta ahora sólo ha oído en las películas:

 -No estoy visible. Déjelo junto a la puerta, por favor.

-Lo lamento señora, pero tiene que firmar la hoja. Se la paso por debajo del marco.

 Desde el pasillo se desliza una hoja verde y un bolígrafo con el logotipo H.M. del hotel. Con las manos extendidas Amanita se inclina, se coloca en cuclillas sobre la hoja y murmura: “Cthulhu!”

Del interior de su vagina brota fláccidamente un tentáculo gris verdoso. Cuelga de su extremo algo que parece una rudimentaria manita de cuatro dedos, como los personajes de los dibujos animados. La manita agarra el bolígrafo, se acerca a la hoja verde  y firma: “Amanita Fungi” con impecable letra, luego desliza la hoja y el bolígrafo a través de la puerta.

“Gracias, Cthulhu. Escóndete”. El tentáculo muda rítmicamente de color mientras se enrosca para refugiarse de nuevo en el sexo de Amanita.

Poco después, sentada en la cama y masticando huevecillos de salmón, Amanita dedica un lúgubre comentario para el doctor Phalloides: “Un diafragma… ¡Gilipollas!”, y se sirve otra copa de Riesling muy frío.

CORAZÓN PERRUNO

Casualmente me he encontrado con una de las páginas que hice en 1997 para un fanzine -Esquina rabiosa- que nunca vio la luz. El protagonista es un hombre al que le han trasplantado un corazón de perro y eso cambia sus hábitos. Iré publicando algunas páginas de Heart Dog. 

LA RECETA: BERENJENAS A LA PARMESANA
Silvina me hizo esta foto mientras las preparaba
Cortar las berenjenas en láminas y dejarlas en un escurridor 20m. para que suelten su líquido amargo.
Disponer las piezas de berenjenas en una fuente de horno con una cucharada de tomate concentrado, un poco de orégano, un poco de jamón y una loncha de queso mozzarella. 
Hornear durante 30m. a 200º.
Así quedan de bonitas.