martes, 27 de agosto de 2013

INFESTACIÓN (RELATO)



-¿Dónde estás, Jorge? ¿Jorge?
-Sí, soy yo –dice Juan desde el umbral.
-Pasa, pasa y siéntate -. Elena es ciega. Desplaza su cuerpo medio abrasado en una silla de ruedas -. Pasa y cierra la puerta.
Cuando Juan cierra la puerta el viento agita un periódico como un ave moribunda sobre la alfombra.

El timbre del teléfono suena. Elena coge el auricular desde su silla de ruedas.
-¿Eres tú, Elsa? ¡Qué alegría! ¡Qué ganas tengo de verte ¿Ahora? ¡Magnífico! Dile al profesor que también puede venir y traerse a su amiguita. Nos divertiremos.
Juan lanza una rápida mirada hacia la puerta.
-Escuche –dice a la mujer -. ¿No oye nada?
-Vendrán Elsa y sus amigos –dice Elena -.Gente muy simpática. Te gustarán. ¿Tienes hambre? Abre una lata de atún.
Juan abre una lata. El atún desprende un olor marítimo, fresco y jubiloso.
-¿Quién eres tú? –pregunta una joven desde lo alto de la escalera que conduce a la segunda planta. Es morena y guapa. Su único defecto visible es un muñón descarnado.
-¡Elvira, es Jorge! ¡Ha vuelto! Jorge, ella es Elvira.
-Elvira –dice Juan -¿No oyes voces? ¿Gritos? Vendrán, no sé porque pero estoy seguro.
-No -. Elvira escucha atentamente. Ahora se oye un coche detenerse.
-Son ellos –anuncia Elvira como si dijese: “No te asustes. Sólo son ellos”.
-¡Elena! –Exclama nada más entrar el profesor. Su traje almidonado le mantiene rígido pero su nariz ha desaparecido y el corroído labio superior deja al descubierto sus mandíbulas.
-¡Ya estamos aquí! –dice Elsa. Sus brazos fláccidos cubiertos de escamas se bambolean caprichosamente.
-Creo que no conoces a mi amiga Eva –dice el profesor.
-Buenas noches, Elena –saluda Eva. Una oleada de perfume caro acompaña sus palabras. Es una joven atractiva pero a través de su piel azulada y transparente se le ven las vísceras.
-¡Elvira! –dice Elena-. ¡Trae la baraja! ¡Vamos a jugar!
Elvira apaga el televisor cuando un locutor iba a dar la fórmula para no morir joven.
-¡Sí, vamos a jugar! –palmotea el profesor.
Elsa empieza a subir la escalera. Se dirige a Juan:
-Sube, Jorge, por favor.

Elsa y Juan se sientan en la cama de un dormitorio del segundo piso. La ventana muestra una noche estrellada. Venus reluce como una bombilla eléctrica.
-Verás, Jorge -empieza Elsa-. Yo…
-No soy Jorge –dice Juan.
-Ya lo sé –dice Elsa-. Todos lo sabemos. Jorge murió. La bomba…
“Sus ojos son como las estrellas. Brillan pero están muertos” Pensó Jorge antes de responder:
-La bomba acabó con todo.
-¡Falta un as! –Oyen ahora la voz del profesor.
-¡El as de picas! –exclama Elena.
-Jorge… Juan, yo… te quiero –susurra Elsa. Los gritos de Elvira la interrumpen:
-¡Oigo a los hombres! ¡Vienen los hombres!
Juan parece sentirse acorralado. Está dejándose llevar por el pánico mientras por las calles lúgubres y vacías corren hombres uniformados  disparando nubes de color verde.
Juan y Elsa descienden la escalera. Todos miran hacia el exterior por la puerta entreabierta.
¡Venga, que empiece la partida! -les apremia Elena-. Cierra la puerta, Elvira.
Antes de cerrar la puerta Elvira dice:
-¡Otra vez están fumigando la zona!
NOTA ACLARATORIA:
Todos los personajes de este relato son cucarachas. 
En primer plano: Jorge-Juan. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Elena, Elvira, Elsa, El profesor, Eva y alguien no identificado.
 



sábado, 24 de agosto de 2013

UN PASEO POR LONDRES

A ese bobby yo no le preguntaría por donde cae Trafalgar Square.

He pasado una semana en Londres con mi hijo Dani. A la izquierda una de las poquísimas fotos que salieron bien pues mi máquina desechable resultó ser defectuosa.
¡Me encanta Londres! En ningún otro lugar puedo desayunar empanada de riñones y anguila ahumada en el mismo local y hasta en el mismo plato. Me gusta incluso su injustamente menospreciada cocina: el roast beeff, sus puddings... y el plato nacional: fish and chips -bacalao rebozado con patatas fritas condimentado con vinagre- que solía comer en este pub del barrio de Paddington. Me hice amiguete de los dueños y les envié este dibujito.
Y hablando de pubs:
 Si uno pide un whisky sencillo (Single) te dan una ración con cuentagotas. Es preferible pedir un Double a 4´80 libras (unos 4´50 euros) para enterarse de algo. Recomiendo el irlandés Bell´s, bueno y económico.
Visité un espectáculo muy recomendable: The London Dungeon en pleno centro de Londres (Westminster Bridge Road) Una hora haciendo cola pero valió la pena. Actores disfrazados te guían por un recorrido muy bien ambientado por el lado más siniestro de la ciudad: las mazmorras de Enrique VIII, la plaga de peste negra de 1666, la barbería de Sweeney Todd... y mi parte preferida: el Whitechapel de Jack el destripador con visita a la taberna Ten Bells Pub frecuentada por sus víctimas. Cuando terminó el espectáculo salí corriendo hacia el vestíbulo con una idea fija en la cabeza:




Una agradable tarde tomando un té con tostadas en Serpentine Road, en el Hyde Park, se me ocurrió esta chorradita:

martes, 20 de agosto de 2013

MUJERES Y PUBLICIDAD


Como ya hice en una entrada anterior le cedo la palabra a mi amiga Montse:

-“…Pero seguro que no se fijará en tus pérdidas de orina”. Hay que joderse… porque ¿te has fijado que esos anuncios de pérdidas de orina, remedios para los gases, hemorroides etc. ahora siempre los anuncian mujeres? ¿Qué pasa, que si sale un tío mirando con cara de tonto a la cámara diciendo: “yo también sufro en silencio las hemorroides” va a quedar muy crudo y habrán desmayos en masa ?Para la publicidad, las mujeres hemos pasado de ser tan monas, fashion y mear colonia a convertirnos en unos seres que acumulamos gases,  fluidos y olores  desagradables. En ese spot ponen a una chica en un bar de diseño hinchada como un globo y piensan: “Ay, pobrecita, con lo fina que es…” pero si fuera un hombre: “Tranquilo, macho, un par de pedos y como nuevo”. Mira ahora ese otro anuncio de las dichosas pérdidas de orina: un grupito de señoras partiéndose de risa. El mensaje está muy claro: “Yo antes es que me meaba –literalmente- de risa, pero ahora con estas compresas…” Y el que es para mear y no echar gota –nunca mejor dicho- es el de Concha Velasco con sus amigas en una cafetería pija y recomendándoles un salva-slip. Porque, claro, a las mujeres nos encanta reunirnos para hablar de cómo se nos escapa el pipí. Oye,Miquel ¿tú no trabajas  para publicidad? Ah, a veces  les haces dibujos. Bueno, pues pregúntales si de verdad se creen que las tías somos así de gilipollas. Anda que ese otro anuncio se las trae, mira como se despatarran esas para demostrar que su compresa elimina los olores. Si es que...
EL SPOT MÁS ALUCINANTE DEL VERANO.
En una piscina a un panoli no se le ocurre nada mejor que sacar un tampax del bolso de una chica. Amaia Salamanca le explica como funciona el artilugio mientras en segundo plano un joven se los mira embobado. Después Amaia se zambulle ante la mirada atónita de tres maromos. Normal, en una piscina es algo asombroso ver a una chica dándose un chapuzón. Increible.


sábado, 17 de agosto de 2013

¿QUIÉN ES EL ÚLTIMO?

Acabo de ver el excelente documental Madrid en armas sobre la defensa de la ciudad en 1936. Hay una impactante escena: un miliciano dispara su fusil en una trinchera de la Ciudad Universitaria mientras a su alrededor se ven un grupo de compañeros esperando pacientemente. ¿Esperando qué? Pues a que el tirador fuera abatido por un disparo. Entonces uno de los que aguardaban, por riguroso turno, cogía su fusil y seguía disparando. Esto se debía a la escasez de armas de fuego en los primeros meses del conflicto. Me lo he imaginado así: como una guerra al estilo de las de Gila.


lunes, 12 de agosto de 2013

EL HOMBRE DE PLASTILINA

  Hoy he pasado por delante del número 34 de Rambla de Catalunya, donde se rodó REC y su secuela. Como casi siempre había fans de la película tomando fotos. Es un edificio imponente y desierto que solo se usa para rodajes. La famosa niña de Medeiros que aparece al final ya es un ícono del terror; la Niña de el Exorcista del siglo XXI.
Detrás de su maquillaje está Javier Botet (Ciudad Real, 1977) En la foto de arriba se puede ver su aspecto causado por el Síndrome de Marfan que alarga desmesuradamente el cuerpo causando una gran flexibilidad y extrema delgadez. También tiene esta anomalía el nigeriano Bolaji Badejo, el único actor capaz de enfundarse el disfraz de Alien.
 
Botet, que define su aspecto como “el de un personaje de cartoon al que le ha pasado una apisonadora por encima” ha paseado sus dos metros de estatura y 56 kilos de peso por películas como Beneath Still Water (2005) de Brian Yuzna y la serie Plutón BRB Nero en el papel del extraterrestre Ergano. Igual que Michael Berryman (protagonista deLas colinas tienen ojos) y antes Rondo Hatton, Botet ha sacado partido de su enfermedad para hacerse un sitio en el cine de terror.
 Botet es además un magnífico dibujante  que ha ganado dos veces el Premio Nacional de Cómic. ¿A que es bueno ese dibujo suyo de un personaje de Star Trek? Esa fue la película que le fascinó de niño y la que le hizo decidirse por trabajar en el cine. Conocí a Botet en el Salón del Cómic de Barcelona 2009. Sólo conversamos un par de minutos, tiempo suficiente para comprobar lo encantador y vital que es como persona. Me contó divertido que mucha gente se le acerca para decirle: "Por favor, dime que tú eres la Niña de Medeiros porque tengo pesadillas con ella desde que ví la película".
EN BORGO NO SE CIERRA POR AGOSTO
Por suerte he tenido algo de trabajo. Estas son mis últimas portadas:
LA NOCHE DEL CAZADOR
Los ingleses opinaban que era demasiado estilo cómic. Lo mío me costó pero conseguí que la publicaran.
POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS
El clásico de Hemingway. La película no está a su altura, Cooper y Bergman, sí.
EL TERROR
Excelente libro de Machen, autor favorito de Lovecraft y hoy casi olvidado.




martes, 6 de agosto de 2013

ALGO EN LA VENTANA (RELATO)

Al abrirse la puerta del bar se oye el silbar del viento y el golpeteo de la lluvia cayendo en la oscuridad aunque no son más de las siete de la tarde.
El dueño del bar examina al recién llegado, lleva años haciéndolo: impermeable reluciente por la lluvia, de calidad, corte de peluquería y zapatos de piel. Un hombre de ciudad en aquel bar de pueblo decorado con embutidos colgantes y banderines de desconocidos equipos de fútbol; tan fuera de lugar como un daiquiri de fresa.
-Un coñac. Mientras se toma el coñac el dueño advierte con el rabillo del ojo que su mano tiembla ligeramente. El cliente señala con el mentón hacia la puerta:
-Esa casa de enfrente parece estar abandonada.
-No lo parece, lo está –el dueño simula leer un periódico deportivo eludiendo la conversación; hoy no tiene el día sociable.
-Me ha parecido ver en una ventana de esa casa a… una niña.
-¿Cómo? –el dueño le mira incrédulo.
-Han sido sólo unos instantes, pero un relámpago ha iluminado la fachada y he visto a una niña frente a una de las ventanas. Estoy casi seguro del todo… tenía unos ojos grandes y parecían asustados.
-Oiga… -el dueño adopta ese tono cargado de paciencia propio de las personas poco pacientes- como usted ha dicho ha sido cosa de un momento y esa casa lleva años deshabitada. Puede haber visto un gato… o cualquier otra cosa.
El cliente señala con un índice tembloroso la copa vacía. Mientras le sirven el segundo coñac dice:
-¿Sabe que creo? Puede que una niña perdida se haya metido en esa casa para refugiarse de la lluvia –apura su coñac que parece bajar mejor que el primero-. No hay luz y podría lastimarse. Creo que iré a echar un vistazo.
“Los coñacs son para infundirse valor –piensa el dueño-, a estas horas y con ese tiempo la casa se ve bastante siniestra”…
-¿Podría prestarme una linterna? –pregunta el cliente.
El dueño masculla algo entre dientes mientras rebusca en un cajón detrás de la barra. Al menos, piensa, Don daiquiri de fresa me dejará en paz mientras se dedica a explorar la casucha. Deja una linterna cilíndrica con un sonoro clock sobre el mostrador.
-Acuérdese de devolverla. Con esta tormenta es probable que nos quedemos sin luz.
El cliente paga apresuradamente y el dueño suspira aliviado al verlo salir linterna en mano pero una duda le cosquillea: “¿Y si realmente ha visto a alguien?” Lo descarta enseguida meneando la cabeza. “Los de ciudad no tienen buena visión nocturna, están acostumbrados a pasear por calles bien iluminadas”. Durante un rato sólo se oye en el local el repicar de las fichas de dominó sobre la mesa, el silbido de la máquina de café y las conversaciones envueltas en humo de cigarrillos desde la barra. 
El ruido de lluvia se hace más intenso, alguien ha abierto la puerta. Son Don daiquiri de fresa y una niña cogidos de la mano. El dueño del bar los examina, lleva años haciéndolo: el primero tiene en el cuello dos heridas recientes con la carne horriblemente amoratada a su alrededor. Los ojos de la niña son un abismo rojo y… sus pies flotan a unos dos palmos por encima del suelo.
Con una mezcla de incomprensión y miedo infinito el dueño ve a la niña bajar rápidamente la pesada puerta metálica del bar. Los ha dejado encerrados. La niña se vuelve hacia los parroquianos con una mueca burlona mostrando sus espantosos colmillos. 
-Ocúpate de los clientes que están en las mesas –dice a Don daiquiri de fresa - Yo me encargo de los de la barra.

viernes, 2 de agosto de 2013

DESENFRENO Y CHUCHES

Aaaah... aquellos maravillosos años. Las fiestas de cumpleaños de mi infancia sí que eran puro desmadre. Aquellas meriendas a base de chuches, panchitos, ganchitos, fritos, triskis y choco-chuskis eran un delirio tóxico. Y la nueva –por entonces- droga de diseño: los Peta Zetas, pastillas que estallaban en la boca y te destrozaban el paladar. ¿Y lo de ensalivar una barrita de regaliz mentolado y rebozarla en sidral? Mmmm… De vez en cuando la autoridad te reprendía: “¡Niño, Niña, que te vas a ensuciar el estómago!” ¿Y cómo iba a estar limpio un órgano lleno de fluidos y jugos gástricos, eh?

El botellón estaba asegurado con los refrescos de cola ¿Alguien recuerda la Avidesa-Kola? Ingredientes: jarabe de cola, azúcar… y el resto, una lista de inquietantes nombres como glutamato y gasificante amónico.
 Imitando una gallina espasmódica cantábamos: “Cuando era pequeña su mamá se fue, y de tristeza llora en un rincón. Co Co Co coguaaaa”. Canciones de borracho tabernario.
 Yo creo que la tarta era en realidad una solapada prueba de alcoholemia: “¡Sopla, nene, sopla!”. La escasa capacidad pulmonar del nene conseguía que la tarta tuviera un fuerte regusto a cera, un deleite para nuestros castigados estómagos. Además nos pavoneábamos con cigarrillos de chocolate en la boca. Solo nos faltaban los tatuajes para parecer más macarras y los teníamos: calcomanías de las que se pegan con saliva. Había que retirar el papel con mucho cuidado pero siempre se rompía un trozo quedando una abeja Maya que parecía haber sobrevolado Chernobil. Y cuando terminaba el cumple los restos eran los mismos que los de cualquier fiesta rave: botellas vacías por el suelo, comida pisoteada, vomitonas… Qué canallas éramos y no lo sabíamos. Co Co Co coguaaa!!!!