Los
hechos que han estado ocurriendo últimamente empiezan a inquietarnos.
Tengo
mi comercio frente al Mercado de la Boquería, en Las Ramblas. Apenas levanto la
persiana metálica veo una multitud abarrotando la plaza. No son de por aquí,
obviamente, parecen nómadas del norte y cada día que pasa parece que hay más.
Fieles
a su naturaleza, viven bajo cielo abierto. Se entretienen bebiendo cerveza –se
las traen en bolsas otros nómadas de países lejanos- y comprando objetos
estrafalarios. A veces salimos de nuestros locales y barremos un poco pero es
tarea inútil pues esta plaza se ha convertido en un vertedero por sus malos hábitos. Dialogar con los
nómadas es imposible. No conocen nuestro idioma y hasta dudo de que tengan un
idioma propio. Se comunican entre ellos con chillidos y graznidos parecidos a
los cuervos aunque suelen exhibir mensajes carentes de sentido en sus
camisetas. Nuestra forma de vida y costumbres les son incomprensibles y ni
siquiera tratan de entenderlas.
Lo
que necesitan, lo toman. Es parte de su naturaleza. Los carniceros del mercado
ven impotentes como los nómadas roban piezas de carne que engullen en segundos.
No es raro ver a dos nómadas mordiendo el mismo pedazo desde cada extremo hasta que lo devoran por completo.
Todos juntamos dinero para que los carniceros continúen con su negocio; si los
nómadas no tienen su carne nadie sabe qué cosa podrían hacer. Preferimos no
saberlo.
Un
carnicero pensó que al menos podría ahorrarse el trabajo de descuartizar al
animal y una mañana les dejó un buey vivo. Ojalá nunca lo hubiera hecho. Estuve
una hora tumbado en el suelo de mi trastienda cubriéndome la cabeza con un
cojín para evitar oír los mugidos del animal. Los nómadas se le arrojaban
encima por todos lados, arrancando grandes pedazos de carne viva con los
dientes. Cuando me atreví a salir estaban tirados por el suelo, exhaustos
alrededor del cadáver riendo a mandíbula batiente y ensangrentada, como
borrachos en torno a un tonel de vino.
Esta
mañana ha pasado el alcalde, observó el temible aspecto de la plaza con la
cabeza gacha. Instantes después ha vuelto a su coche oficial con gestos de
impotencia.
“¿Qué
sucederá?” Nos preguntamos. La ciudad ha atraído a los nómadas hasta aquí pero
no sabe cómo hacer para expulsarlos. Debe tratarse de algún malentendido y ese
malentendido será nuestra perdición.
ja ja amigo, es la triste verdad.
ResponderEliminarTengo clientes hindus de souvenirs delante de la boqueria y es tal como lo cuentas...ja ja..son zombies!!
No, si ya lo decía Paco Martínez Soria: ¡el turismo es un gran invento!
ResponderEliminarEsa camiseta de la primera foto es de los chinos, una camiseta cuyo título reza I Love Barcelona, nunca llevaría un toro de osborne como consigna, sino un burro catalá, ja, ja, ja, ja.... SaLu2
ResponderEliminarHola, Aristofeles. La idea del relato me vino al pasar por la Boquería y ver que los comerciantes están hasta los mismísimos de que los turistas fotografíen los puestos y no compren ni una sardina. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, Sícoris. Sí, un gran invento y a veces una plaga con sombreros mexicanos y camisetas con las tres S: Sex, Sun, Spain. Saludos. Borgo.
ResponderEliminar¿Qué tal, Xim? Pues exacto, es una camiseta a imagen y semejanza del bazar chino que tengo al lado de casa. También tienen una del toro con camiseta del Barça. Espectacular. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarPues te ha salido un micro relato de terror amigo mío...inquietante, entre zombis y espectros...no te fíes de esos turistas, Miquel!
ResponderEliminarHola, Tirador. Bueno, es que la megainvasión de turistas por el centro de Barcelona ya es bastante inquietante, sobre todo cuando van cocidos de sangría peleona. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarjajaja creo que el malentendido se llama money, ¿si no de qué íbamos a aguantarlos?
ResponderEliminarbuenísimo el cuento, casi dan ganas de perseguirlos con una estaca, aunque temo que el sentimiento es mutuo
besos,
Hola, Maslama. Claro, al principio la cosa pintaba bien: money y divisas. La verdad es que esa masa ingente que se pasea por las Ramblas recuerda a un Zombie Walk. En Madrid no me parece ver tanto agobio de turistas.
ResponderEliminarBesos. Borgo.
La Història diu que les invasions bàrbares de Roma van començar amb un paquet turístic.
ResponderEliminarHola, Josep. Pues más o menos. Al fin y al cabo eran irrupciones masivas de nómadas del norte que no se asentaban donde querían y que llegaron a ser incontrolables. Buena comparación. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarQué relato más extraño, ¿no? Entiendo más lo de la camiseta del toro con camiseta del barca que la que has puesto ahí, que sería casi como las camisetas con
ResponderEliminar"mensajes carentes de sentido en sus camisetas" como las del texto, ¿no?
Lo digo por lo de los toros por allí ;-)
Un saludo.
Hola Borgo! Una peculiar manera de plasmar la realidad de un turismo "destroyer", que se acerca por estas tierras con ideas preconcebidas como por ejemplo la de que aquí esta todo permitido.
ResponderEliminarLas costas levantinas también son un buen ejemplo de estas malas maneras.
El otro día vi un programa americano, no tiene nada que ver con lo que cuentas pero como salen zombies, tipo hermano mayor, en el que para rectificar la conducta del muchacho en cuestión, lo hipnotizaban y al despertar lo hacía en una ciudad apocalíptica repleta de zombies, y sin rastro de su familia. Al pobre casi le coge un infarto. Todo un experimento psicológico a manos del mentalista Derren Brown. Me ha encantado tu historia. Un besazo querido Borgo
Hola, David. Bueno, es que es todo como una "metásfora" como dijo Belén Esteban. En Las Ramblas las camisetas de las tiendas de souvenirs van a lo fácil: toros, paella, sexo y temas similares. Hasta Woody Allen quería que el protagonista de "Vicky, Cristina, Barcelona" fuese un torero. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, SqS! Me hace recordar una escena de "Zombi" con un turista no-muerto que hasta lleva una cámara colgando. Sí, he estado varias veces en Benidorm y las manadas de visitantes color gamba hacen estragos.
ResponderEliminarNo he visto ese programa de Derren Brown pero he oído hablar de él. Convence a un chico de que es el único superviviente de una plaga zombie, qué fuerte, a ver si consigo verlo.
Muchos besos. Borgo.
Creí que te referias a las palomas depredadoras que invaden las plazas pero no, estaba claro, son otra clase de pájaros..¡empiezan a dar miedo ! pero reconozco que yo tambien soy una de las que fotografié los puestos de frutas de la Boqueria..(luego me compré una cajita)
ResponderEliminar¡ay es que son tan bonitos ! pero jamás me pondria esa camiseta.;-P
Un relato terrorístico !!
Saludos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, abril. Sí, otra clase de pájaros como los cuervos que revolotean la Torre Eiffel y es que esta Semana Santa haré una escapada a París. Ya me han advertido del frío.
ResponderEliminarHaces bien en no ponerme esas camisetas. El mercado de la Boquería es mi preferido en Barcelona, siempre que puedo voy a comprar por allí, sobretodo el pescado.
Saludos. Borgo.
Hola Sr. Borgo,
ResponderEliminarJa ja ja ... Pero si los turistas son gente muy educada que se comportan muy bien.¡ Buenisimo !
Me ha venido a la mente un recuerdo de hace años por palacio real...
¿ el mercado de la boqueria y todas las ramblas por extensión ?
Me ha encantado este bloody tourist. Barceloa un gran comercio. ¿ no dice eso la publicidad ? Que hi farem.
Un abrazo Miquel.
Hola, UTLA. Pues es el panorama que se ve ahora por el mercado de la Boquería. Algunos puestos han puesto carteles de "No fotos". Se han apoderado del mercado y es difícil pasear por él.
ResponderEliminarPero eso: que hi farem! Gracias por pasar por aquí, amigo. Abrazos. Borgo.
Menudo paralelismo jaja que bueno... Se entiende que la zombiewalk lleva tiempo instalada por la zona del mercado de la Boquería.
ResponderEliminarDivertido e incisivo relato
Saludos Miquel
Hola, Alimaña. Ya lo ves, aquí la zombiewalk la tenemos muy presente con camisetas del toro de Osborne y sombreros mexicanos. A ver cuando nos apuntamos tú y yo. Me alegra que te guste el relato. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarEl Walking Dead de la Boquería, prepárese para el apocalipsis!!
ResponderEliminar¿Qué hay, Cahiers? Visión apocalíptica: enjambres de zombis con souvenirs de tiendas pakistaníes: bailaoras, toros de peluche con banderillas... El parque temático para turistas que hay por aquí. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste relato no tiene nada de divertido y encima es de los que te hacen pensar... Besos, Borgo.
ResponderEliminarHola, Clementine. El relato me vino al ver cómo está invadido por los turistas el mercado de la Boquería en Barcelona. Ahora me gusta más el de San Miguel en Madrid con sus puestos de ostras. Qué buenas.
ResponderEliminarSi no nos comunicamos antes te deseo muy buena Semana Santa. Besos. Borgo.
Ah, buena idea, pues también te deseo muy buena Semana Santa yo a ti, Miquel. Y si nos volvemos a comunicar antes, nos la volvemos a desear, mejor de más que de menos... Muchos besos, Borgo.
ResponderEliminarEl alcalde de mi barrio hizo correr el rumor de que tenemos una extraña bestia suelta por las calles y así no vienen nunca turistas.
ResponderEliminarLos únicos los de National Geographic, pero eran muy educados (hasta que desaparecieron de pronto...).
¿Y dices que eso pasa en Barcelona?, vente a mi calle ahora mismo en plena Semana Santa y verás lo que son Bloddy Tourist en plena acción. Lo tuyo al lado de esto es un juego de niños.:D:D:D
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Un relato muy inquietante y desesperanzador.
ResponderEliminarLamentablemente la realidad es la que hay, tu metáfora es muy buena.
La Boquería con lo importante y maravilloso que es, se tiene que topar con estos "nómadas" hambrientos.
Por cierto, lo de nómadas no lo tengo tan claro, alguno seguro que la tienda de campaña la tiene permanente. Que mejor sitio para vivir!
Saludos
La primera vez que fui a Barcelona me quedé por Las Ramblas y recuerdo que llegué a pensar que me había equivocado de avión y había acabado en alguna calle del Pakistán...
ResponderEliminarEl mercado de la Boquería me encanta, yo también voy cuando ando por allí a mirar mucho y comprar poco –cosas de estar de viaje y no tener cocina–, pero al menos no hago fotos molestas. Es un buen sitio para echar una cervecita ;)
Un abrazo
Posdata: ¿Con el Saloufest las hordas no os dan un respiro? Ofú
Eso, Clementine, por desearnos buenas vacaciones que no quede. Ah y suerte con el tiempo.
ResponderEliminarBesos. Borgo.
Hola, Doctora. Ostras, pues te ha salido un microrrelato muy bueno e inquietante con una bestia misteriosa y los del National desaparecidos. Recuerda a una canción de por aquí: "És fa saber a tothom que una fera ferotge..." Con tu permiso igual lo uso para otro cuento. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, Jorge. Y que lo digas, estuve en Sevilla por la Semana Santa del año 2000 en la que se citaron -además de los turistas de siempre- muchos frikis que habían leído el libro de Bonilla "Nadie conoce a nadie" y se dedicaron a hacer juegos de rol por el barrio de Santa Cruz.
ResponderEliminarAbrazos y feliz Semana. Borgo.
Hola, Noodles. Es que ahora cuando vas por la Boquería parece que estés en el Museo Picasso con mogollón de turistas haciendo fotos. Antes me detenía al ver a uno a punto con la cámara pero ahora voy a mi bola. A mí me gustaría vivir allí y hasta tener un puesto y decir cosas como: "Mira, guapa, sardina fresca" todo un clásico. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarHola, Mara. Pues si pasas por la calle Hospital aquello ya es como el centro de Lahore. La Boquería y l´Abaceria en Gràcia son mis mercados preferidos de Barcelona. El bar de allí, el Pinocho, es muy agradable. Yo también he hecho el turista por Sevilla y confieso que visité la Plaza España para ver donde filmaron "El ataque de los Clones". Pues cuando Saloufest no se nota demasiado y es que aquí hay turistas para dar y regalar.
ResponderEliminarAbrazos. Borgo.