Durante un verano trabajé en un restaurante de la costa
regentado por Alexei, un bielorruso.
Yo llegaba por la tarde y allí estaba Manel, del turno del
mediodía, que me ayudaba a poner en orden la cocina antes de irse. Lo primero
que debíamos hacer era encender el horno. Un gran horno profesional que tardaba
mucho en calentarse. Al cabo de un rato empezamos a oír un ruido sordo –pop,
pop, pop- como de palomitas en un microondas.
-Son las cucarachas que corretean por el horno –me informó
Manel-. El calor las hace explotar.
Suena un ¡plouff! Más fuerte que los demás. Manel suspira:
-Esa debía ser de las gordas. Tío, yo no comería aquí por
nada en el mundo.
Alexei hacía oídos sordos a nuestros ruegos de que fumigara
mientras procurábamos que las cucarachas más intrépidas no se aventurasen por
el comedor. Nos convertimos en improvisados exterminadores usando el palo de la
fregona. Raja, el pinche hindú, no nos era de gran ayuda pues su religión le
prohibía matar animales.
La clientela escaseaba, el humor de Alexei se agriaba y el
jefe de cocina se entregaba al alcoholismo. A menudo hundía el cucharón en una
cazuela y simulaba probar un caldo pero en realidad era ginebra lo que había en
esa cazuela.
Una tarde, un inspector de sanidad tiró imprudentemente de un
mohoso panel de linóleo del techo y una lluvia de cucarachas aterrizó sobre su
cabeza. Un par de ellas cayeron sobre el Steak Tártaro que estaba preparando.
Frenéticamente se sacudía los bichos con ambas manos mientras corría hacia el
lavabo. Entre dos arcadas le oímos gritar: “Esto es un nido de cochambres!!!”.
-Hoy no hará falta que te mates –me dijo Manel al día
siguiente cuando me vio entrar-. Mañana precintan el local y Alexei se ha ido
por piernas a saber dónde.
Se oían sisear los tubos fluorescentes, reinaba un extraño
silencio en la cocina.
-¿Y las cucarachas? –pregunté a Manel señalando el horno.
-¡Se habrán intoxicado! –contestó riendo y me invitó a
sentarme en un rincón frente a una botella helada de Pertsovka.
Tuve que reconocer que Alexei tenía buen gusto para el vodka
de pimienta roja.
Un bonito número musical:
Y ya que se ha hablado de vodka, así prepara esta pelirroja el Boody Mary:
En vaso mezclador: Hielo. 3/4 de zumo de tomate. 1/4 Vodka. 1gota de zumo de limón. 1 gota de Tabasco. Sal y pimienta.
Mezclar bien y servir en vaso mediano.
Melmoth se ha inspirado esta vez en un caso real:
EL NEGRO DE BANYOLES
El Negro de Banyoles estaba vivo cuando estaba expuesto en
el museo. Pero empecemos por el principio. Se desconoce el motivo que le hizo
ir a visitar Banyoles, aunque se sospecha que era un turista más. Se introdujo
en el museo. En ese preciso momento, los responsables del museo tenían una
vitrina, pero no sabían qué introducir en ella. El museo estaba en ese momento
vacío (como siempre), y uno de ellos se le ocurrió una brillante idea cuando lo
vio. Le instó a este pobre hombre a que entrara en la vitrina porque formaba
parte de una atracción del museo. El hombre entró. Se dice que se comportó como
José Luis López Vázquez en La cabina durante un largo y angustioso tiempo.
Cuando cayó en redondo lo untaron, vaya usted a saber de qué, y le pusieron un
taparrabos y una lanza en la mano. Ese médico haitiano que lo descubrió, tiempo
después, no era otra cosa que su primo, que lo reconoció de inmediato cuando
fue también a Banyoles en calidad de turista. Desconozco el laberinto
burocrático por el que tuvo que pasar el primo del Negro de Banyoles. Cuando
abrieron la vitrina, Arcelín, que era así como se llamaba el susodicho primo y
como buen haitiano, realizó unos encantos y conjuros que el Negro de Banyoles
volvió a la vida. Este le dio las gracias aliviado y le pidió que, si le podía
pagar el viaje a Botsuana, lugar donde pertenecía, porque no tenía un duro ni
para comprarse ropa. Su primo le dijo que se había quedado sin blanca por culpa
de los abogados y los constantes viajes a la ONU. El museo, cabreado por haberse
quedado sin la atracción principal, no soltó prenda. El Negro de Banyoles se
resignó y volvió a su país a pie con el taparrabos puesto y lanza en mano que
le sirvió para cazar y comer ante tan largo viaje.FIN
Mi nuevo fichaje, Ortuño, con la serie "Hablando se entienden los besugos".
RECETA: POLLO A LA POPEYE. (Foto: Silvina)
Sofreìr los trozos de pollo en aceite. Cuando se vean dorados reservar y sazonar con sal y pimienta.
En el mismo aceite saltear espinacas (mucho mejor si son frescas) con un par de dientes de ajo.
En una cazuela volver a poner el pollo, freír con champiñones cortados a láminas y añadir 1 copa de vino blanco. Tapar la cazuela y dejarlo cocer todo 20m. con el fuego al mínimo.
Servir el pollo con las setas y acompañado de las espinacas.
Noto que las historias reales que contás, parecen de ficción.
ResponderEliminarRecuerdo la reunión en que una invitada afirmó estar visitada por un ente, a quien le daba la bienvenida.
Lo que describís sería como la taberna de Moe, con algo de Sin City.
Saludos.
El perro de una amiga pilló garrapatas y le dijeron que la mejor manera de asegurarse que habían muerto era quemarlas. Cuando se las quitaba las echaba en un cenicero, vertía alcohol, tiraba una cerilla y a los pocos segundos también se oía un pop.
ResponderEliminarHace muchos años trabajé en una droguería y uno de los productos estrella en verano eran los sprays para cucarachas. En uno de los botes ponía "Eficacia durante 10 años". Una anciana me preguntó un día "¿Y qué pasa con las cucarachas a los 10 años?" a lo que respondí "Resucitan". No le hizo gracia.
Saludos!
Hola amigos...lo digo porque sois varios los que hoy nos agradan la entrada ..
ResponderEliminarMuy buenas las historias y desde luego que asquerosito el del restaurante dios y la vida.
Y por otro lado pobre hombre, la angustia que tuvo que sufrir en esa vitrina.
Y me has puesto los dientes largos con ese pollo y el muy rico el cóctel tan bien
Gracias, te deseo una feliz tarde y abrazos para todos.
Hola Miquel!
ResponderEliminarVariadas y sosprendentes estas entradas...jeje
En cuanto a la receta, menudas guerras tenia mi madre para que me comiese las dichosas espinacas...
Saludos!
Hola Borgo!
ResponderEliminarMe hiciste recordar esa película del Apartamento de Joe. La vi hace mil años y ya no la recordaba.
Lo más llamativo de todo esta entrada es que sea una historia real. Increíble.
En un restaurante de la costa me tocó en un plato de pollo (justamente) una pata de cucaracha. Y me ofrecieron un nuevo plato, pero me retiré. No podía seguir comiendo.
Todos sabemos que eso puede suceder, pero... ojos que no ven corazones que no sienten, cuernos que no salen y comida que no se cuestiona.
No se si pasa por acá mi amiga blogger Vodka (Nilda), pero debería probar ese trago
Mi amigo haitiano Jean Max es un hincha fanátio de San Lorenzo que ahora vive en Miami. Me confesó luego de que nos conocimos y que nos dimos cuenta que ambos somos Cuervos (hinchas del ciclón) que se hizo fanático porque conoció en Buenos Aires a una chica que lo llevaba a la cancha. La chica después lo dejó, pero el nunca más pudo dejar a San Lorenzo. Algo parecido a lo que le sucede a Viggo Mortensen, casi una enfermedad.
Gran fichaje el de Ortuño, es como contratar a Messi por lo que veo.
La foto de Silvina, el platillo y tu ilustración, es un combo que va perfecto
Abrazo grande! Nos vemos pronto
Muy ameno y variado, como siempre.
ResponderEliminarUn abrazo.
No puedo con las cucas, les cogí tirria en los barcos, y eso que la especie americana, esa pequeña y pelirroja, no es muy asquerosa, pero se meten por todos lados. Eso sí, "Metamorfosis" es uno de mis libros preferidos de siempre.
ResponderEliminarSaludos.
Qué horror tu ¿historia real?, por Dios, Miquel. Menos mal que has puesto dibujillos tuyos en la entrada, jajajaja... Muchos besos, Borgo.
ResponderEliminarViví en un pequeño apartamento abuhardillado muy coqueto pero lleno de cucaracha.. Creo que exterminamos hasta la primera generación de aquellas invasoras. Todavía me da repelús recordar como salian por la cañería de la ducha... ¿te imaginas ducharse así?
ResponderEliminarTu historia es más cinematográfica, ilustrada además ;)
El rey del pollo frito.. No he probado con espinacas.
Saludos, Miquel
¡Hola, Miquel!
ResponderEliminarNo hay bicho que me produzca más asco que una cucaracha. Me dan picores solo de pensar en ellas..... Tu historia desde luego da respelus.
En cuanto "Al cuchitril de Joe" tiene puntazos. Pero uf, que mal lo pasé viéndola.
Un abrazo!
Hola, Demiurgo! Aaaay... me gustaría que un día me dijeran aquello de "La realidad supera la ficción" tendría que añadir unas cucarachas mutantes con superpoderes. Sí, como una taberna de Moe pero con tintes de pesadilla lovecraftiana.
ResponderEliminarEsa reunión fue con la amiga visitada por un íncubo que hacía algo más que darle la bienvenida y según ella se lo pasaba muy bien.
Saludos, Demiurgo!
Borgo.
Hola, Doctora! En la mili teníamos un serio problema con los chinches de las camas. Pasábamos un mechero encendido por los muelles y se oía un ¡Prrooopp!!! como un chisporroteo.
ResponderEliminarBuena pregunta sobre las cucarachas. Por cierto, si se supone que resisten a un holocausto nuclear... ¿de qué se supone que están hechos los insecticidas para cucarachas?
Saludos!
Borgo.
¿Qué tal, Campirela? no lo he puesto por falta de espacio pero la gota que colmó el vaso fue una intoxicación masiva de gastroenteritis. Un local muy poco recomendable para comer.
ResponderEliminarMelmoth se ha basado en el caso de la momia de un bosquimano que se expuso en ese museo y que provocó mucha polémica.
Te recomiendo tomar ese cóctel (que es aperitivo) antes del pollo. A mí me encantan las espinacas, ene so soy como Popeye.
Gracias a ti. Que tengas muy feliz día.
Borgo.
Hola, Fran! Pues a mí me encantan las espinacas y hago un plato de crema de espinacas de color verde intenso con el que hacía muy logradas (y asquerosas) imitaciones de la niña de El Exorcista.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Hola, Frodo! Yo he visto cosas en las cocinas "que ustedes no creerían" como decía el replicante Rutger Hauer en "Blade Runner". Es mejor no saber...
ResponderEliminarComiendo paella en una playa de Valencia me topé con una cucaracha cocida, les pregunté si me la podían cambiar por otro crustáceo -toma sarcasmo- langostino o gamba. No me cobraron, eso sí.
Saluda de mi parte a Vodka, le pasaré mi receta de tallarines al vodka.
Ortuño es un crack, tiene algunos libros publicados con una ironía muy fina. Un saludo para los Cuervos. Me encanta ese nombre que evoca a Allan Poe.
Abrazos y hasta pronto!
Borgo.
Hola, Macondo! Celebro de verdad que tu paso por Borgo te haya entretenido. Por aquí siempre eres bienvenido.
ResponderEliminarAbrazos, Macondo!
Borgo.
Hola, Ethan! En la mili las pasé canutas con las cucarachas, chinches y otras alimañas. Paseando por mi barrio creí alucinar al ver lo que parecía una gamba caminando por la calle, era una cucaracha asiática, de color rojo, que ha llegado con las cajas de algunos bazares chinos.
ResponderEliminarEse libro de Kafka es una maravilla, estoy intentando publicar una versión en cómic que espero pueda llegar a publicar.
Saludos!
Borgo.
¿Qué tal, Clementine? Me alegra que te gusten los dibujos aunque dibujar cucarachas no es muy atractivo. Lo mejor eran las tertulias con vodka de pimienta entre Manel y yo, con el pop-pop de fondo.
ResponderEliminarMuchos besos, Clementine!
Borgo.
Hola, Abril! Uf... cucarachas saliendo de la ducha!!! suena a relato de Stephen King. Seguro que ni siquiera tenían el detalle de montarte numeritos musicales como este. En la película montan un show a lo Esther Williams en el inodoro. He intentado que la historia sea un poco menos lúgubre con los dibujitos.
ResponderEliminarTe recomiendo las espinacas, quedan muy bien como guarnición, y acompañan de maravilla la salsita de pollo con vino y champiñones.
Saludos, Abril!
Borgo.
¿Qué tal, Éowyn? Pues imagina cuando salíamos de cacería de cucarachas. Hice un dibujo entonces (lo he perdido) una caricatura de Manel y yo mismo con salacot y armados con el palo de fregona. Y ese horno crematorio de cucas...
ResponderEliminarToda una película de culto ese cuchitril, da repelús porque los efectos especiales están muy logrados.
Abrazos!
Borgo.
Hola Miquel !!! Muy buen post, muy entretenido, como siempre !!!
ResponderEliminarEsa ilustración de "La metamorfosis" de Kafka, me ha recordado mucho a tu relato de la vampira de biblioteca. Esa vampira que huele a muerto, que tiene un aliento asqueroso, adicta a los libros,de Kafka, y que es poco dada a la seducción. Si algún día estás de noche en una biblioteca, y ves a una mujer de pelo largo y negro, alta, pálida y cadavérica, y vestida con una capa, de traje negro, y con zapatos de hombre, mocasines oxford de color negro, huye antes de que caigas en sus sucias garras y sea demasiado tarde.
Un placer leerte Miquel. Un abrazo !!! ;)
Un relato extraordinario y divertido. La cucaracha es un insecto admirable. Le gusta mucho vivir debajo de las cafeteras hasta que se convierten en la cucaracha del café. Los peloteros son los más divertidos. Se parece mucho a nosotros que siempre vamos corriendo por ahí arrastrando nuestras pelotas de mierda psicológica. Se dice que, si hubiera una guerra nuclear y acabara con la humanidad por la bella radiactividad, ellas serían las únicas sobrevivientes gracias a su caparazón. Creo que el escarabajo es el insecto que más se ha empleado en la literatura de terror después de la rata, y en la ciencia ficción (aumentado para parecer más alienígena). El final de tu relato es muy bueno, muy a lo John Carpenter, es decir, tras la tormenta se acaba bebiendo, como en el final de “La Cosa”.
ResponderEliminar“La metamorfosis” de Kafka es para mi uno de los relatos más fascinantes jamás escritos. Lo puedes leer durante toda la vida, a diferentes edades y siempre te está diciendo algo nuevo. Es una lástima que no se haya traducido con el título que más se ajusta al original: “La transformación”, que no es lo mismo que una metamorfosis.
Ese vídeo donde bailan esos escarabajos estoy seguro de que le hubiera gustado mucho a Kafka, porque sobre todo, tenía humor.
Esa pelirroja está muy buena y el Boody Mary, también.
Pues vaya con el dictador. Esa bombilla lo ha iluminado a base de bien. “La letra con sangre entra”, solían decir mis profesores del colegio franquista. “Sangre y bombilla” me parece un título soberbio para escribir los recuerdos de las lecciones que nos daban de gramática y ortografía en aquellos oscuros colegios. Por ejemplo, el dichoso dictado. Cuando el siniestro profesor nos dictaba para que fuéramos copiando, introducía una palabra que nunca la habíamos escuchado ni en casa, ni en la calle, ni el colegio. No lo hacía para enseñarnos a escribir bien, sino para darle un motivo para golpearnos. Por ejemplo, si decía “ahínco”, quedábamos aterrorizados. ¿Qué mierda quería decir eso? Lo que sabíamos con seguridad era que recibiríamos una buena hostia. “Sangre y bombilla”. Me gusta el título.
Hacía tiempo que no veía a Popeye y sus malditas espinacas. Ay, en aquellos tiempos también abundaban los tópicos culinarios asociados a la salud. Para ser fuerte come espinacas que tienen mucho hierro. Es mentira. Lo mismo con las lentejas. Es mentira. La leche por la noche duermes como un angelito. Es mentira. Si comes mucho pescado es bueno para el cerebro. Es mentira. La zanahoria es buena para la vista. Es mentira. Sin embargo, si te encanta pegarte sonoros y fétidos pedos, nada mejor que la fabada asturiana y el cocido madrileño. Y si quieres putear a la gente del laboratorio cuando entregas tu frasco de orina; come la noche anterior un kilo de espárragos.
¡Un fuerte abrazo!
Hola, Shaun! Me alegra volver a verte.
ResponderEliminarEstoy frecuentando últimamente una biblioteca nocturna y pienso tomarme muy en serio tus advertencias sobre lectoras solitarias con aliento pútrido. Más vale prevenir... Una biblioteca como esta tiene un escenario apropiado: oscura, solitaria e iluminada con neones. Mocasines oxford... ¡qué inquietante!
Gracias por tus consejos, amigo.
Borgo.
Hola, Melmoth! Bueno, no es un relato, es una historia real. Sí que las cucarachas se han empleado en las historias de horror. Ahora recuerdo una de Stephen King: "They¨re Creeping up on You" (Se arrastran encima de ti) que aparecía en el film de sketchs "Creepshow" con un veterano E.G. Marshall que vivía recluido en una pulcra mansión y se veía invadido y devorado por un ejército de cucarachas.
ResponderEliminarMe encantaría que esa pelirroja me sirviera un Bloody MARY... o un chupito de orujo, da igual.
Tuve un profesor que cuando anunciaba un "¡Examen sorpresa!" no podía didimular su gozo orgásmico, hasta le temblaba el bigotillo fascistoide sobre su labio superior. Yo temía por mis acentos, siempre he tenido problemas para ponerlos adecuadamente. ¡Y las clases de francés con su passé compossé de los huevos!
Popeye salvó la ciudad entonces en quiebra de Cristal City, la capital de la espinaca. No es extraño que tengan una estatua de Popeye en su plaza mayor.
Abrazos, Amigo!
Borgo.
Pues sí, Miquel !!! Ten cuidado cuando vayas a esa biblioteca, lleva contigo una buena estaca. Sí, se dice que las vampiras clásicas usaban zapatos de hombre oxford negros, los clásicos mocasines de cordones y suela de cuero dura. Al parecer, iban vestidas exactamente igual que el conde Drácula.
ResponderEliminarRecuerdo que cuando yo era adolescente tuve una profesora de unos 40 años, que era flaca y pálida, tenía las manos frías y huesudas (de hecho, alguna vez llegué a tocárselas), y siempre usaba esos zapatos oxford de hombre, esos mocasines negros calzaban como un guante en sus finos y delgados pies.
Espero leerte algún relato o ilustración sobre vampiras proximamente, quien sabe, a lo mejor con estos comentarios te he dado algún tipo de inspiración, jejeje.
Un abrazo Miquel !!! :)
Que desagradable lo de las cucarachas, pero tú cuentas la anécdota con mucha carisma. Esta entrada tiene receta culinaria y de bebida, muy completa. El relato del negro banyoles es tan surrealista que perfectamente podría er también una historia real, la verdad que daba mucha pena que expusieran el cuerpo de una ser humano como una atracción de feria.
ResponderEliminarUn abrazo Miquel
:)
Creo que ésto supera cualquier episodio de "Pesadilla en la cocina".
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Shaun! Interesante tu descripción sobre el calzado de las vampiras. Esa profesora debía ser muy inquietante ¿tenía acento de los Carpatos?
ResponderEliminar¿Quieres un relato con vampiras? Pues en la próxima entrada de mi blog no una, tres vampiras aparecerán. Es un relato titulado "Besos para todas", ya sabes que es una frase del libro de Stoker: "Es joven y fuerte... hay besos para todas".
Hasta pronto, Shaun!
Borgo.
Hola, Ana! Ese restaurante no se diferenciaba mucho al del cuchitril del vídeo, aunque aquellas cucarachas no cantaban ni bailaban.
ResponderEliminarRecuerdo la polémica sobre el cuerpo momificado del bosquimano. Era un caso típico de los museos colonialistas del siglo XIX que tenían un aire de barracón de feria.
Gracias por visitarme y abrazos, Ana!
Borgo.
¿Qué tal, Ricard? Chicote habría estado allí en su salsa (nunca mejor dicho para un chef) aunque me temo que habría acabado vomitando en algún rincón de la cocina como cuando se encontró aquel ratón en el friegaplatos.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
No Miquel !!! No tenía acento de los Cárpatos, jajaja, tenía una voz muy sensual.
ResponderEliminarElla era muy guapa, simpática y agradable, rubia, alta, delgada y pálida, olía bien, y no tenía mal aliento... pero cuando te miraba parecía que de un momento a otro te iba a chupar la sangre. Sus manos eran algo huesudas, gélidas y suaves, de hecho, hubo alguna que otra vez que instintivamente la cogí de la mano
Tenía una forma de caminar muy elegante con esos zapatos oxford de hombre, pantalón largo y calcetines negros de ejecutivo, y gracias a la dura suela de sus zapatos podías escuchar sus pisadas al andar. Sus pies eran finos, delgados y grandes, debía de calzar una talla 42 de pie, porque los dedos de sus pies llegaban hasta la punta del zapato, esos mocasines le quedaban perfectamente bien, como un guante.
Ojalá me hubiese pedido quitarle esos zapatos y esos sobrios calcetines para darle un masaje en los pies, lo hubiese hecho con mucho gusto.
Ese venidero relato vampírico promete, jejeje, gracias Miquel. Un abrazo !!! :)
Hola, Shaun! Pues sí tenía una voz sensual, tanto mejor, aunque de mirada inquietante, pero eso puede ser también un punto favorable.
ResponderEliminarLo del masaje en los pies habría sido un puntazo.
Permanece atento a tus pantallas, Shaun. Pronto publicaré el relato con mis tres chupasangres.
Borgo.
Buenas Miquel
ResponderEliminarRealmente, crei que tu relato concluiría como la "Metamorfosis" de Kafka, con el patron bielorruso transmutado en enorme cucaracha mientras el inspector de sanidad trataba de comunicarle infructuosamente la sanción por las penosas condiciones sanitarias del local...Como dices, hay veces que la realidad supera con creces la ficción. Me he quedado con la duda de saber que fue del local ¿cerró definitivamente?.
Por cierto, en el anterior comentario de la otra entrada te habia contestado al tema de William Hitler, un comentario amplio, pero se me borró al publicarlo... Básicamente te decía que sí, conocía la historia del sobrino británico (luego adoptó la nacionalidad estadounidense) de Hitler, y como habia emigrado a Alemania en busca de medrar una vez que su famoso tio se hizo con el poder. Pero tito Adolf no estaba muy por la labor, en parte porque la visa disoluta de William no le gustó, y tambien porque no era muy dado al nepotismo. De modo que William se volvió a Inglaterra, y luego fue a EEUU, donde se dedicó a dar conferencias en contra del nazismo y de su tio... Cria cuervos...;).
Saludos
Muy buena historia, sin importar si es real o no. A veces la realidad imita al arte. Gracias por pasar por mi blog.
ResponderEliminarVon Kleist! Me alegro de verte. Pues es una pena que no se me hubiera ocurrido antes contar esa experiencia en clave "La Metamorfosis" Lo cierto es que aquella situación tenía algo de kafkiano. El local cerró, luego fue un videoclub y después una tienda de motos.
ResponderEliminarA mí esa historia me dio por pensar en aquel episodio de "Padre de família". William contaba que cuando se presentó en la oficina de reclutamiento y tuvo que decir su apellido: "Hitler" el sargento respondió: "Y yo, Mussolini". William contó su aventura en un artículo: "I Hate my Uncle". El título lo dice todo... Otro dato curioso: eran tres hermanos y ninguno tuvo descendencia ¿se consideraban una estirpe maldita?
Saludos!
Borgo.
Hola, Rocío y muy bienvenida a Borgo! La realidad con algunos dibujos creo que queda algo mejor. Gracias a ti por tu visita, tienes un blog muy interesante.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Me ha gustado aunque le tengo asco a las cucarachas y por ende a cualquier bicho del inframundo casero. Al que más es a las ratas.
ResponderEliminarJoer, un poco hardocrd lo de encerrar al de botsuana en la vitrina. Me ha gustado el dictarodr que llevan los profes y la de pollo a la popeye también, que parece sencilla y sabrosa. Saludos.
Hola, Emilio! Sí, las ratas son lo peor, al menos no nos las tuvimos que ver con esos "malditos roedores" como decía aquel gato de los dibujos animados.
ResponderEliminarAún recuerdo la polémica que se lió con el bosquimano momificado expuesto en el museo de Banyoles. Yo colaboré con Ribot en un libro sobre el caso que al final no se publicó.
Saludos, Emilio!
Borgo.
Mira que son desagradables las cucarachas. Que no preparen ese pollo a la popeye que tiene una pinta estupenda.
ResponderEliminarSaludos.
¿Qué tal, Nury? Ya lo creo, son repulsivas, afortunadamente ninguna cayó en el plato de mi pollo a la popeye (receta inventada por mí)
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.