Un amigo mío exponía sus cuadros en un bar musical del
barrio de Gràcia, de esos con cromados y mucho cuero rojo. Hacia las tres de la
madrugada decidí salir a tomar el fresco. Quedaba algo de niebla en el
aire y empezó a lloviznar, notaba las hojas caídas que patinaban bajo mis
suelas, y en ese momento una chica salió del bar como un vendaval de
tintineantes pulseras. Llevaba un chaquetón precioso, negro ala de cuervo, que
se veía azulado bajo el rótulo luminoso de la entrada. “Bonito chaquetón”,
pensé mientras la veía avanzar titubeante hacia los coches aparcados; estaba
claro que había bebido mucho.
No me había visto. Se puso en cuclillas entre dos coches, se
bajó los panties y las bragas y se oyó un ruidito suave y cadencioso, como el
discurrir de un riachuelo. El charco que se agrandaba entre sus pies estaba a punto de alcanzar los faldones de
aquel chaquetón tan elegante que rozaba el suelo. Fue entonces cuando mi brazo
actuó antes que mi cerebro –creo que lo llaman reacción impulsiva-: agarré un extremo del chaquetón y lo sujeté en
alto, un segundo antes de que se manchara.
Fue entonces cuando reparé en lo absurdo de la situación. Yo
allí parado, sujetando el chaquetón de una desconocida mientras aliviaba su
vejiga. “¿Y si tiene novio y ahora sale por la puerta?”, me pregunté. “¿Me
creerá si le digo que mis intenciones eran buenas? ¿Qué sólo quería evitar que
manchara una prenda tan bonita?” Dejé de cavilar cuando noté que se me estaban
empapando los zapatos. Aquella chica debía haber bebido suficiente cerveza como
para bañar un elefante.
La chica se volvió de repente y me miró bizqueando. Tenía
ojos de pequinés, incisivos y saltones. Estaba buscando qué decir, pero ella se
anticipó:
-¿Ti-tienes un kleenex?
Le alargué un kleenex. Solté el chaquetón y aparté
pudorosamente la mirada mientras su cuerpo se contorsionaba al subirse los
panties y ajustarse la falda. Sentí que me agarraba la muñeca derecha, tiró de
mi mano y me puso el kleenex en la palma.
-A ca-cada uno lo suyo –balbuceó. Se fue calle abajo, con los faldones del negro
chaquetón, ahora reluciente por la lluvia, aleteando. Parecía una
mantarraya alejándose.
“Un precioso chaquetón”, pensé. Entonces advertí que aún
tenía el kleenex en la mano y lo arrojé a una papelera. Ya había hecho mi buena
obra del día… o de la noche.
Mi última portada es para una novela sobre la Llorona, una conocida leyenda mejicana. Creo que recuerda un poco a El grito de Munch. Hace tiempo escribí un relato sobre este personaje donde, por cierto, también aparece un kleenex:
LA VISITA DE LA LLORONA (Relato)
Tenía que enviar el dibujo para una portada a primera hora
del día siguiente. Aún seguía trabajando
ya muy entrada la noche cuando irrumpió la
llorona en mi habitación.
Me quedé helado. No podía mover un solo musculo viendo a aquel
espectro totalmente vestido de blanco profiriendo horribles gritos y alaridos
-¡Aaaaay, mis hijooos!!!- gemía. Una
cascada de lágrimas fantasmales brotaba de las negras cuencas de sus ojos.
De repente la habitación quedó mágicamente vacía. Repleta, eso
sí, de ecos de llantos e infinitas ausencias
todavía presentes.
Hablando de ausencias: se ha llevado mi paquete de kleenex.
Hola Miquel
ResponderEliminarNo es mal sueldo un kleenex usado por sujetar un ala de cuervo. Ahora que si le añade un gracias os vais haciendo eses "ca-cada uno pa-pa sucasa"
Un saludo. Manu3l.
Hola, Manu. Sí, creo que no costaba mucho decir "Gracias" por ahorrarle un dinerito de tintorería. Quería también dejar claro que tiré el kleenex y no me lo quedé de recuerdo... soy rarito pero no tanto.
ResponderEliminarSaludos! Borgo.
!Hola,Miquel!!
ResponderEliminarMe he reido de lo lindo imaginándome el momento cuando le levanta el chaquetón,y después le da el kleenex jajajaja,es buenísima la historia.
La historia de la llorona la conocía,vi una peli sobre ella.Da miedo lo de las cuencas de los ojos,y otro kleenex implicado jajajaja.
Muy buen relato,los dibujos están geniales.¿Sabes que me ha gustado mucho? el hombre que esta sentado en el bar,me ha fascinado ese dibujo.
Muchas gracias por estas risas.Muchos besitos y buen fin de semana,Borgo.
Hola, Cristal! Fue una reacción inconsciente, pero caballerosa, eso sí. No veas la cara de tonto que se me quedó con el kleenex en la mano.
ResponderEliminarHay una versión mejicana de 1933: "La llorona", posiblemente es la mejor adaptación al cine.
Me alegra que te gusten los dibujos. El del hombre sentado en la barra lo publiqué en la revista Barcelona Metrópolis.
Muchos besos y que pases muy buen finde.
Borgo.
A veces nuestra buena educación nos traiciona y acabamos con un kleenex manchado de pis en las manos.
ResponderEliminarMala suerte pero buena entrada y portadas, amigo.
Un abrazo
Hola, León. En las películas estas escenas suelen acabar con un número de teléfono apuntado en un kleenex... ese no fue precisamente mi caso.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado la entrada. Abrazos y buen finde!
Borgo.
Hola Miquel, soy Manu3l denuevo
ResponderEliminarYo soy de los que, ya en tiempos, hacían una excursión en busca de una papelera pero, en este caso y por seguir con la onda Mex, la idea que me viene a la cabeza es https://soundcloud.com/yolanda-esquivel/pepe-tovar-rio-rebelde-3
Un saludo.
¡¡Jajajajaja!! Ayyyyyy, Zueras....voy a omitir comentario alguno por estar en horario infantil, ya sabes...
ResponderEliminar¡Ah! Dentro de un ratito estaré en la ciudad del "carreró de les bruixes", me tomaré una birrica a tu salud. Dos ya no sé, que luego una no encuentra lavabos cerca y pasa lo que pasa.
Kissessss!!!! Feliz Finde!!!!
Jajajajajajaajajajajaja... Superas la ficción, Miquel. El minirelato GENIAL.
ResponderEliminarMuy buen fin de semana, mi querido Borgo. Y muchos besos.
Ja, ja! Muy bueno, Manu y gracias por el enlace: "Tiré tu pañuelo al río para mirarlo, cómo se hundía.
ResponderEliminarEra el último recuerdo de tu cariño que yo tenía..." Más bonito que una papelera, pero aunque en el barrio de Gràcia hay mariachis (el restaurante Cantina-Machito, muy bueno) no van muy sobrados de ríos. Grande Pepe Tovar.
Saludos. Borgo.
¿Qué tal, Sincopada? Sí, mejor, que esto igual lo leen los niños y no se parece a los sketch de "Club Disney".
ResponderEliminarAy, el Carreró... qué marco incomparable. Te agradezco la birra a mi salud y lleva una buena provisión de kleenex, hay que ser precavido.
Kisses y que pases muy buen finde. Borgo.
Hola, Clementine! Muchas gracias, siempre está bien echar unas risas. Creo que con esa entrada he hecho publicidad poco encubierta de kleenex.
ResponderEliminarMuchos besos y que tengas un gran fin de semana. Borgo.
No penso sortir mai més de casa sense kleenex!
ResponderEliminarOstres, Enric! Has fet un "eslogan" collonut per la marca kleenex: No penso sortir mai més de casa sense kleenex! Si vols, faig un dibuixet i ho presentem.
ResponderEliminarSalut. Borgo.
El principio es pura novela negra: niebla, hojas que se lleva el viento, tacones (como decía André Breton: "Si sientes por la noche que te siguen unos pasos no lo dudes;es la noche"), pero todo deriva a lo que cuentas; se truncó la magia y entra las situaciones a lo hermanos Coen. Me encanta ese dibujo donde sale ese tipo que tenía olvidado: ¡El cara de Netol! Proust decía que el sabor de una magdalena te podía transportar a un pasado de vértigo. Otros dicen los sabores. Rilke que la música nos inventa un pasado que no conocíamos. Pero poco se dice respecto a los símbolos comerciales. Oh, el puto Netol, me lleva a...
ResponderEliminarAbrazos,amigo.
Ha, ha, ha! Fes, fes! :D
ResponderEliminar¿Qué tal, Francisco? Sí que ha quedado un poco estilo Simenon: la niebla, la llovizna... me he imaginado la escena en blanco y negro hasta que llega el desenlace con el pañuelito de celulosa. Yo le tengo mucho cariño a los personajes de la publicidad de mi infancia. El hombre de la gabardina de Polil -¿Un homenaje al Hombre Invisible?- que contempla los estragos de las polillas y el entrañable Netol sin olvidar el elegante jinete de "Nitrato de Chile".
ResponderEliminarAbrazos, amigo Francisco.
Borgo.
Som-hi, Enric! A veure si el proper dijous et porto un projecte.
ResponderEliminarSalut. Borgo.
ResponderEliminarJajaja, brutal el microrelato XDD
Recuerdo una edición española del Reader Digest con la leyenda de la llorona, que recuerdo que me dio pesadillas. Es una leyenda urbana muy impactante, y con varios significados, como siempre.
Un saludo!!
"Un Kleenex de ida y vuelta", podría haberse titulado.
ResponderEliminarEn todo caso, muy bueno, amigo Miquel.
Una situación ciertamente comprometida. La chica hubiera podido pensar que tenías alguna parafília, sobre todo después de la noticia del taxista japonés que regalaba a sus clientas galletitas mezcladas con un potente diurético, luego se metía en un atasco y las filmaba mientras se orinaban encima. Increíble pero cierto. Saludos.
ResponderEliminarA veces cuando un conocido se emborracha no te queda otra que soportarle, ¿pero a una desconocida?. No me acerco aunque se revuelque en el pis. Nunca sabes cómo va a reaccionar un borracho.
ResponderEliminarMe gustó la portada, pensaba que la llorona era de Galicia. Debe haber varios personajes similares.
Te pasan unas cosas muy surrealistas, o quizá sea la manera de contarlas, jaja. El chaquetón ya podía ser bonito... ¿eh?
ResponderEliminarPobre Llorona, siempre sumida en su dolor.
Saludos
:)
Hola, Wolfville. Es una leyenda muy aterradora. Junto con el Chupacabras es posiblemente el ser fantástico más conocido de Hispanoamérica. En México conocí a algunos que juraban haberla visto de noche en el parque San Martín de México,D.F.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
¿Qué tal, Ethan? Pues no me parece nada mal ese título. He visto alguna película con kleenex que se dejan para el recuerdo pintados con carmín, no como este.
ResponderEliminarGracias y hasta la vista.
Borgo.
Hola, Ricard ¿Algo así como "Kleenexfília"? La verdad es que me creo ya cualquier cosa de los japoneses pues son un tanto especiales. Eso me ha recordado a aquel chiste viejo del chino que se mete en un taxi y dice: "Molino, molino" -y cuando el taxista lo deja en El Molino-: "Uf, ya me he olinado..." Bueno, no se me da bien contar chistes.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola, Doctora. Sí, es una situación que tiene algunos riesgos. Sí que hay personajes similares a la Llorona en otras culturas. El 11 de julio de 2011 publiqué una entrada: "Isha Kandisha" un espectro femenino del Magreb que tiene patas de cabra en lugar de pies.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Hola, Ana. Pues sí, la chica no sería muy agradecida pero tengo que alabar su gusto con los chaquetones.
ResponderEliminarLa Lorona viene a ser uno de esos espectros que van lamentando sus penas. Al menos ella no arrastra cadenas como los fantasmas británicos.
Saludos. Borgo.
Hola Miquel! No se puede ser tan bueno, que luego pasa lo que pasa. Por otra parte hay que ver lo desvergonzada que era la muchacha en cuestión, menos mal que se encontró con una buena persona, porque me da miedo sólo imaginar lo que podría haber pasado de encontrarse con algún loco.
ResponderEliminarMaravillosa la portada, y la leyenda de "La llorona", con su dosis de terror, pero en el fondo enternecedora con esa pobre madre llorando sin parar buscando a sus hijos, aunque lo cierto es que no recuerdo con exactitud si los perdió o los asesinó.
Un beso Miquel!
Hola, SqS! Aún habría podido ser peor, imagina que se pone a gritar al verme o algo así. Yo intentaba ser lo más caballeroso posible como aquellos señores que ponían su chaqueta sobre un charco para que la señorita no se mojara los pies aunque fui yo el que acabó con los zapatos mojados.
ResponderEliminarMe alegra que te guste la portada. No tengo muy claro si asesinó o perdió a sus hijos, hay diferentes versiones en esa leyenda.
Besos y buen finde! Borgo.
Uno bien quiere ser un caballero pero, pardiez, que difícil nos lo ponen. Aun así, fue un gesto que le honra.
ResponderEliminarGracias, Conde. Son malos tiempos para la lírica... y la caballerosidad, no hay duda.
ResponderEliminarSaludos.
Borgo.
Jo, qué risas. De verdad. Pobre Miquel... pero bueno, el detalle fue bonito. Jajaja
ResponderEliminarEso está bien, David, que la gente se ría. Pero sí, fue un detalle y con toda mi buena intención, que el chaquetón era una pasada.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
El kleenex como mcguffin. Muy buenos los dos relatos, sobre todo me gustó el segundo, pienso.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Mr. Borgo,
ResponderEliminarjajajaaj Que gran anécdota. Cuando ves por primera vez mear a una mujer entre dos coches en la via pública ... eso, cambia toda tu existencia.
¿ Como que no guardaste el kleneex ? Pues no es eso lo que me contabas el otro día, estimado Bloguero. ;-> jajaja Es que tu historia, entre picarona, bondadosa y real me ha dejado un humor muy socarrón.
La Llorona. Un estilo muy munchunizado te ha quedado ciertamente. Aunque desconozco la leyenda... grrrr.. ahora tendré que informame.
Un abrazo muy grande Miquel.
Hola, Licantropunk. Me ha hecho racia tu definición del kleenex como elemento mcguffin. Según Hitchcock: "En historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos."
ResponderEliminarEl segundo relato es más sugerente; aquí hay seres de ultratumba.
Saludos. Borgo.
¿Qué tal, UTLA? Sí, en la vida de cada uno hay un antes y un después de ese momento singular.
ResponderEliminarEso es bueno, me encanta el humor socarrón. Pues ese libro de La Llorona seré publicado en España (no sé si con mi portada) pero hay mucha información sobre ella en Google ya que es el mito más popular en México, rivalizando con el Chupacabras. Además, hay varias películas: desde la clásica mexicana de 1933 hasta la reciente "The Cry" (2007)
Abrazos! Borgo.
Jajaja, menuda situación. Yo probablemente me hubiera debatido entre ayudarla o no. Cuando hubiera tomado la decisión, seguro que era muy tarde, demasiado tarde para la integridad del chaquetón.
ResponderEliminarBuena portada la de la LLorona.
Hola, Cahiers! Es que fue una reacción impulsiva, sin pensar, de esas en que el brazo derecho actúa por su cuenta. Igual que ella con lo del kleenex, me imagino, no había tiempo para pensar.
ResponderEliminarMe alegra que le guste la "munchniana" portada.
Saludos. Borgo.
Jo, pensé que la señorita te habría dado su teléfono, o al menos hubiera puesto carita de agradecimiento eterno como en los mangas con los ojos brillantes, y tu te hubieras sentido como un caballero medieval o algo así. Y encima te da el kleenex!!! De verdad, hay gente "pa' tó"
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Charly. Ya ves, en la caballerosa Edad Media la dama me habría entregado una rosa amarilla (el número de teléfono de entonces, significa "tienes una oportunidad") en cambio me dan un kleenex usado... A estos tiempos, les falta glamour. Creo que me voy a pasar unas vacaciones en la Edad Media con la máquina de H. G. Wells.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
La escena visualmente queda un poco chusca, pero al menos es original...el héroe en sus momentos más de "pies en la tierra" jajaja...
ResponderEliminary todo por un chaquetón de marca...
En fin, el buen narrador, de la cosa más simple saca una trama...por mi encantada.
Saludito.
Hola, Clarodecir. Sí, aquello fue como un baño de realidad aunque reconozco que la chica tenía un gusto impecable en cuanto a los chaquetones. Al menos, me dije, me hago una entrada con la ayuda de La Llorona.
ResponderEliminarSaludos! Borgo.
Curiosa situación, la verdad es que por mucho que me gustase el chaquetón no se su hubiera hecho los mismo que tú... llámame descortés.
ResponderEliminarLa portada me ha gustado, es realmente terrorífica... más que la llorona del relato, que más bien es molesta a la par que práctica por eso de aprovechar la visita para coger los kleenexs.
¿Qué tal, Chechu? No, descortés no. Sin duda eres más juicioso y cerebral que yo, que actúo por impulsos y así me va.
ResponderEliminarMe alegra que te guste la portada. El autor me dijo que así es como la imagina. A ver qué me dice la Llorona cuando pase por mi piso a por más kleenex.
Saludos. Borgo.
Jeje, qué anécdota más buena. Pensaba que era un relato. Curioso impulso ese de sujetarle el chaquetón...
ResponderEliminarCuánto tiempo sin pasarme. Quería agradecerte que tú lo sigas haciendo a pesar de todo. Tengo poco tiempo, la verdad. Un abrazo.
¡Hombre, nastnoC! Qué alegria volver a verte por aquí, como en los viejos tiempos... ya ves el curiosos efecto que puede causar un elegante chaquetón que roza el suelo.
ResponderEliminarTe agradezco de verdad que pases por Borgo, ya sabes, tu casa.
Abrazos. Borgo.
Un poquito surrealista si es eh? tenías que haberle intercambiadola chaqueta por el kleenex, con lo pedo que debía ir igual te la hubiera dado :-))
ResponderEliminarHola, Sonja. Vaya, pues me acabas de dar una buena idea. Un chaquetón chulísimo por un kleenex... buen negocio para mí. A ver si se me presenta otra ocasión, aunque ya sería difícil.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
La portada de La Llorona te ha quedado magnífica, me gusta mucho.
ResponderEliminarCon el relato, la verdad es que me he reído. Pensé que iba a tener tintes gore, pero al final ha sido como la versión escatológica de la chica de la curva, que aparece, cumple su función y desaparece. En este caso, con regalito incluído.
Hola, Sícoris. Me alegra mucho que te haya gustado la portada. Bueno, esas apariciones vienen y van. Algunas dejan cosas y otras se las llevan como la Llorona gorrona de kleenex. Otro curioso ser de ultratumba.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Geniales ambas historias, Borgo. Tu habilidad para el relato hace que nos quedemos pegados a la pantalla de la PC.
ResponderEliminarLas ilustraciones, fantásticas; ese fondo negro de "La llorona", y las líneas blancas del dibujo más los ojos verdes, sí que asustan, eh.
¡Saludos!
P.D.: tengo, desde hace un tiempo, una idea para un cuento con "La llorona" como protagonista. Quizás te moleste con alguna ilustración sobre el particular. ¿Cómo lo ves?
Muchas gracias, Juan Esteban. Ya sabes que para mí es un subidón que me digas que te gusten mis relatos y siempre puedes contar conmigo para un dibujo, a ver qué tal me sale. La Llorona es un personaje muy evocador.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Buenísimo... bien podía haberte invitado a una cañita, al menos, o simplemente darte las gracias... hay gente para todo eh?
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Nury. Hay gente que se te cuela en casa y no es nada agradecida. La otra, por lo menos, no se quedó con los kleenex.
ResponderEliminarSaludos. Borgo.
Gracias por traerme hasta aquí. Me ha gustado la historia...
ResponderEliminarUn beso impulsivo.
Gracias a ti por pasarte, Eva!
ResponderEliminarBesos impulsivos, que son los mejores.
Borgo.